A cuántos millones de personas reventaron desde september eleven? dos? cinco? Arabes de Medio Oriente y el norte de Africa, desde Afghanistán hasta Libia, "hispanos" de la frontera sur, negros de Sudán, Etiopía, Eritrea, eslavos del este europeo, Serbia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro, Albania. ¿Cuántos drones reventaron a cuántos en cuántos casamientos allá en Pakistán, en las montañas de Afghanistán, en Yemen? ¿Cuántos "mecánicos" asesinaron a cuántas personas en sucesivas operetas de los innumerables servicios con que cuenta el Imperio en cada rincón del planeta? ¿Cuántos muertos a golpes, piedrazos, patadas, prendidos fuego, ahorcados, degollados, etcétera, en los sucesivos golpes de estado disfrazados de "revoluciones de color" de Ucrania a Túnez, de Egipto a Georgia? Ahora un loquito del montón (foto) agarra un arma y decide repetir lo que sus mayores hicieron desde siempre, y se carga a nueve negros en una iglesia de Charleston, Carolina del Sur, y de golpe todos lloran, se agarran la cabeza y tiemblan de emoción, dicen "qué ha ocurrido", "por qué nos sucede esto", "My God", "Oh, God", y mierdas por el estilo. Leemos en el diario español El País:
Título: Una
matanza racista agita los peores fantasmas de Estados Unidos
Subtítulos: La
policía detiene a Dylan Roof, un joven blanco de 21 años / El asesino mató a
nueve personas negras a tiros en una iglesia / Nueve muertos en un tiroteo en
una iglesia afroamericana
Texto: Estados
Unidos revive en Charleston monstruos de su pasado y del racismo más abyecto.
Esta ciudad de Carolina del Sur amaneció este jueves conmocionada después de
que la noche del miércoles nueve personas, entre ellos un senador del Estado,
murieran en una iglesia negra por los disparos de un joven blanco. Catorce
horas después, la policía detuvo a Dylann Roof, de 21 años, por cometer un
“crimen de odio” impulsado por motivos racistas. El tiroteo supone el más grave
en un centro religioso en EE UU junto a la matanza en 1991 de nueve personas en
un centro budista en Arizona.
Un símbolo de los
afroamericanos
El ataque contra
la Iglesia Africana Metodista Episcopal, conocida como Madre Emanuel y fundada
en 1816 por el líder abolicionista Morris Brown, apunta a uno de los símbolos
de la comunidad afroamericana de EE UU.
Desde su
constitución la iglesia se convirtió en un símbolo de la lucha contra la
esclavitud. En 1822, el templo fue investigado por su participación en una revuelta
de esclavos en Charleston. Nunca llegó a demostrarse que Brown estuviera
implicado.
El suceso revela
el tortuoso camino hacia la reconciliación racial en este país tras un último
año marcado por las protestas por las muertes de negros desarmados —una de
ellas en abril en el norte de Charleston— a manos de la policía. Y evidencia
que, medio siglo después del fin oficial de la segregación racial, se mantienen
los ataques racistas a iglesias afroamericanas. La última matanza cometida en
un centro religioso ocurrió en 2012, cuando un supremacista blanco mató a seis
fieles en un templo sij en el Estado de Wisconsin.
Uno de los peores
antecedentes es la muerte en 1963 de cuatro niñas negras en una iglesia de
Alabama por un ataque del Ku Klux Klan. La quema y atentados contra iglesias
negras eran una realidad en el siglo XIX y se intensificaron durante la época
de lucha por los derechos civiles en la década de los cincuenta y sesenta del
siglo pasado. Más tarde, revivieron en una oleada de ataques a mediados de los
años noventa. En enero de 2009, el día de la proclamación de Barack Obama como
presidente estadounidense, un hombre blanco atacó una iglesia negra de
Massachusetts.
Roof escogió como
diana de su sinrazón una iglesia histórica para la comunidad afroamericana en
el antiguo sur esclavista. Alrededor de las ocho de la noche del miércoles, el
joven —oriundo de Lexington, una ciudad a dos horas en coche de Charleston—
entró a la Iglesia Episcopal Metodista Africana Emanuel, ubicada en una calle
principal en el centro de Charleston, rodeada de cuidadas viejas casas de
madera pintadas de blanco. Roof, vestido con ropa informal, entró por una de
las puertas principales. Dentro de la iglesia, una de las más antiguas de la
comunidad negra en EE UU, el joven se unió a un grupo que estaba en una sesión
de estudio de la Biblia y permaneció sentado durante una hora antes de empezar
a disparar. “Tengo que hacerlo. Violáis a nuestras mujeres y estáis tomando
nuestro país. Y tenéis que iros”, dijo antes de abrir fuego, según contó a la
cadena televisiva NBC una prima del reverendo fallecido, que se basaba en el
testimonio de un superviviente. Ocho de las víctimas murieron en el interior
del templo y una novena falleció mientras era trasladada al hospital. Roof huyó
en un coche.
Seis de las
víctimas eran mujeres y tres eran hombres, según anunció en una rueda de prensa
el jefe de la policía local, Greg Mullen. Las autoridades revelaron la
identidad de los fallecidos, que tenían entre 26 y 87 años, pero no su raza. Uno
de ellos, según anunciaron sus allegados, es el reverendo Clementa Pinckney, de
41 años, pastor de la iglesia, senador demócrata en el Legislativo estatal y un
reconocido líder de la comunidad negra.
En su perfil de
Facebook, Roof mantiene amistad con personas negras y aparece en una fotografía
luciendo una chaqueta con las banderas de dos antiguos regímenes racistas: las
de Sudáfrica del Apartheid y Rodesia (ahora Zimbabue). En otra, aparece junto a
un coche con una matrícula decorada con una bandera de la Vieja Confederación
que representa a los Estados esclavistas del sur de EE UU que se enfrentaron a
los unionistas del norte en la Guerra Civil (1861-1865). El conflicto se inició
en Charleston, de 127.000 habitantes.
El padre de Roof
le regaló una pistola para su cumpleaños, según reveló a la agencia Reuters un
tío suyo, que lo describió como un chico “callado y de voz tranquila”. El joven
fue detenido, sin resistencia, la mañana del jueves en una localidad de
Carolina del Norte, a unos 300 kilómetros al norte de Charleston, tras recibir
la policía indicaciones de un ciudadano que lo había visto.
El 67% de la población del condado de
Charleston es blanca y el 29% es negra, según los últimos datos. Como buena
parte del sur de Estados Unidos, Carolina del Sur tiene una reprobable historia
de discriminación racial hasta hace medio siglo.
Los alrededores
de la iglesia Emanuel estaban el jueves tomados por periodistas y cámaras. Una
cinta policial amarilla impedía el acceso al perímetro del templo, al que solo
podía ingresar la policía. En una esquina del perímetro, un hombre mayor negro
lucía una pancarta que rezaba: “Bajad las armas, gente joven”. En otra esquina,
Bill Parson, blanco de 38 años, depositaba unas flores en un improvisado
memorial. “No lo entiendo. Es un sin sentido”, decía. Parson relataba que vive
en esa zona desde que es niño. Cuenta que se trata de un barrio en el que
conviven blancos y negros, pero que en los últimos años ha atraído a más
residentes blancos al promoverse un plan de rehabilitación de casas antiguas
que ha disparado las viviendas.
Parson admite que
hay “tensión racial” en Charleston, pero esgrime que es la misma que en otras
partes de EE UU. A pocos metros, Ernest Fields, negro de 62 años, lo pone en
duda: “Aquí, hay mucha disparidad racial”.
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