viernes, 3 de agosto de 2018

Movida


Nueva movida del Papa Francisco, esta vez en contra de la pena de muerte. El destinatario final parece ser el Imperio, uno de los principales impulsores de esta pena a escala global. Veremos qué pasa con las comunidades cristianas de ese país. La nota que sigue es de Lorena Pacho para el diario español El País:



Título: El Papa cambia el Catecismo para declarar “inadmisible” la pena de muerte

Subtítulo: El Vaticano considera que este castigo "atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona"

Texto: El papa Francisco ha modificado el Catecismo católico para declarar "inadmisible" la pena de muerte y para señalar el compromiso de la Iglesia con la supresión de esta condena en todo el mundo. La Santa Sede informó este jueves en un comunicado de que bajo orden del Pontífice se ha reformado el artículo de este documento, en el que se recogen las bases del catolicismo, que hacía referencia a esta cuestión. En la versión antigua, no se excluía el uso de la pena capital, aunque solo bajo ciertas premisas y si fuera "el único camino posible". Con este cambio la Iglesia erradica de su doctrina la legitimación de la pena de muerte.

 En el nuevo texto se refleja que "la Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona, y se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo".

El prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Luis Ladaria Ferrer, presentó las modificaciones con una carta dirigida a todos los obispos del mundo. En ella explica que Francisco había autorizado el cambio del artículo 2.267 del documento católico porque "hoy está cada vez más viva la conciencia de que la dignidad de la persona no se pierde ni siquiera luego de haber cometido crímenes muy graves". En contraposición, la situación política y social del pasado, que "hacía de la pena de la muerte un instrumento aceptable para la tutela del bien común". De hecho, expone que uno de los elementos actuales que influyó para adoptar el nuevo posicionamiento ha sido la expansión de "una nueva comprensión acerca del sentido de las sanciones penales por parte del Estado".

Para redimensionar su postura, el Vaticano también se ha hecho eco de la implementación de sistemas de detención "más eficaces, que garantizan la necesaria defensa de los ciudadanos, pero que, al mismo tiempo, no le quitan al reo la posibilidad de redimirse definitivamente". En su carta, el cardenal español destaca que esta metamorfosis se asienta principalmente en "la conciencia cada vez más clara en la Iglesia del respeto que se debe a toda vida humana".

La versión anterior, que se anulará cuando la nueva –datada el 1 de agosto de 2018– entre en vigor con la publicación en el diario oficial, L'Osservatore Romano, y en el Acta Apostolicae Sedis, que recoge los textos de la Santa Sede, no excluía el uso de la pena capital. La contemplaba únicamente "si esta fuera el único camino posible para defender eficazmente del agresor injusto las vidas humanas". También añadía que en aquel momento, los casos en los que fuera "absolutamente necesario suprimir al reo" sucedían "rara vez (...) si es que ya en realidad se dan algunos".

El Catecismo, que tiene carácter de instrumento de derecho público eclesiástico, terminó de elaborarse en 1992. Se redactó siguiendo las referencias del Concilio Vaticano II, que se había celebrado treinta años antes y que marcó una nueva época al introducir importantes cambios que dieron origen a la Iglesia actual. Una vez que el Catecismo estuvo hilvanado, durante los cinco años posteriores se recogieron propuestas de modificación procedentes de la Iglesia universal y en 1997 se publicó la versión oficial y definitiva en latín con el cardenal Joseph Ratzinger -después Papa Benedicto XVI- al frente del proyecto como prefecto en aquel momento de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Según los últimos datos de Amnistía Internacional, en 2017 al menos 23 países de todo el mundo llevaron a cabo ejecuciones de reos y más de 2.500 personas fueron condenadas a muerte ese año en 53 países.

El estado Vaticano abolió la pena de muerte en 1969, por orden de Pablo VI. Se había establecido cuarenta años antes exclusivamente para condenar el delito de asesinato – en todos sus grados – al Papa y nunca llegó a aplicarse.

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