Desde hace un
tiempo, las notas de Thierry Meyssan para Red Voltaire están cada día más
interesantes. En esta, el periodista reflexiona sobre las consecuencias que
traerá aparejada la firma de la paz entre EEUU e Irán a fines de este mes.
Buenas noticias, si es que ocurre. . Acá va la nota:
Título: Hacia la
paz en el Medio Oriente
Epígrafe: Thierry
Meyssan estima que la probable firma, el próximo 30 de junio, de un acuerdo
bilateral entre Washington y Teherán –al margen del acuerdo multilateral sobre
el tema nuclear– debería traer la paz al Medio Oriente, «aunque también tendrá
consecuencias negativas en la región».
Texto: Las
negociaciones entre el grupo 5+1 (o sea, los 5 miembros permanentes del Consejo
de Seguridad de la ONU más Alemania) e Irán se han convertido abruptamente en
un regateo de comadres caprichosas. Rusia e Irán han expresado públicamente su
malestar ante las nuevas exigencias de última hora que plantean los aliados de
Estados Unidos.
El acuerdo debe
firmarse el 30 de junio y nada hace pensar que la negociación pueda extenderse
más allá de esa fecha. Es usual que, en este tipo de situación, uno de los
protagonistas trate de obtener algún tipo de ventaja aprovechando la presión
que impone una fecha límite. Pero también es posible que alguna potencia
occidental esté tratando de hacer fracasar el acuerdo.
Pero el futuro
del «Medio Oriente ampliado» depende de este acuerdo en la medida en que todos
han entendido perfectamente que la cuestión del programa nuclear iraní no pasa
de ser un pretexto. Después de haber repetido diariamente lo contrario durante
toda una década, los dirigentes estadounidenses reconocieron que Irán había
abandonado las investigaciones nucleares con fines militares desde hace más de
25 años. El presidente Barack Obama incluso mencionó públicamente las fatwas en
las que el imam Khomeiny y el ayatollah Khamenei condenan la bomba atómica y
todas las armas de destrucción masiva como incompatibles con el islam y
prohíben la investigación, fabricación, almacenamiento y uso de ese tipo de
armamento.
Desde ese
momento, las negociaciones 5+1 dejaron de ser sobre el espectro de una
inexistente bomba atómica iraní para abordar el hipotético uso de militar de
tecnología nuclear de carácter civil. Por ejemplo, al igual que Estados Unidos
en sus portaviones o que Rusia en sus rompehielos, Irán puede utilizar la
energía nuclear como fuerza motriz sin que ello constituya una violación del
Tratado de No Proliferación. La cosa se complica con la aplicación de
tecnologías nucleares en el campo de la nanotecnología. Ello permite fabricar
bombas cuyo perímetro de impacto puede programarse con extrema precisión. Ese
fue el tipo de arma que Estados Unidos, Israel y Alemania utilizaron para
asesinar a Rafic Hariri, en 2005, y que también sirvió para volar el hotel
Marriot de Islamabad, en 2008. Ese armamento táctico no existía cuando se
redactó el Tratado de No Proliferación, pero no por ello deja de ser una
tecnología extremadamente avanzada que las grandes potencias no quieren ver en
manos de otras naciones, como Irán.
En todo caso, el
acuerdo 5+1 vendrá acompañado de un acuerdo bilateral entre Estados Unidos e
Irán, acuerdo que pondrá fin a 37 años de guerras. Washington pondría fin a sus
denuncias contra la revolución del ayatollah Khomeiny y cesaría de fabricar el
conflicto entre wahabitas y chiitas, mientras que Teherán abandonaría su
retórica contra el «Gran Satán».
Ambos acuerdos,
aunque también tendrán consecuencias negativas en la región, deben poner fin a
las guerras en ella, incluyendo Líbano y Siria, aunque es posible que no sea
así en el caso de Yemen.
Si finalmente son
firmados esos acuerdos, además de la ayuda del Hezbollah libanés, el Ejército
Árabe Sirio recibirá refuerzos de los Guardianes de la Revolución para limpiar
Siria de los mercenarios que las potencias occidentales introdujeron allí bajo
una cobertura de «revolución democrática» y de los no menos mercenarios que
enviaron las monarquías del Golfo invocando una «yihad».
Esto podría
suceder incluso más rápido de lo previsto debido al cambio de gobierno que
puede producirse en Turquía en un plazo de 2 meses. Siria y Líbano podrían
recuperar así la paz y la seguridad de aquí al fin de año.
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