Notable cómo hace el diario El País para arreglarse con los títulos. Según el que se
reproduce abajo, pareciera que Bruselas decide algo en todo este proceso. En
fin, lo decíamos en nuestro post anterior: el vasallaje al Imperio no sólo sale
carísimo sino que te complica la vida por demás. Los chicos de Bru, superado
del ataque de diarrea que les produjo la visión de los colmillos del oso ruso,
declaman ahora enérgicamente que no piensan anexionarse la Europa del Este. Muy
bien, chicos! Acá va la nota:
Título: Los Veintiocho frenan las aspiraciones
europeas del Este
Subtítulo: La
cumbre de Riga elude dar pasos hacia la integración de Moldavia, Ucrania y
Georgia
Texto: En
momentos de aprieto, una estrategia más efectiva que deslumbrar puede ser
aburrir. Después de presentar la apertura hacia el Este como una gran baza
estratégica en la cumbre de Vilna en 2013, la Unión Europea cierra la reedición
de la cita en Riga dos años después con un mensaje de calma chicha. El
encuentro ha tenido un marcado tono técnico, ha planteado sólo microrreformas
y ha dado muy pocas alegrías a los países del Este que aspiran a adherirse
a la Unión Europea. A cambio, Rusia puede alegar pocas provocaciones, lo cual
Bruselas espera que tenga un efecto positivo en la situación de Ucrania.
Calmar las
inquietudes de Moscú por la expansión europea ha supuesto ahogar las
expectativas de los socios del Este en quiebros burocráticos. Moldavia, Ucrania
y Georgia pedían que en la declaración final del encuentro se reconocieran sus
aspiraciones de incorporarse a la UE en un futuro cercano como una prueba que
ofrecer en sus respectivos países de que los esfuerzos podían entrañar un
premio. Los dos últimos, además, perseguían una exención de visados para el
espacio Schengen (que Moldavia ya tiene). La declaración ha terminado
incluyendo una referencia muy diluida a esas perspectivas de adhesión,
remitiéndose a lo hablado en los acuerdos de asociación; y no habrá apertura de
fronteras al menos hasta 2016. A cambio, los tres candidatos arrancan un puñado
de progresos formales para la creación de un mercado único y, Ucrania, 1.800
millones de euros en ayudas.
Ángela Merkel, la
canciller alemana, ya avisó anoche al llegar a Riga: "La Asociación Oriental
no es un instrumento de ampliación de la Unión Europea, sino de acercamiento”.
Y abundó: “No debemos alentar falsas esperanzas a las que después podemos no
ser capaces de responder”. La advertencia llegaba tarde, porque las
expectativas de Ucrania, Moldavia y Georgia ya existen merced al interés que
demostró la UE los últimos años en abrirse hacia el Este, hasta que tropezó con
una iracunda reacción de Rusia, que se ha considerado hostigada en su
territorio de influencia. El Este parece ahora minado para la UE, y no en
sentido figurado: los tres países que desean la integración encierran
conflictos militares de distinta intensidad y con distinto grado de implicación
rusa (el Donbás en Ucrania,Transdniéster en Moldavia, y Osetia del Sur y
Abjazia en Georgia).
Bielorrusia,
Armenia y Azerbaiyán, los otros tres Estados participantes en el proceso de
Asociación Oriental, abandonan la cumbre más satisfechos. Sus expectativas eran
discretas: principalmente, mantener un equilibrio entre Bruselas y Moscú sin
enfadar a nadie. Bielorrusia y Armenia ya se habían incorporado al proyecto de
Unión Euroasiática impulsado por Rusia, por lo que no perseguía grandes
convergencias con los Veintiocho. La Bielorrusia de Alexandr Lukashenko,
considerado el último dictador de Europa, se lleva además un espaldarazo con su
aceptación en los foros internacionales en reconocimiento por el papel de
mediador que ha desarrollado en el conflicto entre Rusia y Ucrania. Respecto a
Azerbaiyán, sus criticadas violaciones a los derechos humanos no impedirán que
siga siendo un socio comercial importante gracias a las reservas de
hidrocarburos. Con los tres países en conjunto ha mantenido la UE un pulso
hasta el último momento para incluir en el acuerdo de la cumbre una condena de
la anexión rusa de Crimea. La condena ha quedado en una referencia a la
resolución de las Naciones Unidas sobre el asunto, de la que, posteriormente,
los bielorrusos se han desmarcado en un comunicado.
Durante estos
días los funcionarios europeos que han recibido a EL PAÍS dentro de un viaje
organizado por el European Journalism Center se han esforzado para enumerar los
progresos registrados en los dos años desde la cumbre de Vilna. El consenso es
que el mayor logro hasta ahora han sido los avances con Moldavia, junto a
pequeños pasos en conexiones energéticas, comerciales y la expansión de
programas como el Erasmus Plus.
Las fuentes
europeas insisten en que esta cita de Riga ha servido para consolidar más que
para lanzar nuevos proyectos, pero han defendido que no se está intentando
desmontar silenciosamente el acercamiento al Este. Las palabras “precaución”,
“cautela”, “diferentes niveles de compromiso” y “poder suave” han dominado las
conversaciones, en las que al mismo tiempo se ha asegurado que Bruselas no permitirá
que Moscú marque su agenda de relaciones bilaterales.
En 2013 en Vilna,
la UE agitó la Asociación Oriental con una frenética negociación para firmar un
acuerdo que el entonces primer ministro ucranio, Víctor Yanukóvich, rechazó en
el último minuto. Comenzó a partir de ese momento una espiral de inestabilidad
en Ucrania que atemoriza a todos los países de la región y a la propia UE por
su capacidad de arrastrarla a una confrontación abierta con Rusia.
Entre estas dos
cumbres, Vilna y Riga, la adrenalina y el bostezo, quedan dos años de
enfrentamientos diplomáticos y comerciales con Moscú y una guerra con miles de
muertos aún abierta en Ucrania. Paralelamente, la Asociación Oriental ha
perdido su cartel de gran proyecto geopolítico y parece haber derivado hacia un
foro para discutir modestas cooperaciones bilaterales.
Usted que sabe: ¿Como qué dictador es tan dictador Lukashenko? ¿Como Pol-Pot, Chávez, Kirchner, Stalin, Hitler?
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