El Imperio
reescribe la Historia, chicos, así que no les extrañe que estos días los
lacayos de siempre (los medios corporativos de Occidente) comiencen a machacar
con que la II Guerra Mundial fue ganada por John Wayne y algunos otros actores
de reparto. Acá va una oportuna nota de Wayne Madsen para el sitio web
Strategic Culture Fondation, reproducida también estos días, en castellano, en Red Voltaire:
Título: El
intento de los neoconservadores estadounidenses de revisar la historia de la 2ª
Guerra Mundial
Epígrafe: Desde
el derrumbe de la Unión Soviética, Estados Unidos viene poniendo en el poder a
sus viejos colaboradores nazis en el este de Europa. Al cuestionar el papel de
la URSS en la 2ª Guerra Mundial, Washington está tratando de despojar a la
actual Federación Rusa de su mito nacional. Estados Unidos pretende así
alcanzar 2 objetivos: destruir la zona de influencia de Rusia y acabar a la vez
con la identidad rusa. Para lograrlo tendrá que reescribir la Historia y
rehabilitar el nazismo.
Texto: Después
del derrumbe de la Unión Soviética, el ex presidente de Estados Unidos y
antiguo combatiente de la guerra fría Richard Nixon dedicó sus últimos años de
vida a velar porque Rusia ocupara su lugar en la comunidad internacional. Nixon
aconsejó al entonces presidente Bill Clinton sobre la manera correcta de tratar
con la Federación Rusa, reconocida internacionalmente como el Estado sucesor de
la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Algo que Nixon
nunca habría tolerado es la tendencia conservadora a negar el importante papel
que Rusia desempeñó en la Segunda Guerra Mundial –lo que los rusos llaman «La
Gran Guerra Patria»– y en la victoria de los Aliados contra la Alemania nazi.
Los actuales dirigentes de Estados Unidos y sus compinches en Gran Bretaña, en el
este de Europa y en otros países incluso serían llamados a capítulo por Nixon
por haberse negado a participar en la ceremonia anual del 9 de mayo, o «Día de
la Victoria», en Moscú.
Nixon, quien
criticó a la administración de George H. W. Bush por la ayuda patéticamente
inadecuada que se destinó a Rusia después del derrumbe de la Unión Soviética,
tendría poco tiempo que perder con los círculos políticos estadounidenses que
hoy pretenden desgastar a Rusia y ponerla de rodillas.
Entre quienes
ejercen presión a favor de un endurecimiento de las sanciones contra Rusia e
ignoran su significativo papel en la victoria de la Segunda Guerra Mundial se
hallan los hijos e hijas de los emigrados fascistas y nazis provenientes del
este de Europa que llegaron a Estados Unidos en los años posteriores a la
guerra, en su mayoría gracias a la «Operación Paperclip» de la CIA [1], huyendo
de los juicios a los que pendían sobre sus cabezas por haber apoyado la causa
nazi en sus países de origen.
Aquellos
emigrados participaron en la formación de diversos grupos de extrema derecha
que giraban alrededor de las «Naciones Cautivas», organización estimulada por
la administración Eisenhower y las posteriores administraciones
estadounidenses. De aquella constelación de organizaciones fascistas surgieron
el sionista ucranio-estadounidense Lev Dobriansky y su hija Paula Dobriansky,
ex responsable en el Departamento de Estado durante la administración de George
Bush hijo, así como el ex colaborador de la Gestapo en Hungría, Gyorgy
Schwartz, quien más tarde se cambió el nombre y pasó a llamarse George Soros
[2]. Los descendientes de aquellos inmigrados figuran actualmente en los
gobiernos de todo el centro y el este de Europa.
Los grupos que
gravitan alrededor de aquellos emigrados a Estados Unidos, como la Fundación
Heritage [3], el American Enterprise Institute (AEI) [4] y la Brookings
Institution [5], así como Human Rights Watch, fundada por George Soros,
trabajan a favor de que se reescriba la historia de la Segunda Guerra Mundial.
Al parecer, muchos de esos grupos neoconservadores e históricamente
revisionistas preferirían que, en vez de reconocer la victoria de la Unión
Soviética sobre el fascismo, se conmemorasen con tristeza las derrotas de los
regímenes títeres de los nazis en los países bálticos, así como en Ucrania,
Bielorrusia y Moldavia.
Así que las
marionetas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en
diversos países del centro y del este de Europa están inmersas en una guerra
propagandística contra Rusia para reducir al mínimo la participación
internacional en la celebración del 9 de mayo en Moscú.
En el marco de
esta guerra propagandística, el jefe de la inteligencia militar checa, general
Andor Sandor, retirado desde 2002, afirmó recientemente que los rusos practican
el espionaje a gran escala en Praga. El objetivo de esta historia es presionar
al presidente checo Milos Zeman, quien había expresado públicamente su
intención de ignorar un supuesto consenso de la OTAN para boicotear las celebraciones
rusas del 9 de mayo. Mientras tanto, la oposición checa anunció que tratará de
lograr que el parlamento retire el financiamiento al viaje del presidente a
Moscú. Praga constituye un punto sensible en las relaciones de Rusia con
Occidente. La República Checa sigue negándose a autorizar la apertura de bases
de la OTAN en su territorio, aunque Praga sigue albergando actividades
anti-rusas como las transmisiones de Radio Free Europe/Radio Liberty y el
trabajo de diversas ONGs financiadas por George Soros. Los interlocutores de
Soros en el Parlamento Europeo también están presionando al presidente serbio
Tomislav Nikolic para que anule sus planes de ir a Moscú y el medio de presión
que han encontrado es poner en la balanza el pedido de adhesión de Serbia a la
Unión Europea.
Tres ex
embajadores estadounidenses en Ucrania –Steven Pifer, John Herbst y William
Taylor– han exhortado abiertamente a dirigentes europeos, como el primer
ministro británico David Cameron, el presidente francés Francois Hollande y la canciller
alemana Angela Merkel –esta última debía salir el 10 de mayo para Moscú para
depositar allí una ofrenda floral en el marco de una ceremonia oficial– a
asistir a una celebración del «Día de la Victoria» en Kiev. Y estos últimos
dirigentes europeos han decidido boicotear la ceremonia del 9 de mayo y el
desfile militar en Moscú. Los tres embajadores lacayos incluso escribieron en
el diario estadounidense Los Angeles Times que «aunque los presidentes Clinton
y George W. Bush fueron a Moscú en 1995 y en 2005, el presidente Barack Obama
no celebrará el acontecimiento en Moscú sino en Kiev» [6]. Los embajadores se
niegan a reconocer que si los dirigentes occidentales hacen esa celebración en
Kiev, lo harán junto a todo tipo de neonazis y paleonazis, incluyendo a
verdaderos partidarios de Adolf Hitler y del jefe nazi y miembro de la Waffen
SS Stepan Bandera.
Los tres
embajadores estadounidenses Pifer, Herbst y Taylor están lejos de ser los
únicos en lanzar llamados a conmemorar el sacrificio de 27 millones de
soviéticos durante la Segunda Guerra Mundial en una ciudad donde los neonazis y
mercenarios skinheads de toda Europa tienen en sus manos el poder político y
militar. Pifer trabaja para la Brookings Institution, un importante centro de
la agitación y propaganda anti-rusa, mientras que Herbst era un intermediario
militante a favor del respaldo de la Agencia para el Desarrollo Internacional
(USAID, siglas en inglés), de la CIA y de los grandes medios de comunicación a
favor de la revolución naranja de Kiev. Taylor, como coordinador-jefe de la
ayuda gubernamental estadounidense a la ex Unión Soviética y al este de Europa,
trabajó estrechamente con la organización de Soros y con la National Endowment
for Democracy (NED) [7] recogiendo fondos para grupos proestadounidenses de
extrema derecha en la región.
Mientras que
Obama y sus amigos no estarán en Moscú, el primer ministro griego Alexis
Tsipras, quien ha exigido de Alemania el pago de compensaciones de guerra para
su país, hará caso omiso del boicot de la OTAN y se unirá a Zeman para asistir
a la ceremonia conmemorativa organizada en la Plaza Roja. Es posible que los
dirigentes de Islandia, Noruega, de los Países Bajos, Eslovaquia y Hungría
también decidan romper filas y separarse de los demás miembros de la OTAN
volando a Moscú para participar en la ceremonia del 9 de mayo.
En lo que puede
ser considerado como una bofetada diplomática para el régimen de Kiev y sus
padrinos occidentales, los dirigentes de las Repúblicas populares de Donetsk y
Lugansk, en el este de Ucrania, estarán presentes en la Plaza Roja, junto a los
dirigentes de otros 30 países, como China, la India, Serbia, Macedonia, Bosnia
Herzegovina, Montenegro, Egipto y Sudáfrica, en una situación que confiere a su
estatus un reconocimiento de facto. Además, también estarán presentes los
dirigentes de las Repúblicas de Osetia del Sur y de Abjasia, lo cual constituye
una derrota diplomática para las autoridades de Georgia, que ven esas dos
repúblicas como parte del Estado georgiano.
Al mismo tiempo,
mientras ellos llaman a boicotear la celebración del Día de la Victoria en
Moscú, los dirigentes de los países bálticos acogerán en sus capitales diversas
conmemoraciones nazis.
- La presidenta
de Lituania, Dalia Grybauskait?, graduada de la Foreign Service School de la
Universidad de Georgetown en Washington, uno de los terrenos de reclutamiento
preferidos de la CIA, no tiene ninguna intención de impedir las ceremonias
anuales ante la tumba del títere nazi lituaniano y constructor de campos de
concentración Juozas Ambrazevicius Brazaitis, cuyos restos fueron repatriados
hace algunos años a Lituania desde Connecticut (Estados Unidos), antes de ser
inhumado nuevamente en Kaunas, con honores militares.
- El presidente
de Estonia, Toomas Hendrik Ilves, ex jefe del buró local de Radio Free Europe,
financiada por la CIA, respaldó en 2007 la decisión del gobierno de Estonia de
desplazar una estatua erigida en homenaje a la victoria soviética desde Tallin
hacia una base militar en la periferia de la ciudad, donde ahora se encuentra
muy cerca del centro de ciberguerra de la OTAN.
- Mientras los
dirigentes de Letonia se unían a sus colegas bálticos en la competencia por el
boicot contra la ceremonia de Moscú, veteranos y partidarios de la Legión Letona,
división de la Waffen SS durante la Segunda Guerra Mundial, desfilaban
orgullosamente por las calles de Riga durante una ceremonia que organizan cada
año, desde 1991 [8]. El presidente letón Andris Berzins no ha hecho nada en
respuesta a la ceremonia nazi en Letonia, pero sí dice que le parece abominable
que un dirigente occidental reconozca el papel de Rusia celebrando el día de la
victoria contra Hitler. El propio Berzins fue durante mucho tiempo socio del
Stockholms Enskilda Bank, propiedad de la familia sueca Wallenberg, acusada de
colaboración con la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial, lo cual le
valió figurar en la lista de embargos del gobierno estadounidense.
El presidente del
Consejo Europeo, Donald Tusk, y el presidente de Polonia, Bronislaw Komorowski,
se unieron a sus socios bálticos en el esfuerzo por revisar el papel de Rusia
en la historia de la Segunda Guerra Mundial. El ministro polaco de Relaciones
Exteriores Grzegorz Schetyna incluso quiso reescribir la historia afirmando que
Ucrania liberó el campo de concentración de Auschwitz. El ministro ruso de
Relaciones Exteriores respondió señalando que «todo el mundo sabe que Auschwitz
fue liberado por el Ejército Rojo, en el que todas las nacionalidades sirvieron
heroicamente» y agregó que Polonia «distorsiona» la historia.
Tratar de imponer
una parodia de la Historia. Eso es lo que hacen los dirigentes de la OTAN
cuando presionan a los dirigentes de otros países –desde Corea del Sur y Japón
hasta Bulgaria y Austria– para que no envíen representantes oficiales a la
celebración de Moscú.
Esta maniobra
recuerda el boicot contra los Juegos Olímpicos organizados en Moscú, en 1980,
una acción encabezada por Estados Unidos y totalmente infantil en materia de
diplomacia que a la larga hizo más daño al movimiento olímpico internacional
que a la URSS.
Notas:
[1]
«"Operación Paperclip": de los V2 a la Luna», Red Voltaire, 7 de
enero de 2005.
[2] «George
Soros, especulador y filántropo», Red Voltaire, 3 de febrero de 2004.
[3] «La Fundación
Heritage: pensamiento “listo para servir”», Red Voltaire, 27 de febrero de
2005.
[4] «El Instituto
Norteamericano de la Empresa», Red Voltaire, 13 de marzo de 2005.
[5] «La Brookings
Institution, think tank de buenos sentimientos», Red Voltaire, 2 de febrero de
2005.
[6] “Kiev, not
Moscow, should be the choice for marking V-E Day”, Steven Pifer, John Herbst
& William Taylor, Los Angeles Times, 16 de marzo de 2015.
[7] «La NED,
vitrina legal de la CIA», por Thierry Meyssan, ?dnako (Rusia), Red Voltaire, 11
de octubre de 2010.
[8] «La
presidenta de la Letonia rehabilita el nazismo», por Thierry Meyssan, Red
Voltaire, 20 de marzo de 2005.
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