La City de
Londres siempre cae bien parada. Podrá estar crujiendo el Imperio, pero la City
es la City. Ya se acomodaron con los chinos; dale que va. El siguiente artículo
es de Ariel Noyola Rodríguez y apareció hoy en Red Voltaire:
Título:
Yuanización mundial gracias a la City de Londres
Epígrafe: El
Gobierno chino promueve la internacionalización de la «moneda del pueblo»
(‘renminbi’) a través de una política de alianzas que no toma en cuenta
barreras ideológicas. En un primer momento los esfuerzos de la diplomacia del
yuan se concentraron en Asia-Pacífico, sin embargo, ya en un segundo momento,
se volvió necesario ganarse el apoyo de Occidente. Después de que el presidente
Xi Jinping visitó Londres, entre el 19 y el 23 de octubre, se sentaron las bases
de la «época dorada» entre China y el Reino Unido, con lo cual, ambos países
buscarán impulsar la yuanización de la economía mundial.
Texto: Pekín
desea que el yuan se convierta en divisa de reserva mundial. Si bien el camino
para lograr la plena convertibilidad todavía es muy largo, China ha visto
incrementada la presencia de su moneda más que cualquier otro país en los
últimos años. El yuan es hoy la segunda moneda más utilizada para el
financiamiento comercial, y la cuarta más solicitada para realizar pagos
transfronterizos, según los datos de la Sociedad de Telecomunicaciones
Financieras Interbancarias Mundiales (SWIFT, por sus siglas en inglés).
La estrategia del
gigante asiático para yuanizar la economía global está sustentada en el
‘gradualismo’. No hay prisa entre los dirigentes chinos. El Partido Comunista
[de China] está consciente de que cualquier movimiento en falso puede provocar
‘guerras financieras’ en contra suya. Es que tanto la Reserva Federal como el
Departamento del Tesoro de Estados Unidos se resisten a que el dólar y Wall
Street disminuyan su influencia en las finanzas mundiales.
El Gobierno chino
toma precauciones, ya que para alcanzar objetivos de largo plazo, vale más
avanzar paso a paso y en sigilo que asumir altos riesgos. Por esa razón, en un
primer momento, China sumó el apoyo del continente asiático, bien sea
suscribiendo acuerdos sobre permutas (‘swap’) de divisas, bien sea instalando
bancos de liquidación directa (‘RMB offshore clearing banks’), bien sea
otorgando cuotas de inversión para participar en el Programa de Inversores
Institucionales Calificados en Renminbi (‘Renminbi Qualified Foreign
Institutional Investor Program’).
En un segundo
momento, el Gobierno chino volteó la mirada hacia el Norte de Europa. Para
posicionar su moneda en las grandes ligas resultó clave la asesoría técnica de
los países occidentales. China comenzó elevando el nivel de la ‘asociación
estratégica’ con el Reino Unido, que dicho sea de paso, a pesar del declive de
su economía, se conserva como protagonista en la gestión de las finanzas
internacionales. No es cualquier cosa que la City de Londres tenga el mercado
cambiario más grande del mundo, y aglutine el mayor número de operaciones ‘over
the counter’.
A mediados de
2013 el Reino Unido se convirtió en el primer país en promover el uso del yuan
en Europa. Alemania, Francia, Suiza y Luxemburgo entraron a la competencia a
través de la instalación de bancos de liquidación directa (‘RMB offshore
clearing banks’) para facilitar el uso de la «moneda del pueblo» (‘renminbi’).
Sin embargo, ninguno de ellos se constituyó en una seria amenaza para el Reino
Unido. La City de Londres registra más de la mitad de las operaciones
denominadas en yuanes en todo el continente europeo.
Como la economía
del Reino Unido se encuentra sumergida en el estancamiento, y amenazada muy de
cerca por la deflación (caída de precios), el Gobierno de David Cameron insiste
desesperadamente en fortalecer sus vínculos con los países de Asia-Pacífico, y
especialmente con China, que con todo y su desaceleración de los últimos años,
sigue contribuyendo con 25% del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB)
mundial.
Para el canciller
de la Hacienda del Reino Unido –y candidato favorito del Partido Conservador
para ocupar el puesto de primer ministro en 2020–, George Osborne, el mundo
actual es testigo de una nueva configuración geopolítica y económica, y China
desempeña un papel preponderante. Los negocios ya no se concentran únicamente
en Estados Unidos y la Unión Europea. Es por eso que para la City de Londres
las oportunidades comerciales y de inversión con Pekín están por encima de los
mandatos de alineamiento de Washington.
Prueba de ello es
que en marzo pasado el Reino Unido se sumó a la convocatoria del Banco Asiático
de Inversiones en Infraestructura (‘Asian Infrastructure Investment Bank’), la
institución que puso punto final a la dominación del Banco Mundial (‘World
Bank’) y el Banco Asiático de Desarrollo (‘Asian Development Bank’) en Asia.
Jim O’Neill, ex empleado de Goldman Sachs, y quien inventó el acrónimo BRICS
(Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) en 2001, es asesor en estos momentos
de la Hacienda británica; para él seguramente está claro que la prosperidad
económica se encuentra en la región asiática.
Estados Unidos lo
mismo despliega un buque de guerra en el archipiélago Spratly, que acusa a
China de «espionaje cibernético» y «manipulación del tipo de cambio». En
contraste, el Reino Unido se perfila como el principal socio de China en
Occidente. La ‘época de oro’ entre los 2 países no es una novedad, se viene
consolidando con gran rapidez a lo largo de la última década. Entre 2004 y 2014
los intercambios comerciales entre China y el Reino Unido pasaron de 20 000 a
80 000 millones de dólares, mientras que las inversiones chinas en territorio
británico crecieron a una tasa anual de 85% desde 2010.
Durante la visita
del presidente Xi Jinping a Londres, entre el 19 y el 23 de octubre, el
Gobierno de David Cameron ganó más oxígeno para la economía. China comprometió
cientos de millones de dólares en inversiones, desde la construcción de la
planta nuclear de Hinkley Point hasta la puesta en marcha de un tren de alta
velocidad que comunicará las ciudades de Londres y Manchester. Asimismo, se
estudia la posibilidad de conectar las operaciones de los mercados bursátiles
de Shanghái y Londres, con lo cual, los títulos financieros denominados en
yuanes serían adquiridos por un mayor número de agentes de inversión.
El espaldarazo
del Gobierno de David Cameron será decisivo en las próximas semanas. El Reino
Unido ya anunció que votará a favor de la incorporación del yuan en los
Derechos Especiales de Giro (DEG, ‘Special Drawing Rights’), la canasta de
divisas creada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en 1969, actualmente
integrada por el dólar estadounidense, el euro, el yen japonés y la libra
esterlina.
Según los
cálculos de diversos analistas citados por la agencia Reuters, si el FMI
aprueba que el yuan se sume a los DEG, la demanda global del ‘renminbi’ se
incrementará a un equivalente de 500 000 millones de dólares, y, por lo tanto,
será almacenado en las reservas de los bancos centrales en una proporción de
aproximadamente 5%, muy por encima de los dólares australiano y canadiense
(cada uno con casi 2%), aunque todavía muy por debajo del euro (20.5%) y el
dólar estadounidense (60%).
En definitiva,
Estados Unidos no logra socavar el ascenso del yuan. Las turbulencias de la
bolsa de valores de Shanghái de los últimos meses no diluyeron la confianza que
el Reino Unido tiene depositada en el desarrollo de la economía china, sino
todo lo contrario, su apuesta ahora es más ambiciosa: gracias a la City de
Londres, Pekín está a punto de llevar adelante la yuanización en una escala sin
precedentes…
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