El Imperio te
seduce; si no puede, te persuade; si no puede, te compra; si no puede, te hace un golpe de estado bajo la forma de una “revolución de color”. Si a pesar de todo esto no puede, te termina matando. Nada
que uno no sepa ya, pero está bueno recordarlo cada tanto. Leemos en Russia
Today en español:
Título:
WikiLeaks: La estrategia de EE.UU. para Sudamérica contempla "golpes de
Estado o magnicidios"
Epígrafe: La
estrategia de la política exterior de EE.UU. incluye un plan detallado para
derrocar los Gobiernos electos de los países latinoamericanos que se oponen al
establecimiento de regímenes neoliberales en Sudamérica. Lo revelan los
documentos de WikiLeaks estudiados por Alexander Main y Dan Beeton, del Centro
para la Investigación Económica y Política, con sede en Washington.
Texto: El verano pasado
el mundo vio como Grecia trataba de oponerse al dictado de las instituciones
internacionales que obligaban al país a aceptar un paquete de nuevas medidas de
austeridad. El endeudado Estado griego no pudo negarse a cumplir las órdenes de
la Troika de acreedores. Después del referéndum convocado por el Gobierno de
Alexis Tsipras, el Banco Central Europeo privó a la economía griega de
liquidez, lo que intensificó la recesión y convirtió en una farsa el resultado
del voto popular, según la página oficial del centro.
Una batalla
similar por la independencia de las naciones se ha estado llevando a cabo en
Sudamérica durante los últimos 15 años. A pesar de que Washington ha estado
tratando de destruir la 'disidencia estatal' en varios países utilizando las
mismas técnicas empleadas contra Atenas, la fortaleza de Latinoamérica soportó
la presión. Esta batalla épica llevada a cabo principalmente a escondidas de
los ojos de los ciudadanos fue reconstruida a través del archivo de documentos
del Departamento de Estado de EE.UU. filtrado por WikiLeaks. Alexander Main y
Dan Beeton ofrecen una interesante reconstrucción de estos acontecimientos en
su libro: 'WikiLeaks: el mundo según el Imperio estadounidense'.
Los autores
argumentan que el neoliberalismo se impuso en América Latina antes de que
Berlín y Bruselas humillaran a la democracia en Grecia. A través de la coacción
ejercida por los 'Chicago Boys' [jóvenes economistas latinoamericanos que
regresan a sus países después de estudiar en EE.UU.], Washington logró difundir
en Sudamérica la austeridad fiscal, la desregulación, el "libre
comercio", la privatización y la destrucción del sector público desde
mediados de 1980. El resultado fue similar a lo que se vio en Grecia: el
estancamiento del crecimiento, el aumento de la pobreza, el deterioro de las
condiciones de vida de millones de personas y una serie de nuevas oportunidades
para los inversores internacionales y corporaciones multinacionales. Pero
entonces los candidatos contra el régimen neocolonial comenzaron a ganar las
elecciones y a ofrecer resistencia a la política exterior de EE.UU., poniendo
en práctica sus promesas electorales de redistribución social y reducción de la
pobreza.
De 1999 a 2008,
estos candidatos ganaron las elecciones en Venezuela, Brasil, Argentina,
Uruguay, Bolivia, Honduras, Ecuador, Nicaragua y Paraguay. Gran parte de los
esfuerzos del Gobierno norteamericano para subvertir el orden democrático de
estos países y volver a imponer el régimen neoliberal son ahora de dominio público
gracias a las filtraciones de WikiLeaks que revelaron la verdad sobre la
presidencia de George W. Bush y del comienzo de la presidencia de Obama.
Washington prestó apoyo estratégico y material a los grupos de la oposición,
algunos de los cuales eran antidemocráticos y violentos. Los cables también
revelan la naturaleza de los emisarios ideológicos estadounidenses de la Guerra
Fría que actualmente elaboran estrategias neocoloniales para Sudamérica. Los
autores del libro afirman también que los medios de comunicación corporativos
son parte de la estrategia expansionista.
El caso
emblemático de Evo Morales en Bolivia
A finales de
2005, Evo Morales ganó las elecciones presidenciales con la promesa de reformar
la Constitución, garantizar los derechos de los indígenas y luchar contra la
pobreza y el neoliberalismo. El 3 de enero de 2006, dos días después de su
juramento, el nuevo presidente recibió al embajador estadounidense, David N.
Greenlee, que le explicó la visión que la Casa Blanca tenía del futuro de
Bolivia. La asistencia multilateral a Bolivia, según el embajador, dependía del
"buen comportamiento" del Gobierno de Morales. "[El embajador]
ha subrayado la importancia crucial de las contribuciones de EE.UU. a las
instituciones financieras internacional claves como el Banco de Desarrollo
Internacional (BID), el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional
(FMI)", de los que dependía la supervivencia de Bolivia. "Cuando
piense en el BID debería pensar en EE.UU.", dijo el embajador. "Esto
no es un chantaje, es la simple realidad", recalcó.
Sin embargo,
Morales, según los cables, mantuvo sus promesas electorales en materia de
regulación de los mercados laborales, la nacionalización de los hidrocarburos y
la cooperación con Hugo Chávez. En respuesta a estas acciones de Morales,
Greenlee sugirió un "menú de opciones" para tratar de obligar a
Bolivia a doblegarse a la voluntad del Gobierno de EE.UU. Algunas de estas
medidas eran: vetar todos los préstamos multilaterales en dólares, posponer el
plan de alivio de la deuda multilateral, desalentar la financiación de la
Corporación del Desafío del Milenio (que pretende acabar con la pobreza
extrema) y cortar el "apoyo material" a las fuerzas de seguridad
bolivianas.
Pocas semanas
después de asumir el cargo, Morales anunció la revocación del contrato de
préstamo con el FMI. Años más tarde, Morales aconsejó a Grecia y otros países
europeos endeudados a seguir el ejemplo de Bolivia y "liberarse
económicamente del dictado del Fondo Monetario Internacional". El
Departamento de Estado norteamericano reaccionó financiando a la oposición
boliviana. Las fuerzas políticas opositoras de la región de la Media Luna
comenzaron a recibir más ayuda. Según un correo datado en abril de 2007, la
Cancillería de EE.UU. consideraba que la Agencia de Estados Unidos para el
Desarrollo Internacional (USAID) "debe fortalecer a los Gobiernos
regionales como contrapeso al Gobierno central".
El informe de
2007 de la USAID menciona unas 101 subvenciones por un total de 4.066.131
dólares "para ayudar a los Gobiernos departamentales a operar más
estratégicamente. El dinero de la Casa Blanca también fue destinado a los
grupos indígenas locales que estaban "en contra de la visión de Evo
Morales de las comunidades indígenas". Un año más tarde, los departamentos
de la Media Luna estaban en abierta rebelión contra el Gobierno de Morales y
llamaban a un referéndum sobre la autonomía en el trasfondo de las protestas
violentas que acabaron con la vida de al menos veinte partidarios del Gobierno.
Este intento de
golpe de Estado fracasó bajo la presión del conjunto de presidentes de América
del Sur, que emitieron una declaración conjunta de apoyo al Gobierno
constitucional de Bolivia. Pero EE.UU. no se dio por vencido y siguió
manteniendo comunicación constante con los líderes del movimiento separatista
de la oposición. Según Alexander Main y Dan Beeton, contrariamente a su postura
oficial durante los acontecimientos de agosto y septiembre de 2008, el
Departamento de Estado de EE.UU. tomó en serio la posibilidad de un golpe de
Estado en Bolivia o del asesinato del presidente Evo Morales. "[El Comité
de Acción de Emergencia] junto [al Comando Sur de EE.UU.] desarrolla un plan de
respuesta inmediata en caso de una emergencia repentina, como un intento de
golpe de Estado o la muerte del presidente Morales", dice el correo de la
Embajada de EE.UU. en La Paz.
'Promoción de la
democracia'
Algunos de los
métodos de injerencia implementados en Bolivia se aplicaron también
posteriormente en otros países con Gobiernos o fuertes movimientos de
izquierda. Por ejemplo, después de la vuelta al poder de los sandinistas en
Nicaragua en 2007, la Embajada de EE.UU. en Managua lanzó un programa de apoyo
intensivo al partido derechista de la oposición, Alianza Liberal Nicaragüense
(ALN).
'Amenaza
bolivariana'
Durante la Guerra
Fría, la supuesta amenaza de la Unión Soviética y la expansión del comunismo
cubano sirvieron para justificar un sinnúmero de intervenciones políticas de
EE.UU. con el objetivo de eliminar Gobiernos de izquierda e implantar regímenes
militares de derechas. Del mismo modo, las filtraciones de WikiLeaks muestran
cómo en la década de 2000 el fantasma del "bolivarianismo" venezolano
fue utilizado para justificar la injerencia en asuntos de Gobiernos encabezados
por líderes antineoliberales. De esa manera, Washington se dedicó a librar una
lucha escondida con el Gobierno boliviano, "que había caído abiertamente
en brazos de Venezuela" y el Gobierno de Ecuador, que realizaba la función
de "portavoz de Chávez".
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