jueves, 26 de febrero de 2015

Ahora dicen que los chicos del EI rompen estatuas en Mosul


El video lo podés ver acá: https://www.youtube.com/watch?v=Er9-5uPr4Jk. Muestra a los chicos del Estado Islámico rompiendo estatuas milenarias de gran valor arqueológico y estético. Parece que al público occidental lo conmueve tanto o más eso que ver gente decapitada o a la que le comen el hígado. Uno se pregunta por qué la prensa occidental descubre recién ahora todo esto. Qué cosa está saliendo mal, o bien, para que a tres años y pico del inicio de la destrucción de Siria, y a más de diez de la destrucción de Irak, ahora resulta que estos ñatos no son tan buenos después de todo. Acá van dos títulos del diario El País del día de hoy:


Título: El Estado Islámico difunde un vídeo donde destruye estatuas milenarias

Subtítulos: La grabación muestra a milicianos golpeando con mazas esculturas de un museo de Mosul / Parece una advertencia ante el anuncio de EE UU de un plan para recuperar la ciudad

Texto: Armados con grandes martillos y taladros, un puñado de seguidores del Estado Islámico (EI) destruyen con saña varias estatuas en Mosul que describen como “ídolos” y que arqueólogos de todo el mundo temen que sean piezas asirias y acadias. El vídeo, cuyo contenido ha confirmado este jueves la UNESCO, es la última provocación de ese grupo extremista suní que aspira a gobernar sobre todos los musulmanes del mundo, aunque sea borrando la historia y exterminando a cuantos se oponen a su proyecto. La semana pasada también arrasó la biblioteca central de esa ciudad del norte de Irak.

“Es un ataque deliberado contra la historia y la cultura milenarias de Irak y una incitación a la violencia y al odio”, ha declarado la directora general de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Irina Bokova, antes de pedir una reunión urgente del Consejo de Seguridad.

Su comunicado confirmó que se han destruido o desfigurado grandes estatuas del lugar arqueológico de Hatra, declarado patrimonio mundial, así como artefactos únicos procedentes de varias excavaciones de la provincia de Nínive que se encontraban en el Museo de Mosul. El texto, que califica lo sucedido de “ataques terroristas”, no menciona sin embargo al EI.

“El vídeo muestra la destrucción de la colección en el Museo de Mosul y un toro alado de las Puertas de Nínive”, había asegurado a EL PAÍS Suzanne E. Bott, directora de proyectos para Irak y Afganistán del Instituto Drachman. “Confirmo los dos lugares porque estuve en el museo en enero de 2010 y en las Puertas de la antigua capital asiria en otoño de 2009”, añadía en un email.

Es la misma impresión que ha tenido Eleanor Robson, profesora de Historia Antigua de Oriente Próximo en el University College de Londres y miembro del Instituto Británico para el Estudio de Irak. Robson, que se encuentra de visita en Bagdad, señaló, no obstante, en su Twitter que algunas de las estatuas que demuelen los barbudos “son reproducciones”, como la que se observa en el minuto 3:55 de la grabación.

“Si se confirma, sería un desastre y revelaría la voluntad de ese grupo de llevar a cabo no sólo una limpieza étnica sino también unalimpieza cultural”, declaraba cauteloso Axel Plathe, director de la oficina de la UNESCO en Irak.

Sin acceso libre a Mosul desde que los yihadistas tomaron la ciudad el pasado junio, resulta muy difícil para los expertos evaluar los daños causados. Hace algún tiempo se rumoreó que habían destruido la muralla de Nínive, pero luego un mosuleño pudo dar la vuelta a esa empalizada del 700 antes de Cristo y desmentirlo, recuerda Pedro Azara, profesor de Estética de la Politécnica de Cataluña.

“El EI maneja bien los medios y utiliza la manipulación para aumentar el terror que produce”, señala este arquitecto, que también es miembro de una misión arqueológica internacional entre Erbil y Mosul, suspendida este último año debido a la ocupación de los radicales.

Hasta ahora, el EI se había mostrado más interesado en traficar con el patrimonio que en destruirlo, con el objetivo de financiar sus actividades. De hecho, la UNESCO ha centrado sus esfuerzos en intensificar el control internacional y ha evitado enumerar sitios en riesgo para no llamar la atención sobre ellos. El reto es enorme, ya que 1.800 de los 12.000 sitios arqueológicos de Irak se encuentran en la zona controlada por ese grupo empeñado en borrar cualquier testimonio del pasado preislámico.

Los combatientes del EI siguen una interpretación extrema del islam suní conocida como salafismo que considera idolatría la veneración de estatuas y tumbas. Pero hay algo más que motivos religiosos en su forma de actuar.

Incluso si el vídeo fuera un montaje, Azara se muestra convencido de que envía un mensaje en un momento en el que se está hablando de recuperar Mosul. “Saben del valor que Occidente concede a las piezas arqueológicas y quieren asustar acerca de lo que podría ocurrir”, interpreta. Eso explicaría también las informaciones, difíciles de verificar, de que los combatientes han puesto explosivos en la muralla y las puertas y amenazan con hacerlos estallar si ven amenazado su control.

“Quieren destruir los símbolos de la cultura de Irak que no corresponden con sus creencias, pero también mostrar su poder. Están diciendo: no respetamos los valores que tenéis y vamos a destruirlos”, concurre Plathe.

El toro alado, o lamasu, es una de las figuras más representativas de la civilización asiria, que ocupó Mesopotamia entre los siglos XVIII y VI antes de Cristo. Para muchos estudiosos o simples amantes de la historia, su pérdida rememora la demolición a cañonazos de los Budas de Bamiyán por parte de los talibanes afganos en 2001. Se trata de patrimonio de la humanidad.

“Son tan ignorantes y faltos de educación que no entienden el valor de la historia humana”, lamenta por su parte Bott, quien subraya que “la destrucción del pasado no cambia la historia”. “La gente aún podrá conocerla a través de otras fuentes”, asegura convencida de que las huestes del EI “ignoran la valía de lo que están destruyendo”.

El problema es que a este paso los nuevos bárbaros no van a dejar ni los recuerdos. El miércoles de la semana pasada, arrasaron el edificio de la Biblioteca Central de Mosul, según ha confirmado Charles E. Jones, de la Universidad de Chicago, que dirige un proyecto de seguimiento de daños a la propiedad cultural en Irak. Aunque en los días previos quemaron varios cientos de libros y manuscritos, hay indicaciones de que buena parte de los fondos se han trasladado a Siria, tal vez con intención de venderlos.


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Título: El genocidio está en marcha

Texto: Dos espesas cortinas de palabrería y de imágenes manipuladas ocultan o al menos difuminan el genocidio que están sufriendo las minorías étnicas y religiosas y muy específicamente los cristianos de Oriente en manos del Estado Islámico.

La primera es la cortina de los malos usos del lenguaje, cuestión en la que es grande la responsabilidad de quienes tienen voz pública, dirigentes políticos y religiosos, periodistas e intelectuales: cuando cualquier enemigo intolerante y brutal es un nazi y un fascista y cualquier actuación violenta de una dictadura o de un grupo armado es un genocidio, entonces el nazismo, el fascismo y el genocidio se convierten en términos totalmente irrelevantes.

La segunda la forman los señuelos que ocultan y desvían la atención bajo la forma de una violencia audiovisual extrema la violencia mucho más brutal y masiva del exterminio de grupos humanos enteros por el mero hecho de ser lo que colectivamente son. Esa es la función, específicamente terrorista, de los videos con las ejecuciones por decapitación o por el fuego de los prisioneros del califato terrorista o Estado Islámico, sean trabajadores cristianos coptos en Libia, rehenes occidentales y japoneses en Siria o prisioneros kurdos en Irak.

El hecho es que el mundo entero permanece hipnotizado por el horror de estas ejecuciones o se estremece ante la eventualidad de que los lobos solitarios regresen a los suburbios europeos, pero apenas nadie señala ni denuncia el genocidio que está en marcha, dirigido a 'limpiar' la tierras del califato de cualquier minoría religiosa que no se identifique con el islam sunnita en su versión salafista --la misma, por cierto, que impera en la mayor parte de la península arábiga, donde la práctica de otras religiones está estrictamente prohibida.

La grave y exacta denominación como genocidio aparece ya en el informe de Naciones Unidas publicado esta semana sobre el conflicto de Irak. El repertorio de las atrocidades nos remite a lo sucedido en Camboya entre 1975 y 1979, Ruanda en 1994, y la ex Yugoeslavia en la década de los 90, como antecedentes más cercanos de matanzas dirigidas a destruir a enteros grupos étnicos, ideológicos o religiosos.

Una antigua y gran ciudad como Mosul, capital de muchas de estas minorías, se halla desde junio pasado en manos del califato genocida, con 14 tribunales especiales que se dedican a dictar las ejecuciones públicas diarias. Era la segunda ciudad de Irak, con 1'8 millones que son ahora apenas un millón de asustados habitantes, inermes ante el dominio terrorista. La comunidad cristiana ha huido entera o ha perecido. Gran parte de su patrimonio, entre el que se encuentran numerosos edificios religiosos, ya no existe o está en peligro. La biblioteca municipal con una valiosa colección de 8.000 libros raros y manuscritos, ha sido dinamitada.

Esta vez valen las palabras más graves. Es fascismo, es genocidio, y hay que preguntarse a qué se debe tanta indiferencia.

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