Dos buenas notas
de Agnese Marra para el diario español Público.es permiten comenzar a
comprender la compleja trama de intereses, odios e indignaciones varias que se
esconden tras las protestas contra la presidenta Dilma Rousseff y su partido,
el PT, en el Brasil. Acá van:
Título: ¿Quiénes
están detrás de las protestas en Brasil contra Dilma Rousseff?
Epígrafe: No son
partidos políticos, ni sindicatos o movimientos sociales. Grupos recién nacidos
en las redes sociales, muchos sin experiencia, son los que a través de un
discurso liberal y a veces golpista, consiguieron aglutinar a casi un millón de
brasileños en las manifestaciones contra la presidenta
Texto: SAO
PAULO.- Son la semilla de las manifestaciones de junio de 2013. Se asentaron en
las protestas contra el Mundial de 2014 y en las elecciones del pasado octubre
comenzaron a librar la batalla. Se declaran apartidistas. La mayoría no quiere
ubicarse a la izquierda o a la derecha, y la máxima aproximación ideológica que
hacen tiene que ver con el liberalismo económico. Claman contra la corrupción
como si el Partido de los Trabajadores fuera el único partido que la detenta.
El enemigo común es el Gobierno Rousseff, Lula da Silva y todo aquello
vinculado al PT.
Hasta ahí los
puntos en común. Especialmente el apartidismo. Cuando quieren insultarse unos a
otros lo hacen vinculando al enemigo con un partido político, concretamente al
Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), principal opositor. Sus
diferencias se hicieron ver en São Paulo el pasado domingo a la hora de
repartirse la Avenida Paulista, donde cada uno de ellos delimitaba con claridad
su espacio para manifestarse.
Revoltados Online
es el que lleva más tiempo en las redes. También el más agresivo contra la
presidenta y contra el MST (Movimiento Sin Tierra) al que consideran el brazo
derecho del PT. Su líder, Marcello Reis fue pastor evangélico durante diez años
y se define como exejecutivo, ya que está en paro desde el pasado mes de
diciembre. Fundó este grupo en 2005 para combatir una red de pedofilia por
internet, pero fue en 2010 cuando lo llevó a Facebook y cambió el foco para
centrarse exclusivamente en política. Actualmente vive pegado a su ordenador y
las 24 horas del día las dedica a Revoltados Online: "Desgraciadamente lo
que más hay en este país son corruptos, por eso estamos enfadados (revoltados
en portugués) no paramos de pagar impuestos y nos roban nuestro dinero",
asegura en uno de los vídeos que coloca casi a diario en la red.
Su grupo de
Facebook ya supera los 700.000 seguidores y los mensajes que deja son un
cocktail donde entra desde la Iglesia y las Fuerzas Armadas hasta una retahíla
de insultos en el que "puta" es lo más suave que le dirigen a la
presidenta Dilma Rousseff. Se declaran totalmente a favor del impeachment y
hasta hace poco pedían la intervención militar: "Es muy difícil quitarse
de encima al PT, no quieren dejar el poder, por eso habrá que ver si los
militares tienen que intervenir para ayudar al pueblo", decía Deborah
Albuquerque, una de las administradoras del grupo.
Su lema es
'Juntos somos más fuertes y con Dios a nuestra frente somos imbatibles'.
Aseguran que hay que "librar una batalla" contra el PT y
"exterminar el ejército rojo" de Lula, que según ellos sería el MST.
Marcello Reis define el grupo como una "iniciativa popular que combate a
los corruptos en el poder", y aunque Lula es considerado "el
demonio" tampoco quieren saber nada del presidente de la Cámara, Eduardo
Cunha (Partido de Movimiento Democrático Brasileño ?PMDB?) o del presidente del
Senado, Renan Calheiros (PMDB). También desprecian al principal líder de la
oposición, Aécio Neves (PSDB) y el único político al que admiran es el diputado
Jair Bolsonaro (PP), un fundamentalista evangélico, abiertamente homófobo y
racista que el pasado mes de diciembre se atrevió a decirle a una exministra
"que no la violaba porque no valía ni para eso".
No ofrecen
propuestas claras pero critican políticas que son bandera del PT como la Bolsa
Familia: "Basta de dar propina a los pobres, están creando vagos que no
trabajan", repite Reis en cada intervención pública. Algunos de los
manifestantes del domingo se hacieron eco del discurso: "Ahora mismo en
Ceará (noreste del país) están todos los pobres tirados en la hamaca descansando,
como tienen Bolsa Familia no hacen nada más", decía una señora de 74 años
en un vídeo que se hizo viral rápidamente.
Los 'neocon' de
Brasil
La aversión hacia
las políticas de gasto público por las que se caracterizó el Gobierno Lula son
comunes a todos los grupos. El Movimiento Brasil Libre (MBL) es otro de los
principales críticos con la Bolsa Familia y con todo lo que tenga que ver con
lo público: "Somos ultraliberales, no hay ningún partido en Brasil que
pueda representarnos", dice Kim Kataguiri, uno de sus fundadores que con
apenas 19 años alardea de tener como referentes a Margaret Thatcher y a Ronald
Reagan.
Este grupo está
coordinado por 150 jóvenes, en su mayoría universitarios, cuyas edades van de
los 18 a los 31 años. Totalmente alejados de la estética militar de sus
compañeros de Revoltados Online, el MBL presume de una imagen moderna y urbana,
definidos como "los hipsters conservadores" o los "neocon
brasileños". Kataguiri abandonó Economía después de un año de carrera: "Lo
dejé porque no se puede estudiar en las universidades brasileñas, sólo te
hablan de Marx y se olvidan de Friedman", declaración que enojó a varios
profesores de su facultad que rápidamente respondieron que este chico no había
pisado una sola clase.
Desde el MBL
defienden abiertamente el impeachment pero están en contra de cualquier
intervención militar. Aseguran que el "verdadero golpe lo está haciendo el
Gobierno de Rousseff y su partido" al que califican de
"totalitario". Renan Santos, su líder más maduro (31 años) estudió
Administración de Empresas en la USP (Universidad de São Paulo) y es el único
del grupo que tiene experiencia en luchas estudiantiles: "Estamos cansados
de escuchar a Dilma que nuestros movimientos son de élite blanca, la
insatisfacción viene de todas las clases. No nos gusta la Bolsa (beca) familia
de los pobres, ni la Bolsa que el BNDS lleva años dándole a las grandes
empresas, es decir, a los ricos", denuncia el fundador en Sao Paulo.
Durante las
manifestaciones de junio de 2013, Renan Santos se dio cuenta que hacía falta un
movimiento que "albergara la insatisfacción de las clases medias",
pero el MBL tomó forma en 2014. Tras las pasadas elecciones se instalaron en
diez Estados del país y cada día aumentan su número de colaboradores. La
revista Forum les acusó de ser financiados por los norteamericanos hermanos
Kock, dueños de un imperio de petróleo y oleoductos, entre otros negocios.
Ellos lo niegan y aseguran que no les importaría que estos banqueros les
"donaran algunos millones", pero insisten que todo el dinero que
recaudan viene de donaciones particulares.
Los moderados
El movimiento Vem
para Rua (sal a la calle) es el más joven de todos y el menos beligerante. No
piden impeachment porque reconocen que sería legalmente insostenible y no
quieren saber nada de intervención militar. Sin embargo, ellos fueron los
organizadores de la masiva cacerolada contra Dilma que se escuchó en 12
ciudades del país el domingo 8 de marzo. Su líder, Rogério Chequer, es un
empresario de 46 años sin ningún tipo de experiencia en activismo social. A
pesar de pedir a la gente que salga a la calle, él no había pisado una sola
manifestación hasta el año pasado.
El escándalo de
Petrobras fue lo que le hizo decidirse a crear este grupo. Vem para Rua
apareció en plena disputa electoral el pasado mes de octubre. Sin ofrecer
ninguna propuesta política, este grupo se centra en criticar los escándalos de
corrupción del PT. Hasta el momento alcanza los casi 400.000 seguidores y desde
hace dos semanas se dedica a pedir a la gente que haga caceroladas cada vez que
alguien del Gobierno se dirija a la población.
Desde el MBL le
acusan de ser un "movimiento de empresarios viejos vinculados al
PSDB". Chequer lo niega y repite hasta la saciedad que son
"suprapartidarios". Admite que apoyó a Aecio Neves en las elecciones
pero "sólo para sacar al PT del poder". Al igual que los jóvenes
neocon, niega recibir dinero de partidos o instituciones privadas: "Sólo
aceptamos donaciones particulares".
Estos tres grupos
forman el abanico principal de la oposición de las calles. SOS Fuerzas Armadas,
mucho más minoritario, es otro de los que ocupó un espacio en la Avendia
Paulista el pasado domingo. En las redes sociales no superan los 5.000
seguidores y son junto a Revoltados Online los más radicales. Defensores de un
golpe de Estado y nostálgicos de la dictadura, promueven teorías conspiratorias
acerca de Venezuela y Cuba y las "intenciones de implantar el comunismo en
Brasil". A pesar de ser minoritarios, su mensaje de "lucha anticomunista"
cada vez se hace más eco en una población con apenas formación política y con
muchas ganas de gritar su indignación en las calles.
El PT tendrá que
analizar quiénes son ese millón de brasileños que se manifestó el pasado
domingo. No fueron sólo las élites blancas, sino una clase media muy enfadada y
con pocas propuestas. Por ahora estos movimientos de redes sociales saben
canalizar esta rabia que camina sin ningún sentido. Pero en algún momento los
partidos políticos tendrán que empezar a entender el significado de estas
manifestaciones, mucho más complejo que la clásica dicotomía entre ricos y
pobres.
***
Título: El clima
de odio se instala en Brasil
Epígrafe: El
escándalo de Petrobras, las medidas de ajuste fiscal y la crisis hídrica reavivan
la polarización social que surgió durante las elecciones. Caceroladas, insultos
en las calles y todo tipo de amenazas en las redes sociales tienen como
objetivo acabar con el PT y el recién elegido Gobierno Dilma
Texto: SAO
PAULO.- Era la primera vez que hablaba directamente para la población desde que
comenzó su segundo Gobierno. Quiso hacer su primer discurso dedicado a las
mujeres aprovechando la fecha conmemorativa del domingo 8 de marzo, pero la
respuesta que obtuvo la presidenta Dilma Rousseff no podía ser peor. Gritos de
“puta”, “zorra”, “sin vergüenza”, “ladrona” fueron los que más se escucharon en
los barrios de clase media y alta de doce ciudades brasileñas, mientras la
mandataria hacía su discurso para todas las televisiones y radios del país.
São Paulo, Rio de
Janeiro y Brasilia fueron las que hicieron más ruido. Hombres y mujeres
salieron a sus balcones con cacerolas y gritaron improperios contra Rousseff,
contra Lula y contra el Partido de los Trabajadores (PT). Los gritos podían
confundirse con los que suelen escucharse los domingos por la tarde en pleno
partido de fútbol, incluso algún vecino “insultó” a Dilma llamándola corintiana
(por el Corinthians, el equipo obrero de São Paulo), pero el nivel de odio y la
insistencia era distinto al del griterío de un gol errado o de un mal resultado
de juego.
Apenas dos días
después de hacerse pública la lista oficial de 49 políticos para ser
investigados por el desvío de dinero de entre 3.000 y 6.000 millones de euros
de Petrobras, Rousseff se mostró ante la población para pedir “comprensión y
paciencia” ante las nuevas medidas de ajuste fiscal implementadas por su nuevo
equipo económico. Condenó la corrupción pero apenas la citó en su discurso, en
el que prefirió usar un tono didáctico para explicar los porqués de sus nuevas
recetas económicas. La crisis hídrica, la subida de precio de la energía y de
los alimentos fueron otros de los temas tratados por la presidenta.
Sin embargo, los
brasileños que salieron a abuchear a Rousseff desde sus balcones no querían
escucharla, esa era la pauta marcada en las redes sociales: “A las 20 horas
durante el discurso hay que apagar las televisiones y salir a gritar desde las
ventanas para pedir que Dilma se vaya”, decían desde Revoltados Online, uno de
los grupos de Facebook que a través de las redes y de WhatsApp provocó la
cacerolada del domingo.
Odio al PT
A pesar de
centrar su indignación en la corrupción del país, los insultos que se lanzaron
durante el discurso no fueron dirigidos hacia ningún político del Partido
Progresista (PP) al que pertenecen 32 de los diputados imputados por el
escándalo Petrobras. Tampoco gritaban el nombre de ningún político del Partido
del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB, aliado del Gobierno) al que pertenecen
el presidente del Senado, Renan Calheiros y el presidente de la Cámara de los
Diputados, Eduardo Cunha, también imputados junto a otros cinco de su mismo
partido. El PT (con seis imputados) y Rousseff, de la que siguen sin tenerse
pruebas que la vinculen directamente al escándalo, fueron los objetivos de la
ira que se propagaba desde los hogares de cientos de brasileños.
Según el
economista Luiz Carlos Bresser-Pereira, este clima comenzó en las pasadas
elecciones: “En este momento surgió un fenómeno que nunca había visto en
Brasil. De repente vi un odio colectivo de la clase alta, de los ricos, contra
un partido y una presidenta. No era preocupación o miedo, era odio”, decía el
que fue ministro del Gobierno de Fernando Henrique Cardoso. El teólogo de la
liberación, Leonardo Boff, aseguraba que el “odio no es tanto contra el PT sino
contra el pueblo que gracias a las políticas de inclusión del PT ha salido del
infierno de la pobreza y ahora ocupa lugares antes reservados para las élites”.
El tipo de insultos
usados el pasado domingo recordaron el “Dilma vete a tomar por culo” que se
escuchó durante la inauguración del mundial en el estadio de São Paulo. En esa
ocasión también se acusó de ser una protesta de “gente rica”, los únicos que
podían conseguir una entrada ese día. “Hace un año minimizamos lo ocurrido en
la Copa, parecía que no era serio. Ahora sí que lo parece”, advierte el
periodista Matheus Pichonelli.
La cacerolada se
suma a una serie de acontecimientos que han surgido en las últimas semanas que
hacen constatar ese clima de odio al que se refiere Bresser-Pereira. Dos
semanas atrás el ex ministro de Hacienda del primer Gobierno Rousseff, Guido
Mantega, fue insultado dentro de uno de los hospitales más ricos de São Paulo
cuando iba a visitar a un amigo ingresado. Días después un vecino que vive en
el mismo edificio que el ministro de Justicia, José Eduardo Cardozo, salía a la
puerta de la residencia para abuchear y criticar a este político del PT. La
semana pasada durante una manifestación anti Dilma en un pueblo de Santa
Catarina uno de los manifestante se subió al balcón de una mujer que tenía
puesta una bandera del Movimiento Sin Tierra para intentar arrancarla.
La periodista
Eliane Brum planteaba en un artículo en El País Brasil: “¿En qué momento las
elecciones o las opiniones contrarias a las nuestras se transforman en la
imposibilidad de soportar que el otro exista?”. Según Brum “la sociedad
brasileña siempre ha estado atravesada por la violencia, fundada en la
eliminación del otro, primero de los pueblos indígenas, después de los negros
esclavizados, sus ecos continúan fuertes”.
Las protestas
continúan
El próximo
viernes 13 sindicatos y movimientos sociales se concentrarán en São Paulo en
defensa de los trabajadores de Petrobras, a favor de la reforma política
prometida por el PT y darán un apoyo velado al Gobierno Rousseff.
La manifestación
de la oposición iba a celebrarse tan sólo el día 15 de marzo de modo que no
coincidiera con los movimientos sociales. Sin embargo, tras el “éxito de la
cacerolada” el grupo de Facebook Revoltados Online ha convocado una
manifestación más el mismo día 13 y en el mismo lugar que los sindicatos, la
sede de Petrobras en São Paulo. Aseguran que sólo llegarán a las 15 horas,
cuando la manifestación pro Gobierno siga su curso hasta la Plaza de la
República. El encuentro entre ambas corrientes puede provocar un nuevo
estallido de violencia como el que se vivió en la última manifestación a favor
de Roussef en Rio de Janeiro, donde tanto sindicalistas como antipetistas
salieron heridos.
Para el próximo
domingo se mantendrá la gran manifestación de la oposición en la que se
mezclarán diversas corrientes de opinión, desde los que piden la vuelta de los
militares, a los que simplemente quieren que se lleve a cabo un impeachment.
La cacerolada del
domingo ha alarmado al Gobierno que hasta ahora no valoraba la importancia que
podría tener la manifestación del día 15. Dilma Rousseff aseguró horas después
que el pueblo brasileño era libre para manifestarse pero que “tenía que aceptar
el juego democrático y convivir con la diferencia”. La presidenta se reunirá
este martes con Lula da Silva para planear una estrategia más clara ante las
nuevas protestas. Su principal rival de la oposición, Aécio Neves, se reunirá
el miércoles con figuras de su partido (PSDB) para definir una postura en
relación la manifestación del domingo y a la reclamación de impeachment contra
la presidenta.
Grupos como
Revoltados Online hablan del encuentro del próximo domingo como la “preparación
para la gran batalla”. “No queremos un país rojo, queremos un país verde y
amarillo. El gigante se ha despertado y vamos a recuperar nuestro país”, dicen
desde este grupo con casi 700.000 seguidores.
Este lunes el ex
presidente Fernando Henrique Cardoso (PSDB) reculó y dijo que un impeachment no
era necesario: “El impeachment es como la bomba atómica, es para disuadir no
para usar”. Incluso el senador Aloysio Nunes Ferreira (PSDB), número dos de
Aécio Neves en la campaña electoral, y la persona que más había amenazado con
ello declaró : “No nos interesa el impeachment, queremos ver a Dilma
desangrarse los próximos cuatro años”.
“No queremos un país rojo, queremos un país verde y amarillo. El gigante se ha despertado y vamos a recuperar nuestro país”
ResponderEliminarCurioso. Tal vez sea muy simplista lo mío, pero me recuerda a la queja de Biolcatti acerca del supuesto "sucio trapo rojo" que según él enarbolaban los K, y más aún a los carteles de los cacerolos argentinos pidiendo que les devuelvan el país-obviamente dando por hecho que el país era SOLO de ellos y que los K no éramos ciudadanos legítimos con derecho a voto, sino extranjeros flojitos de papeles o nacionales de baja calidad de voto, vendidos y sin derecho a opinar- Je.
Iris, lo suyo es imperdonable. ¿Sabe que había logrado olvidarme de Biolcatti?
ResponderEliminarCordiales saludos,
Astroboy