Siria duele todo
el tiempo, no hay otra forma de expresarlo. Un país destrozado porque un día al
Imperio se le ocurre que hay que romper todo: casas, calles, líneas de alta
tensión, rutas, cloacas, cementerios, templos, obras de arte, diques,
ejércitos, huertos, piletas de natación, libros, cañerías, familias, chicos,
perros, gatos, canarios… todo. Vía el Pájaro Rojo llegamos a esta nota de Guadi
Calvo para la Revista Hamartia
(http://hamartia.com.ar/2015/04/27/siria-contra-todos).
Título: Siria: contra todos
Texto: Tras
cuatro años de combates, el pueblo sirio, su presidente Bashar al-Assad y el
Ejército Árabe Sirio siguen resistiendo a los embates de la alianza más
heterodoxa que Washington pudo pergeñar en la historia: desertores de las
fuerzas armadas, compañías de mercenarios occidentales, bandas wahabitas,
agencias de inteligencia de Francia, Gran Bretaña, Alemania e Israel, las
acciones desestabilizadoras de Turquía y Jordania, el ofensivo silencio de
Egipto y la inoperancia de Naciones Unidas, todo sazonado con los infinitos
recursos de Arabia Saudita y Qatar, han provocado un nuevo genocidio, al que la
gran prensa del mundo ha decidido olvidar.
Seguramente
cuando, en el marco de la Primavera Árabe, se planteó el “Capítulo Siria”,
ningún analista del Departamento de Estado imaginó que el joven e inexperto
presidente Bashar al-Assad iba a continuar en el poder cuatro años después.
Para asombro de todos, la ola “revolucionaria” arrastró gobiernos duros de
enemigos como el del Coronel Gaddafi, o eternos aliados como el tunecino Zine
Ben Ali, el egipcio Hosni Mubarak o el yemení Alí Abdalá Saleh, hombres con
décadas en el poder.
Todos cayeron por
acción (como Gaddafi) u omisión (en el caso de los dictadores) del Departamento
de Estado, es difícil entender cómo es posible que Bashar al-Assad continúe
resistiendo.
La guerra en
Siria, a la que muchos intentan disimular tachándola de Guerra Interna o Guerra
Civil, ya ha provocado un cuarto de millón de muertos, una cifra incalculable
de heridos, más de diez millones de desplazados y ciudades literalmente
demolidas al igual que su economía, que era una de las más sólidas de la
región.
El presidente
al-Assad no solo se sostiene en su ejército, sino también con la ayuda iraní y
el apoyo de la milicia libanesa Hezbollah, que en mucho ha sido responsable
militar de ese milagro de sobrevivencia.
Por su lado,
occidente tras el fracaso del Ejercito Libre Sirio, conformado por “moderados”
ha dejado las acciones terrestres en manos de dos bandas wahabitas, armadas y
financiadas esencialmente por Qatar el Frente al-Nusra sucursal de al-Qaeda
Global y el híper promocionado Estado Islámico, antes conocido como Daesh o
Estado Islámico para Irak y el Levante, liderado por el Califa Ibrahim (Abu
Baker al-Bagdadí) que en menos de un año adquirió tanta notoriedad como el
mismísimo Bin Laden, y su organización, gracias a la crueldad sistematizada ha
alcanzado los titulares de todos los periódicos del mundo.
Hoy la atención
se ha desplazado a la guerra en Yemen, las andanzas del Boko Haram en Nigeria y
su área de influencia, Mali, Níger, el Chad y Camerún y los atentados de la
banda takfirista somalí al-Shaabab en Kenia y en Mogadiscio donde ha vuelto
después de años, de ser expulsados por las tropas de la Unión Africana (Amisom)
compuesta por soldados de Uganda, Burundi, Kenia, Etiopía, Yibuti, Sierra
Leona.
El boicot contra
Siria ya no es solo militar y económico, el desplazamiento de las primeras
planas de los diarios responde a una acción directa de encubrimiento, para que
las acciones de al-Nusra o Estado Islámico no afecten las buenas conciencias de
los contribuyentes.
La cruzada que
desde agosto del año pasado Estados Unidos, ha lanzado contra Estado Islámico
en Siria e Irak, bombardeando los amplios territorios que domina no ha tenido
resultados. O sí, según se mire, la falta de puntería de los pilotos de la
alianza es sorprendente y si no alcanzase con esto, los errores de los pilotos
al lanzar aprovisionamiento las tropas iraquíes que operan contra Estados
Islámico, ya son legendarias, muchas de esas cargas (armas, municiones y
provisiones), suelen caer con pautada frecuencia en territorio “enemigo”.
Israel, invocando
el gastado argumento de su seguridad, colabora abiertamente con las bandas
terroristas, su fuerza aérea ataca con frecuencia posiciones del Ejército
Sirio. El último reporte es del 25 de abril cuándo la aviación sionista atacó
posiciones sirias y de Hezbollah en las montañas de Qalamoun en la frontera
sirio-libanesa, los ataques se habían iniciado el miércoles 22, contra las
brigadas 155ª, la 65ª y la 92ª del ejército sirio, también contra bases
misilísticas y convoyes de armas de Hezbollah. En la zona también operan
oficiales de Guardia Revolucionaria de Irán que intentan despejar de salafistas
la carretera al Líbano.
Las permanentes
acciones de la coalición encabezada por Estados Unidos y los bombardeos
israelíes han desgastado diferentes frentes del ejército sirio provocando que
una nueva coalición salafista el Ejército de la Conquista (que incluye al Frente
al-Nusra, y otras como Liwa el-Tawhid, Frente Islámico, Jund al-Aqsa o Ahram
el-Sham) tomaron el sábado 25 el último enclave sirio en la norteña provincia
de Idlib. Después de un mes de combates calle por calle al-Nusra y sus aliados,
tomaron la capital provincial. Los leales a al-Assad solo cuentan con las bases
de Qarmeed y al Mastumah, ambas ya cercadas por los wahabitas.
La metodología de
alianzas entre bandas salafistas es nueva y esta unidad puede ser demoledora
para las fuerzas de Damasco. Según algunas fuentes la alianza fue promovida por
agentes de inteligencia de Qatar, Turquía y Arabia Saudí que operan en la zona.
El norte del país
se ha convertido en una zona prácticamente inmanejable para Damasco, por la
permanente llegada de combatientes takfiristas que desde Turquía ingresan
libremente a Siria, la mayoría de esto combatiente provienen de Georgia y
Chechenia y países de Europa.
Por su parte
Estado Islámico, que controla la capital de Raqqa, al noreste del país, ha
entrado al barrio damasquí de al-Yarmuk, que durante décadas funcionó como
campo de refugiados palestinos, a ocho kilómetros del palacio presidencial.
Los hombres del
califa Ibrahim tras meses de lucha contra el ejército y milicias palestinas se
han podido hacer del barrio que es la puerta a Damasco.
El 16 de
diciembre, fuerzas del califato habían tomado el barrio de Hajar el-Asuad, al
sur de al-Yarmuk. Como en otros frentes las tropas sirias y los salafistas, se
estancaron. Durante meses solo han tenido enfrentamientos esporádicos que no
pasan de ataques de francotiradores. Estos estancamientos en zonas urbanas
deterioran todavía más las vidas de sus habitantes, ya que el desabastecimiento
de alimentos, medicamentos y cualquier servicio público es absoluto.
A principios de abril
el cerco salafista cayó sobre los 18.000 civiles que permanecían en el barrio
de al-Yarmuk y nada se sabe de ellos, estimando que serán reclutados o
asesinados fiel al estilo de Estado Islámico.
Al igual que en
Yemen y en Libia, Estados Unidos y sus aliados han dado carta libre a al-Qaeda
y ha Estado Islámico para que “limpien” los países a conquistar. Lo interesante
sería conocer los planes con que cuenta Washington para una vez derrotados sus
enemigos puedan poner en caja a los herederos de Bin Laden.
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