jueves, 5 de abril de 2018

Brasil en la encrucijada


Lo besan, lo abrazan, lo tocan, lloran, se desesperan, se ríen y gritan como descosidos. A Lula lo quieren, chicos. Los sin dientes, los sin tierra, los mulatos, los té con leche, los pobres, los progres, los que llegaron a comer tres veces por día, los que no pero casi... Del otro lado, los jueces, los medios, los banqueros, los coroneles, los operadores externos, los magnates y los dueños de la tierra. Así de sencillo, así de dramático. Nos preguntamos en qué tipo de eventos devendrá la farsa judicial y política brasileña. Las dos notas que siguen son del diario Página/12 de hoy. La extraordinaria foto de arriba también:


Título: Las opciones y los plazos de Lula

Texto: Luiz Inácio Lula da Silva tiene hasta el próximo martes 10 de abril para presentar una apelación ante el tribunal de Porto Alegre que lo condenó a 12 años y un mes de prisión. Hasta esa fecha no sería detenido. Su candidatura presidencial puede ser ratificada hasta el 15 de agosto, pero dependerá de la habilitación de la justicia electoral.

El Supremo Tribunal Federal (STF) rechazó anoche por seis votos contra cinco el habeas corpus interpuesto por el ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, con lo que habilitó su encarcelamiento tras ser condenado en dos instancias. No obstante, el líder del Partido de los Trabajadores (PT) aún puede agotar los recursos ante el tribunal de segunda instancia, el Tribunal Regional Federal (TRF-4), que en enero ratificó su condena y hasta aumentó su pena. Su defensa puede presentar lo que en Brasil se denomina "el embargo de los embargos".

El mismo tribunal de Porto Alegre rechazó un recurso previo similar en marzo, ratificando la sentencia dictada por el juez Sérgio Moro, que condenó a Lula por supuestamente recibiró un departamento de lujo en Guarujá, litoral de San Pablo, de parte de la constructora OAS. Durante el juicio no pudo demostrarse que el ex mandatario haya tenido posesión de ese inmueble ni que haya pasado ahí siquiera unas horas.

Si el TRF-4 se mantiene en la misma línea, Moro, cabeza visible de la Operación Lava Jato y enemigo político de Lula, firmará la orden de detención. Es probable que el ex mandatario presente nuevos recursos ante tribunales superiores, pero todo indica que deberá hacerlo desde la cárcel.

Las alternativas que rodean a la detención y encarcelamiento de Lula están bajo la lupa electoral, debido que el líder petista es favorito en las encuestas para las presidenciales del 7 de octubre. De hecho, su partido lo ratificó anoche como su postulante tras el fallo del STF.  Lula puede presentarse como candidato hasta el 15 de agosto ante la justicia electoral, pero será ese fuero el que resuelva si lo habilita a competir, ya que la ley denominada de Ficha Limpia inhibe las candidaturas de los condenados en segunda instancia.

Las opciones de Lula para evitar la cárcel:

Luego del rechazo del STF al habeas corpus preventivo, que trataba de evitar su encarcelamiento, Lula, una vez detenido, podrá presentar otro recurso similar con nuevos argumentos. "Siempre que presentes un argumento diferente, puedes pedir un habeas corpus por semana", explicó a la cadena de noticias británica BBC el profesor de derecho de la Universidad de San Pablo Rafael Mafei.                                                                                                                   
Otra posibilidad que posee Lula para evitar la cárcel es solicitar la prisión domiciliaria, que en Brasil depende de una decisión judicial particular, a diferencia de la Argentina, donde está contemplada para los mayores de 70 años en la ley 24.660. La semana pasada, el diputado federal Paulo Maluf consiguió, por medio de un habeas corpus, una orden judicial para ser transferido del complejo penitenciario de Papuda, en Brasilia, a su residencia en San Pablo.   
                                                                                                                                                  
El ex mandatario también puede recurrir la sentencia que lo envía a prisión ante los tribunales superiores, el Supremo Tribunal de Justicia (STJ) y el mismo STF, quienes no pueden analizar las pruebas a favor o en contra del ex mandatario, una etapa agotada en la segunda instancia, pero podrían discutir si el proceso en su contra se condujo dentro de la legalidad. El STJ puede analizar si se respetaron las leyes federales o si las pruebas fueron recabadas correctamente, mientras que el STF puede evaluar si se respetaron o no los principios constitucionales, pero ambos tribunales ya no debatirían si Lula es efectivamente el dueño o no del tríplex de Guarujá. Estos debates podrían derivar en la libertad de Lula, pero su tramitación suele demorar meses o años.                                                                                                                                                                      
El ex presidente también podría verse beneficiado si el STF modifica su doctrina y su posición de fondo de habilitar la prisión para condenas en segunda instancia para todos los presos del país. La Corte no siempre interpretó de la misma forma la Constitución Federal, cuyo texto establece que nadie puede ser considerado culpable mientras no haya agotado todos los recursos tribunalicios en las tres instancias judiciales.


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La nota que sigue es de Emir Sader, también para Página/12:


Título: Sin crimen ni pruebas ni hábeas corpus

Texto: En los últimos días la derecha brasileña había entrado en un estado de desesperación. Después de imponer en la agenda política la posibilidad de la prisión de Lula, descontando una decisión que creían segura del Supremo Tribunal Federal de Brasil, sus sueños habían empezado a debilitarse. Un conteo preliminar de los votos del tribunal parecía favorecer a Lula, sugiriendo un quiebra del consenso de Curitiba que se había impuesto hasta ese momento. Un consenso jurídicamente absurdo, de condena sin crimen ni pruebas, configurando claramente una persecución política, basada en el lawfare –el uso unilateral de leyes para la perseguir a adversarios políticos–. Nadie tiene dudas de que el juez Sergio Moro es un adversario político feroz de Lula, que le ha negado todo tipo de recursos, que lo trata de forma racista y discriminatorio, que frecuenta, de forma amigable, a fiestas con dirigentes de los partidos de derecha, ninguno de los cuales ha sido tan siquiera acusado por el juez y sus colegas.

El clima era de gran expectativa. Una Revista semanal de la derecha advertía que si Lula recibía el hábeas corpus se terminaba el caso Lava Jato, confesando que ese operativo anticorrupción dependía de la violación de la Constitución que dice expresamente que la prisión de un acusado solo se daría una vez concluidos todos los recursos. Pasa que el mismo STF, involucrado en el clima de arbitrariedades que la Lava Jato había impuesto al país, había decidido, en varios casos, por la prisión antes que se agotaran todos los recursos. Pero, rompiendo con esa práctica, había anticipado que, en el caso de Lula, volvería a hacer valer el precepto constitucional, concediendo el hábeas corpus. 

En los días previos a la sesión de ayer los medios habían usado todos sus recursos para intentar crear un clima de presión sobre el STF, desde el anuncio de movilizaciones de docenas de personas como si fueran miles, hasta publicar editoriales exigiendo la prisión de Lula. Quedó claro que solo por la vía judicial pueden impedir que Lula vuelva a ser presidente de Brasil.

Como elemento nuevo, oficiales de las FF.AA. pasaron a manifestarse abiertamente en favor de la prisión de Lula. Hasta el mismísimo comandante en jefe del Ejercito se sumó al coro, diciendo que la institución no aceptaría que la Justicia sea tolerante con la corrupción. Sus dicho representan la repolitización de las FF.AA., que se han otorgado una amnistía, al final de la dictadura, que representa precisamente la tolerancia total con todos los crímenes que los militares han cometido en los as de 20 anos de dictadura. “Intolerancia con la corrupción” debería significar la anulación esa amnistía y el pasar a juzgar a todos los crímenes de la dictadura. Pero ahora es solo una frase que se sumar a la persecución política de Lula y nada más.

Las reacciones negativas han venido de varios lados, incluso de la red Globo. En una editorial, ese medio criticó al comandante en jefe de la Fuerza Aérea y de otros sectores formadores de la opinión pública por aceptar la impunidad respecto a políticos de derecha, como Michel Temer y Aecio Neves, entre otros, mientras que, súbitamente, muestran preocupación por el caso de Lula.

El clima ha vuelto a ser tenso en Brasil y en todo el país, fomentado por los medios, en particular por la red Globo, que actuó como si se estuviera en las vísperas del golpe de 1964, cerrando su principal noticiero con la amenaza del golpista del comandante en jefe del Ejército - antes de decir lo contrario al día siguiente.

En ese clima el STF falló en contra de Lula. Caben todavía recursos y, aun siendo rechazados, como se espera, queda la decisión política en manos de Sergio Moro, de definir si decreta la prisión de Lula. Lo cual produciría una inmensa conmoción, por ser el único líder político nacional en Brasil, por tener 40 por ciento de apoyo en las encuestas, como lo han confirmado sus Caravanas por todo el país.

Una fantástica farsa jurídica alrededor de un departamento que nunca fue de Lula, que acaba de ir a subasta, con lo recaudado para la  empresa que es la real propietaria del inmueble. con eso se generó un proceso absurdo, sin pruebas, con una condena en base a las “convicciones” de quienes lo tratan como enemigo político. 

Si Lula fuese preso se entraría en un período todavía más turbulento de la vida política brasileña. De ahí a que, a lo mejor, no se atrevan, pero mantengan lo que más le importa a la derecha brasileña: tratar de impedir que Lula sea candidato a la presidencia del país.



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