MENA, acrónimo inglés de Middle East & North Africa
No sé si ustedes lo notan, pero asombra la velocidad con que se producen las novedades internacionales últimamente. El hecho de que la prensa corporativa occidental las ignore olímpicamente no hace más que acentuarlas. En esta nueva nota de
Thierry Meyssan para Red Voltaire se habla sobre la significación de la acción militar rusa en Siria. No se la pierdan:
Título: Moscú y
Washington se plantean refundar las relaciones internacionales
Epígrafe: Ante la
súbita crisis de fiebre anti-rusa de la prensa atlantista, Thierry Meyssan
interpreta la acción militar de Moscú en Siria como el primer paso de una
revisión total de las relaciones internacionales. Para este analista francés,
lo que hoy está en juego en Siria no es saber si Rusia salvará la República
Árabe Siria de los ataques yihadistas, sino comprobar si las fuerzas armadas
rusas podrán reemplazar parcialmente las tropas estadounidenses en la región
para garantizar allí la seguridad. Basándose en un documento interno del
Consejo de Seguridad. Thierry Meyssan afirma que Vladimir Putin y Barack Obama
están actuando de manera coordinada ante los halcones liberales y los
neoconservadores estadounidenses.
Texto: Durante
sus conversaciones en Nueva York, Barack Obama y Vladimir Putin decidieron
iniciar un proceso de paz para el norte de África y el Medio Oriente.
¿Cumplirán esa promesa?
En la ONU, Rusia
se apresura lentamente. Sus dirigentes están convencidos de que la CIA estimuló
los grupos terroristas islamistas desde los años 1950, grupos que hoy amenazan
no sólo la estabilidad regional sino incluso los intereses de los propios
Estados Unidos. Como ya explicó Vladimir Putin el año pasado, ante el Club de
Valdai, es por lo tanto conveniente que todos trabajen juntos en aras de
resolver el actual conflicto.
Pero los
dirigentes rusos también están convencidos de que Washington sólo escucha a sus
socios si estos son fuertes. Por eso el Parlamento ruso debatió y aprobó una
intervención militar contra los grupos terroristas que operan en Siria. Se
trata de la segunda intervención exterior de la Federación Rusa desde 1991 –la
primera fue la guerra de Osetia del Sur, en 2008. En cuanto se aprobó la
operación, los bombarderos rusos despegaron desde Latakia y destruyeron varias instalaciones
de al-Qaeda y del grupo Ahrar Al-Sham.
La selección de
los blancos tenía como objetivos simultáneos:
- obligar las
demás potencias a aclarar sus propias políticas con respecto a esos grupos
terroristas;
- enviar un
mensaje a Turquía, cuyos oficiales dirigen actualmente el grupo conocido como
Ahrar Al-Sham
- y demostrar que
el objetivo es liquidar absolutamente todos los grupos terroristas, sin
excepciones.
Esta intervención
es muestra de la voluntad rusa de asumir un papel en el Medio Oriente, no en
contra de Estados Unidos sino junto a esa potencia. Lejos de desafiar al
presidente Obama, Rusia intenta –por el contrario– prestarle la asistencia
militar de la que el inquilino de la Casa Blanca ha estado careciendo debido a
los enfrentamientos internos que hoy se registran en el Pentágono.
¿Quién apoya a
los grupos terroristas?
Se ha hecho
corriente el reconocer que los yihadistas que operan en Siria reciben armamento
y financiamiento de potencias extranjeras. Pero ningún Estado reconoce
públicamente su propia implicación en ese respaldo. Las reacciones ante la
operación rusa de policía antiterrorista en Siria han puesto de relieve las
contradicciones de muchos de los implicados.
Por ejemplo, el
ministro francés de Relaciones Exteriores, Laurent Fabius, declaró que:
«una coalición
[alrededor de Rusia] cuyas bases mismas impedirían toda unión de los sirios
contra los terroristas, alimentaria en realidad la propaganda de Daesh [el
Emirato Islámico] y reforzaría su poder de atracción».
Con esa
declaración, Fabius admite que el objetivo de Francia y de sus aliados en Siria
–Turquía y Arabia Saudita– no era luchar contra el Emirato Islámico sino contra
la visión rusa de las relaciones internacionales.
El presidente de
la Comisión del Senado estadounidense a cargo de las fuerzas armados, John
McCain, afirmó por su parte que Ahrar Al-Sham incluía elementos que habían
recibido entrenamiento y armamento de Estados Unidos. Por consiguiente, para
McCain, el ataque ruso contra esos terroristas es una agresión contra Estados
Unidos. Siguiendo esa misma lógica, McCain aconseja la entrega de misiles
tierra-aire a esos yihadistas para que puedan derribar los aviones rusos.
Un mensaje para
Turquía
Sabiendo que el
grupo Ahrar Al-Sham, antiguamente apadrinado por Kuwait, está hoy ampliamente
financiado por Turquía y dirigido por oficiales de ese país, es evidente que
los bombardeos rusos contra ese grupo constituyen una advertencia para el
presidente turco Recep Tayyip Erdogan.
Erdogan
primeramente tomó el lugar del príncipe saudita Bandar ben Sultan como
coordinador del terrorismo islámico internacional y posteriormente convirtió
Turquía en refugio de la Hermandad Musulmana, en lo cual sustituyó a Qatar. En
diciembre de 2014, Turquía firmaba un estratégico acuerdo de compra de gas a
Rusia, acuerdo que finalmente abandonó por presiones de Estados Unidos.
Simultáneamente, Turquía y Ucrania crearon una «Brigada Islámica Internacional»
para luchar contra la «ocupación rusa en Crimea». Así que las relaciones entre
Ankara y Moscú se tensaron súbitamente [1].
Durante una
estancia del presidente Erdogan en Moscú, el 23 de septiembre, en ocasión de la
inauguración de la mezquita más grande de Europa, el presidente ruso logró
convencerlo de que debía suavizar su discurso contra la República Árabe Siria,
pero no logró hacerlo renunciar a su política de agresión.
De regreso en su
país, el presidente Erdogan se limitó a declarar que la salida del presidente
sirio Assad ya no era una condición previa para la solución de la crisis siria.
Al estimar que eso no era suficiente, Rusia reconoció la lucha del PKK –partido
de los kurdos de Turquía–, dando a entender que Moscú podría respaldar al
partido kurdo contra el gobierno turco.
No habrá tregua
para ningún grupo terrorista
Con su decisión
de atacar a al-Qaeda y Ahrar Al-Sham, Rusia desplazó el debate de la aparente
unanimidad contra el Emirato Islámico hacia la cacofonía que caracteriza la
actitud hacia al-Qaeda. Aunque todo el mundo reconoce hoy en día que la
organización fundada por Osama ben Laden fue en sus orígenes una creación de
Estados Unidos, todos creen también –o simulan creer– que al-Qaeda acabó
volviéndose en contra de su creador y que incluso le infligió terribles daños el
11 de septiembre de 2001.
La realidad es
muy diferente ya que al-Qaeda actuó como aliado de la OTAN en el derrocamiento
de la Yamahirya y posterior asesinato del líder libio Muammar el-Kadhafi. Para
el entonces comandante del AfriCom, el general estadounidense Carter Ham, esa
verdad resultó tan chocante que prefirió abandonar sus funciones al frente de
la guerra contra Libia, funciones que pasaron a manos de la alianza atlántica.
En Siria, los
gobiernos de Francia y Turquía hicieron llegar municiones a al-Qaeda a través
del llamado Ejército Sirio Libre. Así lo demuestra un documento de este último
grupo armado [clasificado por Occidente como «oposición moderada»] entregado el
14 de julio de 2014 al Consejo de Seguridad de la ONU [2].
Y en este momento,
el general estadounidense David Petraeus, ex director de la CIA, y su socio
John McCain están llamando a respaldar a al-Qaeda en contra de la República
Árabe Siria.
El propio grupo
Ahrar Al-Sham fue creado en marzo de 2011, justo antes del inicio de los
incidentes en Siria, por varios miembros de la Hermandad Musulmana que habían
sido anteriormente cuadros de al-Qaeda. La existencia misma de Ahrar Al-Sham
demuestra que, contrariamente a las recientes palabras del presidente francés
Francois Hollande ante la Asamblea General de la ONU, el terrorismo en Siria ya
existía antes del inicio de la guerra y no es, por consiguiente una
consecuencia sino la causa del conflicto, como señala el presidente Assad.
En definitiva,
cualesquiera que sean las mentiras de la OTAN y las contradicciones que esas
mentiras engendran, los rusos no harán distinciones entre los diferente grupos
en función de los padrinos o financistas secretos de unos y otros sino que
bombardearán absolutamente todos los blancos vinculados a grupos terroristas
que aparecen en las listas de la ONU: al-Qaeda, el Frente al-Nusra y el Emirato
Islámico.
¿Quiénes se
oponen a la intervención rusa?
Desde el inicio
del despliegue ruso –y todavía no se ha debatido sobre un posible despliegue de
fuerzas terrestres de los países miembros de la Organización del Tratado de
Seguridad Colectiva (OTSC)–, se ha desatado una campaña mundial de
desinformación que acusa a Rusia
- de dirigir el
Ejército Árabe Sirio;
- de bombardear
poblaciones civiles «hostiles al régimen»
- y de estar
preparando una gran ofensiva junto a los Guardianes de la Revolución iraníes.
La propaganda de
guerra, que era la base y principal característica de la guerra de 4ª
generación coordinada por la OTAN desde febrero de 2011 hasta marzo de 2012,
había disminuido paulatinamente. Durante todo un año, habíamos estado oyendo
diariamente historias imaginarias sobre los supuestos crímenes del «régimen»,
pero ahora la propaganda de guerra se limitaba a algunos pequeños grupos –como
el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH)– pantalla londinense de la
Hermandad Musulmana convertida en la fuente preferida de los medios de prensa
atlantistas que, como cediendo a un imperioso impulso pavloviano, repiten sin
la menor reflexión las más descaradas mentiras.
En primer lugar,
para hacer creer que los militares sirios obedecían órdenes de oficiales rusos,
se utilizó un video del Ejército Árabe Sirio donde podían oírse voces que
hablaban en ruso. Pero la voz corresponde a una comunicación radial entre los
propios yihadistas. El periodista Yuri Artamonov reveló ese “error” de
interpretación después de estudiar detenidamente la banda sonora del video en
cuestión [3].
Luego vino una
verdadera oleada de imágenes y videos sobre las víctimas civiles de los
bombardeos rusos. Imágenes y videos divulgados durante el debate de los
parlamentarios rusos llamados a autorizar la intervención, o sea antes del
inicio de los bombardeos.
Y, para terminar,
también se presenta la presencia de combatientes iraníes en Siria como la
preparación de una gran contraofensiva del «régimen» y sus aliados contra los
«rebeldes». La realidad es que, después de la caída de Palmira, Estados Unidos
aceptó el envío de fuerzas iraníes a Siria, aunque el número de hombres
enviados no pasa de 5 000, cifra insuficiente para el inicio de una
contraofensiva en un territorio tan vasto. En cuanto a los rebeldes armados,
como ya hemos señalado anteriormente, todos están vinculados a al-Qaeda o al
Emirato Islámico.
Queda por
explicar quién está organizando esta campaña de propaganda y con qué objetivos.
La respuesta a esas interrogantes, que no parece evidente si pensamos
únicamente en el contexto sirio, aparece con claridad cuando situamos este
teatro de operaciones en el contexto de una refundación de las relaciones
internacionales.
La proposición
rusa al Consejo de Seguridad de la ONU
Rusia propuso que
el Consejo de Seguridad dedicara todo el mes de octubre a estudiar la manera
contra el terrorismo, pero no sólo en Siria sino en todo el conjunto del norte
de África y en todo el Medio Oriente [4].
Es évidente que
Moscú y Washington se han concertado para aplicar ahora el acuerdo que habían
concluido anteriormente –en 2012–, el mismo acuerdo que la señora Clinton, los
generales Petraeus y Allen, el “diplomático” Feltman, el presidente francés
Hollande y su ministro de Relaciones Exteriores Fabius tanto se esforzaron por
sabotear. En ese acuerdo Washington y Moscú se reparten las responsabilidades
en el mundo árabe. Pero Rusia no tiene intenciones de tratar de caminar sobre
arenas movedizas y está llamando, en primer lugar, a tratar de sanear el
terreno.
Hay que recordar
aquí el elemento fundamental de ese acuerdo: Estados Unidos podrá retirar parte
de sus tropas estacionadas en el Medio Oriente cuando Rusia garantice la
seguridad de Israel [5].
Como condición
para aceptar esa nueva repartición del mundo, Rusia plantea el paso de un
sistema imperialista, como el de Yalta, a un nuevo sistema basado en el derecho
internacional en general y, en particular, en la Carta de la ONU. De entrada,
Rusia condena
«la injerencia en
los asuntos internos de los Estados soberanos, el uso de la fuerza sin
autorización del Consejo de Seguridad y la entrega de armas a actores no
estatales extremistas».
Que nadie se
equivoque. Esta solución requiere que se apliquen las resoluciones del Consejo
de Seguridad de la ONU, incluyendo las que tienen que ver con Israel, así como
la aplicación de la Iniciativa Árabe de Paz y del Plan de Acción Global Común
sobre el programa nuclear iraní, la creación de mecanismos de control sobre el
respeto de todos esos textos por parte de los Estados y, para terminar, una
lucha global contra la ideología de la Hermandad Musulmana.
Elementos
fundamentales:
- A pesar de las
graves divergencias que existen entre ellos (despliegue del escudo antimisiles,
derrocamiento del régimen en Ucrania, intento de juzgar a Vladimir Putin en un
tribunal internacional), el Kremlin estima que puede ayudar a que la
administración Obama compruebe la ineficacia de la política estadounidense y a
que regrese al derecho internacional.
- Sólo bajo esa
condición Rusia estaría dispuesta a compartir con Estados Unidos la
responsabilidad de garantizar la seguridad en el norte de África y en el Medio
Oriente, lo cual incluiría la seguridad de Israel.
- Los bombardeos
rusos en Siria no están dirigidos contra los aliados de Estados Unidos. En
realidad constituyen una ayuda militar para el presidente Obama, quien –desde
hace un año– no logra hacerse obedecerse por la coalición que supuestamente
debía operar contra el Emirato Islámico.
- Rusia espera
llevar a Estados Unidos a una conferencia regional de paz que concretaría la
aplicación de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU –incluyendo
la retirada de Israel hacia las fronteras de 1967–, así como la aplicación de
la Iniciativa Árabe de Paz y del Plan de Acción Global Común sobre el programa
nuclear iraní.
- Para derrotar
el terrorismo islámico habría que combatir el factor que provocó su
surgimiento: la ideología materialista de la Hermandad Musulmana.
Notas:
[1] «Hacia el fin
del sistema Erdogan», «Ucrania y Turquía han creado una brigada islámica
internacional contra Rusia», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 15 de junio y
15 de agosto de 2015.
[2] «Resolución
2165 y debates (ayuda humanitaria en Siria)», Red Voltaire, 14 de julio de
2014.
[3] “Are there
Russian troops in Syria?”, Yuri Artamonov, 5 de septiembre de 2015.
[4] Lectura muy
importante: «Proposición rusa de un debate sobre el terrorismo en el Consejo de
Seguridad de la ONU», Red Voltaire, 1º de octubre de 2015.
[5] «¿Obama y
Putin van a repartirse el Medio Oriente?», por Thierry Meyssan, ?dnako (Rusia),
Red Voltaire, 24 de febrero de 2013.
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