Las palabras de Vladimir Putin en la 70° Asamblea General de las Naciones Unidas comienzan a encontrar eco y resonancia. Por ahora en las minorías intensas anti-imperialistas, aunque no habría que descartar que la ola se generalice, y que incluso los europeos logren despertarse un día de estos. Ya lo veremos en los titulares de la prensa corporativa: "Ahora dicen que el Estado Islámico es malo", o algo así. No desesperen. En fin. Lo que sigue es de alguien claramente alternativo: Thierry Meyssan
para Red Voltaire, haciendo un llamado a Occidente.
Título: Unámonos
contra el proyecto de al-Qaeda y el Emirato Islámico
Texto: El
conflicto que enluta Siria no es una guerra civil entre comunidades sino una
guerra entre dos proyectos de sociedad. De un lado se yergue una Siria moderna
y laica, una Siria que respeta la diversidad étnica, religiosa y política.
Frente a ella se levanta la ideología de la Hermandad Musulmana, que desde su
creación –en 1928– planea restablecer el califato otomano mediante la yihad.
La Hermandad
Musulmana dice querer defender y difundir el islam. Pero su interpretación del
Corán excluye toda experiencia espiritual de Alá y lo reduce a un simple manual
jurídico. Los miembros de la Hermandad Musulmana predican una religión sin
Dios.
A partir de 1954,
aunque los miembros de la Hermandad Musulmana ya habían asesinado a dos
primeros ministros egipcios, la CIA decidió utilizarlos para desestabilizar la
Unión Soviética y combatir a la vez los movimientos nacionalistas árabes. Siria
tuvo que enfrentar entonces una sangrienta serie de atentados (entre 1978 y
1982), hasta que la rama militar de la Hermandad Musulmana fue derrotada, en
Hama.
En 1979, las
potencias occidentales decidieron utilizar la Hermandad Musulmana, con ayuda de
Arabia Saudita y bajo las órdenes de Osama ben Laden, para luchar contra el
gobierno comunista de Afganistán. Durante la guerra fría y posteriormente, los
hombres de ben Laden fueron utilizados como fuerzas paramilitares, primeramente
en la antigua Yugoslavia (en Bosnia-Herzegovina y Serbia) y luego en el Cáucaso
ruso (Chechenia).
En 2005, Qatar
asumió el papel que hasta entonces habían ejercido los sauditas. Bajo este
nuevo patrocinio, los miembros de la Hermandad Musulmana lograron convencer a
algunos de nuestros gobiernos de que habían cambiado y de que se habían vuelto
capaces de ejercer el poder. El general estadounidense David Petraeus, en
contra de la opinión de la Casa Blanca, respaldó la «primavera árabe».
Seducidos al principio, tunecinos, egipcios, libios y sirios pronto se
levantaron contra la Hermandad Musulmana.
En 2012, la Casa
Blanca, ya irritada, exigió la abdicación del emir de Qatar y se deshizo del
general Petraeus. La Hermandad Musulmana recurrió entonces a la protección del
entonces primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan.
La decisión de
Daesh de proclamar un califato, a pesar de la oposición de al-Qaeda, que
estimaba que todavía no había llegado el momento de hacerlo, fue un paso más.
Poco a poco, la multitud de grupúsculos fanáticos, inspirados en la Hermandad
Musulmana, que aparecen en África y Asia se unen al sable manchado de sangre
del «califa». El terrorismo va evolucionando. Después de los asesinatos
políticos, después de las operaciones paramilitares, la Hermandad Musulmana procede
a una “limpieza” ideológica a gran escala, depurando la comunidad sunnita y
masacrando a todas las demás, para reinar finalmente sólo sobre un vasto
cementerio. Los miembros de la Hermandad Musulmana no esconden su ambición de
derrocar, uno a uno, todos los regímenes árabes y de atacarnos en nuestros
países.
Tenemos que hacer
un balance de la acción de la cofradía y revisar nuestros a priori basados en
las mentiras de esta alianza desafortunada.
Ante la
ininterrumpida oleada de yihadistas provenientes del mundo entero, e incluso de
nuestros propios países, los sirios han optado por salvar al Pueblo antes que
defender su tierra. Hasta este momento, 12 000 sirios se han visto obligados a
huir de los combates, 4 millones se han refugiado en los países vecinos
mientras que 8 millones han encontrado protección en los territorios
controlados y administrados por la República Árabe Siria. De los 19 millones de
habitantes que se mantienen en Siria, cerca de 500 000 se hallan bajo el yugo
de los yihadistas, repartidos en un inmenso territorio.
Desde la época
del «Emirato Islámico de Baba Amro», en 2012, en todas las zonas ocupadas por
los grupos armados, incluyendo entre ellos al llamado «Ejército Sirio Libre»,
calificado en Occidente de «oposición legítima», las escuelas que no se han
salvado de ser quemadas han sido cerradas, se han prohibido las bebidas
alcohólicas, las mujeres no pueden salir de sus casas sin cubrirse el cabello,
sólo pueden salir a la calle acompañadas de un hombre miembro de su familia y
se ha legalizado la poligamia. En todas partes, incluyendo los países de
aliados a los que calificamos de «democráticos», se ha abrogado el derecho al
voto, nuestro patrimonio común ha sido destruido, se defenestra a los
homosexuales y se reinstaura la esclavitud. Los yihadistas se llevan como botín
de guerra a las mujeres que les agradan y abusan de ellas. Los niños son
enrolados a la fuerza para convertirlos en soldados, en kamikazes o en
verdugos.
Siria es una
República, o sea su gobierno está al servicio del Interés General, bajo el
control del sufragio universal. Prueba de ello son la participación masiva de
su pueblo en las elecciones y el aval que los diplomáticos presentes en Damasco
concedieron a esas consultas, aunque nuestros gobiernos se hayan opuesto a esas
elecciones, llegando incluso a negarse a verificarlas. Desde la firma del
Comunicado de Ginebra, en 2012, el gobierno sirio viene aplicando
escrupulosamente las recomendaciones de ese documento y el país se dirige paso
a paso hacia la Democracia.
Pero seguimos
dejándonos engañar por la propaganda de guerra de nuestros aliados, como la que
proviene del llamado «Observatorio Sirio de los Derechos Humanos» (OSDH), una
pantalla londinense de la Hermandad Musulmana, o del «Consejo Nacional»,
asamblea no electa y controlada por los miembros de la cofradía. Así que
seguimos acusando a los dirigentes sirios de ser una dictadura, de utilizar
armas químicas o de haber matado bajo la tortura a más de 11 000 de sus
conciudadanos. Y seguimos haciéndolo a pesar de que ya no estamos tan seguros
de tales acusaciones: desde que se firmó el acuerdo 5+1 con Irán, la coalición
encabezaba por Estados Unidos ha ayudado a los sirios en la defensa de la
ciudad de Hassake.
El odio de
nuestros gobiernos hacia Siria se basa en un malentendido. Nos han convencido
de que los sirios querían acabar con el Pueblo israelí. Pero no es cierto. Los
sirios son un pueblo pacífico. Lo único que reclaman, de conformidad con las
resoluciones de la ONU sobre la cuestión, es la devolución de las alturas del
Golán ilegalmente ocupadas. El presidente Bill Clinton organizó en el pasado
negociaciones en ese sentido, negociaciones que fracasaron únicamente a causa
de la parte israelí, como señala en sus memorias el hoy ex presidente estadounidense.
Los sirios esperan retomarlas y concluirlas.
Al respaldar a la
Hermandad Musulmana hemos abierto las puertas del infierno. Ayudemos los sirios
y los iraquíes a volver a cerrarlas. Unámonos al llamado del presidente Putin.
Pongamos fin a la barbarie, salvemos la civilización y restauremos la paz.
¿Viste la entrevista que le hizo periódico 'Rossiskaya Gazeta' al francés Ivan Blot que menciona RT?
ResponderEliminarTe transcribo una parte de su declaración traducida por RT:
"El politólogo también ha expresado que, según su opinión, el presidente de Rusia, a diferencia de sus colegas estadounidenses, tiene una gran ventaja, ya que puede formar su propia política exterior, sin ningún tipo de presión exterior, algo que no se puede decir acerca de Barack Obama. "Él está constantemente bajo la presión de la comunidad financiera, el complejo militar-industrial. Todo esto afecta el comportamiento del presidente de EE.UU. en la arena internacional y no para lo mejor", explica. De acuerdo con Blot, el líder estadounidense tiene grandes dificultades con la implementación de su línea de actuación porque depende de las personas que lo llevaron al poder, en este caso de las oligarquías: la financiera, la industrial y la militar."
A esto exactamente me refería yo en diversos comentarios en distintos posteos tuyos cuando planteaba que no hay simetría entre Rusia y USA, porque uno es un país mucho más soberano que el otro.
Y, ahora, estamos viviendo un momento, a nivel internacional, de mayor predominio e influencia del país que es más soberano, en este caso Rusia.
Esto genera toda una serie de problemas, cuestiones y particularidades muy delicadas en la coyuntura global actual puesto que la intervención -a partir de una posición soberana- de Rusia en Siria se da en el contexto de intereses imperiales que infestan y pululan la zona.
Estamos asistiendo, en un teatro de operaciones (Siria) muy reducido, a la confrontación geopolítica y militar entre un Estado Nacional a predominio soberano como es Rusia y las diversas expresiones y manifestaciones (Al Nusra, Al Qaeda, "Estado Islámico") de la geopolítica imperial del círculo angloamericano y la OTAN (USA, GB, Turquía, Sauditas, etc.).
Se trata de una guerra "asimétrica" en el sentido de que una fuerza (Rusia) representa las pretensiones soberanas de los pueblos de los países y la otra fuerza las pretensiones de las combinaciones oligárquicas del imperio (establishment a predominio angloamericano) y sus diversas manifestaciones en el terreno.
Por eso al Imperio no le queda otra, para restablecer la simetría, que haya cambios de régimen en los países que lograron significativas cuotas de poder soberano (la demonización de Putin desde hace años responde, entre otras cosas, a esto), a fin de volverlos al estado que ellos consideran normal: que es, estrictamente, el Estado a predominio oligárquico como objeto del Imperio global y no el Estado a predominio Nacional como objeto de las clases populares.
También, la intervención rusa en Siria representa una suerte de “flanqueo” estratégico a las fuerzas imperiales en el sentido de que estas esperaban que esa intervención se diera en Ucrania y no en Siria, lo que, si ése hubiera sido el caso, hubiera favorecido las intenciones imperiales y no a los intereses soberanos de los rusos.
Por eso dije algunas veces que es una suerte para la humanidad hoy que haya un presidente como Putin en Rusia puesto que no pisa el palito que le hace el juego al Imperio y evita, de esa forma, entrar en el proceso detonador de la guerra mundial.
Con otro presidente sin las facultades intelectuales, conciencia histórica y habilidades estratégicas que tiene Putin, ya estaríamos hace rato en medio de una guerra general.
Completamente de acuerdo. Cordiales saludos,
ResponderEliminarAstroboy
Las mujeres abusadas, los niños reclutados ¿y los hombres? Simplemente asesinados, pero no importa siquiera mencionarlos porque son hombres y la muerte de los hombres no escandaliza a nadie.
ResponderEliminar¿POTUS? Puesto Menor, diría Charles Foster Kane
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