La siguiente nota
de Yusuf Fernandez para el sitio informativo Al Manar en español resume
aspectos políticos de la situación en Siria en los últimos días, en particular
desde la intervención directa de fuerzas militares rusas en ese país. Hay
propaganda, claro, pero también información. Acá va:
Título:
Intervención rusa en Siria desbarata guerra sucia de EEUU
Texto: EEUU no ha
logrado, pese a todos sus intentos, desanimar a los rusos en lo que se refiere
al establecimiento de una fuerte presencia en Siria. Al inicio de la
intervención militar rusa en Siria, Washington lanzó acusaciones contra Moscú
en el sentido de que los rusos estaban atacando a los así llamados “rebeldes
moderados” sólo para reconocer recientemente, a través de la secretaria de Estado
adjunta Anne Patterson, que un gran número de estos últimos se había unido a Al
Qaida.
El ministro de
Exteriores ruso, Serguei Lavrov, respondió que sus ataques aéreos iban
dirigidos sólo contra los grupos terroristas y que estaba preparada para dialogar
con la oposición moderada y su organización, el llamado “Ejército Sirio Libre”,
pero pidió datos reales de dónde estaba grupo, si es que existía en la
práctica, y quiénes eran sus responsables, algo que Washington no supo o no
quiso responder. Los propios grupos terroristas se encargaron de responder
afirmando que el ESL no tenía ninguna influencia real en el campo de batalla y
que este grupo les vendía habitualmente las armas obtenidas de los
norteamericanos.
Un segundo ataque
propagandístico lanzado por EEUU contra Rusia fueron las afirmaciones
infundadas de que los aviones rusos estaban atacando a “civiles”. Tales
informaciones quedaron, sin embargo, desvirtuadas por carecer de toda
evidencia. En este contexto cabe ver la mentira relativa a los supuestos
ataques rusos a unos hospitales que sencillamente no han existido nunca. Peor
aún para Washington es el hecho de que estas informaciones han salido justo en
el mismo momento en que han aparecido los datos, esta vez sí probados, sobre el
reciente bombardeo estadounidense contra el Hospital de Kunduz, en Afganistán,
que apuntan a que dicho ataque no fue ningún error sino un hecho deliberado.
Mientras tanto,
EEUU y sus aliados -Arabia Saudí, Qatar y Turquía- continúan enviando grandes
cantidades de armas y suministros a los grupos terroristas en Siria e incluso
han aumentado esta ayuda en las pasadas semanas tras el inicio de las
operaciones rusas.
EEUU ha anunciado
también el envío de 50 miembros de sus fuerzas especiales a Siria para asesorar
y, en su caso combatir, al lado de los grupos a los que apoya “en contra del
EI”. Esta intervención, realizada sin la petición y aprobación de Siria, supone
también otra grosera violación del Derecho Internacional.
Otra tercera
maniobra de la propaganda estadounidense es intentar empequeñecer los éxitos
logrados por la campaña aérea de bombarderos de Rusia y las operaciones
terrestres de las fuerzas sirias, aunque no ha podido ignorar los
impresionantes avances sirios y de sus aliados en Alepo, donde más de 50
localidades han sido liberadas. Incluso el general Joseph Dunford se ha salido
de esta línea propagandística para reconocer que “el equilibrio de poder en
Siria se ha puesto ahora del lado de Bashar al Assad”. El periódico Los Angeles
Times hizo notar a este respecto que las declaraciones de Dunford contradecían
las declaraciones de la Casa Blanca de los pasados meses que hablaban de
“pérdidas significativas para las fuerzas de Assad”.
En realidad y más
allá de las declaraciones retóricas de apoyo a un proceso político, los
objetivos de Washington y sus cuatro aliados -Turquía, Arabia Saudí, Qatar y
Francia- no han variado. Ellos siguen librando una guerra sucia contra Siria y
su pueblo y están intentando ahora averiguar si unas negociaciones políticas
podrían llevarles a conseguir en la mesa de negociaciones lo que han fracasado
en lograr en el campo de batalla en los pasados cuatro años y medio: instalar
un régimen títere en Siria, similar a los que existen en la mayor parte del
mundo árabe, y controlar los recursos del pueblo sirio.
Moscú, por su
parte, es consciente de esta apuesta estadounidense -dirigida contra Siria,
pero también contra sus aliados, Rusia e Irán- y ha decidido incrementar el
número de ataques contra los grupos terroristas -agentes encubiertos o públicos
de la estrategia norteamericana- para incrementar la destrucción de sus
infraestructuras, centros de mando y depósitos de armas y municiones y para
prestar un apoyo táctico más efectivo a las operaciones de las fuerzas sirias y
de sus aliados.
Una responsable
estadounidense, Victoria Nuland, secretaria de Estado adjunta para temas de
Europa, ha señalado que la aviación rusa opera ya desde cuatro bases en Siria
-la base de Bassel al Assad en Latakia y las de Hama, Sharyat y Tiyas, éstas
tres últimas para el despliegue de helicópteros- y ha emplazado armas
antiaéreas y artillería de largo alcance junto a las instalaciones en las que
opera.
Rusia e Irán han
dejado claro además que el tema del gobierno en Siria es un tema que atañe a la
soberanía de ese país, en correspondencia con lo establecido por el Derecho
Internacional, y que sólo el pueblo sirio determinará su propio destino,
incluyendo la elección de su presidente. Ésta es también la posición del
gobierno de Siria expresada por su viceministro de Exteriores, Faisal Meqdad,
que ha dejado claro a los enemigos de Siria que no deben hacerse ilusiones ya
que no va a existir un proceso de transición política en Siria, sino
discusiones para un gobierno ampliado y reformas constitucionales.
El plan iraní
sobre unas elecciones en Siria no ha satisfecho tampoco a EEUU y sus aliados
porque éstos conocen perfectamente que Assad las ganaría fácilmente. Washington
es consciente de la impopularidad de la llamada “oposición moderada”. Esta
última, en especial la llamada “Coalición Nacional Siria”, está compuesta por
agentes y oportunistas carentes de cualquier apoyo real en la calle siria. Los
sirios no confían en ningún político al servicio de EEUU, que sido el principal
promotor de un conflicto que ha devastado Siria y ha costado más de 250.000
vidas en estos cuatro años y medio. También conocen que EEUU y sus aliados son
los patrocinadores de los terroristas más sanguinarios en Siria, en una
reminiscencia de lo que ocurrió en el pasado en otros lugares como Afganistán.
Siria, Rusia e
Irán tienen ahora una ventaja legal, moral, política y militar. Washington y
sus aliados continuarán e incrementarán probablemente su guerra sucia, pero su
derrota es segura y Siria no sólo saldrá victoriosa de esta confrontación, sino
que se ha convertido ya en un símbolo en lo que atañe a la lucha por la defensa
de la soberanía y los derechos de cada pueblo y nación.
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