Guardia personal femenina del líder libio Muhammad el Gaddafi
“Símbolo de la
lucha de Muammar el-Kadhafi contra los islamistas, el Líder libio se había
rodeado de una guardia personal femenina. Sin embargo, después de lincharlo y
enterrarlo, la OTAN se justificaba “revelando” a la opinión pública occidental
que las amazonas de Kadhafi sólo eran prostitutas en manos de un dictador
obsesionado por el sexo. En Francia, esta propaganda dio incluso lugar a la
publicación de un libro de la “periodista” Annick Coljean, basado enteramente
en un solo testimonio.” (leyenda de la figura)
El siguiente
artículo de Thierry Meyssan para Red Voltaire resultará poco digerible para muchos. Nosotros también pensamos que el amigo Meyssan derrapó un poco. Pero ocurre que las ideas que transmite en esta nota son tan radicales que merecen ser pensadas, aun para refutarlas al poco rato. Acá va la nota:
Título: La guerra
civil árabe
Epígrafe:
Retomando un tema que ya había abordado, Thierry Meyssan señala que, más allá
de las estrategias de los Estados, los pueblos del mundo árabe se dividen hoy
en dos bandos definidos no por luchas de clases, ni por la resistencia frente
al sionismo, ni siquiera por guerras de religión. El enfrentamiento que está
generalizándose con el bombardeo de Arabia Saudita contra Yemen pone de relieve
la existencia de una nueva división enteramente inesperada: dos nuevos bandos
han aparecido alrededor de la cuestión de los derechos de la mujer.
Texto: Occidente
aplaude los bombardeos de Arabia Saudita contra Yemen y la caída de la ciudad
siria de Idlib en manos de al-Qaeda, a pesar de que al-Qaeda es oficialmente
una organización terrorista antisaudita públicamente proclamada responsable de
los atentados del 11 de septiembre de 2001. ¿Qué está pasando que ahora nos
ponen nuevamente a los discípulos de Osama ben Laden en el campo de los
«freedom fighters» [“combatientes por la libertad”], como cuando luchaban
contra los soviéticos en Afganistán, porque tomaron Idlib, en la Siria de
Bachar al-Assad?
En el terreno,
los hechos están confirmando, por desgracia, lo que yo mismo escribí en este
sitio web hace dos semanas: la locura sanguinaria que se ha apoderado del mundo
árabe no tiene nada que ver con clases sociales, con tendencias ideológicas ni
con creencias religiosas. Desde hace cuatro años, gran número de individuos han
modificado sus posiciones y han cambiado de bando. Poco a poco, las cosas van
decantándose y una nueva línea limítrofe va apareciendo sin que los pueblos
tengan conciencia de ello.
En los años 1950,
el mundo árabe se dividía en proestadounidenses y pro-rusos. En los años 1990,
se dividía en proisraelíes y miembros de la Resistencia. Pero el presidente
estadounidense George W. Bush y su vicepresidente Dick Cheney rompieron con la
lógica de los intereses de los Estados para favorecer los intereses de las
compañías petroleras. Y hoy estamos recogiendo los frutos de la política de
Barack Obama.
Estamos viendo
una explosión de violencia de partidarios de la poligamia contra defensores de
los derechos de la mujer. Las monarquías árabes y la Hermandad Musulmana
defienden una sociedad dominada por los hombres mientras que Irán y sus aliados
luchan por una sociedad nueva, donde hombres y mujeres son dueños de su
fecundidad y disponen de los mismos derechos. Podemos torcer y retorcer los
hechos en todos los sentidos pero la realidad es que no existe prácticamente
ninguna otra diferencia de peso entre ambos bandos.
Estamos viendo la
oposición entre dos visiones del mundo.
¿Qué tienen en
común los gobernantes árabes que han sido blanco de la hostilidad de Occidente
–el tunecino Zinedin Ben Ali, el libio Muammar el-Kadhafi, el sirio Bachar
al-Assad, el iraquí Nuri al-Maliki y el yemenita Abdul Malik al-Huthi? Nada,
aparte del hecho que todos lucharon contra la poligamia.
¿Y qué tienen en
común los aliados de Occidente en el mundo árabe –los países miembros del
Consejo de Cooperación del Golfo y la Hermandad Musulmana? Son todos favorables
a la poligamia.
Esa es hoy
absolutamente la única línea divisoria que atraviesa el mundo árabe,
exceptuando Irak y Egipto. En Irak, Estados Unidos todavía no ha escogido
claramente a sus socios. Oficialmente Washington respalda a Haider al-Abadi
contra el Emirato Islámico, pero la prensa de Irán, al igual que la de Irak, ya
ha demostrado que Estados Unidos está jugando un doble juego y que ha entregado
voluntariamente armas al Emirato Islámico y matado soldados iraquíes. En cuanto
a Egipto, el presidente al-Sissi todavía sigue dudando entre su concepción
personal de los derechos de las mujeres y la de su padrino saudita, cuyo dinero
le resulta indispensable para la economía de su país, actualmente en
bancarrota.
Los años de
propaganda nos han vuelto ciegos a la realidad.
Creemos,
erróneamente, que los códigos iraníes para el vestir son similares a los de
Arabia Saudita. El hecho es que en Irán las mujeres se convirtieron en dueñas
de su fecundidad desde los primeros años de la Revolución, o sea antes que las
mujeres de la mayor parte de los países de Europa. En las universidades iraníes,
las mujeres son mucho más numerosas que los hombres y llegan a ejercer las más
altas responsabilidades. Por el contrario, en Arabia Saudita las mujeres no
gozan por sí mismas de ningún derecho.
Creemos,
erróneamente, que el mundo musulmán se divide entre sunnitas y chiitas que
luchan encarnizadamente entre sí. Pero en Yemen, los hutis, a pesar de ser
ampliamente mayoritarios a nivel nacional, no habrían podido tomar Sanaa ni
Adén sin el respaldo de una poderosa fuerza sunnita, población mayoritaria en esas
dos ciudades. Y en Siria, el Ejército Árabe Sirio, que cuenta con el respaldo
de Irán en la lucha contra los takfiristas, se compone en más del 70% de
sunnitas.
Es importante
señalar que el primer “logro” de la «revolución» tunecina fue –antes de adoptar
cualquier decisión legislativa– organizar el regreso de Rached Ghannouchi,
líder de la Hermandad Musulmana, quien en cuanto llegó a Túnez lo primero que
hizo fue proponer que se reinstaurase la poligamia.
Puede parecer
sorprendente el hecho que ciertos miembros del Baas sirio se hayan vuelto en
contra de la República o que algunos comunistas yemenitas se hayan puesto en
contra de su partido y ver que todos estos elementos se han pasado a las filas
de al-Qaeda. Basta un vistazo a sus familias para entender por qué se cambiaron
de bando.
¿Y qué decir de
los vencedores de la guerra en Libia, que inmediatamente anunciaron el
restablecimiento de la sharia?
Estos ejemplos,
que pueden parecer sorprendentes, son frecuentes. Pero los casos de quienes se
pasaron del bando prooccidental al bando antioccidental son mucho más
numerosos.
Como siempre, las
potencias coloniales se han aliado a las fuerzas que no podían triunfar sin su
ayuda, que en este caso son los partidarios de un mundo obsoleto. Pero Estados
Unidos no previó las consecuencias de esa decisión. Los estrategas
estadounidenses pensaron solamente en sus intereses imperialistas a corto
plazo. Y hoy tratan de surfear sobre la ola de violencia que ellos mismos
desataron pero que ahora los sobrepasa, al igual que abruma a los pueblos
implicados.
Nadie podrá
apagar el incendio que hoy consume el mundo árabe porque este último ha
cambiado demasiado rápido. Nadie puede escapar a la cuestión de los derechos de
la mujer.
En Occidente la
producción industrial de condones comenzó en 1844. Pero hubo que esperar hasta
la aparición de la epidemia de sida, siglo y medio más tarde, para que los
países occidentales autorizaran la publicidad sobre ese medio de contracepción.
El diafragma contraceptivo se inventó en 1880 y el uso del dispositivo
contraceptivo intrauterino conocido como “T de cobre” se extendió durante los
años 1930. La píldora contraceptiva apareció en los años 1950.
El control de la
fecundidad transformó profundamente la vida de las parejas heterosexuales. Los
matrimonios “pactados”, que hasta la Primera Guerra Mundial eran la norma en
Occidente, cedieron el lugar al matrimonio por amor después de la Segunda
Guerra Mundial. La sociedad occidental aceptó entonces la homosexualidad, que
anteriormente describía como una relación «contra natura», a pesar de que ya
estaba científicamente comprobado que existía entre todos los mamíferos
estudiados y en muchas otras especies [1].
En un regreso al
pasado, desde los acontecimientos que marcaron la Francia de mayo de 1968, las
sociedades occidentales influenciadas por la «sociedad de consumo» hoy
generalizan los divorcios múltiples. Ya no son solamente las mujeres sino los
dos sexos quienes son considerados como productos de consumo perfectamente desechables.
Por vez primera en la historia de la humanidad, la poligamia se convierte en un
hecho social aunque se disimula a través de su extensión en el tiempo. Dicho de
otra manera, cada cual puede tener todas las mujeres o esposos que quiera, a
condición de que no sea simultáneamente.
Al mismo tiempo,
las feministas, que antes luchaban por la liberación de la mujer, a menudo se
dedican a confinarlas nuevamente, sólo que ahora las encierran en papeles
masculinos. Afirman que, aunque son físicamente diferentes entre sí, los dos
sexos son absolutamente idénticos y niegan la existencia de personas
intersexuales (en uno de cada 700 casos existen personas con órganos genitales
femeninos que no son portadoras de cromosomas XX sino XXY, en uno de cada 20 000
casos hay personas con órganos genitales femeninos que son portadoras de
cromosomas XY, considerado el cromosoma que identifica al sexo masculino) [2].
Esta es la visión
del mundo representada en Estados Unidos por la abogada feminista Hillary
Clinton, convertida en secretaria de Estado y principal artífice de las
«primaveras árabes». Esta ideología está imponiéndose en Francia con el Partido
Socialista, actualmente en el poder, y su concepción del «matrimonio para
todos» y la «paridad»: en las últimas elecciones ningún candidato podía
presentarse solo sino que tenía que formar un «binomio» con otro ciudadano
legalmente reconocido como del sexo opuesto.
Lo que Occidente
ha vivido con enormes dificultades a lo largo de dos siglos, el mundo árabe ha
tenido que vivirlo en una sola generación.
Si bien los
partidarios de Arabia Saudita son generalmente musulmanes sunnitas, mientras
que los de Irán pertenecen a todas las comunidades religiosas, existen
numerosas excepciones que no pueden explicarse únicamente a través de la
actitud ante la contracepción.
En el siglo XIX,
las Iglesias cristianas eran violentamente contrarias a la contracepción. En
1958, el papa Pío XII condenaba la píldora contraceptiva. Pero en 2015, el papa
Francisco pondera la «paternidad responsable» y critica a los cristianos que
«se reproducen como conejos». Hace poco, la Iglesia católica enseñaba aún que
la homosexualidad era un pecado contrario al «plan de Dios». Hoy en día el papa
Francisco declara que no se siente en condiciones de juzgar a los homosexuales.
Pero la evolución
de la mentalidad no ha terminado aún ya que muchos cristianos siguen
considerando el aborto durante las primeras semanas del embarazo como un
asesinato, aunque Santo Tomás de Aquino demostró –desde el siglo XIII– que un
feto de varias semanas no podía ser un ser humano. El apoyo de jóvenes
musulmanes occidentales al Emirato Islámico demuestra que Europa todavía no ha
ganado la batalla de la «paternidad responsable».
Hace cuatro años que
vengo analizando las estrategias de los Estados ante las «primaveras árabes».
Pero hoy compruebo que los pueblos ya no obedecen a quienes los manipulaban. Lo
que mueve a la gente es otra fuerza, aún más poderosa, que se apodera de los
individuos sin que estos se den cuenta y los desencadena.
Quizás deberíamos
releer nuestra propia historia a la luz de lo que hoy sucede en el mundo árabe.
Comprobaríamos entonces con el mismo estupor que, durante la Segunda Guerra
Mundial, los Aliados (el Reino Unido, la Francia libre, la Unión Soviética y
Estados Unidos) vivieron movimientos feministas y concedieron diversas
responsabilidades a las mujeres mientras sus hombres morían en los campos de
batalla. Mientras tanto, las potencias del Eje (Alemania, Italia, el Estado
Francés que colaboraba con los nazis y Japón) prohibían estrictamente la
contracepción y se obstinaban, a pesar de todo, en mantener a la mujer al
margen de toda responsabilidad.
Notas:
[1] El problema
es que durante siglos los investigadores occidentales definieron la sexualidad
animal únicamente como un comportamiento reproductivo, a pesar de que
Aristóteles ya había observado la existencia de parejas de perdices en las que
ambos individuos pertenecían al mismo sexo. Desde los años 1990 se han
realizado numerosos estudios sobre más de 1 500 especies. Y se han encontrado
resultados completamente diferentes al analizar detenidamente el ritual de
cortejo sexual, el afecto, la vida en pareja y la educación familiar. (Biological Exuberance: Animal Homosexuality and Natural Diversity, Bruce
Bagemihl, St. Martin’s Press, 1999). En 2006, la universidad de Oslo organizaba
una importante exposición: "Against Nature? - An exhibition on animal
homosexuality", sobre ese tema. Estos trabajos dieron lugar a una nueva
discusión sobre la teoría de la evolución y científicos como Joan Roughgarden
elaboraron el concepto de «selección social» para reemplazar el de «selección
sexual» (Evolution’s Rainbow: Diversity, Gender and Sexuality in Nature and
People, University of California Press, 2004).
[2] Existe una
gran cantidad de casos diferentes que van desde personas que presentan
simultáneamente características biológicas inherentes a los dos sexos sin que
pueda decirse con certeza a qué sexo pertenecen hasta, por otro lado, personas
cuyo cariotipo no corresponde a su apariencia física. Lo único claro es que
algunos individuos no son exactamente hombres ni exactamente mujeres.
Yussef al-Qaradawi, líder de la Hermandad Musulmana y consejero
espiritual del canal de televisión qatarí Al-Jazeera, se ha convertido en un
especialista de la defensa de la poligamia y del derecho a golpear a las
mujeres. En Egipto, este personaje intervino en la campaña electoral de Mohamed
Morsi predicando en la plaza Tahrir del Cairo que la prioridad política no era
luchar contra Israel sino matar a los homosexuales. En esta imagen lo vemos
como invitado de honor en un mitin de la “oposición moderada siria”.
¿"la evolución de la mentalidad" (en las religiones) o "la evolución del marketing"?
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