Secretario de
Estado de los EEUU, John Kerry, tranquilizando sauditas
Bueno, parece que
podría no haber guerra con Irán después de todo. Imaginamos el ataque de furia
de la derecha israelí y estadounidense; chusma sanguinaria como Netanyahu y
McCain, por ejemplo, siempre listos para destrozar algún país de Medio Oriente.
Bien por Obama esta vuelta: give peace a chance. Por supuesto, siempre está el congreso estadounidense, más reaccionario que nunca, capaz de bloquear los eventuales acuerdos. En fin, se verá. Estas tres noticias salieron hoy en el diario español El País:
Título: Kerry y
Zarif inician la fase final de las negociaciones nucleares
Subtítulo: Los
jefes de las agencias de energía de Irán y EEUU se unen por primera vez a las
deliberaciones en Ginebra
Texto: El
secretario de Estado norteamericano, John Kerry, y el ministro de Exteriores
iraní, Mohammad Javad Zarif, se han reunido en Ginebra este domingo y volverán
a hacerlo mañana lunes, a cinco semanas de que concluya el plazo que se fijaron
para alcanzar un acuerdo nuclear. Ambos intentan dar impulso político a las
negociaciones técnicas que sus equipos llevan a cabo desde el pasado viernes y
a las que se han unido, por primera vez, los responsables de las respectivas
agencias de energía. Pero detrás de las sonrisas que los dos jefes negociadores
exhiben ante la prensa, las diferencias son aún grandes.
“Los segundos han
tenido buenos debates, pero no se ha alcanzado ningún avance concreto”, ha
declarado Zarif esta mañana a su llegada a esa ciudad suiza.
“Aún hay
importantes lagunas, queda camino por recorrer”, manifestó por su parte Kerry
la víspera en Londres, tras entrevistarse con el jefe del Foreign Office,
Philip Hammond. Esa escala en la capital británica retrasó varias horas su
llegada a Ginebra.
La participación
ahora del jefe de la Agencia de la Energía Atómica de Irán, Ali Akbar Salehi, y
del secretario norteamericano de Energía, Ernest Moniz, ha despertado
expectativas sobre la inminencia de un acuerdo. “No sacaría ninguna
conclusión”, ha advertido Kerry tras atribuir su presencia a la naturaleza “muy
técnica” de las deliberaciones. Además de sus cargos, Salehi es ingeniero
nuclear y Moniz es físico nuclear. Ambos han mantenido tres reuniones durante
el día de hoy.
El objetivo de
las negociaciones, formalmente entre las grandes potencias (EEUU, China, Rusia,
Reino Unido, Francia y Alemania) e Irán, es alcanzar un acuerdo que permita a
este país el desarrollo de un programa nuclear civil, pero no dotarse de armas
nucleares, como EEUU y sus aliados sospechan que era su intención. A cambio de
aceptar esos límites, Teherán obtendrá el levantamiento de las graves sanciones
económicas y financieras con las que la comunidad internacional viene
castigando su desafío y que lastran su desarrollo.
El ritmo de las
conversaciones técnicas se ha acelerado en los últimos meses, con múltiples
reuniones entre los equipos de Irán y EEUU. También Zarif y Kerry se han
entrevistado varias veces desde principios de año en distintas capitales
europeas para impulsar los aspectos políticos. Algunos analistas, como Laura
Rozen, aseguran que “se hicieron progresos en los encuentros que mantuvieron en
Munich entre el 6 y el 8 de febrero”.
Al parecer, se
habría logrado un acercamiento de posturas sobre la capacidad de
enriquecimiento de uranio que Irán podrá mantener, entre otros puntos en
disputa. Ese proceso, que tanto sirve para fabricar combustible para una
central nuclear como material fisible para un arma atómica, constituye el eje
central del debate. EEUU ha presentado a los negociadores iraníes varias
posibilidades para alcanzar una capacidad de enriquecimiento aceptable (para
Washington, que haga imposible fabricar una bomba en menos de un año).
El equipo
estadounidense espera que Teherán dé su acuerdo a una de esas propuestas. Los
negociadores iraníes, por su parte, insisten sobre el ritmo de levantamiento de
las sanciones. Mientras EEUU propone plazos que permitan verificar el cumplimiento
del acuerdo, ellos aspiran a liberarse de un castigo que siempre han
considerado inmerecido.
El tiempo
apremia. Ambas partes pactaron el pasado noviembre sobre un calendario en dos
fases para alcanzar un acuerdo político antes del 31 de marzo y luego ultimar
los detalles técnicos para el 1 de julio. Sin embargo, en las últimas semanas,
Teherán ha insistido en un pacto global que incluya todos los aspectos.
“No habrá ningún
otro acuerdo antes de que se alcance uno completo”, ha manifestado Zarif haciéndose
eco del deseo expresado por el líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, que tiene
la última palabra en todos los asuntos de seguridad nacional y política
exterior.
Tampoco Estados
Unidos está dispuesto a alargar eternamente el proceso que se inició en
noviembre de 2013 y que ya se ha ampliado en dos ocasiones.
“El presidente
[Barack] Obama no tiene ninguna intención de extender estas negociaciones más
allá de la fecha fijada”, ha señalado Kerry, convencido de que el mandatario
estaría “dispuesto a parar las conversaciones” si tiene la impresión de que
Teherán no está preparado para un compromiso.
Además, las
presiones internas azuzan a ambos gobiernos. Los conservadores iraníes temen
que sus rivales políticos se beneficien del previsible auge económico y la
apertura social que traería el acuerdo. Los neocon estadounidenses, alentados
por sus relaciones con Israel, intentan boicotearlo con nuevas sanciones.
***
Título: EE UU
intenta tranquilizar a los árabes del Golfo por el pacto con Irán
Texto: El
secretario de Estado norteamericano, John Kerry, ha asegurado este jueves a sus
aliados de la península Arábiga que las negociaciones nucleares con Irán no van
a traducirse en un “gran pacto” que suponga cerrar los ojos a las acciones
desestabilizadoras de ese país en la región. Kerry, que viajó a Riad para
informar a sus interlocutores de la marcha de esas deliberaciones, se reunió
además de con el rey Salman de Arabia Saudí, con los ministros de Exteriores de
los seis países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG).
“Mientras
debatimos con Irán sobre su programa nuclear, no vamos a apartar nuestra vista
del resto de las acciones desestabilizadoras de Irán en otros lugares como
Siria, Líbano, Irak y la península Arábiga, en especial Yemen”, declaró el
secretario de Estado, citado por Reuters, al término de su visita.
Los miembros del
CCG (que además de Arabia incluye Kuwait, Bahréin, Qatar, Emiratos Árabes
Unidos y Omán) temen que el acuerdo que EE. UU. está ultimando con Irán no sea
suficiente para impedir que este país se convierta en una potencia nuclear. O
lo que para ellos es casi igual de grave, que a cambio de que renuncie a esa
posibilidad, la comunidad internacional haga la vista gorda a su creciente
intervención en los asuntos regionales.
“Permítanme
subrayarlo: no estamos buscando un gran pacto. No va a cambiar nada al día
siguiente de este acuerdo, si lo alcanzamos, con respecto al resto de los
asuntos a los que nos enfrentamos en esta región”, enfatizó Kerry.
A su lado, el
ministro saudí de Asuntos Exteriores, el príncipe Saud al Faisal, expresó su
preocupación por la implicación de Irán en la ofensiva que las fuerzas iraquíes
están y las milicias chiíes han lanzado para desalojar al Estado Islámico (EI)
de Tikrit.
“La situación en
Tikrit es un buen ejemplo de lo que nos preocupa. Irán está haciéndose con el
país”, manifestó Saud en referencia a Irak.
Los países del
CCG, con la excepción de Omán, están dirigidos por monarquías suníes. A la
cabeza del grupo, por tamaño y población, Arabia Saudí, erigida en baluarte de
esa rama del islam, ve al Irán chií como un rival con cada vez mayores
ambiciones. Teherán apoya de forma activa a las fuerzas gubernamentales en Irak
y Siria (en ambos casos chiíes), y se le vincula con los rebeldes yemeníes de
esa confesión que han desalojado del poder a un Gobierno apoyado por el CCG y
EE. UU.
Esa hostilidad
está alentando el sectarismo. Sin embargo, Estados Unidos considera que,
precisamente por su carácter suní, el respaldo de esos estados es clave en la
lucha contra el EI, grupo que se reclama de esa confesión, y también para
pacificar Irak, donde la brecha sectaria amenaza con dividir el país. De hecho,
Arabia Saudí y, en distinta medida, el resto de las monarquías árabes, contribuye
a la coalición internacional que combate a los yihadistas e incluso se
comprometió a albergar los campos de entrenamiento para los insurgentes sirios
moderados (en guerra contra el régimen de Bachar el Asad, que apoya Irán).
Consciente del
delicado juego de intereses del que pende la estabilidad de Oriente Próximo,
Kerry voló el miércoles por la noche a Riad desde Montreux (Suiza), donde
durante tres días había mantenido varias sesiones de trabajo con su homólogo
iraní, Mohammad Javad Zarif. Aunque ambos señalaron que aún quedan divergencias
significativas, también hablaron de avances y eso es lo que preocupa a los
aliados de Washington.
“Presidente
Obama, escuche a Netanyahu sobre Irán”, ha pedido en un artículo de opinión
Faisal J. Abbas, el director de Al Arabiya English, un medio de propiedad saudí
aunque con sede en Dubái. Los portavoces oficiales no han llegado a tanto. Pero
los gobernantes saudíes, como la mayoría de los del CCG, comparten el temor del
primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, a un Irán fuerte, que recupere su
condición de potencia regional.
***
Título: Netanyahu
augura que el pacto con Irán lleva a una “pesadilla nuclear”
Texto: El primer
ministro israelí, Benjamín Netanyahu, intentó persuadir este martes al Congreso
de Estados Unidos para que torpedee las negociaciones de la Administración
Obama con Irán. En un discurso ante los legisladores, Netanyahu dijo que el
acuerdo sobre el programa nuclear iraní dejará en pie la infraestructura de
este país para fabricar una bomba y colocará a Israel, Oriente Próximo y el
mundo bajo la amenaza de una “pesadilla nuclear”.
“Es un mal
acuerdo. Es un muy mal acuerdo”, dijo Netanyahu en el Capitolio, el mismo día
en que el secretario de Estado de EE UU, John Kerry, negociaba en Montreux
(Suiza) con su homólogo iraní, Javad Zarif.
El primer
ministro israelí vaticinó que, si los planes de Obama prosperan, el mundo
afrontará en unos años “un Irán más peligroso, un Oriente Próximo lleno de
bombas nucleares, y una cuenta atrás hacia una pesadilla nuclear potencial”.
No es inusual que
un líder extranjero se dirija al Congreso, pero sí que lo haga en las
circunstancias de Netanyahu: a dos semanas de las elecciones en Israel,
invitado por el líder republicano del Congreso a espaldas de la Casa Blanca, y
con el objetivo declarado de socavar la autoridad del presidente de EE UU, su
aliado más estrecho.
Obama ha
rechazado reunirse con Netanyahu durante su visita a Washington. El
vicepresidente Joe Biden, que por su cargo es presidente del Senado, se
encuentra de viaje a Centroamérica. Más de 50 congresistas demócratas se
ausentaron de la cámara en protesta.
El argumento de
Netanyahu es que, aunque el acuerdo que negocian EE UU y las cinco potencias de
la ONU (más Alemania) congelase el programa nuclear, a Irán le bastaría un año
o menos para reactivarlo. El primer ministro cuestiona la eficacia de los
inspectores. Y afirma que este tendría una vigencia de una década y entonces
podría fabricar la bomba.
“Es por esto que
es un acuerdo tan malo. No bloquea el camino de Irán hacia la bomba: allana el
camino para que Irán consiga la bomba. ¿Por qué alguien querría este acuerdo?”,
dijo. Obama ha invertido en el acuerdo parte de su capital político. No se
trata sólo del programa nuclear: el éxito de la negociación permitiría el
deshielo con Irán, enemigo de más de tres décadas, y reconfiguraría los
equilibrios en Oriente Próximo.
El presidente
ofrece levantar las sanciones que ahora pesan sobre el régimen iraní a cambio
de concesiones. Entre ellas, un periodo de un año: el tiempo necesario para que
Irán lograse la bomba en caso de que decidiese romper lo pactado; el acceso de
inspectores; y la vigencia del acuerdo de 10 años como mínimo. La fecha límite
para llegar a un acuerdo marco es el 31 de marzo.
Ante el Congreso,
Netanyahu dijo que su alternativa al acuerdo de Obama no es la guerra sino un
acuerdo mejor. No lo concretó. Pero dijo que la comunidad internacional debe
exigir, antes de negociar con los iraníes, que estos dejen de agredir a sus
vecinos, fomentar el terrorismo internacional y amenazar la existencia de
Israel
“El primer
ministro no ha ofrecido alternativas viables”, defendió Obama. Ni las sanciones
ni una guerra evitarán que Irán se arme, añadió. Nancy Pelosi, líder de la
minoría demócrata en la Cámara de Representantes, describió el discurso de
Netanyahu como un “insulto a la inteligencia de Estados Unidos”.
El Congreso, de
mayoría republicana, podría desbaratar los planes de Obama con más sanciones
contra Irán. Pese al desplante de un grupo de demócratas, el líder israelí
recibió una acogida cálida, digna de un discurso sobre el estado de la Unión.
Entre los invitados se hallaban el superviviente del Holocausto Elie Wiesel y
el magnate de Las Vegas Sheldon Adelson. Con su inglés impecable y su habilidad
para agasajar a los congresistas, parecía un presidente de EE UU o un jefe de
la oposición.
El discurso de
Netanyahu, unido a la reacción hostil de Obama, tensa las relaciones
bilaterales y divide a demócratas y republicanos, habitualmente unidos en el
apoyo a Israel. Para los seguidores de Netanyahu, el discurso tuvo ecos
churchillianos: un líder que avisa de los peligros del apaciguamiento. Para sus
detractores, fue la intervención de un oportunista que inyecta electoralismo en
una alianza duradera.
Existen
precedentes de un líder israelí buscando alianzas en el Congreso contra la Casa
Blanca. El demócrata Obama podría citar a otro presidente, el republicano
Ronald Reagan. Cuando en los ochenta Menahem Begin intentó torpedear la venta
de aviones AWACS a Arabia Saudí, Reagan enfatizó: “No corresponde a otras
naciones hacer la política exterior americana”.
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