domingo, 31 de enero de 2016

Siria, hoy



Las cifras las da Russia Today. Las agencias de Occidente: bien, gracias.

Un cuarto de millón de muertos.
Más de  un millón de heridos.
13,5 millones de personas necesitan asistencia humanitaria.
4,3 millones de personas huyeron del país.
hay 6,6 millones de desplazados internos.

Siria, hoy.

Gracias, NATO.

viernes, 29 de enero de 2016

Lo peor


Interesante artículo de Enrique Montánchez para el sitio español mil21.es. El tema: la economía global se desinfla, conjuntamente con las últimas energías del Imperio. Hay que prepararse, chicos.


Título: La economía mundial se desacelera y los gurús advierten: prepárense para lo peor

Texto: El Banco Mundial advierte que la recesión golpeará en 2016 la economía global como consecuencia de la desaceleración de los países emergentes con China a la cabeza, y el FMI reconoce el “clima de incertidumbre en el ambiente”. A ello se suma el hundimiento del precio del petróleo por debajo de los 29 dólares el barril, la paulatina sustitución del petrodólar por el yuan y el rublo, la debilidad de las Bolsas y el endeudamiento de los megabancos. Ante este escenario pesimista, los gurús económicos advierten: prepárense para lo peor.

Algunos bancos anglosajones han disparado las alarmas al aconsejar a sus clientes que vendan y se preparen para un “año catastrófico” porque los mercados de valores caerán en 2016 la cuarta parte de su valor, el petróleo se desplomará hasta los 10 dólares el barril y la deuda bancaria alcanza niveles nunca antes vistos.

Los principales gurús económicos son aún más catastrofistas en el inicio del año que en el recién concluido. Advierten, con los principales indicadores en la mano, que la desaceleración de las economías emergentes en 2015 ha sido solo el comienzo y que se acentuará en los próximos meses porque, entre otros motivos, los megabancos ya no están en condiciones de dar más créditos.

Explican que las grandes entidades financieras de Estados Unidos y Europa se enfrentan al mayor endeudamiento de su historia debido a cuatro circunstancias: los miles de millones que recibieron en concepto de “rescates internos” para salir de la crisis económica, y que no pueden devolver; la enorme morosidad, sobre todo hipotecaria; el valor ficticio de las empresas que cotizan en las Bolsas de todo el mundo y, finalmente, las inversiones de dudosa rentabilidad.


Desvincularse del petrodólar

A este escenario de extrema inestabilidad se une la estrategia de China y Rusia para acabar con la supremacía del dólar; es decir, que deje de ser la divisa de referencia del comercio mundial. Pekín y Moscú han empezado a desvincularse del petródolar y exigir el yuan y el rublo, respectivamente, para sus transacciones comerciales.

Esta es una cuestión crucial dado que Estados Unidos basa su hegemonía mundial en dos pilares: la supremacía del dólar y el poder militar. El primero, está claramente en entredicho por China y Rusia, y parte de las naciones emergentes que quieren desenganchar sus economías del petrodólar. El segundo pilar, es disputado en dos teatros de operaciones militares: por los rusos al desplazar a Norteamérica en Siria y por los chinos tras aprobar hace menos de un mes que el Ejército Popular pueda intervenir en cualquier parte del planeta donde estén amenazados los intereses de China.


Incertidumbre en el ambiente

En la última actualización (19 de enero) del informe sobre las Perspectivas de la Economía Mundial, el FMI señala, de manera inequívoca, que la desaceleración de los mercados emergentes “podría paralizar la economía mundial”. El Consejero Económico y Director de Estudios del Fondo, Maurice Obstfeld, reconoció que “hay mucha incertidumbre en el ambiente, y eso contribuye a la volatilidad”.

Y no solo eso, con precaución y sin intentar alarmar, pero con la mirada puesta en las guerras que se extienden por Oriente Medio y África, así como el factor de intestabilidad que supone el terrorismo yihadista a escala global, el informe del FMI subraya: “una escalada de las actuales tensiones geopolíticas podría perturbar el comercio mundial, los flujos financieros y el turismo (…) nuevos shocks económicos o políticos en los países actualmente aquejados por dificultades económicas también podrían frustrar el repunte económico”.

Los gurús económicos anglosajones advierten estos días a la opinión pública: prepárense para lo peor. Estos son los principales indicadores en los que basan sus análisis, junto a las previsiones del Banco Mundial y el FMI:

- Caída de las Bolsas. La desaceleración de la economía china y el desplome de los precios del petróleo han causado en Wall Street en lo que va de año pérdidas de un billón de dólares.

- Débil crecimiento mercados emergentes. El Banco Mundial en su informe “Perspectivas 2016” pronostica que las economías de los países emergentes crecerán menos de lo previsto, solo un 4,8%. Continuará este año la recesión en China, Rusia y Brasil, y América Latina no crecerá después de contraerse un 0,9% en 2015. Datos preocupantes por cuanto más del 40% de la población pobre del mundo vive en países en desarrollo, donde el crecimiento ya se desaceleró en 2015.

- Pesimismo del FMI. En su actualización del 19 de enero del informe Perspectivas de la Economía Mundial (WEO), el FMI afirma que las economías de los mercados emergentes y en desarrollo crecerán más lentamente (3,4%). Alerta de que la desaceleración de la economía en China, “más drástica de lo esperado”, podría provocar un “efecto contagio” en el comercio mundial, unido a la “escalada de las actuales tensiones geopolíticas” ya citadas.

- Deuda incobrable. Vinculada, sobre todo, a la vivienda, la deuda sigue siendo el motor del desplome económico. Afecta a los bancos de Wall Street, Londres y Europa. Los “rescates internos” de los bancos europeos está hundiendo a las entidades financieras y sus ahorristas. Los analistas señalan que los megabancos están cargados de deuda mala, situación que se verá acentuada en 2016 y afectará en mayor medida a cientos de pequeños bancos cargados de deudas hipotecarias.

- Alerta bancaria. El Royal Bank of Scotland (RBS) ha aconsejado a sus clientes que vendan y se preparen para un “año catastrófico”. Advierte que los principales mercados de valores podrían caer un 20% y el precio del petróleo desplomarse hasta los 16 dólares el barrilEl RBS señala que el comercio y los préstamos globales se están contrayendo, al tiempo que los niveles mundiales de deuda han alcanzado niveles récords.

- Pérdidas de los “cinco grandes” bancos de EEUU. El “Financial Times” informaba el 10 de enero que los bancos más grandes de Estados Unidos, los "cinco grandes" (JPMorgan Chase, Goldman Sachs, Morgan Stanley, Bank of America y Citigroup) van a anunciar grandes pérdidas en el cuarto trimestre.

- Desplome del petróleo. Los grandes bancos de negocios auguran que a este ritmo el precio del petróleo podrá derrumbarse hasta los 10 dólares el barril, por el exceso de oferta y estancamiento de la demanda. La desaceleración de la economía china podría provocar que baje aun más el precio del petróleo. Asimismo, la producción por Estados Unidos de esquisto debilitará aún más el precio del petróleo.

- Petrodólar en peligro. Rusia, China y un número creciente de países no seguirán pagando el petróleo en dólares. Esto supone un grave quebranto para Wall Street que fija el precio de referencia del barril de Brent con los grandes bancos (Goldman Sachs, Morgan Stanley, JP Morgan Chase y Citibank). Los bancos centrales del mundo adquieren dólares para que sus respectivos países puedan comprar petróleo y la mayoría de productos básicos. Por ello es esencial para Estados Unidos que el dólar siga siendo la moneda de reserva mundial.

- Petróleo en rublos y yuanes. Rusia sustituye el precio del petróleo Brent fijado en dólares por las Bolsas de Nueva York y Londres, por rublos que fija la Bolsa de San Petersburgo. Esto supondrá un importante recorte en la demanda mundial de dólares para comprar petróleo, dado que Rusia es el mayor productor de petróleo del mundo. En 2013 Rusia produjo 10,5 millones de barriles diarios (algo más que Arabia Saudí). Europa es el principal cliente del petróleo ruso con 3,5 millones de barriles al día, seguido de China y países asiáticos. China, segundo mayor importador de petróleo del mundo, planea seguir los pasos de Rusia y sustituir en la Bolsa de Shanghai el dólar por el yuan para la compra de petróleo.

- “Desdolarizar” el petróleo. Las economías emergentes están tomando medidas para disminuir su dependencia del dólar, estrategia que enfada profundamente a Estados Unidos.

- Descenso del tráfico marítimo. El Índice Baltic Dry -compila los precios y el volumen de carga transportada a nivel mundial- cayó al nivel más bajo de los registros históricos.

jueves, 28 de enero de 2016

Causas de la derrota

Un amigo de la casa nos acercó este texto de Atilio A. Boron: una exhaustiva reflexión sobre las causas de la derrota del kirchnerismo el pasado 22 de Noviembre de 2015. Nos gustó y lo queremos compartir. Acá va:


Título: Argentina 2015: claves de una derrota

Texto:

El poder de la crítica y la crítica del poder

Lo que sigue es un intento de proponer algunos elementos que arrojen algo de luz sobre las causas y las consecuencias de la derrota del kirchnerismo. Ha transcurrido un mes desde ese fatídico 22 de Noviembre que sellara en las urnas el triunfo de Cambiemos. El paso del tiempo permite ver con mayor claridad algunas cosas que, en el momento, no siempre pueden ser percibidas con nitidez. Espero que estas líneas sean una contribución a un debate imprescindible e impostergable, que todavía está a la búsqueda de un espacio donde librarlo constructiva y fructíferamente.

Para ello se impone analizar lo ocurrido, yendo hasta la raíz de los problemas; llegando hasta el hueso, como dice el habla popular. No puede haber contemplaciones ni eufemismos. Pero la experiencia indica que el poder erige numerosos obstáculos a esta empresa. En el caso que nos ocupa, las críticas intentadas en relación a algunas de las políticas o decisiones tomadas por el kirchnerismo cuando era gobierno tropezaban con la réplica de los allegados a la Casa Rosada que decían que sólo servían para “confundir” o para “sembrar el desaliento y el desánimo” entre la militancia. En algunos casos, ciertos espíritus excesivamente enfervorizados descerrajaban un disparo mortal: la crítica “le hace el juego a la derecha”. Por consiguiente, aún cuando fueran expresadas con la intención de mejorar lo que debía mejorarse (y no con el propósito de debilitar a un gobierno que se lo apoyaba por algunas cosas que estaba haciendo bien) esas críticas, decíamos, estaban condenadas al ostracismo. Sólo sobrevivían en los pequeños círculos de los amigos, que compartían la preocupación de quien esto escribe, pero no pasaban de allí. Conclusión: no llegaba a los oídos, o a los ojos, de quien debía llegar y las posibilidades de corregir un rumbo equivocado se perdían para siempre. La voz de orden era, pues, de acompañar el proceso y abstenerse de formular críticas o, en caso de hacerlo, cuidar que la misma no trascendiera más allá de un insignificante cenáculo de iniciados.

Si provocar el desánimo con la crítica era un pecado imperdonable no pareciera ser menos ahora el “hacer leña del árbol caído”, para decirlo con un aforismo de viaja data en nuestra lengua. Algunos fanáticos consideran una traición cualquier pretensión de hacer un balance -lo más realista y equilibrado posible- de la larga década kirchnerista una vez que, derrotada, Cristina Fernández de Kirchner volvió al llano y, supuestamente, se alista para su retorno. Es esto lo que también se señala en una nota de Mempo Giardinelli aparecida en estos días en Página/12: “las autocríticas son necesarias aunque a algunos les moleste y otros cuestionen la oportunidad”.[1] Entre ambas consignas –“no desanimar” y “no hacer leña del árbol caído”- naufraga la posibilidad de aportar una reflexión crítica en torno a una experiencia que, para bien o para mal, marcó con rasgos indelebles a la Argentina contemporánea. Razón demás para examinar lo ocurrido y, sobre todo, para comprender el origen de una derrota gratuita, que pudo ser evitada y que al no serlo condenó a millones de argentinas y argentinos a pasar, de nueva cuenta, por los horrores del neoliberalismo duro y puro, cosa que ya estamos viendo.

Un pensador revolucionario, anticapitalista, comunista, está obligado por una suerte de juramento hipocrático a decir la verdad, a cualquier precio. La “crítica implacable de todo lo existente” fue una de las divisas teóricas y prácticas de Marx y Engels. Y tras sus huellas, Antonio Gramsci hizo suya la máxima de Romain Rolland (“la verdad es siempre revolucionaria”) y desde sus años juveniles en L’Ordine Nuovo la redefinió en un sentido colectivo: “decir la verdad y llegar juntos a la verdad”, como acertadamente lo recordara Francisco Fernández Buey.[2] Una crítica que es fundamental para examinar los errores y para, aprendiendo de los mismos, asegurarnos que no vuelvan a ser cometidos en el futuro. La historia sigue su curso y seguramente habrá nuevas instancias en donde las clases populares se enfrenten a alternativas similares a las que se vivieron en los años del kirchnerismo. Por eso es preciso el análisis y la crítica, el diagnóstico certero y la propuesta superadora. Una verdad construida entre todos. De lo contrario, si persistiéramos en conformarnos con el relato oficial, las explicaciones convencionales y las ilusiones y fantasías con las cuales se pavimentó el camino del fracaso estaríamos fatalmente  condenados a la eterna repetición de lo ya vivido.


Los hechos

Partamos del reconocimiento de algunos hechos básicos. Primero que nada, admitir que no ganó Cambiemos sino que perdió el Frente para la Victoria. Ningún gobierno peronista pierde una elección nacional, y menos por poco más de dos puntos porcentuales. Eso no existe en el ADN del peronismo. Si tal cosa ocurrió fue por una insalubre mezcla de diagnósticos equivocados, pasividad de la dirigencia (que no militó la candidatura de Scioli ni aseguró la presencia de fiscales en las mesas electorales, increíblemente ausentes en distritos de nutrida votación peronista) y soberbia presidencial.

El resultado de esta nefasta combinación de factores fue la mayor derrota jamás sufrida por el peronismo a lo largo de toda su historia. Siendo gobierno perdió la nación, la provincia de Buenos Aires y no pudo conquistar a la ciudad de Buenos Aires. También perdió Mendoza y Jujuy, antes había perdido el otro bastión histórico del peronismo: la provincia de Santa Fe, y nunca pudo hacer pie en Córdoba. Algunos replicarían diciendo que Ítalo Luder fue desairado en las presidenciales de 1983, cuando a la salida de la dictadura Raúl R. Alfonsín se alzó con la victoria. Pero Luder no era gobierno; aspiraba a serlo pero no estaba en la Casa  Rosada. No ganó, pero no perdió nada porque nada había ganado. Lo ocurrido con Cristina Fernández de Kirchner, en cambio, no tiene precedentes en la historia del peronismo. Este había sido desalojado del poder por la vía del golpe militar en dos oportunidades: 1955 y 1976. El peronismo en su versión menemista fue vapuleado en 1999 por la Alianza, pero en esta participaba otra versión del peronismo, el Frepaso. Y, además, si bien Eduardo Duhalde se vio postergado por el imperturbable Fernando de la Rúa, el Partido Justicialista retuvo el bastión histórico del peronismo: la crucial provincia de Buenos Aires, imponiendo la candidatura de Carlos Ruckauf. Ahora, en cambio, se perdió todo. Y tal como ocurriera en 1955 y 1976, las estructuras dirigentes del peronismo -en este caso el Frente para la Victoria, La Cámpora, Unidos y Organizados, el Partido Justicialista y la CGT oficial- fueron fieles a la tradición y se borraron antes de la partida decisiva. Una deplorable recurrencia histórica que no debiera pasar desapercibida para quienes aspiran reconstruir un gran frente opositor con esos mismos componentes.

Ante una catástrofe política de estas proporciones, que siguiendo una vieja práctica muchas figuras del kirchnerismo han procurado minimizar, se impone la necesidad de aprender de la experiencia y de identificar las causas de lo ocurrido. No se trata aquí de atribuir culpas, categoría teológica ajena al materialismo histórico, sino de ponderar y asignar responsabilidades. Y en este terreno la responsabilidad principal, aunque no exclusiva, le cabe a la jefa indiscutida del movimiento, algo también señalado en la nota de Giardinelli. Fue CFK quien armó la fórmula presidencial, las listas de legisladores nacionales y provinciales, designó a los candidatos a las gobernaciones y las  intendencias y hasta la última semana de la campaña estableció el tono de la misma. No estamos diciendo nada nuevo sino simplemente reproduciendo lo que, en voz baja, murmuran kirchneristas “de paladar negro”, contrariados y disgustados por la suicida arbitrariedad de su jefa. La responsabilidad de Cristina, por lo tanto es enorme, pero no es exclusiva. No es mucho menor la que recae sobre el “entorno” presidencial: ministros, asesores, hombres y mujeres de confianza que incumplieron su obligación de informarle con veracidad y advertirle del curso autodestructivo de algunas de sus decisiones. Su misión era señalarle que, por ese rumbo, el proyecto se encaminaba hacia una derrota histórica. No quiero ser injusto porque me consta que hubo quienes, en ese entorno, trataron de hacer llegar la voz de alarma. Pero la arrolladora personalidad de Cristina y su sordera política hicieron imposible la transmisión de ese mensaje, y su círculo inmediato fracasó en evitar el desastre.

Puede llamar la atención la gravitación que se le atribuye en este análisis al “estilo personal de gobernar” de la ex presidenta.  Apelo a esta expresión forjada por un gran intelectual mexicano, Daniel Cosío Villegas, quien la utilizara en su estudio sobre el sexenio del presidente Luis Echeverría Álvarez en México (1970-1976). En las páginas iniciales nuestro autor dice algo que se ajusta bastante bien a lo ocurrido en la Argentina durante el gobierno de CFK. Dice Cosío Villegas que “puesto que el presidente de México tiene un poder inmenso, es inevitable que lo ejerza personal y no institucionalmente, o sea que resulta fatal que la persona del presidente le dé a su gobierno un sello peculiar, hasta inconfundible. Es decir, que el temperamento, el carácter, las simpatías y las diferencias, la educación y la experiencia personales influirán de un modo claro en toda su vida pública y, por lo tanto, en sus actos de gobierno”.[3] Reemplácese México por Argentina (con la salvedad hecha en la nota al pie) y el diagnóstico conserva toda su validez para describir la gestión de CFK y su personalísimo estilo de gobernar, con sus virtudes y sus defectos, sobre todo para sortear las trampas de la coyuntura política. Estilo personalísimo exaltado por sus seguidores como el corolario inexorable de su indiscutible liderazgo del movimiento nacional justicialista y vilipendiado por sus críticos como un atropello a los principios fundamentales del orden republicano.[4]

Volveremos sobre este asunto hacia el final de este ensayo. Lo cierto es que el resultado de esta derrota fue la irrupción en las alturas del estado argentino de una coalición de derecha, Cambiemos, cuya columna vertebral es el PRO, un partido auspiciado por diversas agencias federales del gobierno de Estados Unidos –como la NED, el Fondo Nacional para la Democracia; o la USAID, y otras por el estilo- o por ONGs internacionales que actúan eficaz -si bien indirectamente- en la región a través de la mediación de dos lenguaraces hispanoparlantes: José M. Aznar, desde España y Álvaro Uribe en Colombia. Son ellos a quienes el imperio les asignó la tarea de coordinar y administrar financieramente el proyecto de reinstalar a la derecha en el poder en la región, para lo cual promovieron la modernización de las arcaicas derechas latinoamericanas, renovaron sus vetustos cuadros y estilos comunicacionales y desplegaron una fenomenal campaña de articulación continental de medios de prensa que, con tono invariablemente monocorde hostigan a los gobiernos de izquierda o progresistas de la región a la vez que ensalzan los grandes logros democráticos y sociales de México, Colombia, Perú o Chile. En la pasada elección presidencial los estrategos de Cambiemos se las ingeniaron para aglutinar en torno a su candidato a políticos y militantes procedentes del peronismo y, en gran medida, de la casi difunta Unión Cívica Radical. Dado lo anterior Cambiemos será un hueso duro de roer para los sectores populares en la Argentina porque a diferencia de sus predecesores cuenta con el apoyo de una poderosa coalición conformada por la clase dominante local, la oligarquía mediática, “la embajada” y el capital internacional. No hay que equivocarse. Cambiemos es mucho más que un conglomerado meramente local; es la expresión nacional de la contraofensiva del imperialismo; es su bien afilada punta de lanza utilizada para cortar de cuajo el eje Buenos Aires-Caracas. A diferencia de lo que ocurría en el pasado, en la actualidad Argentina se ha convertido en una pieza importante en el tablero geopolítico del hemisferio cuyo control Estados Unidos ansía recuperar lo antes posible. Una Argentina que asuma integralmente, como lo ha hecho el nuevo presidente, la agenda de Estados Unidos para la región (agredir a Venezuela, cosa que hizo en la reunión de presidentes del Mercosur en Asunción; enfriar las relaciones con Bolivia, Cuba y Ecuador; tomar distancia de China y Rusia; apoyar la fantasmagórica Alianza del Pacífico y el Tratado Trans Pacífico; “reformatear” en clave ultraneoliberal al Mercosur; sabotear a la UNASUR y a la CELAC, etcétera) es una valiosa ayuda en una coyuntura internacional tan erizada de peligros como la actual. No sólo para facilitar la erosión de la Revolución Bolivariana en Venezuela, como se comprobó en las elecciones que tuvieron lugar en ese país el pasado 6 de Diciembre, sino también para aumentar la presión destituyente sobre Dilma Rousseff. El expresidente brasileño Fernando H. Cardoso había anticipado, a comienzos de Noviembre, que un triunfo de Macri facilitaría el desplazamiento de Dilma.[5] Y eso es lo que ha venido ocurriendo. Por eso la Argentina ha adquirido ante los ojos de Washington una importancia que, me atrevería a decir,  jamás había tenido antes. Cierra el perverso triángulo, hasta ahora incompleto, con Aznar y Uribe; debilita a Maduro y facilita la destitución de Dilma y dispara en la línea de flotación de la UNASUR y la CELAC. Por eso los voceros del imperio, aquí y allá, han prometido una ayuda financiera muy significativa para “bancar” los primeros meses del gobierno de Macri y colaborar con él en su cruzada restauradora. Y hasta ahora, a dos semanas de la asunción del nuevo presidente, han cumplido y nada hace suponer que Washington abandonará esta postura en los próximos años.[6]


Interpretaciones

La del kirchnerismo es la primera derrota de un gobierno progresista o de centroizquierda en Latinoamérica desde el triunfo iniciático de Chávez en Diciembre 1998. Hacía tiempo que muchos observadores venían pronosticando un “fin de ciclo” progresista. ¿Será el triunfo de Macri el punto de no retorno de un proceso involutivo regional, o se trata tan sólo de un traspié, de un retroceso temporario?[7] Difícil de prever, aunque  dejo sentada mi discrepancia con muchos diagnósticos catastrofistas. Dejemos por ahora esta discusión de lado para adentrarnos en la explicación de la derrota. En este terreno es necesario distinguir dos órdenes de factores causales: algunos de carácter económico, más mediatos y generales, resultantes de ciertas decisiones macroeconómicas tomadas por el gobierno de CFK que debilitaron su fortaleza electoral; y otros, mucho más inmediatos y vinculados a la campaña electoral.


a)    Las causas mediatas

La tan mentada “profundización del modelo” quedó a medio camino. Más allá de la nebulosa que rodeaba esa consigna, y que la tornaba incomprensible para muchos, lo cierto es que esa profundización, seguramente por el costado de una mayor redistribución de riqueza e ingresos, control de los oligopolios, reforma tributaria, estricta regulación del comercio exterior y de los flujos financieros, entre otras materias, no tuvo lugar. Esto no equivale a desconocer los importantes cambios que hubo en la sociedad y la economía argentinas, muchos de ellos importantes y positivos aunque otros no tanto. Desgraciadamente, las pesadas herencias del neoliberalismo siguieron haciéndose notar durante los años del kirchnerismo, en algunos casos de forma un tanto atenuada. Pero lo que quedó en pie –la debilidad del estado y su reducida capacidad para regular mercados y corporaciones, la precarización laboral, la inequidad tributaria, la extranjerización de la economía, la vulnerabilidad externa- es más que suficiente como para descartar las fantasías alentadas por algunos aplaudidores oficiales y que aseguraban que países como la Argentina o el Brasil habían entrado en las serenas aguas del “posneoliberalismo.” Ojalá hubiera sido cierto, porque no estaríamos como estamos en estos dos países.
Pero no es la intención de estas líneas analizar al modelo económico del kirchnerismo. Sí quiero llamar la atención sobre algunos componentes de su política económica que impactaron negativamente sobre el electorado kirchnerista.

En primer lugar la inflación, que devaluó la enorme inversión social realizada por el gobierno y castigó sobre todo a los sectores populares, cosa archisabida en la experiencia argentina. Se demoró mucho tiempo en iniciar un combate, que recién lo lanza el ministro Axel Kicilloff con el programa “Precios Cuidados” y que obtuvo un éxito nada desdeñable. Se cayó en el craso error de pensar que cualquier política antiinflacionaria debería inevitablemente ser de cuño neoliberal. Y la inflación -encima de todo pésimamente medida por el INDEC y peor anunciada mes a mes por el gobierno- carcomió sin pausa los bolsillos populares y, peor aún, la credibilidad de un gobierno que propalaba cifras que no eran creíbles y que provocaban una mezcla sarcasmo y furia entre los más pobres, los más afectados por el continua alza de los precios. La apoteosis llegó pocos meses antes de las elecciones cuando el Jefe de Gabinete aseveró que los índices de pobreza de la Argentina (5 %) eran inferiores a los de Alemania, lo cual acentuó aún más la bajísima credibilidad que tenían las estadísticas oficiales. Así, mientras el gobierno alardeaba con índices anuales de inflación en el orden del 10 % el Ministerio de Trabajo homologaba convenios colectivos, pactado entre sindicatos y la patronal, con aumentos salariales que oscilaban en torno al 28 %, en un tácito reconocimiento de cuál era la realidad de la inflación en la Argentina.  Una eficaz política antiinflacionaria, heterodoxa, hubiera evitado ese desgaste económico y político. Pero para ello era preciso hincar el diente sobre la concentración oligopólica de los formadores de precios de la economía argentina, algo que el kirchnerismo no quiso, no pudo o no supo hacer.

En segundo lugar, el empecinamiento de la Casa Rosada en mantener ese absurdo impuesto denominado “Ganancias” y que pagan los trabajadores (un poco) mejor remunerados. Su sólo nombre, “Ganancias”, de por sí equivale a una provocación porque se aplica a sueldos y salarios, no a la rentabilidad de las empresas. Pese a los incesantes y unánimes reclamos exigiendo la derogación de tan impopular tributo, que para colmo al no ajustarse el mínimo no imponible por la inflación abarcaba a un número cada vez mayor de contribuyentes cautivos, este impuesto fue caprichosamente sostenido por el gobierno. Cifras oficiales confirman que en el año 2014, último para el cual existen datos, pagaron este impuesto poco más de un millón de asalariados, o el 11 % de los trabajadores registrados (“en blanco”) que había ese año en la Argentina. ¿Quiénes fueron, más específicamente, los afectados? Principalmente a los votantes del kirchnerismo, reclutados entre las capas medias (profesionales, maestros, empleados de comercio, de la administración pública, etcétera) y los niveles superiores de la clase obrera, que veían injustamente recortados sus ingresos mientras que las grandes fortunas y los grandes capitales encontraban numerosos resquicios legales para eludir el pago de impuestos. O, como en el caso de los jueces y los trabajadores empleados en el sector judicial, que estaban exceptuados por ley del pago de ese tributo. En suma: inflación más ganancias fueron decisivos a la hora de recortar la base social del kirchnerismo y, tal vez en mayor medida aún, en aplacar el entusiasmo militante de años anteriores o desatar un sordo resentimiento que, poco después, se expresaría en las urnas.

Tercero: el dólar. En efecto, la introducción de las restricciones a la compra de dólares golpearon fuertemente a los sectores medios, mayoritariamente volcados a favor de CFK en las elecciones presidenciales del 2011. Con las limitaciones establecidas por el gobierno en los últimos cuatro años –en lo que la prensa hegemónica no tardó en caracterizar como el “cepo cambiario”- aquellas capas y clases sociales intermedias se encontraron sin capacidad de ahorrar en dólares, en un país en donde la inflación crónica no ofrece demasiados instrumentos de ahorro fuera del dólar y en donde automóviles, viviendas y la tierra se cotizan abiertamente en dólares. Esto dificultó, a veces hasta impidió, que muchos votantes del kirchnerismo pudieran acceder a las pequeñas cantidades de dólares con las que procuraban juntar el dinero para entrar en un plan de pagos de un pequeño departamento, para adquirir un automóvil, o para remitir a una hija que, como producto de las políticas educativas del kirchnerismo, estuviera estudiando en el exterior, para no mencionar sino ejemplos bien conocidos de estos problemas. El “cepo”, en cambio, no perjudicó en lo más mínimo a las grandes fortunas o a las grandes empresas, que siguieron adquiriendo y fugando dólares sin dificultades. Se calcula que en los últimos diez años salieron del país 100.000 millones de dólares, y no precisamente fugados por los pequeños ahorristas. Esta absurda restricción, cuyos efectos recesivos saltan a la vista habida cuenta del elevado grado de internacionalización de los procesos productivos en la Argentina, podría haberse evitado introduciendo rigurosas regulaciones en el comercio exterior. Téngase presente que este país exportó, unos 60.000 millones de dólares como promedio anual entre el 2002 y el 2014, con picos en torno a los 80.000 millones, de modo que mal se podría decir que “no había dólares.” Los había, pero en manos de un pequeño círculo de exportadores, principalmente agropecuarios y mineros.  Regulaciones, decíamos, tal como las que en los años cuarenta introdujera Juan D. Perón enfrentado a una situación similar, claro que con las necesarias actualizaciones exigidas por la nueva fase del desarrollo capitalista. Pero no se hizo, de ahí la restricción en el mercado cambiario y sus nefastas consecuencias políticas.


b) Causas inmediatas: el interminable catálogo de errores de campaña

A los factores señalados más arriba se sumaron una serie de graves  errores cometidos antes y durante la campaña electoral del oficialismo.

Antes, en efecto, al haber combatido ferozmente a quien a la postre sería el único candidato viable, posible, presentable que tenía el kirchnerismo. No era el preferido por las bases kirchneristas, pero no había otro. Me refiero, naturalmente, a Daniel Scioli. No sólo Cristina Fernández de Kirchner no perdió ocasión de humillarlo y hostigarlo durante ocho años, casi hasta las semanas finales de la campaña cuando la suerte estaba echada, sino que el entorno presidencial se solazó en hacer lo propio, en una especie de demencial competencia para ver quien disparaba los dardos más afilados y mortíferos contra el único político que podía haberles evitado la debacle. Pocas veces se vio una demostración de estupidez política tan grande como la que los argentinos presenciamos este año. Y el tema venía de antes, porque a nadie se le escapa que la prodigalidad con que CFK transfería fondos a otras provincias –sobre todo a Santa Cruz, de nula gravitación electoral- no se repetía en el crucial caso de la provincia de Buenos Aires, histórico bastión del peronismo que no debía rifarse en una absurda pugna para evitar que Scioli se presentase en la carrera por la presidencia avalado por una aceptable gestión en su provincia. La lógica, para llamarla de algún modo, parecía ser la siguiente: si no hay otro candidato entonces que sea Scioli, pero si es Scioli que llegue con lo justo, no sea cosa que acumule demasiado poder. Y si llega a la Casa Rosada -¡en ningún caso con más del 54 % de los votos que obtuvo CFK en 2011!-, y que quede claro que llegó gracias a la presidenta. Pero el asunto era mucho más complicado y desafiaba esas simplistas elucubraciones. Ya en las legislativas del 2009  Francisco de Narváez había derrotado al FpV en la provincia, ¡a una lista encabezada nada menos que por Néstor Kirchner y Daniel Scioli! La formidable elección de Cristina en el 2011 repotenció la soberbia oficial, y muchos cayeron en la ilusión de una provincia de Buenos Aires eternamente kirchnerista. La elección parlamentaria del 2013 propinó un golpe durísimo a esas ensoñaciones: victoria de Sergio Massa con 44 % de los votos y derrumbe de la estrategia oficial de alcanzar la reforma constitucional que habilitara la “re-re” de CFK. La derrota del 2015 en la provincia, por lo tanto, no fue un rayo en un día sereno. Estaba en el horizonte de lo posible, pero la ceguera del oficialismo no se percataba de ello. Se veía venir, pero cono dice la sabiduría popular, “una cosa es verla venir y otra mandarla a llamar.” Bastaba para ello con algún pequeño paso en falso. En lugar de uno fueron varios, como veremos a continuación.

Segundo. Los dioses parecían sonreírle al kirchnerismo cuando Martín Lousteau irrumpió inesperadamente en la elección por la jefatura de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires obligando al candidato macrista, Horacio Rodríguez Larreta, que no pudo ganar en primera vuelta, a enfrentar un amenazante balotaje. En ese momento la carrera presidencial de Macri pendía de un delgado hilo porque si Lousteau, a la cabeza de un heterogéneo conglomerado de fuerzas, lograba arrebatarle la CABA al macrismo el futuro del jefe político del PRO entraría en un cono de sombras del cual le sería extremadamente difícil salir para las presidenciales de Octubre. Sin embargo, en lugar de sumar fuerzas para lograr la estratégica derrota del PRO en la ciudad capital de la Argentina la conducción del FpV se refugió en un discurso fundamentalista y bajo el argumento que uno y el otro eran iguales, que Lousteau era lo mismo que Rodríguez Larreta, se abstuvieron de orientar a sus seguidores para que apoyaran a aquél para, de ese modo, descargar un golpe de nocaut al macrismo. Una parte importante de la militancia y seguidores del FpV hizo caso omiso de la directiva de sus líderes y entendió mejor que ellos como era la jugada y que el voto táctico por Lousteau era lo que correspondía hacer. Una vez más la base superó en inteligencia política a la conducción. Pero, desgraciadamente, la vacilación de la Casa Rosada hizo que este último esfuerzo no fuera suficiente y el macrismo se impuso por apenas un 3 % de los votos, siendo derrotado en 9 de las 15 comunas en que se divide la ciudad de Buenos Aires. Como es bien sabido, hay notables paralelismos entre la lucha militar y la lucha política. Sun Tzu, el padre de la estrategia militar desde el siglo V antes de Cristo, recomienda, en su notable El Arte de la Guerra, que se  “ataque al enemigo cuando no está preparado, y aparezca allí donde no es esperado. Para un estratega éstas son las claves de la victoria.” Los mariscales del FpV parece que no lo leyeron. Si lo hubieran leído y aplicado las enseñanzas del gran general chino a la coyuntura del balotaje porteño probablemente la situación de la Argentina, y de América Latina, sería hoy bien diferente.

Tercero, luego de algunos titubeos se optó por completar la fórmula presidencial con la candidatura de Carlos Zannini como vice. No fue Scioli quien eligió a su compañero sino CFK quien, por su cuenta o pésimamente asesorada, impuso a su hombre de la más estricta confianza con la misión de asegurar que, en la ya descartada exitosa sucesión presidencial, Scioli no se desviaría del rumbo trazado por la presidenta y sería, en efecto, el candidato “del proyecto” y manejado a control remoto por ella. No bastaba para asegurar la sumisión de Scioli al liderazgo tras bambalinas de CFK la nutrida presencia de diputados y senadores kirchneristas en el Congreso, o el ya descontado control de la estratégica provincia de Buenos Aires. En el enrarecido microclima de la Casa Rosada prevalecía la obsesión por garantizar la total obediencia del seguro sucesor de Cristina imponiendo el nombre del vicepresidente, ignorando, por lo visto, que este cargo es poco menos que ornamental y de carácter eminentemente decorativo en regímenes presidencialistas como los de Latinoamérica. Y esto no sólo en nuestros países: ¿quién se acuerda de los nombres de los vicepresidentes recientes de Estados Unidos? ¿Alguien podría identificar a Joe Biden, actual vice de Obama, en una fotografía? En síntesis: un gesto absurdo y gratuito. Esta fórmula, “kirchnerista pura” apaciguaba seguramente la ardiente incertidumbre del entorno, pero tenía un fatal talón de Aquiles cuyo ominoso desenlace se pondría en evidencia en la primera vuelta de la elección presidencial cuando obtuvo dos puntos menos que los obtenidos en las PASO (elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias). La esperanza de superar el umbral del 40 % de los votos y obtener más de 10 puntos porcentuales de diferencia con Macri probó ser una ingenua ilusión           -alimentada ¿inocentemente? por los encuestólogos- y la razón es clarísima: la fórmula carecía de capacidad expansiva, no incorporaba un solo votante más, no captaba absolutamente ningún elector independiente o indeciso, por más que simpatizase en general con las políticas del kirchnerismo o se sintiera atraído por su solidaridad con Chávez, Maduro,  Evo, Correa o la Revolución Cubana y, por lo tanto, carecía de potencialidad de crecimiento. Un error mayúsculo que podría haber sido evitado si Scioli elegía (él, no Cristina) un compañero de fórmula si no atractivo al menos digerible para otros sectores que no fueran los “cristinistas”. Y había varios que podían haberlo acompañado.

Cuarto error: la obcecación por imponer como candidato a gobernador por la provincia de Buenos Aires al por entonces Jefe de Gabinete de Ministros de CFK, Aníbal Fernández. Este era un hombre que tenía el más elevado nivel de rechazo en la provincia y su ladero en la fórmula, Martín Sabatella, era el segundo más rechazado. No interesa, para los fines de este análisis, discernir cuáles eran los fundamentos de estos rechazos, si obedecían a problemas reales o a una pertinaz campaña mediática, que a mi juicio fue determinante. Lo cierto es que esta surtió efecto, pero la Casa Rosada no extrajo las correctas consecuencias del caso. La fórmula Fernández-Sabatella también irritó a muchos sectores del peronismo bonaerense (que no ahorraron municiones en el “fuego amigo” a la cual la sometieron). Por lo tanto, rechazo a nivel de la opinión pública y también en los cuadros del PJ. Resultado: se socavó el apoyo a Scioli y dejó servido en bandeja para el macrismo el principal distrito del país. Algunos informantes muy calificados dicen sotto voce que el Papa Francisco habría asegurado un discreto apoyo al sciolismo (cosa que lo hizo, elípticamente, al declarar poco antes de la elección, “Voten a conciencia, ya saben lo que pienso”) y sugerido la conveniencia de que un hombre como Julián Domínguez, muy allegado a la Iglesia y su obra pastoral en el conurbano bonaerense, fuese el candidato a gobernador. Aparentemente la Casa Rosada tenía otras prioridades y su pedido fue desoído.

Quinto, el interminable internismo al interior del kirchnerismo, o como lo denominaran algunas de sus víctimas, “el fuego amigo.” Innumerables ejemplos demuestran los alcances a que llegó ese proceso. Un día Scioli hace duros planteos en relación al FMI, y al día siguiente el Ministro de Economía Axel Kicillof aparece en una foto de lo más amable con la Directora Gerente del FMI, la Sra. Christine Lagarde. Un grupo de La Cámpora instala una sombrilla en una esquina porteña y reparte volantes con la lista de los candidatos a diputados por el FpV, sin incluir referencia alguna a Scioli. En la esquina de enfrente, la “ola naranja” del sciolismo instala otra mesa y sombrilla y volantea a favor de Scioli, ninguneando a los candidatos a diputados de la misma agrupación política. O se hacen ¡dos actos de cierre de campaña en el Luna Park: uno para la lista de los diputados y otro para Scioli! Difícil convencer a la gente que vote a un espacio político surcado por contradicciones tan flagrantes.

Sexto y último (aunque se podría seguir con muchos otros ejemplos de este tipo): contrariamente a todo lo que indican los estudios sobre el tema, el kirchnerismo adoptó un estilo de campaña negativa que, desde la derrota de Pinochet en el referendo de 1980, cayó completamente en desuso y no por razones éticas sino porque sencillamente no funciona y termina convirtiéndose en un boomerang. Pinochet lanzó una campaña de ese tipo contra los partidos herederos de la Unidad Popular de Allende, y perdió categóricamente. A partir de ese momento los estudios sobre las campañas políticas coincidieron en señalar los muy limitados alcances y los peligros de una campaña montada sobre la satanización del adversario. De hecho, la imagen que transmitió Scioli era la de un hombre cuya única misión era demostrar lo malo que era Macri, lo pernicioso que sería su gobierno y su inconmovible e incondicional defensa de Cristina. Su campaña estaba dirigida hacia atrás, a defender la “década ganada” y no a proponer cuáles serían los lineamientos generales de su programa de gobierno. No había el menor atisbo de que su comando de campaña hubiese percibido que vastos sectores de la sociedad querían un cambio, cosa que los astutos planificadores estratégicos de Cambiemos advirtieron con mucha antelación. Es cierto: había un absurdo que fomentaba una actitud negligente en relación a esta demanda de cambio porque, cuando consultada, la mayoría no sabía que era lo que quería cambiar y en qué dirección impulsar el cambio. Pera esa demanda: oscura, visceral, mezcla de aburrimiento y de hastío pero mediáticamente formateada estaba allí y había que tener una respuesta. El sciolismo no la tuvo. Sólo después del debate con Macri, el domingo 15 de Noviembre y a una semana del balotaje, Scioli empezó a asumir esta necesidad de cambio y desmarcarse de la tutela de Cristina. Pero ya era demasiado tarde.


Dificultades del cálculo y la previsión políticas

A todo lo anterior es preciso agregar algunos otros factores que coadyudaron para producir la debacle del 22-N. El ya mencionado abandono del que fue víctima Scioli por parte de las organizaciones del kirchnerismo es uno de ellos. Otro, sin duda, fue la caprichosa política seguida en relación a la provincia de Córdoba y que tuvo como efecto la devastadora derrota de Scioli a manos de su oponente, que en ese distrito obtuvo la ventaja decisiva para asegurar su victoria. Hay quienes en el FpV  sostienen que la pasividad con que el oficialismo enfrentó el desafío electoral obedecía al cálculo ya mencionado: asegurar un triunfo de Scioli pero ajustado, jamás superior al 54 % obtenido por CFK en el 2011. De no ser posible la victoria del oficialismo, un triunfo de Macri no sería visto con demasiada preocupación porque las bancadas del FpV en el Congreso y la gravitación del gobierno de la provincia de Buenos Aires serían suficientes para establecer límites muy estrictos a lo que pudiera hacer el candidato de Cambiemos si resultara vencedor de la contienda. En los dos casos el supuesto era que ambos gobiernos serían de corta duración y facilitarían el triunfal retorno de CFK a la Casa Rosada, emulando una rotación como la que había retornado a Michelle Bachelet a La Moneda luego del interludio de Sebastián Piñera. Pero algunas mentes afiebradas iban más lejos y creían que no sería necesario esperar cuatro años ya que el deterioro tanto de Scioli como de Macri se produciría en dos años como  máximo. Por supuesto, dada la elevada volatilidad de la política argentina son muy pocas las hipótesis que pueden ser descartadas de antemano pero, hasta ahora, lo que ocurrió parecería desbaratar sin clemencia estos pronósticos y esto por dos razones: uno, porque la lealtad de los miembros del Congreso ha sido tradicionalmente muy vulnerable a la influencia de la Casa Rosada y los gobernadores provinciales, siempre necesitados del auxilio financiero que sólo aquella puede prestar y que puede torcer las voluntades más firmes de diputados y senadores. No es lo mismo  jurar lealtad a Cristina cuando ella está en la Casa Rosada y cuando está en El Calafate. Y segundo porque, además, el refugio estratégico que ofrecía la provincia de Buenos Aires para capear el transitorio temporal político en el plano nacional quedó sepultado bajo el inesperado aluvión de votos que catapultó a María Eugenia Vidal a la gobernación bonaerense.

Dado este cúmulo de errores, notable por su número y su calidad, surge de inmediato la pregunta acerca de cómo fue entonces posible que Scioli terminara el balotaje con casi un 49 % de los votos. La respuesta es la siguiente: ante el resultado del debate que tuvo lugar una semana antes de la segunda vuelta, de donde emergió claramente la inminencia de un posible triunfo de Macri, se produjo un verdadero “ataque de pánico” en el difuso pero amplio espacio de la progresía y sectores de la izquierda, hasta ese momento confiados en la certeza del relato oficial que anticipaba una fácil victoria del candidato kirchnerista, inclusive en la primera vuelta. Tan convencidos estaban de esto que algunos hasta se podían dar el lujo de militar el voto en blanco, una típica maniobra del “polizón” en teoría de los juegos: dejarle al resto de la sociedad la penosa tarea de “votar desgarrados” a Scioli, como lo señalara con lucidez Horaco González, mientras los votoblanquistas se iban a dormir con su conciencia revolucionaria en paz y los otros regresaban maldiciendo haber tenido que votar a un candidato que no querían pero preferían a Macri. En la noche del debate una centella recorrió el campo de la progresía y la izquierda, y la constatación de la catástrofe que se avecinaba provocó la espontánea movilización de vastos sectores de la sociedad civil que ante la imperdonable deserción del FpV, La Cámpora, UyO, el PJ y las organizaciones sindicales encuadradas en el kirchnerismo salieron a la calle imbuidos de un fervor militante como no se había visto desde las grandes jornadas de finales del 2001 y comienzos del 2002. Cabe decir que esa irrupción de las masas para revertir lo que aparecía como una inminente debacle electoral es una de las notas más promisorias y esperanzadoras de cualquier pronóstico sobre el futuro de la política argentina. Cosa que, por otra parte, también se manifestó en el acto de despedida a Cristina el 9 de Diciembre y las sucesivas autoconvocatorias a protestar contra las draconianas medidas de Macri en los primeros días de su gestión, como por ejemplo la que tuvo lugar en el Parque Centenario de Buenos Aires el domingo pasado para escuchar al ex ministro de Economía Alex Kicillof. Es ese espacio de autoconvocados y movilizados donde deberá trabajar la izquierda para construir esa alternativa que el kirchnerismo no supo ser.

Pese a los contornos pesimistas del análisis anterior es preciso reafirmar, una vez más, que la historia está abierta y que su incesante dialéctica puede desairar las previsiones mejor fundadas. Una cosa es el triunfo electoral de una coalición de derechas y otras muy distintas es que pueda llevar adelante su programa y realizar las transformaciones que estaban inscritas en su plataforma de gobierno. Por supuesto, esto tampoco puede ser descifrado como una reedición de la teoría de la irreversibilidad de los procesos transformadores: la triste experiencia del derrumbe de la Unión Soviética y su posterior regresión al capitalismo salvaje o la violenta interrupción de las experiencias progresistas o de izquierda en Guatemala (1954), Brasil (1964) o Chile (1973) son elocuentes muestras de que los progresos políticos que se experimentan en un momento pueden ser revertidos en un período posterior.


La autocrítica y la necesidad de realizar un balance del kirchnerismo
         
Antes de concluir es necesario dejar en claro que las páginas precedentes no pretendieron ser un balance de los doce años del kirchnerismo. Su objetivo ha sido más modesto: tratar de entender por qué se derrumbó una experiencia sociopolítica y económica que podía haber continuado su curso y profundizado las incipientes transformaciones que habían tenido lugar en ese período. Y, sobre todo, promover un debate hasta ahora inexistente, o que se lleva a cabo silenciosamente y en las sombras. Estas reflexiones finales pretenden acercar algunas ideas para un esfuerzo de síntesis y evaluación que necesariamente deberá ser colectivo. Fue y seguirá siendo motivo de intenso debate las razones por las cuales algunas fuerzas u organizaciones progresistas y de izquierda, el Partido Comunista entre ellas, apoyaron críticamente este proceso. El kirchnerismo, fiel expresión del peronismo, jamás tuvo una propuesta anticapitalista. Es más, sobre todo Cristina creía, y cree todavía, en un “capitalismo racional” o “capitalismo serio.” La izquierda, para ser tal, es necesariamente anticapitalista. Se opone a un sistema que condena a gran parte de la humanidad a vivir en la pobreza, la abyección y las guerras. Y, además, porque destruye como nunca antes a la naturaleza. El kirchnerismo no tenía la superación del capitalismo en su agenda, ni siquiera remotamente. ¿Por qué brindarle entonces un apoyo crítico? La respuesta no parece difícil de entender, o no debiera serlo: Néstor Kirchner sintonizó muy rápidamente, al inicio de su gestión, con el nuevo clima político regional inaugurado luego del ascenso de Hugo Chávez Frías a la presidencia de Venezuela en Enero de 1999. Se alineó rápidamente con el líder bolivariano y junto con Lula entre los tres protagonizaron la histórica derrota de Estados Unidos en Mar del Plata. Por otra parte,  en el plano doméstico Kirchner avanzó en el juicio y castigo a los culpables de los crímenes de la dictadura y reformó con transparencia y espíritu democrático una Corte Suprema profundamente desprestigiada durante el menemismo. Su indocilidad ante el FMI también lo hizo merecedor del apoyo de las fuerzas de izquierda preocupadas por el nefasto papel jugado por el imperialismo en Nuestra América, algo que no todas las que se llaman socialistas o izquierdistas comprenden a cabalidad. Uno de los grandes enigmas de la política latinoamericana es la sistemática ceguera de un sector de la izquierda ante las multifacéticas políticas del imperialismo en la región. Teniendo en cuenta las duras realidades del tablero geopolítico mundial, ¿en qué otro lugar podía estar una fuerza de izquierda, más allá de las contradicciones propias de todo movimiento nacional, popular y democrático, sino en una alianza táctica con el kirchnerismo? ¿Podía la izquierda alinearse contra sus enemigos jurados, al lado la Sociedad Rural, “la embajada”, la oligarquía mediática y sus aliados? ¿O estar con las fuerzas políticas que le decían Sí al ALCA?
    
Es sabido que una experiencia de matriz peronista inevitablemente carece de la radicalidad que las condiciones actuales exigen. Además, sus contradicciones son inocultables: promoción del “capitalismo nacional” pero vigencia de las leyes de Inversiones Extranjeras y de Entidades Financieras de la dictadura militar; recuperación de YPF pero no como una empresa del estado sino como sociedad anónima, que puede sellar acuerdos secretos con otra sociedad anónima como Chevron; políticas de inclusión social como la Asignación Universal por Hijo pero mantenimiento de la regresividad tributaria; solidaridad latinoamericanista (que está bien) y protagonista del rechaza del ALCA pero sin ingresar al ALBA; denuncia de los que “se la llevan con pala” pero pasividad ante la fenomenal concentración del comercio exterior; crítica del capitalismo salvaje pero alianza con la Barrick Gold, Chevron y la Monsanto (que ahora adquirió la compañía que cuenta con el mayor ejército mercenario del planeta, la ex Blackwater, ahora llamado Academi) y así sucesivamente. Contradicciones que es preciso entenderlas dialécticamente, es decir, sin pensar que hay un “lado verdadero” y otro que es puro engaño. La realidad es mucho más compleja de lo que parece y desafía esas simplificaciones. No obstante, es justo reconocer que en la suma algebraica de puntos a favor y en contra, de aciertos y errores, hay un predominio de los primeros. La continuación de la obra iniciada por Néstor Kirchner bajo la conducción de CFK sirvió para profundizar en algunas cuestiones y abrir nuevos frentes de batalla. La Asignación Universal por Hijo o la extraordinaria expansión de la cobertura del régimen jubilatorio no son cuestiones menores, en línea con la estatización de la seguridad social establecida por Kirchner. Los progresos en otras áreas han sido también significativos, desde la temática del género y la identidad hasta la política científica y tecnológica, el ARSAT I y II y la expansión del sistema universitario público, una conquista no menor en momentos en que la privatización de la educación superior se está convirtiendo en la norma en América Latina. Insistimos en que no es el objetivo de este ensayo enumerar los logros y las asignaturas pendientes del kirchnerismo, esfuerzo que tendrá que hacerse en otro momento y que también deberá ser fruto de una tarea colectiva. Entre los logros no es un mérito menor de Cristina el haber tenido siempre la virtud de “salir por izquierda” frente a cada crisis. Por muchas razones, desde su personalidad hasta la debilidad de las fuerzas políticas que la apoyan, no pudo hacer lo mismo Dilma Rousseff en Brasil, cuya tendencia ha sido invariablemente la contraria: salir por derecha y hacer concesiones a sus enemigos. Apenas ayer intentó, con la salida del Ministro de Hacienda Joaquím Levy, escoger otro camino. Por el contrario, CFK nunca tuvo esas dudas. Mal o bien, pero salía por izquierda: la Ley de Medios es tan sólo el ejemplo más elocuente de ello.
    
Como decíamos más arriba, las características personales de Cristina jugaron un papel importantísimo. Dueña de una fuerte y avasallante personalidad, lo que fue un atributo positivo de su liderazgo para enfrentar desafíos prácticos durante su gestión resultó ser altamente contraproducente a la hora de conducir una estrategia política que le permitiera asegurar la victoria de su espacio político. A diferencia de Néstor, un carácter también altamente irascible pero que poco después de su estallido de furia reiniciaba el diálogo con quien antes había sufrido su iracundia, CFK fue absolutamente inflexible e irreconciliable con sus ocasionales adversarios y enemigos, mucho de los cuales habían sido sus antiguos aliados o compañeros. Su carácter le prodigó muchas rivalidades gratuitas que le costaron muy caro. Néstor también era un “peleonero”, pero era más bien un esgrimista dotado de una ductilidad política que le permitía rápidamente recomponer los puentes rotos por su furia. Tocaba con su florete a sus adversarios pero no los mataba. Cristina, en cambio, es una gladiadora: pelea a matar o morir, y no hay retorno después de cada combate. Por supuesto, muchos de sus adversarios reunían las mismas características y también actuaban con la lógica guerrera del gladiador. Y ella aceptaba el desafío y redoblaba la apuesta. El arte de la política, como decíamos más arriba, tiene muchos componentes del arte de la guerra. Pero no toda la política puede ejercerse apelando a la lógica la guerra. La “dirección intelectual y moral” tantas veces subrayada por Gramsci es su complemento necesario, que pocas veces Cristina se decidió a poner en práctica. Para colmo, si Néstor no era precisamente generoso con sus aliados, Cristina lo era mucho menos. Su concepción de las alianzas era una transposición del verticalismo peronista: un líder omnisciente y omnipotente, sordo e inapelable, que debía encuadrar una coalición en donde convivían peronistas con no peronistas de distintos colores políticos. Bajo este modelo organizativo era muy poco lo que se podía construir políticamente. Careció de la flexibilidad necesaria para conducir un espacio así de complejo y su notable inteligencia se tradujo con frecuencia en actitudes soberbias que limitaron casi por completo su capacidad para escuchar y para dialogar, aún con sus más estrechos colaboradores. “No hubo diálogo con los diferentes”, dice con acierto Giardinelli en la nota ya mencionada. Es cierto que no se hace la gran política sin “garra”, sin  vísceras y sin la fuerza de la que hizo gala  Cristina. Un político timorato jamás llegará demasiado lejos. Pero la gran política no puede reposar tan sólo en aquellos bravíos atributos. Hace falta, como lo recordaba Maquiavelo en su clásica imagen del centauro, la pasión mezclada con la razón. O la astucia del zorro, para saber sortear las trampas que le tienden sus enemigos, combinada con la fuerza del león, para liquidar un pleito una vez agotadas las vías del diálogo. Desgraciadamente CFK no logró plasmar esa combinación, y su superioridad por comparación con la mediocridad de la clase política exacerbó un narcisismo que le impidió escuchar a la sociedad o a sus aliados, o entender que ciertos rasgos de su estilo personal producían, también entre sus fieles, tanto rechazo como las adhesiones que lograban sus políticas públicas. Como decíamos más arriba, una importante cuota de responsabilidad en todo esto le cabe a un entorno que lejos de estimular una reflexión crítica sobre la realidad de su gestión se limitó a aplaudir y alabar, creyendo que de ese modo colaboraban con la presidenta. Privada de ese sano ejercicio de la crítica y la autocrítica no supo darse cuenta del cambio cultural que estaba madurando en la Argentina, en donde aún quienes se beneficiaban de la inversión social cada día resentían con más fuerza del clientelismo y la prepotencia de punteros e intendentes. Desconocía aquella sabia sentencia de raigambre martiana y que el político y jurista mexicano, Jesús Reyes Heroles sintetizó en una frase ejemplar: “en política, la forma es el fondo.” En sus frecuentes mensajes televisivos Cristina abusaba de un tono vehemente y confrontacional  (¡y no es que no tuviera buenas razones para confrontar!) que era absolutamente “antitelegénico” y que producía un efecto contrario al buscado. En algunos casos llegó a producir cansancio, fatiga o hartazgo, inclusive dentro de la legión de sus seguidores. Un par de pequeñas historias ilustran esto con elocuencia: un humilde lustrabotas del microcentro porteño, un hombre entrado en años, venido de una provincia pobre de la Argentina le confiesa a uno de sus habituales clientes que había votado a Macri “porque estaba demasiado grandecito para soportar que la presidenta me retara en la televisión.” Otro: en un modesto almacén del conurbano su dueña debía apagar la televisión cada vez que comenzaba una cadena nacional porque su clientela ya no quería escuchar a Cristina. Y la mayoría estaba formada por beneficiarios de diversos programas sociales del gobierno. Dos pequeñas historias que autorizan a extraer una conclusión provisoria: el boom del consumo que el kirchnerismo alentó y cultivó como política de estado no crea hegemonía política, error en que cayeron todos los gobiernos progresistas y de izquierda en la región. Ni aquí, ni en Venezuela, ni en Bolivia. En ninguna parte. La hegemonía es resultado de la educación política, de la supremacía en la batalla de ideas, de la concientización al estilo de Paulo Freire, y no del mayor acceso a los bienes de consumo. Y, desgraciadamente, en las experiencias progresistas de la región la formación política de las masas no tuvo la prioridad que debía haber tenido. Se confió en la magia del mercado: accediendo a algunos bienes se suponía que los nuevos consumidores retribuirían con lealtad política. Pero esa conexión entre consumo y hegemonía política no funciona de esa manera. Tal vez funcione en una dirección contraria. En todo caso, las consecuencias están a la vista.

Mal se podrían subestimar los logros de la gestión de CFK y, en general, el de los doce años del kirchnerismo. Se puede discutir la idea de la “década ganada” porque hubo algunos pocos –ricos y poderosos- que ganaron mucho más que los demás, y otros que no ganaron nada. Se debe también examinar el tema de la corrupción, endémico en la Argentina desde Bernardino Rivadavia hasta hoy, y vinculada principalmente (pero no sólo) a la obra pública. Se puede someter a crítica las limitaciones ya señaladas del “modelo”. Pero dejó un país muy distinto al recibido que sería injusto desconocer. Otra pequeña historia también viene a cuento: estuve hace pocas semanas en San Salvador de Jujuy. Hace unos pocos años caminar por la plaza céntrica de esa ciudad era hacerlo seguido por un nutrido grupo de niños descalzos pidiendo algunas monedas. Ahora, durante una semana, no hubo ni uno solo que reeditara aquella vieja y deprimente costumbre. Es que, a pesar de las críticas que le fueran dirigidas –clientelística, tal vez dispendiosa, seguramente ineficiente, etcétera- la política social del kirchnerismo surtió efecto. Y este no es un dato menor sino una cuestión central. Allí está la base del “voto duro” cristinista, de ese 36 % que acompañó a Scioli en la primera vuelta. Pero allí también parece haber estado su límite. Y sólo con eso no se puede ganar una elección presidencial.

Concluyo con la esperanza de que las ideas aquí esbozadas sirvan para propiciar un debate y para realizar un balance crítico de los doce años del kirchnerismo. Con la esperanza también de que evitemos la trampa facilista de quienes, so pretexto de “no hacer leña del árbol caído”, pretenden clausurar desde el vamos un examen que es a la vez imprescindible e impostergable. Lo primero, para corregir los errores propios de toda experiencia práctica. Quien hace yerra, y acierta a veces. Desde la torre de marfil académica o desde las certezas del dogma partidario no hay yerro posible. Claro, se paga un precio por eso: la realidad no se cambia, y se traiciona un apotegma fundamental del marxismo: la teoría tiene que servir para cambiar al mundo, no sólo para interpretarlo o para denunciar sus inequidades. El aprendizaje político se logra en la intelección colectiva, como lo subrayaba Gramsci, de esa praxis de ensayo y error. Impostergable, también, porque las tentativas del macrismo de imponer el neoliberalismo en su versión más radical no podrán ser neutralizadas si no se toma nota y se aprende de lo ocurrido en los años anteriores. Aprender de los aciertos, para conocerlos y conservarlos; y aprender también de los errores, para no volver a cometerlos.  Estoy convencido de que aquellos son mayores que estos, pero todo, absolutamente todo, deberá ser sometido a examen. El desafío es muy grande y lo peor sería incurrir de nueva cuenta en la obstinada negación de la realidad, cerrando las puertas a la crítica de quienes acompañamos este proceso sin ser parte de él e impidiendo, con distintas argucias, la autocrítica de quienes tuvieron la responsabilidad de conducirlo. Si esta desafortunada actitud llegara a prevalecer estaríamos condenados repetir los errores del pasado.

    
Notas:

[1] “Paisaje después de la batalla y la autocrítica que falta”, en http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-288716-2015-12-21.html  Hasta donde yo sé es la primera exigencia frontal de una autocrítica publicada en un medio gráfico kirchnerista. No he visto ni escuchado nada igual en la radio y la televisión. Comparto el 95 por ciento de lo que dice Giardinelli, excepto su sobrevaloración de los éxitos económicos del kirchnerismo y mucho menos aquello de que “estos 12 años fueron una fiesta para vastos sectores populares.” Ojalá que su ejemplo se multiplique.

[2] Francisco Fernández Buey, “La política como ética de lo colectivo”, en F. Álvarez Uría (Comp.) Neoliberalismo versus democracia (Madrid: Las Ediciones de La Piqueta, 1988) pp. 26-40.

[3]  El estilo personal de gobernar (México, Cuadernos de Joaquín Mortiz, 1974). Me limitaría a señalar que el poder de la presidencia en la Argentina nunca fue tan inmenso como en México debido a que nuestro estado, por comparación al mexicano, es más débil. Ese “emperador sexenal” del que hablaba el estudioso mexicano nunca existió con esa fuerza en la tradición presidencialista argentina.

[4] No puedo dejar de anotar que muchos de los sedicentes cultores del republicanismo conservador (porque hay otro, popular y de raíz maquiaveliana) han guardado un escandaloso silencio ante los atropellos a la división de poderes del gobierno de Mauricio Macri al pretender designar dos ministros de la Corte Suprema sin la aprobación del Senado o hacer uso abusivo de los Decretos de Necesidad y Urgencia. Como siempre, la derecha, aquí y en todo el mundo, tiene dos estándares éticos: uno para los amigos, otro para los enemigos. ¡Y después tiene la desfachatez de acusar a estos últimos de “fomentar la división de la familia argentina” o de abrir “la grieta”!

[5] Cf.  "El resultado en los comicios argentinos me animó mucho", en La Nación, Domingo 1 de Noviembre 2015 http://www.lanacion.com.ar/1841627-el-resultado-en-los-comicios-argentinos-me-animo-mucho

[6] Basta observar el comportamiento de los grandes capitalistas locales e internacionales cuando el gobierno de Macri decidió poner fin al “cepo cambiario”: el dólar se cotizó el Martes 22 de Diciembre, cuatro días después de su liberación, a poco más de 13 pesos por dólar. Si esto lo hubiera hecho CFK la ofensiva especulativa seguramente lo hubiera proyectado a los 20 pesos por dólar, o más.


[7] Sobre este tema recomiendo la lectura de la magnífica compilación hecha por ALAI: http://www.alainet.org/es/revistas/510

miércoles, 27 de enero de 2016

Nisman, AMIA, Macri, Israel, EEUU, Irán, servicios, bancos, cheques, dale que va


En este blog hemos hablado extensamente de lo que significa el affaire Nisman en el juego geopolítico contemporáneo (Israel, EEUU, Irán). El actual gobierno argentino, en otro insulto a la inteligencia nacional y a la memoria de los muertos en el atentado a la AMIA, continúa con sus juegos discursivos en torno a la “pista Iraní”. Las tres notas que siguen fueron publicadas en los últimos días por el diario Página/12. No te las pierdas:


Título: El juego de los espías

Autor: Raúl Kollmann

Epígrafe: El macrismo intenta conseguir en el sistema de inteligencia elementos para cargar responsabilidades al gobierno anterior por la muerte del fiscal. Se ilusiona también en reflotar la denuncia contra Cristina Kirchner. Hoy se cumple un año del fallecimiento.

Texto: El macrismo, sus aliados y su aparato judicial y mediático apuestan al juego de los espías para ver si puede cargarle responsabilidades al gobierno anterior, ya sea en la causa por la muerte de Alberto Nisman o reflotando la denuncia que hizo en su momento el fallecido fiscal contra la Presidenta y el canciller Héctor Timerman. Al cumplirse hoy un año del deceso de Nisman están pendientes varias medidas que tienen que ver con espías, inteligencia y secretos. La jueza Fabiana Palmaghini le pidió a la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) que desclasifique cualquier información existente respecto de operaciones de escuchas o seguimientos a Nisman desde esa agencia. Según trasciende de los ex responsables de la AFI no existió espionaje respecto de Nisman, pero nadie puede descartar que el ex hombre fuerte de la SIDE, Horacio Jaime Stiuso, haya dispuesto algún tipo de seguimiento o escucha de forma extraoficial. No parece probable: Stiuso y Nisman eran íntimos colaboradores y compartían el alineamiento internacional con la derecha republicana e israelí. Stiuso prometió venir a declarar en febrero y no faltan los que tienen expectativas de que el hombre fuerte de los espías, desplazado por Cristina en su momento, aproveche la ocasión para armar algún tipo de venganza. También en la AFI, Palmaghini está estudiando otra vez numerosas llamadas que se hicieron desde la ex SIDE en aquel fin de semana del 17 y 18 de enero de 2015. Se ha tratado de imponer la idea de que esas comunicaciones tuvieron que ver con la muerte de Nisman, cuando el cuerpo todavía no se había encontrado. Los funcionarios de entonces lo niegan y mencionan que las llamadas tenían que ver con la denuncia de Nisman, su visita al Congreso, el robo de un misil en La Plata y un peligro de batalla entre barras bravas. En paralelo a este juego de espías, se le pone expectativa a la desclasificación de un sobre donde constan detalles, informes y transcripciones del diálogo que mantuvo Argentina con Irán y que concluyó en la firma del Memorándum. Según quienes conocen el contenido de ese sobre, no habrá en él sorpresas: sólo se mantuvo en reserva por los usos y costumbres de los diálogos diplomáticos.


Secretos

Como lo hizo el kirchnerismo, cuando llegó al gobierno, Mauricio Macri firmó un decreto que levanta el deber de secreto que tienen los agentes y funcionarios de la AFI. Lo hizo respecto de la muerte de Nisman y no sólo en la ex SIDE, sino también en los demás organismos del Estado.

En concreto, Palmaghini quiere saber si a Nisman lo espiaban o no. De acuerdo a la documentación que se aporte, se sabrá si ese espionaje tuvo alguna relación con la muerte del fiscal, pero todo indica que no.

En fuentes de quienes lideraron la AFI en aquella época se dice que no se escuchaba ni seguía a Nisman. Sin embargo, existe la convicción de que Stiuso –el hombre fuerte de la ex SIDE durante años– mantenía un aparato paralelo, cuando estaba en funciones y aún después de haber sido desplazado. Se ve claro en el vínculo que mantenía con Nisman. Este lo llamó cuatro veces durante el fin de semana previo a su muerte y Stiuso no le contestó las llamadas argumentando que tenía el celular en vibrador. Ante Fein no explicó por qué no le devolvió las llamadas al fiscal. Otro hombre ligado a Stiuso, Alberto Massino, dijo que Nisman buscaba desesperadamente elementos para sumar a su fallida denuncia, pero –según Massino– esos elementos no existían.

La posibilidad de que el aparato paralelo de Stiuso espiara a Nisman existe, pero parece poco factible. Ambos trabajaban en equipo, coincidían en el alineamiento con los sectores más conservadores de Washington y Jerusalén, aunque Stiuso declaró ante Fein que él no colaboró con la denuncia de Nisman contra Cristina y que no estaba de acuerdo con ella. Habrá que ver qué dice Stiuso cuando venga a declarar, según prometió, en febrero. No faltan los que alegan que el ex hombre fuerte de la SIDE dejó solo a Nisman.


Tensiones

Durante la instrucción de la causa por la muerte de Nisman, a la fiscal Viviana Fein le llamó la atención un entrecruzamiento de llamadas, hecho por la División Fraudes Bancarios de la Policía Federal, que detectó comunicaciones entre funcionarios del Gobierno, hombres de la ex SIDE como Alberto Massino, el fiscal Carlos Stornelli, el jefe de la Policía Bonaerense y el general César Milani o alguno de sus colaboradores. Fein determinó que esas personas no hablaban entre sí con semejante intensidad los fines de semana, de manera que citó a algunos de ellos a declarar. El fiscal Stornelli, por ejemplo, contó que tiene amistad desde hace décadas con Fernando Pocino, director general de Reunión de Información de la ex SIDE. Stornelli dijo que hablaron sobre la denuncia de Nisman contra la Presidenta y el canciller y entrada en la madrugada del 19, cuando empezó a circular la versión de la muerte del fiscal, también lo llamó a Pocino para ver qué sabía. En aquella madrugada, Stornelli también habló con el actual ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo, entonces dirigente del PRO.

En los últimos días surgió el nombre de Juan Martín Mena como uno de los vértices de las comunicaciones. El número dos de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) efectivamente tuvo una ardua labor ese fin de semana porque se combinaron tres hechos de relevancia.

- Fue robado un misil de una unidad del Ejército en Arana, La Plata. Eso es lo que motivó las comunicaciones con Milani o alguno de sus allegados y también con el jefe de la Bonaerense.

- Se había presentado la denuncia de Nisman y éste iba a concurrir al Congreso. Es lo que explicó los diálogos, por ejemplo, de Pocino con Stornelli.

- Jugaban sendos partidos Boca y River en Mar del Plata, el sábado y el domingo, y había rumores de enfrentamientos entre las hinchadas. A esa cuestión responderían las llamadas con el jefe de la Bonaerense.

Fuentes de la AFI le explicaron las razones de estas llamadas a Fein en su momento, pero Palmaghini está reviendo el entrecruzamiento.


Relaciones

Otro de los elementos que levanta expectativas en el aparato político, judicial y mediático del macrismo es un sobre que la Cancillería le entregó a la Cámara de Casación. Se trata de trascripciones e informes respecto de las conversaciones de los diplomáticos argentinos con los iraníes. Las fantasías se despertaron porque el material se calificó como secreto o confidencial y el Presidente levantó el secreto también sobre el material de la Cancillería.

Quienes trabajaron en aquellas negociaciones y conocen el contenido del sobre señalan que la única razón por la que se lo calificó de confidencial es porque existe un uso y costumbre en la diplomacia de no revelar el día a día en las negociaciones entre países.

La esperanza que surge en el macrismo y sos socios es que surja algún elemento para revivir la denuncia de Nisman contra Cristina y su ex canciller. Aquel texto sufrió numerosas descalificaciones. La jueza María Servini de Cubría dijo que no había elementos como para habilitar la feria judicial, entre otras razones porque no aportaba pruebas. El juez Ariel Lijo respaldó la postura de Servini. Rodolfo Canicoba Corral no sólo sostuvo que la denuncia no tenía entidad probatoria sino que virtualmente acusó a Nisman de hacerla a espaldas de cualquier juez. Los más importantes juristas del país, Raúl Zaffaroni, Julio Maier, Ricardo Gil Lavedra, León Arslanian dijeron que no existía delito alguno. El ex secretario general de Interpol, Ronald Noble, defenestró la denuncia señalando que nunca las autoridades argentinas hicieron gestiones para aliviar la situación de los sospechosos iraníes del atentado contra la AMIA. Y en los estrados judiciales, el juez Daniel Rafecas desestimó el texto por inexistencia de delito, el fallo fue confirmado por la Cámara y el fiscal de Casación no impulsó la acción. Hoy el macrismo busca cómo reabrir esa causa, como una ofensiva política más contra el gobierno anterior. Recurren incluso al delito de traición a la patria, por el que sólo fue procesado Juan Domingo Perón en 1956. Es decir, fue un recurso de la Libertadora.


Año

Al cumplirse hoy un año de la muerte de Nisman, el aparato de respaldo a Mauricio Macri trata de conseguir con los espías lo que no pudo conseguir hasta ahora en la justicia. En el expediente hay una catarata de pruebas que indican que Nisman se quitó la vida: los forenses señalaron que no se observa actividad homicida, los criminalistas dijeron que no había nadie dentro del baño en el momento del disparo. Con los espías o los custodios se buscará diluir los hechos poniendo el acento en elementos colaterales: errores en las custodias o supuestas operaciones de espionaje. Y mientras tanto, con la colaboración de la AMIA y la DAIA, se intenta glorificar a un fiscal cuestionado porque acumuló una fortuna asombrosa pero, sobre todo, porque “viajaba mucho y trabajaba poco”, como lo señalaron los familiares de las víctimas del atentado contra la AMIA. No es algo que los familiares manifestaron después de la muerte. Lo decían cuando Nisman estaba vivo.


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Título: La planilla de Nisman

Autor: Horacio Verbitsky

Epígrafe: Macrì acordó con Netanyahu la provisión de tecnología de inteligencia, seguridad y defensa. Un milmillonario, socio del fondo buitre NML Elliot, financió a Netanyahu y a Nisman. El gobierno procura resucitar su denuncia contra CFK, que ya es cosa juzgada. Cuenta para ello con el regreso de Stiuso. La emergencia en seguridad permitirá comprar sin licitación.

Texto: Una planilla que tuve a mi vista, aunque no recibí autorización para obtener un facsímil, detalla los pagos que una empresa de uno de los principales socios del fondo buitre NML Elliot, Sheldon Adelson, ordenó a favor del ex fiscal general Natalio Alberto Nisman. Adelson también es uno de los mayores aportantes al Partido Republicano y, a través de sociedades, al gobernante partido derechista Likud, del primer ministro de Israel Benjamin Netanhayu, los principales opositores al acuerdo nuclear con Irán que el presidente Barack Obama logró perfeccionar este mes. Adelson es uno de los 18 hombres más ricos del mundo, según la edición de junio pasado de la revista Forbes.

El jueves, en Davos, el presidente Maurizio Macrì volvió a reunirse con Netanyahu. Ya se habían visto en Israel, durante la visita de Macrì en junio de 2014. Macrì reveló entonces que habían hablado del fallo del juez de Wall Street, Thomas Griesa, a favor de los fondos buitre. “Habrá que pagar al contado”, opinó Macrì entonces, quien dijo que Netanyahu estaba de acuerdo. También coincidieron en el rechazo al Memorando de Entendimiento con Irán. Ahora las negociaciones con los buitres están abiertas y el Memorando no existe más. Modi Ephraim, sudirector del Departamento de América Latina y el Caribe de Israel, le dijo a la Agencia Judía de Noticias (AJN) que era la cita más importante para Netanhayu en Davos, encomió a Nisman y expresó su satisfacción por “algunos pasos muy positivos del gobierno para seguir con el trabajo” del ex fiscal, como la decisión de no apelar la declaración de inconstitucionalidad del Memorando y el proyecto de ley de juzgamiento en ausencia de los acusados por la explosión. La Argentina de Macrì será el mejor aliado del gobierno de Netanyahu en América, dijo, y anunció una ola de inversiones de empresas israelíes. Los dos jefes de Estado acordaron en Davos la cooperación israelí en tecnología de inteligencia seguridad y defensa. Esos negocios se harán sin licitación, que es una de las motivaciones centrales para la declaración de la emergencia en seguridad. El decreto que la dispuso incluye una de las condiciones del Frente Renovador para brindar el apoyo de sus legisladores nacionales y provinciales al gobierno de Cambiemos: la pena de muerte sin juicio previo para sospechosos de cometer determinados delitos, si lo intentan mediante el uso de aeronaves. Aparte de violar el Pacto de San José, que tiene rango constitucional, también soslaya la prohibición de que el Poder Ejecutivo legisle ni siquiera en forma transitoria en materia penal, contenida en el inciso 3 del artículo 99 de la Carta reformada en 1994. El patético rol de Sergio Massa en Davos, ungido por el monarca en muy leal oposición a su majestad, exime de mayores comentarios.


El Panteón de la Patria

Los turbios manejos económicos de Nisman y su relación promiscua con la derecha republicana e israelí están entre los principales obstáculos para su exaltación al Panteón de los Próceres de la Patria. Pero aun así, el gobierno nacional se propone resucitar su acusación a la entonces presidente CFK reabriendo un caso judicial cerrado como cosa juzgada, por ausencia de delito. Cuenta para ello con el regreso, previsto para el 28 de febrero, del ex jefe de Contrainteligencia, Horacio Antonio Stiuso. Durante la investigación por la muerte de Nisman, Stiuso declaró ante la fiscal Viviana Fein que no estaba de acuerdo con la denuncia de su colaborador judicial. Lo que no aclaró fue si su disenso se refería al contenido del escrito de Nisman o apenas a la oportunidad. El propio Nisman le anticipó en 2014 a la ex abogada de la DAIA Marta Nercellas que tenía pruebas muy grandes que conducirían a la detención de Cristina, pero que “lo voy a hacer después de que deje el poder”. El temor a ser relevado del cargo y la oportunidad del atentado terrorista en París contra Charlie Hebdo le hicieron adelantar el cronograma. Ahora el presidente es Macrì y la jueza Fabiana Palmaghini se abocó a la causa. La destrucción del kirchnerismo, sus dirigentes y emblemas, es uno de los principales objetivos del nuevo gobierno que, con sus pequeños bloques de diputados y senadores, necesita que tampoco sean revocados por el Congreso los decretos con los cuales está derogando leyes y reformateando la política económico-social. Si fuera más expresivo, Macrì podría decir: “Nada personal. Esto es sólo política”. Antes de partir hacia Davos para pregonar ese cambio, Macrì recibió a las hijas de Nisman y altos funcionarios de su gobierno participaron en un acto en el que cada orador se refirió como si fuera un hecho indiscutible al “asesinato” del ex fiscal, de lo cual hasta ahora hay tan pocas pruebas como de los delitos que él le imputó a Cristina y a su canciller Héctor Timerman.


Intimación a los medios

El ex directivo de la DAIA Jorge Elbaum suministró en la edición de este diario del 29 de septiembre de 2015 la primera noticia acerca del dinero recibido por Nisman de una empresa propiedad de Sheldon G. Adelson, uno de los mayores empresarios del juego en el mundo, principal socio de Paul Singer y mecenas de la Task Force Argentina. Este es un instrumento de presión que para conseguir el pago a los fondos buitre se especializó en la presentación de denuncias contra el anterior gobierno argentino, al que asoció con el eje del mal formado por Irán y Venezuela. Elbaum citó a “empleados de una filial bancaria con sede en Uruguay”, según quienes Nisman recibió del grupo periodístico Israel Hayom 280 mil dólares, girados entre 2010 y 2014 a una cuenta del Bank Hapoalim de la ciudad de Colonia, de la República Oriental del Uruguay. Elbaum agregó que el ex fiscal no declaró esas transferencias, que los ejecutivos del grupo periodístico justificaron como honorarios por conferencias, “a pesar de no existir registro alguno de esas presentaciones”. A raíz de la publicación, este diario recibió una comunicación de los abogados del multimillonario estadounidense, que se publicó el 27 de noviembre, con el título “Aclaración de Israel Hayom”. Su texto decía que ni el diario de mayor circulación en Israel ni Adelson realizaron negocios “a través o con la oficina uruguaya del Banco Hapoalim”, ni hicieron “pagos impropios o ilegales para evadir impuestos”. También negaron estar implicados “en algún tipo de conspiración” para presionar a la Argentina. Una notificación similar fue enviada al diario Buenos Aires Herald, que entrevistó a Elbaum sobre el tema. Los abogados de Adelson advirtieron al Herald sobre inminentes acciones legales en la jurisdicción que ellos eligieran si no rectificaban la información, retiraban su registro de Internet y pedían disculpas. Las autoridades del diario porteño que se edita en inglés respondieron que la ley argentina protege la libertad de prensa, que la cita había sido correcta, con clara identificación de la fuente y sin dar nada por hecho, por lo que rechazaron el pedido. En cambio ofrecieron espacio para una réplica y solicitaron una entrevista con Adelson. Hasta hoy no han recibido respuesta.


El banco de los trabajadores

La planilla con las transferencias a favor de Nisman lleva el membrete de la sucursal en la ciudad uruguaya de Colonia del BHI (Bank Hapoalim, que en hebreo quiere decir Banco de los Trabajadores. Fue fundado en 1921 por la central sindical Histadrut, durante los años del proyecto sionista socialista, pero se privatizó en 1996, en el apogeo mundial del neoliberalismo). La fuente de las transferencias es identificada como Israel Hayom. Se trata de un diario de distribución gratuita, que se puede traducir al castellano como “Israel al día” y cuyo principal accionista es el empresario del juego legal Sheldon G. Adelson, con casinos en Las Vegas. La cuenta bancaria internacional de referencia se identifica como 9700-7548-MAJ-6325-AC874 y como titular de pago (Holder paid) figura Nisman, Natalio.

La planilla tiene dos columnas. La de la izquierda dice Date of Accreditation, es decir la fecha en la que se recibió la transferencia, y la de la derecha el monto, expresado en dólares de los Estados Unidos. La primera transferencia se acreditó el 26 de octubre de 2010, un mes después de un seminario sobre la penetración de Irán en América Latina, coorganizado por la DAIA, el Congreso Judío Latinoamericano y la fundación Israel Allies Caucus, financiadas por Adelson, durante el cual Nisman se reunió con Roger Noriega, cuyo American Enterprise Institute también es sostenido por el Rey del Juego. Transferencias similares, siempre por 23.500 dólares cada una, se realizaron otras once veces en los años siguientes, hasta el 14 de agosto de 2014, según el siguiente detalle, que totaliza 282.000 dólares:




Cuadro: Transferencias a Nisman en el Banco Hapoalim de Colonia, Uruguay. 
Las fechas están indicadas en este orden: mes,día, año.


Una leyenda significativa indica: “Not Swift Code. Schedule Trustees. Received”. Es decir: “Sin Código Swift. Anexo de Fiduciarios. Recibido”. El Código Swift es un formato mundial normalizado de identificación bancaria, que las entidades utilizan para las transferencias de dinero entre ellas, en especial las electrónicas o por cable. Tiene ocho caracteres obligatorios, y otros tres opcionales si además se especifica la sucursal en la que el cliente tiene la cuenta. Que las transferencias a Nisman se hayan efectuado al margen del Código Swift significa que no quedaron registradas legalmente fuera de la sucursal Colonia del BHI. Swift es la sigla de la Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication, con sede en La Hulpe, Bélgica. El Código Swift del Banco Hapoalim de Latinoamérica en el Uruguay es POALUYMM.

En diciembre de 2014, el Banco Central del Uruguay hizo una evaluación crítica del cumplimiento de la normativa sobre lavado de dinero por parte de varios bancos, entre ellos el Hapoalim. Así lo admitió la oficial de cumplimiento del Hapoalim, María Pilar Pedrazzini, durante una jornada de capacitación sobre lavado. Nisman murió al mes siguiente, y poco después el Hapoalim decidió el cierre de su sucursal Colonia, que era la puerta de salida para la fuga de capitales desde la Argentina hacia Israel. Hoy sólo quedan la central en Montevideo, que a la sigla añade el número 001, y la de Punta del Este, con el añadido 002.

Con un informe de quinientas páginas presentado a mediados de 2013, poco después de la firma del Memorando argentino-iraní, Nisman fue una pieza central del esquema de hostigamiento tanto al gobierno argentino de CFK como al estadounidense de Barack Obama. No logró impedir la concreción del acuerdo nuclear con Irán pero contribuyó al cambio político en la Argentina. Su mamotreto sobre la penetración del gobierno teocrático de Irán en América Latina, que no tenía relación alguna con la causa DAIA-AMIA y cuya información provenía de servicios internacionales de Inteligencia, fue citado en audiencias de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso estadounidense, en julio de 2013 y en marzo de 2015 convocadas por los legisladores republicanos Jeff Duncan e Ileana Ros-Lehtinen. En su informe, Nisman describe una red de inteligencia encubierta que Irán habría desarrollado en América Latina con estaciones clandestinas en Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Guyana, Paraguay y Perú. Nada dice sobre las playas de Cancún, que son la única zona de la región que conocía de primera mano. Tampoco menciona las Chacras de Manantiales, en Punta del Este, donde compró tres terrenos, tampoco declarados.
     

Medios y jueces

En una columna publicada el 1 de enero en el diario The New York Times, Paul Krugman puso a Adelson como ejemplo de su tesis sobre “Privilegios, patología y poder”. Según el premio Nobel de Economia “Adelson estuvo involucrado en complejos procedimientos judiciales sobre acusaciones de inconducta en sus operaciones en Macao, incluyendo vínculos con el crimen organizado y la prostitución. Dado la índole de su negocio esto no es sorprendente, pero lo que sí resultó asombroso fue su actitud ante el tribunal, donde se negó a responder preguntas de rutina y discutió con la jueza Elizabeth Gonzalez. Luego Adelson compró el mayor diario de Nevada, cuyos redactores recibieron la directiva de abandonar todos los temas en los que estaban trabajando y concentrarse en la investigación sobre la jueza Gonzalez y sus dos colegas del tribunal. El diario nunca publicó los resultados de esa investigación, pero en un pequeño diario de Connecticut, que pertenece a uno de los socios de Adelson apareció un ataque a la jueza Gonzalez, con una firma que parece ficticia. Está bien, ¿pero a quién le importa? El gasto político de Adelson lo ha convertido en un gran jugador de la política Republicana, al punto que los periodistas suelen hablar de la primaria de Adelson, en la cual los candidatos peregrinan a Las Vegas para prometer obediencia”, agrega Krugman. Antes de comprar el diario, Adelson recusó a Gonzalez pero la Suprema Corte de Nevada la confirmó. Tanto la Comisión de Valores como la Secretaría de Justicia abrieron una investigación sobre el caso, de potencial riesgo para su licencia como operador de casinos en Nevada. Según The New York Times, Adelson pagó la irresistible suma de 140 millones de dólares por el único diario importante del estado, Las Vegas Review Journal. Lo hizo a través de una compañía recién creada en el limbo fiscal de Delaware, encabezada por un pequeño editor de diarios de Connecticut. Adelson y su familia no figuraron, pero debieron admitir que eran los compradores cuando la prensa lo reveló. El diario neoyorquino también describe los métodos políticos de Adelson: sus aportes en las campañas electorales fueron para derrotar a candidatos demócratas que lo molestaban. En 2012, según un colaborador de la jueza Gonzalez, dos personas le dijeron que allegados a Adelson las tentaron para que se presentaran de modo de impedir que ella fuera reelecta.

Cualquier semejanza con hechos y personajes de otras latitudes no es casual.


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Título: Cómo llegó al suicidio Nisman

Autor: Leopoldo Moreau

Texto: Hace unos días atrás adelantábamos que un servicio extranjero y los sectores que en su momento montaron un intento de golpe blando alrededor de la disparatada denuncia del fiscal Alberto Nisman estaban encaminados a reflotar por estas horas no sólo la denuncia, sino también a instalar el supuesto asesinato del ex fiscal pretendiendo adjudicarle a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner la autoría intelectual del mismo.

Por más burda que parezca la maniobra, en efecto, ya se ha puesto en marcha y de ella participa el mismo entramado mafioso que transformó a Nisman en mascarón de proa del intento de golpe blando que se pretendió perpetrar un año atrás.

En la Justicia la cara visible de esta operación es el fiscal Raúl Plee, que está intentando reabrir la causa referida a la denuncia y que fuera desestimada por cuatro jueces federales. En el plano mediático, obviamente, participa el Grupo Clarín. Y, por supuesto, tienen un papel relevante agentes de un servicio extranjero.

Pero no alcanza con describir y denunciar a quienes, frustrados en su intento de llevar adelante un golpe blando, ahora pretenden descalificar y esmerilar el liderazgo político de CFK. Lo importante es remitirnos a cuáles fueron las circunstancias que llevaron al indudable suicidio de Nisman. Y los hechos hablan por sí solos y son más que contundentes. Nisman fue impulsado a presentar la denuncia por quienes lo controlaban y le pagaban. En este caso, Stiuso y el mencionado servicio extranjero. La denuncia, que venía siendo gestada desde hacía mucho tiempo, tenía por objeto ser presentada hacia fines de febrero para que sirviera de antesala a la visita del premier israelí Netanyahu al Capitolio, para que éste tuviera un elemento más con el cual boicotear la política de apertura de la Administración Obama con respecto a Irán. La presentación de Nisman se precipitó para los primeros días de enero porque alguien lo llamó al exterior para decirle que estaban por apartarlo de la Fiscalía (que, dicho sea de paso, era una extraordinaria fuente de poder y de dinero, que él manejó durante años a su arbitrio). Así las cosas, Nisman se apresuró y esa fue su primera equivocación fatal. Los que habían alimentado su paranoia y exhibicionismo le hicieron creer que, el día que presentara la denuncia contra la Presidenta de la Nación, automáticamente se iba a transformar en un héroe nacional y que un portaaviones norteamericano llegaría a la Argentina para llevar presa a la Presidenta y que él sería recibido en un desfile triunfal por la Quinta Avenida de Nueva York. Nada de eso ocurrió. En realidad, ocurrió todo lo contrario. Dos jueces federales: Servini de Cubría y Ariel Lijo, en ese orden, ni siquiera se dignaron, por la inconsistencia de la presentación del ex fiscal, a hacer lugar al levantamiento de la feria judicial. Y, particularmente, Canicoba Corral, juez de la causa AMIA, dijo que era una denuncia dictada por agentes de inteligencia. Finalmente, el juez Daniel Rafecas la desestimó totalmente por carecer de pruebas y objeto procesal. Pero el golpe más duro provino del exterior. Precisamente, de donde Nisman creyó que obtendría mayores respaldos. El ex titular de Interpol Ronald Noble lo ridiculizó, dirigiéndose directamente a su persona y diciéndole que mentía a sabiendas porque el gobierno argentino jamás había promovido el levantamiento de las alertas rojas. Por supuesto, Nisman fue inmediatamente endiosado y utilizado por algunos representantes de la oposición y de los medios hegemónicos, que a medida que pasaban los días y quedaba en evidencia que su denuncia se deshacía en el ridículo intentaron ponerle un respirador con una audiencia show convocada para el 19 de enero del 2015 en el Congreso Nacional. En ella, supuestamente, Nisman iba a revelar las pruebas de su “tremebunda” denuncia. Las autoras de esa maniobra fueron las entonces diputadas Patricia Bullrich y Laura Alonso y el medio hegemónico embarcado en el mismo objetivo, ya sabemos todos de cuál se trata. Este paso fue el segundo hecho fatal con el que tropezó Nisman, porque llegado el fin de semana previo al encuentro, el bloque del FpV logró que el mismo se transformara de secreto en público y, allí, Nisman entró en pánico. Por eso sus desesperadas llamadas en las horas previas a la audiencia a Stiuso y a otros agentes del servicio de inteligencia para que le proporcionaran las pruebas que no tenía. Cuando llegó a la conclusión de que ya no había héroe ni denuncia y de que, además, lo habían abandonado, no soportó la presión y la soledad. Y allí es donde comete el tercer error fatal: comunicarles a las diputadas que en esas condiciones no se iba a presentar en el Congreso. De ahí en más los aprietes se le hicieron insoportables. Por un lado, la diputada Bullrich le decía que si no asistía le asestaba un golpe mortal a la oposición que había jugado todas sus cartas a favor de la denuncia. Por el otro, los agentes de inteligencia, como fue el caso de Mazino, lo asustaban diciéndole que el FpV desnudaría todas sus debilidades y que iba a tener que dar cuenta de sus oscuros manejos respecto a los fondos que le habían sido asignados y sobre otras cuestiones. Efectivamente, en esas horas de soledad y abandono, Nisman advirtió que estaba entre la espada y la pared y que si no iba al Congreso quedaba en un ridículo absoluto y que si iba se conocería lo mismo que se conoció después de su muerte: la existencia de cuentas secretas donde le depositaban fuertes sumas de dinero algunos de los servicios extranjeros y locales, como así también fondos provenientes de extraños financistas. También imaginó que no iba a poder ocultar las propiedades que había adquirido en el exterior ni tampoco la parte del sueldo que se llevaba de algunos de sus empleados o la cantidad de infinitos viajes que hizo por el mundo con los dineros públicos que le habían asignado para investigar la muerte de 87 argentinos. Y ahí llega la cuarta y última decisión fatal: pedirle primero el arma a uno de sus custodios, y ante la negativa de éste, obtenerla de otro colaborador.

Los que indujeron el suicidio de Nisman, a un año de su muerte, quieren utilizarlo ahora para una espuria maniobra de desprestigio político, que según ellos, debería recaer sobre la ex Presidenta de la Nación para producirle un daño irreparable que, según entienden, no alcanzan a producirle las denuncias de supuesta corrupción.


Que Nisman descanse en paz pero que este siniestro entramado también deje vivir en paz al pueblo argentino.