"No a los solicitantes de asilo en Vorra" (Alemania)
Uno se imagina la crisis existencial que debe estar atravesando Alemania en estos días. Nos referimos a la Alemania humanitaria, tolerante, pacifista, la que surgió de las cenizas después de la derrota de 1945 con una nueva constitución: la Ley Básica o Grundgesetz (1949), destinada a evitar el surgimiento de un nuevo dictador y, también, a ensalzar los derechos y la dignidad humana. Para Astroboy, son varios los factores que convergen: una combinación de desempleo en alza, crisis económica, crisis etaria (aumentó recientemente la edad para poder jubilarse, a 67 o 68 años), crisis de lealtades (un creciente porcentaje de alemanes empieza a hartarse de la insensatez guerrera del Imperio) y, sobre todo, una incomodidad creciente ante lo que los alemanes nativos ven como “ola invasiva” de refugiados procedentes de otras culturas, otras tradiciones, otras etnias. Al respecto, leemos la siguiente nota de Luis Doncel para El País:
Título: La ola de refugiados desata la tensión social en Alemania
Epígrafes: Se calcula que unas 200.000 personas habrán solicitado asilo en Alemania este año. Es la cifra más alta en dos décadas, pero queda lejos de las 438.191 peticiones de 1992, en plena guerra de Yugoslavia / Alemania es el país de la UE que recibe más solicitudes de asilo, peroSuecia —con 5,7 por cada 1.000 habitantes frente a los 1,5 de Alemania— es líder en términos proporcionales / Las peticiones de asilo, sobre todo de ciudadanos sirios, rondan ya las 200.000 este año
Texto: Cuando los habitantes del barrio berlinés de Neukölln se enteraron a principios de este año de que iban a tener como nuevos vecinos a un millar de refugiados, hubo protestas contra el nuevo centro. “Repartimos folletos informativos y les invitamos una tarde a que nos expusieran sus dudas. Sigue habiendo pequeños conflictos, pero poco a poco hemos logrado una relación de confianza”, explica desde su despacho Bernd Szczepanski, responsable de Asuntos Sociales del distrito. A las pocas horas de que esta conversación tuviera lugar el pasado jueves, a unos 400 kilómetros al sur de Berlín, unos ultraderechistas quemaban un centro de asilados cercano a la localidad bávara de Núremberg. “No queremos refugiados aquí”, se podía leer con pintura roja en las paredes calcinadas. Al lado, había dos cruces gamadas.
No es este el primer episodio de xenofobia y / o islamofobia vivido por Alemania en los últimos meses. Las imágenes de unos guardias privados maltratando a refugiados en la ciudad de Essen escandalizaron al país a finales de verano. Al ver las fotos, muchos las compararon con las de Abu Ghraib. Hace dos semanas, un grupo de refugiados en Múnich inició una huelga de hambre en protesta por su situación. Y, por si fuera poco, a las manifestaciones violentas de hooligans contra islamistas se ha unido un movimiento que cada semana congrega en Dresde a más personas que protestan contra la creciente islamización del país. El pasado lunes llegaron a ser 10.000.
El clima social “cada vez más áspero” del que habló el ministro del Interior, el democristiano Thomas de Maizière, obedece a diversos motivos. Por un lado, las noticias del creciente número de alemanes que viajan a Irak o Siria para participara en la yihad. Y por otro, el aumento del número de refugiados de los últimos dos años. Las autoridades calculan que este año los solicitantes de asilo rondarán los 200.000, de los que un 30% lograrán algún tipo de protección. En la década anterior lo habitual era que no superaran los 50.000.
La guerra civil en Siria es la principal fuente de refugiados, y el motivo por el que las autoridades regionales se encuentran desbordadas con unos fondos insuficientes. El número dos del Gobierno y líder de los socialdemócratas, Sigmar Gabriel, calcula en 1.000 millones de euros los fondos suplementarios necesarios. Pese a todo, la oleada actual está lejos de las cifras que dejó la guerra de Yugoslavia a principios de los años noventa del siglo XX.
En este debate irrumpió el escritor Günter Grass hace dos semanas, cuando comparó la situación actual con la llegada al país de 14 millones de alemanes del este tras la II Guerra Mundial y sugirió la posibilidad de obligar a las familias a alojar a refugiados. Quizás exagerara algo el Premio Nobel, pero sus palabras muestran la creciente preocupación por el problema.
El tema de la no integración de los islámicos es un problema real, pero que no debería solucionarse permitiendo que los recién llegados quieran imponer sus normas al país que los recibe.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo, aunque a mí me parece que acá pasa otra cosa Como que a partir de determinado porcentaje de población extranjera, los pueblos se vienen locos, violentos. No sé. Seguro que alguien lo estudió. Cordiales saludos,
ResponderEliminarAstroboy