Después de diez años, el senado de los EEUU acaba de dar a conocer un informe sobre los procedimientos de la CIA en relación con la "lucha contra el terrorismo" durante la era Bush. La prensa occidental se hace la escandalizada. Los países del mundo ponen cara de "¿quién lo hubiera dicho?". A nadie le importa un pito. A continuación reproducimos algunas de las notas que sobre el tema publicara el diario español El País en los últimos días. Las imágenes son de Internet y de Russia Today.
Título: Las torturas de la CIA
Subtítulo: El Senado de Estados Unidos destapa los brutales e ineficaces métodos de la agencia de espionaje
Texto: El resumen de la monumental investigación del Senado estadounidense sobre las torturas de la CIA después del 11-S resulta tan demoledor como se esperaba desde sus primeras filtraciones, en abril pasado. Básicamente establece que los métodos de la agencia de espionaje fueron tan extendidos como brutales; que no sirvieron para obtener informacion sustancial en la lucha contra el terrorismo islamista; y que la todopoderosa organización mintió a la Casa Blanca y al Congreso sobre el alcance de sus actuaciones. La CIA torturó impunemente a sospechosos de terrorismo entre 2001 y 2009 en prisiones secretas de medio mundo, al amparo del pánico suscitado por el 11-S y de la doctrina Bush.
El nerviosismo en Washington ha retrasado la publicación del informe. La Casa Blanca y el Senado han mantenido una pugna sobre qué detalles del documento, completado hace casi dos años, debían divulgarse y cuáles no. En este tira y afloja la CIA ha intentado eliminar evidencias y ha pirateado los sistemas informáticos del Senado. John Kerry ha insistido ante el comité que preside la senadora Feinstein sobre la conveniencia de pensárselo dos veces antes de la luz verde final. La CIA prepara ahora un contrainforme para lavar su imagen.
Obama declaró ilegal el programa secreto de detención e interrogatorios de la agencia al llegar a la Casa Blanca, pero ninguno de sus agentes ha sido llevado ante la justicia. Si algo queda claro ahora es la necesidad imperiosa de que la CIA sea sometida a un control implacable desde fuera del Gobierno. EE UU no puede presentarse como faro de las libertades mientras una de sus organizaciones clave a escala global se libra metódicamente a la infamia.
Las eventuales ventajas obtenidas por la superpotencia de la barra libre de la CIA frente a los sospechosos de terrorismo no compensan en ningún caso el descrédito internacional del país y el daño a su reputacion. El presidente Obama no tendrá nunca un mejor pretexto para cerrar Guantánamo, una de sus primeras promesas electorales que aguarda, seis años después, su cumplimiento.
Senadora demócrata Dianne Feinstein
Título: Estados Unidos destapa la guerra sucia de la era Bush
Subtítulo: El Senado acusa a la CIA de engañar al presidente y de torturar sin resultados
Texto: Estados Unidos vuelve a asomarse a la guerra sucia de la era Bush, alas prácticas irregulares que definieron la lucha contra los terroristas de Al Qaeda tras el 11-S, dividieron al país y dañaron la imagen de la primera potencia en el mundo. Un informe del Senado publicado este martes denuncia la inefectividad de las torturas de la CIA y los engaños de los responsables de la agencia de espionaje a la Casa Blanca y el Congreso.
El informe ofrece un retrato descarnado de uno de los episodios más oscuros de la historia reciente de EE UU: el programa secreto de detención e interrogatorios que la Administración del republicanoGeorge W. Bush puso en marcha tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, en los que murieron casi 3.000 personas.
“Ninguna nación es perfecta”, dijo el presidente Barack Obama tras publicarse el informe. “Pero una de las fortalezas que hace a América excepcional es nuestra voluntad de afrontar abiertamente nuestro pasado, encarar nuestras imperfecciones, hacer cambios y mejorar”.
El ejercicio de transparencia e introspección tiene un precedente en los informes de la Comisión Church en el Senado, que en los años 70 desvelaron las ilegalidades de la CIA, desde el espionaje a opositores del Gobierno en EE UU hasta intentos de asesinato.
La investigación de los demócratas del Senado se lee como un acta de acusación contra la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el servicio de espionaje exterior de EE UU. Cuestiona la legalidad de sus acciones. Pone en duda la honestidad de sus directores cuando afirmaban a sus superiores que los llamados métodos de “interrogatorio reforzado” —el eufemismo para describir el ahogamiento simulado owaterboarding— sirvieron para desarticular tramas terroristas o detener a jefes de Al Qaeda. Y describe torturas crueles y condiciones de detención degradantes, más aún de lo que creían los responsables políticos. El informe revela que los jefes de la CIA ocultaron información a los altos cargos de la Administración de Bush, incluido el propio presidente. La CIA aparece como una agencia fuera del control político, mal preparada para combatir a Al Qaeda y proclive a las chapuzas que a veces pusieron en riesgo la seguridad del país en vez de protegerla.
La batalla por las torturas en los años de Bush, que pareció cerrarse cuando Obama llegó a la Casa Blanca en 2009 y prohibió las torturas, se reabre. Los republicanos del Comité de Inteligencia del Senado, que publicaron un contrainforme, alertan de que la difusión del informe de la Cámara (se han desclasificado 528 páginas de un total de 6.000) puede provocar represalias contra ciudadanos e intereses norteamericanos en todo el mundo. También alegan que no pueden entenderse las acciones de la CIA sin el contexto: tras el 11-S, EE UU vivía en la incertidumbre de un segundo atentado y ningún agente quería aparecer como el responsable de no haberlo evitado.
“Merecen muchos elogios”, dice, en alusión a los implicados en el programa, Dick Cheney, vicepresidente con George W. Bush, que en 2001 teorizó sobre la necesidad de combatir el terrorismo desde “el lado oscuro”. “En lo que a mí respecta”, declaró a The New York Times, “deberían ser condecorados, no criticados”. Cheney, como Bush, niega sentirse engañado por los responsables de la CIA, al contrario de lo que asegura el informe.
La CIA aparece como una agencia fuera del control político
Las diferencias no acaban aquí. En el prólogo del documento, la demócrata Dianne Feinstein, presidenta del Comité de Inteligencia, se refiere a las prácticas de la CIA como “torturas”, una palabra que Bush y sus colaboradores se resisten a utilizar.
Otra discrepancia es si los interrogatorios permitieron extraer confesiones valiosas. Para Bush y los suyos, sí: contribuyeron a localizar a Osama bin Laden, el líder de Al Qaeda, ejecutado por un comando de EE UU en 2011. El actual director de la CIA, John Brennan, defiende en un comunicado que los métodos de interrogación “ayudaron a abortar planes de ataque”.
El informe de Senado sostiene lo contrario. Obama coincide en que los métodos en cuestión fueron inútiles en los esfuerzos antiterroristas. La incógnita es si, con el informe, EE UU pasará página en un debate que se arrastra desde hace una década. La página judicial lleva años cerrada. Ningún miembro de la CIA ha sido procesado.
Los programas de Bush son ilegales desde hace casi seis años. Pero en muchos aspectos la era Bush no ha terminado. La guerra contra el terrorismo —y el uso de tácticas cuestionadas, como los bombardeos con aviones pilotados a distancia (drones), o las escuchas electrónicas de la NSA— sigue con Obama.
Título: EE UU, en alerta por la publicación del informe de torturas de la CIA
Subtítulo: Embajadas e intereses estadounidenses en todo el mundo toman “medidas prudentes”
Texto: Estados Unidos quiere evitar que la publicación prevista para este martes del informe sobre torturas de la CIA ponga en peligro sus instalaciones y personal en todo el mundo. Desde antes de la esperada revelación de las partes no clasificadas del informe, embajadas y otros intereses del país en territorio extranjero adoptaron lo que la Casa Blanca calificó como medidas “prudentes” para mejorar su seguridad.
“Hay algunos indicios de que la publicación del informe podría provocar un mayor riesgo a instalaciones e individuos estadounidenses en todo el mundo”, reconoció el lunes el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest. Por ello, continuó, “el Gobierno ha dado pasos prudentes para garantizar que se aplican las precauciones de seguridad adecuadas”.
“Ciertamente, cabe la posibilidad de que la publicación del informe cause disturbios y, por ello, el Departamento de Defensa ha ordenado a los mandos de combate (regionales) que tomen las medidas de protección apropiadas”, señaló el portavoz militar Steve Warren.
Aunque el Pentágono no ha desvelado oficialmente qué tipo de medidas de precaución ha ordenado, la cadena CNN asegura que entre estas figura la puesta en alerta desde la semana pasada de hasta 2.000 marines actualmente concentrados en las bases estadounidenses de Morón, España, y Sigonella, en Italia. Estas fuerzas están ya listas para formar un “contingente de respuesta” en África en caso de disturbios, según adelantaron fuentes del Pentágono a la emisora.
También están en alerta otros 2.000 marines estacionados en Oriente Próximo y 2.200 más a bordo de varios buques de guerra en el mar Arábigo y en el Golfo de Adén. De igual manera, están listos para desplegarse para proteger embajadas estadounidenses bajo amenaza tres equipos de unos 50 marines cada uno desplegados actualmente en España, Bahréin y Japón, según CNN.
Sin embargo, más difícil que evitar disturbios será controlar la eventual reacción de aliados regionales clave de EE UU.
Según se conoció el viernes, el secretario de Estado, John Kerry, advirtió a la presidenta del Comité de Inteligencia del Senado que debe publicar el informe, la demócrata Dianne Feinstein, de las posibles “complicaciones” que el documento desclasificado podría provocar en asuntos ya de por sí delicados de la diplomacia estadounidense.
Según Reuters, entre esas preocupaciones estaría ver cómo afectan las revelaciones al apoyo de los aliados regionales en la lucha contra el Estado Islámico (EI) en Irak y Siria o la situación de los rehenes estadounidenses en manos de terroristas como Al Qaeda y el EI.
Título: Las claves del informe sobre los interrogatorios de la CIA
Texto: Sobre más de 6.000 páginas se pactó en el Senado el pasado mes de abril que solo 524 fueran accesibles al público por razones de seguridad nacional. Cerca de doscientas de las más de 500 páginas se dedican a la historia del programa de interrogatorios y se documentan 119 casos de presos –al menos 39 de los cuales sufrieron las torturas consideradas como Técnicas de Interrogatorio Reforzadas (EIT, Enhanced Interrogation Techniques, siglas en inglés)-. La investigación fue realizada por la mayoría demócrata del Senado y cuenta con una réplica republicana por parte de los miembros de ese partido en el Comité de Inteligencia que preside Dianne Feinstein.
Tras cinco años de recopilación de documentos, investigaciones y negociaciones, 20 puntos resumen las conclusiones sobre el uso de controvertidos métodos de interrogatorio a sospechos y miembros de Al Qaeda retenidos en instalaciones secretas –‘black sites’, en inglés- en diferentes lugares del mundo en los años posteriores a los ataques terroristas del 11-S.
Estos son los más relevantes.
El uso por parte de la CIA de las técnicas reforzadas de interrogatorio no fue un medio efectivo para adquirir información que sirviera al espionaje o lograra la cooperación de los detenidos.
Según la CIA, siete de los 39 presos que fueron sometidos a las brutales técnicas de interrogatorio no proporcionaron ninguna información útil. Es más, en algunos casos, los interrogados –se evita el término torturado- ofrecieron datos falsos, lo que se tradujo en mala información para el espionaje.
La justificación de la CIA para usar esas técnicas de interrogatorios se basaba en una falsa declaración de que eran efectivas.
La Agencia hizo creer a la Casa Blanca, el departamento de Justicia y al Congreso que se evitaban complós terroristas como consecuencia directa de la aplicación sobre ciertos detenidos de esas técnicas de interrogatorio.
Los interrogatorios de la CIA a los detenidos fueron mucho peores y más brutales de lo que la CIA reconoció a la Casa Blanca, el Congreso y otros, así como las condiciones de confinamiento.
Empezando por el primer detenido de la Agencia, Abu Zubayda –hoy en Guantánamo-, y siguiendo con otros muchos, la CIA aplicó técnicas durísimas –calificadas como torturas por la senadora Feinstein- durante días e incluso semanas. Entre los métodos empleados para ‘romper’ a los sospechosos se encontraba el waterboarding (asfixia simulada por agua); la privación de sueño; la violencia sexual; la amenazas de muerte: y el walling (golpear contra un muro al detenido), entre otras.
En algunos casos, las técnicas aplicadas fueron tan duras que el personal de la CIA pidió que se suspendieran pero los altos mandos ordenaron continuar con ellas.
Con la aprobación del personal médico de la CIA, a algunos prisioneros se les sometió al método conocido como 'alimentación rectal' o 'hidratación rectal', ya que el jefe de interrogatorios de la Agencia consideraba que el procedimiento lograba "un total control sobre el detenido".
La CIA proporcionó de forma repetida información incorrecta al departamento de Justicia, lo que impidió un apropiado análisis legal del programa de detención e interrogatorios, así como de forma activa impidió que el programa fuera supervisado por la Casa Blanca y el Congreso.
La Agencia coordinó filtraciones de información clasificada a medios de comunicación, incluyendo información errónea, para contrarrestar las críticas, moldear la opinión pública y evitar acciones del Congreso para restringir el programa.
La CIA no estaba preparada cuando empezó a operar el programa, más de seis meses después de recibir, el 17 de septiembre de 2001, una autorización del presidente George W. Bush, en un memorándum de notificación de acciones encubiertas, para detener secretamente a sospechosos que supusieran un riesgo para EE UU o prepararan atentados terroristas.
Para 2005, la CIA había ‘subcontratado’ la gran mayoría de las operaciones que tenían que ver con el programa de interrogatorio ascendiendo al 85% la subcontratación hacia su final. Cuando comenzó a ponerse en práctica el método de detención, la Agencia contrató a dos psicólogos que habían trabajado antes para el Ejército pero que carecían de experiencia en operaciones de interrogatorio.
La CIA no reprendió o hizo responsable a nadie por lo sucedido así como marginó e ignoró las numerosas críticas que se efectuaron desde el interior de la organización.
En 2006, la CIA ponía fin al programa de detención e interrogatorios debido en parte a la falta de cooperación por parte de otros países. La Agencia necesitaba contar con el máximo secretismo y eso no quedaba garantizado después de que George Bush admitiera la existencia del programa en septiembre de aquel año. Desde el inicio del programa fue muy difícil para la CIA encontrar países dispuestos a colaborar y proporcionar lugares clandestinos de detención. A excepción de un país –cuyo nombre, como todos, está tachado en el informe-, la CIA se vio forzada a reubicar a todos y cada uno de los prisioneros de los países en los que había establecido un centro de detención debido a la presión de los gobiernos o la salida a la luz pública del programa.
Este martes ha concluido una larga espera y más de 10 años después de que el último operativo de Al Qaeda fuera sometido awaterboarding (asfixia simulada con agua), estas eran algunas preguntas y las respuestas sobre cómo, por quién, para qué y qué beneficios –si alguno- tuvo el controvertido programa.
Tratamiento especial a un preso en Guantánamo
¿En qué ha consistido el trabajo de los investigadores del Senado?
Durante los cuatro años de investigación, se analizaron más de seis millones de cables, memorandos y otros documentos oficiales. El esfuerzo requirió de la creación de protocolos e instalaciones especiales para analizar los documentos, así como de un acuerdo de colaboración entre la CIA y el comité, rodeado de polémica. En agosto, la CIA admitió que algunos de sus empleados espiaron ordenadores reservados para los investigadores del Senado, como había denunciado en marzo Feinstein.
¿Por qué ha tardado tanto en publicarse el informe?
Principalmente por la disputa entre el comité del Senado y la CIA -con la Casa Blanca de apoyo- sobre qué detalles del informe debían de ocultarse o matizarse. Es habitual que, al desclasificar documentos confidenciales, el Gobierno revise y elimine algunos detalles amparándose en la protección de la seguridad nacional. La senadora Dianne Feinstein ha criticado una injerencia desproporcionada.
¿Qué opina la CIA y la Administración Bush del informe del Senado?
Tras la difusión del informe, la CIA tiene previsto publicar un documento que refutará sus principales conclusiones. Según el diarioThe New York Times, el actual director de la CIA, John Brennan, ha estado preparando junto a ex altos cargos de la agencia una contraofensiva para rebatir el informe del Senado y minimizar su impacto público. El expresidente Bush y sus más próximos asesores han decidido apoyar a la que era la cúpula de la CIA durante su etapa en la Casa Blanca. “Estos son patriotas y diga lo que diga el informe, si disminuye sus contribuciones a nuestro país, estará fuera de lugar”, dijo el expresidente en una entrevista a la cadena CNN.
¿En qué consisten las Técnicas de Interrogatorio Reforzadas (EIT, Enhanced Interrogation Techniques, siglas en inglés) y de qué sirvieron?
En abril de 2009, el Departamento de Justicia hizo públicos unos informes en los que detallaba las técnicas de interrogación usadas por la CIA y que se elevaban a diez, entre otras la privación del sueño; la manipulación en la dieta; la desnudez forzada; golpear el abdomen o abofetear la cara para producir desconcierto; amenazas de carácter sexual; encierro con insectos; y por supuesto el tristemente famoso waterboarding así como el llamado walling(sostener al detenido contra un muro mientras se le sujeta cuello y cabeza con una toalla…).
Tanto republicanos como demócratas sabían del uso de las técnicas. Obama reconoció el pasado agosto que “se había torturado a algunos tipos”. ¿Sirvieron las técnicas EIT para capturar a Osama Bin Laden? El informe es categórico: no.
¿Qué ha hecho el presidente Barack Obama sobre los métodos de tortura?
El último miembro de Al Qaeda en ser interrogado con la técnica del ahogamiento simulado por waterboarding lo fue en 2003. Pero no fue hasta enero de 2009 cuando, nada más llegar a la Casa Blanca, Barack Obama acabó con el polémico programa secreto de detención e interrogación de la CIA. Sin embargo, su Administración no ha llevado a la Justicia a ningún empleado de la agencia por esos hechos. La práctica de la detener e interrogar sospechosos en otros países continuó.
Obama apoya la difusión del informe, pero su Administración ha trabajado intensamente entre bastidores para ocultar detalles. El presidente calificó a principios de agosto como tortura las técnicas empleadas por la CIA para interrogar a sospechosos y enfatizó que se cruzó una “raya”. Sin embargo, pidió tener en cuenta el contexto de miedo generalizado tras los atentados de septiembre de 2001 para “no juzgar con demasiada dureza” a quienes “hicieron cosas que estaban mal”.
¿Cuántas personas han respondido ante la Justicia por torturas?
Ninguna. Y el informe no prevé revelar la identidad de los torturadores. De hecho, el comité no ha podido entrevistar ni a uno solo de los operativos de la CIA que formaron parte de la guerra sucia de Bush. Al llegar al poder, el presidente Obama abogó por pasar página. Hoy es difícil que haya ya consecuencias jurídicas.
Título: El secreto protege a los países implicados
Subtítulo: El informe elude citar las cárceles clandestinas en Afganistán, Polonia o Rumania
Texto: El informe del Senado sobre el programa de interrogatorio y detención de la CIA no detalla los países que acogieron centros de tortura. La CIA empezó a pensar en otoño de 2001, tras los atentados del 11-S, en instalar prisiones secretas en el extranjero, que operaron entre 2002 y 2006. Por exigencia de la agencia, el documento difundido ayer simplemente los detalla con la palabra país —que aparece en 291 ocasiones— y los clasifica con ocho colores. Sin embargo, las descripciones de algunos de estos países y de los episodios que tuvieron lugar allí permiten deducir cuáles son.
Según un análisis del documento que hace el diario The Washington Post, había nueve centros secretos: cuatro en Afganistán y el resto en la base naval de EE UU en Guantánamo (Cuba), en Polonia, Rumania, Lituania y Tailandia. El informe tampoco facilita los nombres de los centros. El mencionado con mayor frecuencia (en 166 ocasiones) es el denominado Cobalt, que llegó a albergar “más de la mitad” de los 119 detenidos identificados en el documento. Esa cárcel inició sus operaciones en septiembre de 2002. Según la publicación The Daily Beast, a partir del análisis de los detalles descritos se llega a la conclusión de que trata del centro conocido como Salt Pit en Afganistán.
Como anticipo del malestar que podía generar en algunos países la difusión del informe, el presidente, Barack Obama, y la primera ministra polaca, Ewa Kopacz, hablaron por teléfono el lunes. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó en julio al Gobierno polaco a indemnizar a dos presuntos terroristas que estuvieron confinados en uno de esos centros secretos.
El informe del Senado detalla la indignación que causó en algunos países la difusión de sus actividades y la opacidad con la que operaba dentro y fuera de EE UU. “La CIA exigía secretismo y cooperación a las naciones para cooperar en los centros clandestinos”, señala. El documento sostiene que la CIA “no informó a dos secretarios de Estado” sobre las ubicaciones de las prisiones secretas y que pidió a los embajadores que no hablaran del programa con funcionarios del Departamento de Estado, pese a las implicaciones diplomáticas de la colaboración y el hecho de que “los líderes políticos de los países de acogida eran generalmente informados”.
“Desde el principio del programa, la CIA afrontó desafíos significativos en la búsqueda de naciones dispuestas a acoger sitios clandestinos de detención”, revela. Con la excepción de un país sin detallar, “la CIA fue forzada a recolocar a los detenidos fuera de cada uno de los países en los que había centro de detención por la presión del gobierno de acogida o revelaciones públicas del programa”. El documento asegura que uno de los factores que llevó al fin del programa en 2006 fue la “reducción de la cooperación” de naciones.
El documento no entra en detalles sobre cómo eran transportados los detenidos ni dónde hacían escala. Según una investigación judicial, en enero de 2004, 13 agentes secretos de la CIA hicieron escala en Palma de Mallorca en un avión civil en el que permaneció secuestrado Jaled el Masri, un alemán de origen libanés, que posteriormente fue traslado a una cárcel de Kabul donde fue torturado.
El pasado septiembre, el juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno decidió archivar el caso del vuelo de la CIA que recaló en Palma de Mallorca alegando la imposibilidad de lograr “la identificación real de los miembros de la tripulación”.
Instalación polaca presuntamente utilizada como cárcel secreta de la CIA
Título: La ONU dice que las torturas de la CIA no deben quedar “impunes”
Subtítulo: Cameron alerta del riesgo de que los países occidentales pierdan su "autoridad moral"
Texto: La difusión del informe del Senado de EE UU sobre las torturas de la CIA en la era Bush ha provocado una reacción de repudio a lo largo del mundo, con mayor o menor intensidad, sin que de momento las duras revelaciones hayan causado represalias contra ciudadanos e intereses norteamericanos, una posibilidad ante la que las embajadas estadounidenses han adoptado preventivamente medidas de seguridad. Berlín, como otras potencias europeas —incluida Gran Bretaña, principal aliado de EE UU en Europa —, ha expresado su rechazo a las prácticas de la inteligencia estadounidense, que juzga de "violación grave de los valores democráticos", según ha asegurado el jefe de la diplomacia alemana, Frank-Walter Steinmeier. Otros países con problemas con los derechos humanos como China o Irán han cargado contra EE UU. El ayatolá Ali Jameneí, líder espiritual iraní, ha acusado al Gobierno de EE UU de ser el "símbolo de la tiranía contra la humanidad". La ONU, por su parte, ha pedido que las torturas no queden "impunes".
Naciones Unidas. El alto comisionado de Naciones Unidas para los derechos humanos, Zeid Ra'ad Al-Hussein, ha reclamado que no debe haber "impunidad" respecto a las torturas reveladas por el informe. La Convención contra la tortura no permite "circunstancias excepcionales" en las que se pueda vejar a detenidos, recuerda el texto. "La Convención no deja a nadie fuera, ni los mismos torturadores, ni los responsables políticos ni los funcionarios que dan las órdenes" a la hora de rendir cuentas por las posibles violaciones de los derechos humanos, apunta.
Alemania. "Tal grave violación de nuestros valores democráticos no se puede repetir", ha declarado Steinmeier al tabloide Bild, al tiempo que ha saludado la voluntad de Barack Obama de "romper con la política de su predecesor, George W. Bush, y exponer públicamente lo sucedido para que no se vuelva a repetir".
Gran Bretaña. El primer ministro británico, David Cameron, ha puesto el acento en que los países occidentales corren el riesgo con el uso de la tortura de perder su "autoridad moral". "La tortura es un error, siempre es un error. Todos los que queremos ver un mundo más seguro, los que queremos ver derrotado este extremismo, no triunfaremos si perdemos nuestra autoridad moral y aquello que convierte a nuestros países en un éxito", apuntó Cameron ayer en Ankara, en una rueda de prensa conjunta con el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu.
Francia. El presidente Hollande no ha hecho ninguna declaración sobre el informe devastador de las prácticas "brutales" de la CIA durante diez años. Sí lo ha hecho, sin embargo, Marine Le Pen, figura omnipresente desde las pasadas elecciones europeas del 25 de mayo en la política francesa. La ultraderechista se vió ayer contra las cuerdas en una entrevista televisada en la que acabó reconociendo que en ciertas ocasiones sí apoya la tortura.
Unión Europea. La portavoz de Exteriores la UE Catherine Ray ha condenado "toda forma de tortura y malos tratos, incluso contra el terrorismo". Ray ha dado la bienvenida a la publicación del informe del Senado de EE UU. El texto, ha expresado, "es un paso positivo para abordar de forma pública y crítica el programa de detención e interrogatorios de la CIA". La portavoz se ha negado a comentar la participación de países europeos en el programa de la CIA. Según un análisis del documento difundido ayer que hace el diario The Washington Post, la agencia norteamericana tenía centros secretos en tres países de la UE: Polonia, Rumania y Lituania.
Irán. La tortura a los sospechosos de Al Qaeda muestra que el Gobierno de EE UU es un "símbolo de la tiranía contra la humanidad", ha escrito en Twitter el líder ayatolá Ali Jameneí, según recoge la agencia France Presse.
Afganistán. El presidente afgano, Ashraf Ghani, ha convocado una conferencia de prensa extraordinaria para condenar "enérgicamente" las "acciones inhumanas" de la inteligencia estadounidense. "Todos los principios aceptados de derechos humanos y presentes en las leyes de EE UU han sido violados por miembros de la CIA y sus contratistas", ha criticado Ghani.
Polonia. El expresidente polaco, Aleksander Kwasniewski, ha reconocido que Estados Unidos utilizó durante parte de su mandato instalaciones militares polacas para fines de seguridad, aunque aseguró que desconocía que allí se hubiesen practicado torturas a presuntos terroristas de Al Qaeda. HAsta ahora el político socialista había negado taxativamente la existencia de centros de detención de la CIA en su país.
China. La potencia asiática ha instado a EE UU a "corregir sus caminos" y a "reflexionar", "respetando y acatando las normas de los convenios internacionales". "China se ha opuesto sistemáticamente a la tortura", ha afirmado el portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Hong Lei. Organizaciones de derechos humanos comoAmnistía Internacional acusan a China, sin embargo, de múltiples violaciones contra los derechos humanos, como censura de prensa, detenciones sin juicio y persecución de activistas de derechos humanos, periodistas y abogados.
Michael Hayden (exdirector de la CIA). Hayden ha negado este miércoles haber mentido al expresidente George W. Bush y al Congreso sobre las prácticas de interrogatorio de esa agencia de inteligencia, que fueron "más brutales" y menos efectivas de lo que se creía, según una investigación del Senado estadounidense desvelada ayer. "Yo no mentí ni engañé al Congreso", se defendió Hayden en una entrevista en el canal NBC, quien dirigió la CIA en el segundo mandato de Bush.
Edward Snowden (exagente de la NSA). El que que fue miembro de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, en sus siglas en inglés), Edward Snowden, actualmente huído en Rusia, ha calificado las torturas de la CIA destapadas en el informe este martes de "crímenes inexcusables". Snowden ha hecho estas declaraciones por una videoconferencia organizada por la ONG Amnistía Internacional, según informa la agencia Reuters.
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Título: Obama intenta pasar la página de las torturas cometidas por la CIA
Subtítulo: Naciones Unidas y varias ONG exigen que se rindan cuentas ante la justicia
Texto: El día después de que el mundo supiera con certeza que entre 2002 y 2006 Estados Unidos torturó a los sospechosos de terrorismo detenidos tras los ataques terroristas del 11-S –aunque obviara la palabra tortura y usara un eufemismo como la aplicación de técnicas de interrogatorio reforzadas- ha quedado claro que la toma de responsabilidad concluye con la publicación del informe del Comité de Inteligencia del Senado.
Hasta ahí llegará la rendición de cuentas. Nadie será llevado ante la justicia ni se reabrirán o abrirán investigaciones criminales nuevas. La Casa Blanca se remitía este miércoles al departamento de Justicia al ser preguntado su portavoz sobre el siguiente paso, el “¿y ahora qué?”. Josh Earnest declaraba que la pelota estaba en la cancha del fiscal general del Estado, Eric Holder, y el departamento que este todavía dirige ya había dejado claro el día anterior que no abriría ningún expediente para investigar el comportamiento de la Agencia o llevar a los responsables del programa de detención e interrogatorios ante la justicia.
Dicho esto, que es un cierre de página en toda regla sobre uno de los capítulos más oscuros de la historia de este país –algo que suele ser costumbre, Ford perdonó a Nixon-, la Casa Blanca reconocía sin embargo que los brutales interrogatorios habían socavado “la autoridad moral de Estados Unidos en el mundo”. Según admisión del portavoz de Barack Obama, el presidente está preocupado por "el impacto que los usos de la CIA han tenido sobre la imagen del país". La conciencia se lava en los medios pero no en los tribunales.
El sórdido capítulo reclama a gritos una toma de responsabilidad, que exigen desde los grupos de defensa de los derechos civiles, hasta los abogados de los presos encerrados sin cargos todavía a día de hoy en Guantánamo o Naciones Unidas. “Si nos atenemos a la ley internacional, Estados Unidos está obligado a llevar a los responsables ante la justicia”, aseguraba el relator especial de Derechos Humanos de la ONU, Ben Emmerson.
En términos de libertades civiles, la rendición de cuentas y un cambio en el sistema es todavía más apremiante, ya que de la misma manera que cuando Obama llegó al poder dictó una orden ejecutiva restringiendo los abusos de la CIA, el siguiente presidente o el siguiente podrían acabar con esa formulación a golpe de una nueva firma.
La senadora Dianne Feinstein, portavoz en este caso de un ejercicio de transparencia –por limitada que sea- que solo pueden realizar las democracias más sofisticadas, describió el episodio como “una mancha en nuestros valores y nuestra historia”. El comité que ella preside, a sus 81 años de edad, ha expuesto en poco más de medio millar de páginas lo mejor y lo peor de Estados Unidos.
Los acusados en el informe siguen defendiendo su trabajo argumentando que su labor ha salvado miles de vidas. Los antiguos directores de la Agencia George Tenet, Porter Goss y Michale Hayden publicaban este miércoles un artículo de opinión en el diario The Wall Street Journal en el que aseguraban que el informe senatorial se equivocaba al decir que la Agencia había mentido. “El Comité ha ofrecido un estudio con una sola cara plagado de errores en los hechos e interpretativo, básicamente se trata de un ataque partidista e interesado sobre la agencia que ha hecho todo lo que ha podido para proteger América después del 11-S”.
Sin tribunales, los hechos descritos en el informe tienen algo de acusación formal contra una institución concreta. También de confesión colectiva. De catarsis en boca del Congreso, la institución que representa la voluntad popular. En los meses posteriores a los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono, pocos norteamericanos habrían aceptado que sus agentes secretos no hicieran todo lo posible para evitar otro atentado. El informe es una manera de decir: esto hicimos y no volverá ocurrir. Pero hasta ahí. Con el informe, Obama pasa página y EE UU sigue adelante tras vislumbrar 500 de 6.000 páginas dedicadas a las cloacas.
Circulen, chicos. Acá no ha pasado nada
El informe completo producido por el senado estadounidense puede descargarse en:
http://ep00.epimg.net/descargables/2014/12/09/cce7a160cfbeeb86dcd1087d818d6b6c.pdf
Buenas Astroboy,
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1) En los dichos al menos, Polonia quiere dejar atrás la historia de la ocupación nazi y del domino soviético y convertirse plenamente en una democracia con valores occidentales de amplia tolerancia a las libertades individuales. Al aliarse ciegamente a USA, irónicamente la historia le espeta una repetición del pasado más tenebroso. En vez de fotos de campos de concentración de Auschwitz, Sobibor o Treblinka, hoy se ven fotos de campos de concentración como Szczytno.
Algo pasa en esa sociedad que no termina de encontrar una manera de despegarse del peor legado de los gigantes que la rodean, como si su independencia dependiera de una absoluta subordinación a la gran potencia dominante del momento, que suele ser aquella que comete los crímenes más atroces.
2) Sospecho que el aparato represivo montado luego del 11 de septiembre no tuvo como finalidad combatir al terrorismo sino dejar un entramado legal que permita limitar derechos civiles en USA y otros países occidentales.
La abundante evidencia sobre la inutilidad de la tortura y de los malos tratos para evitar nuevos ataques y la aparente indiferencia interna frente a la abrupta caída de la credibilidad de USA en el plano internacional muestran que los efectos negativos netos de esa red clandestina de prisión y tortura eran más que esperables y que sus propulsores sabían que esos efectos iban a provocarse. Dado que en el plano internacional la jugada les iba a resultar contraproducente, si se encuentra evidencia de ventajas de esas perversas medidas en el plano interno para beneficio de las élites, entonces se entiende la dinámica.
Los casos Snowden y Manning, entre tantos, desnudan acciones que muestran las ventajas de control social por parte de las elites, control que no hubiese sido posible implementar sin naturalizar el accionar por fuera de la ley ante una aparence amenaza a la seguridad nacional.
Podría ampiar y ser más ilustrativo en otro momento si logro conectar algunos puntos sueltos sobre experiencias e impresiones que viví en USA y que vivo ahora en Canadá.
Saludos,
Andrés
Hola Andrés,
ResponderEliminarGracias por tus comentarios. A mí me parece que Polonia, al igual que otros países de la Europa del este (Latvia, Finlandia y, más patéticamente, Ucrania) esperaban lucrar a lo grande con su situación geográfica (geoestratégica) entre la Europa "de veras" y Rusia. La cuestión es que no obtienen los resultados que pretendían, y están que trinan. Esta situación la graficó espectacularmente bien el ex primer ministro polaco, Radoslaw Sikorski, cuando dijo literalmente que "ser chupapijas de los yanquis" no les estaba dando ningún rédito (http://www.theguardian.com/world/2014/jun/22/poland-foreign-minister-alliance-us-worthless). En segundo lugar, a todos estos países todavía no se les pasó la histeria antisoviética, y encima recién ahora les está cayendo la ficha de lo que es el "capitalismo realmente existente". O sea, el ajuste. En Latvia, por ejemplo, ya emigró el 30 % de la población gracias a la privatización y ajuste de casi todo. En síntesis: venían soñando con el capitalismo, y les toca la peor cara del capitalismo. Odian a todo y a todos; al pasado y al presente que les ha tocado vivir. Les falta, claro, el reflujo de la Historia. Al respecto, te comento que en Turingia, en la ex Alemania del Este, acaban de ganar las elecciones los neocomunistas (Die Linke; http://www.ft.com/cms/s/0/059fec90-7c71-11e4-aa9c-00144feabdc0.html#axzz3LnccUo5m) !!!
Con respecto a tu segundo comentario, yo agregaría que hubo varios motivos y finalidades en el montaje del aparato represivo post 9-11. Una de ellas, por ejemplo, fue la de montar "universidades del terrorismo" como Guantánamo en Cuba y Camp Bucca en Irak. Allí, se quebraba psicológicamente a los detenidos y se los sometía a tratamientos diversos de control mental, para luego hacerlos trabajar como agentes del imperio en Medio Oriente. Abu el-Bagdhadi, el delirante capo del ISIS, sin ir más lejos, es un "egresado" de Camp Bucca (http://www.presstv.ir/detail/371210.html). Yo creo que para eso era la tortura, más que para recabar información. Pero claro, eso no lo van a decir jamás.
Para terminar, Andrés, te diría que tanto el pueblo estadounidense como los canadiense están demasiado sumergidos en la dinámica imperial como para siquiera mover un dedito en contra. Los factores son múltiples, claro, y hay honrosísimas excepciones, por supuesto, pero mi impresión personal es que mientras esta dinámica parezca favorecerlos, les va a importar un bledo lo que su gobierno haga en el resto del planeta. Alguna vez, un historiador alemán se preguntó, y estudió, por qué los alemanes no saltaban en masa contra Hitler y su obvia política de conquista y exterminio en Europa, del Este y del Oeste. Porque comían bien, Andrés, comían bien. Las redes ferrocarrileras transportaban bienes casi gratuitos de los territorios ocupados y, en medio de una guerra mundial, estaban bien abastecidos. Mi opinión es que hasta que no termine de explotar la crisis económica en el corazón del Imperio, los pueblos no van a salir a cambiar las cosas. Y, por último: las "élites" importan, claro, inciden de diversos modos en las políticas imperiales. Pero los instrumentos son siempre, todavía, los estados: la CIA, el Pentágono, la Casa Blanca, el Senado, etc. Ergo, el problema es político, no conspiratorial. hasta que no haya un buen 19 y 20 de Diciembre en los países centrales, las cosas no van a cambiar.
Cordiales saludos,
Astroboy.