Continuamos dándole vueltas al reciente cambio impulsado por China al recorrido final que tendrá la "Nueva Ruta de la Seda", el colosal proyecto de infraestructura capaz de integrar a Eurasia por vías terrestres y marítimas. El proyecto excluye al imperio anglosajón (esencialmente marítimo) por lo que sus consecuencias geopolíticas están a la vista. Recientemente reprodujimos un artículo de Thierry Meyssan para Red Voltaire, en el que se señalaba que China propone ahora incluir a Israel en el trazado de la nueva ruta, con las implicancias que esto tiene para la futura estabilidad (o no) de Oriente Medio. Esta segunda nota, del mismo autor para el mismo medio, amplía la perspectiva:
Título: La «ruta de la seda» e Israel
Epígrafe: China sigue adelante con su proyecto de «Nueva Ruta de la Seda». El vicepresidente chino, Wang Qishan, inició una gira por el Medio Oriente, con una estancia de 4 días en Israel. Según los acuerdos ya firmados, de aquí a 2 años China controlará la mayor parte del mercado agroalimentario israelí, así como la alta tecnología y los intercambios internacionales de Israel. El paso siguiente debería ser la conclusión de un acuerdo de libre comercio. Todo eso modificará radicalmente la geopolítica regional.
Texto: En el otoño de 2013, China hizo público su proyecto de creación de vías de comunicación marítimas y principalmente terrestres a través del mundo. Asignó a ese proyecto sumas colosales y comenzó a concretarlo a toda velocidad. Los principales ejes pasan por Asia o por Rusia hacia el oeste de Europa. Pero China prevé también la creación de rutas de transporte a través de África y Latinoamérica.
Los obstáculos a la «Nueva Ruta de la Seda»
El proyecto chino tiene ante sí dos obstáculos: uno es de índole económica y el otro de carácter estratégico.
Desde el punto de vista chino, el objetivo de este proyecto es exportar los productos chinos siguiendo el modelo de la «Ruta de la Seda» que, desde el siglo II hasta el siglo XV, conectó China con Europa a través del valle de Ferganá –en Uzbekistán– y de territorios de Irán y Siria. En aquellos tiempos, los productos se transportaban de ciudad en ciudad y en cada etapa se intercambiaban unos productos por otros, según las necesidades de los comerciantes locales. Hoy en día la intención de China es vender sus productos directamente en Europa y en el resto del mundo.
Pero ya no se trata de productos exóticos (sedas, especias, etc.) sino de productos idénticos a los que fabrican los europeos y a menudo de superior calidad. La ruta comercial se convierte así en autopista. Marco Polo se enamoró de las variedades de seda que descubrió en el Extremo Oriente, incomparablemente superiores a las que podía encontrar en Italia, pero hoy Angela Merkel tiembla de temor ante la posibilidad de ver la industria automovilística alemana aplastada por sus competidores chinos. O sea, los países desarrollados van a tener que comerciar con China y, al mismo tiempo, tratar de proteger sus propias industrias del impacto económico.
Al exportar masivamente su producción, China ocupará en el comercio mundial el lugar que el Reino Unido ocupó, inicialmente en solitario y más tarde junto a Estados Unidos, desde la época de la Revolución Industrial. Fue precisamente para conservar esa supremacía que Winston Churchill y Franklin D. Roosevelt firmaron la Carta del Atlántico y que Estados Unidos se incorporó a la Segunda Guerra Mundial. Por consiguiente, es probable que los anglosajones no vacilen en recurrir a la fuerza militar para obstaculizar el projecto chino [1], como ya lo hicieron en el pasado ante los proyectos de alemanes y japoneses.
En todo caso, el Pentágono publicó en 2013 el plan Wright, que preveía la creación de un nuevo Estado en territorios de Irak y Siria para bloquear la ruta de la seda entre Bagdad y Damasco. Esa era la misión encomendada al Emirato Islámico (Daesh), así que China ha modificado el trazado de su ruta. Pekín ha decidido finalmente hacerla pasar por Egipto y, para hacerlo posible, invirtió en la ampliación que multiplicó por dos la capacidad de tránsito a través del Canal de Suez y en la creación de una gran zona industrial a 120 kilómetros de El Cairo [2]. Para garantizar el bloqueo del proyecto chino, el Pentágono organizó también una «revolución de color» en Ucrania, como modo de cortar el tramo europeo de la ruta, y ha venido estimulando desórdenes en Nicaragua para impedir la construcción a traves de ese pais de un nuevo canal interoceánico que comunicaría las aguas del Pacífico con las del Atlántico.
A pesar del volumen sin precedente de las inversiones chinas en la Nueva Ruta de la Seda, es importante recordar que, en el siglo XV, China llegó a crear una gigantesca flota para garantizar la seguridad de sus rutas marítimas. El almirante chino Zheng He, conocido como «el eunuco de las Tres Joyas», combatió a los piratas de Sry Lanka, construyó pagodas en Etiopía e hizo personalmente el peregrinaje a La Meca. Sin embargo, cuando Zheng He regresó a China, el emperador canceló el proyecto y ordenó quemar la flota. China se replegó entonces sobre sí misma, precedente que indica que no se debe considerar que, desde el punto de vista chino, el éxito del proyecto pueda darse por sentado.
En el pasado reciente, China se implicó en el Medio Oriente sólo con la intención de adquirir el petróleo que necesitaba. En Irak, China construyó refinerías, destruidas por los yihadistas del Emirato Islámico (Daesh) y por las tropas de las potencias occidentales que simulaban luchar contra esos terroristas. Pekín se convirtió también en el principal comprador del petróleo de Arabia Saudita, donde construyó el gigantesco complejo petrolero de Yasref-Yanbu, a un costo de 10 000 millones de dólares.
Israel y la Nueva Ruta de la Seda
Los vínculos entre Israel y China datan del mandato del primer ministro israelí Ehud Olmert, cuyos padres se instalaron en Shanghai luego de haber huido de los nazis. Olmert, predecesor de Benyamin Netanyahu en el cargo de primer ministro, había tratado de establecer fuertes relaciones con Pekín. Pero sus esfuerzos se vieron neutralizados por su propio empeño en respaldar a uno de los grupos de piratas somalíes a los que Estados Unidos había confiado la tarea de obstaculizar el tráfico marítimo de los cargueros rusos y chinos a la salida del Mar Rojo [3]. Aquello estuvo a punto de provocar un gravísimo escándalo. Finalmente, China fue autorizada a abrir una base naval en Yibuti y Ehud Olmert fue separado de la vida política.
Desde 2016, China venía negociando con Israel un tratado de libre comercio. En ese contexto, el Shanghai International Port Group compró la concesión de explotación de los puertos de Haifa y Ashdod. Eso implica que, en 2021, China controlará el 90% del intercambio comercial de Israel. La transnacional china Bright Food ya adquirió el 56% de la cooperativa Tnuva, que agrupa a los productores de los kibutz, y podría incluso aumentar su participación en ella, de manera que China controlará gran parte del mercado agrícola israelí. Por otra parte, Jack Ma, el célebre fundador del sitio de ventas online Alibaba, estuvo en Tel Aviv como miembro de la delegación oficial china y no ocultó su intención de comprar numerosas startup israelíes para obtener acceso a su alta tecnología.
El sector del armamento ha sido el único ámbito de la economía israelí en mantenerse fuera del alcance del apetito chino. En septiembre, el profesor israelí Shaul Horev organizó en la universidad de Haifa –con ayuda del Hudson Institute estadounidense– una conferencia para alertar a los generales del Pentágono sobre las consecuencias de las inversiones chinas. Los expositores señalaron sobre todo que esos contratos exponen el país a un espionaje intensivo, dificultan el uso de los puertos israelíes por parte de los submarinos estadounidenses capaces de lanzar misiles nucleares y los vínculos de Israel con la Sexta Flota de Estados Unidos.
El ex director del Mossad, Ephraim Halevy, cuya vinculación con Estados Unidos es harto conocida, subrayó que el Consejo de Seguridad Nacional nunca deliberó sobre esas inversiones, decididas únicamente en función de aprovechar una oportunidad comercial. La interrogante que habría que plantearse es si Washington autorizó o no ese acercamiento entre Tel Aviv y Pekín.
No debemos equivocarnos sobre las razones que permitieron a China abrir una base militar en Yibuti y parece poco probable que Pekín haya concluido con Washington algún acuerdo secreto sobre esta nueva trayectoria de la ruta de la seda. Por supuesto, a Estados Unidos no le importa que se produzca un derrumbe económico de la Unión Europea. Pero, a largo plazo, China y Rusia van a verse obligadas a ponerse de acuerdo para protegerse de las potencias occidentales. La Historia ha demostrado fehacientemente que estas últimas han hecho todo lo posible –y siguen haciéndolo– por desmantelar a los dos gigantes. Por consiguiente, aunque una alianza entre China y Estados Unidos sería en lo inmediato favorable a Pekín, a la larga acabaría conduciendo a la eliminación sucesiva de Rusia y de la propia China.
Los acuerdos entre China e Israel hacen pensar más bien que, como dijera Lenin, «los capitalistas han vendido la cuerda que servirá para colgarlos».
Notas:
[1] “The Geopolitics of American Global Decline”, Alfred McCoy, Tom Dispatch (Estados Unidos), Voltaire Network, 22 de junio de 2015.
[2] «China se despliega en el Medio Oriente», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 25 de enero de 2016.
[3] «Piratas, corsarios y filibusteros del siglo XXI», por Thierry Meyssan, Оdnako (Rusia), Red Voltaire, 1º de junio de 2010.
miércoles, 31 de octubre de 2018
domingo, 28 de octubre de 2018
Un triste domingo de Octubre
De no mediar un milagro, el pueblo brasileño votará hoy masivamente al candidato neofascista Jair Bolsonaro para ocupar la presidencia de ese país. Ponen un poco de contexto regional los periodistas Hernán Neyra y Andrés Ferrari Haines en una nota aparecida hoy en Página/12:
Título: Argentina, Bolsonaro te quiere
Epígrafe: Aunque el canciller Faurie lo calificó como “de centroderecha”, el candidato brasileño ya tendió lazos con la derecha y con la ultraderecha del Cono Sur.
Texto: Aunque afirma que “las minorías tendrán que adaptarse a la mayoría, que somos nosotros”, el proyecto social de Jair Bolsonaro es de fortísima exclusión. Se basa en que, como ya lo expresó siendo diputado en el Congreso, “el pobre sólo sirve para llevar en una mano el documento para votar y en la otra el diploma de burro”. Para consolidar su modelo social ya comenzó a delinear la que sería su política externa, que comienza con tejer lazos con gobiernos semejantes de la región. Por lo tanto, Bolsonaro quiere a la Argentina.
Como también se informa en las páginas 22 a 25 de esta edición, Bolsonaro amenaza y ataca a los grupos más débiles de la sociedad brasileña: pobres, mujeres, homosexuales, indios, marginales. Apologista de las armas y la violencia igual que su hijo, que muestra fotos de su arsenal, no apunta a enfrentarse en forma heroica contra alguien de su tamaño, y mucho menos con alguien más fuerte que él. Sin capacidad de articular una propuesta para la sociedad, huye del debate, escudándose en razones de salud por causa del atentado que sufrió –hasta que sus médicos tuvieron que salir a desmentirlo–, y apela a las emociones más simples e inmediatas sobre una población que aún sufre la pobreza, el analfabetismo y es altamente influenciada por los movimientos evangélicos.
Es notoria la importancia de Brasil en Sudamérica: representa la mitad de la población, la mitad del PBI y del territorio, razón por la que lo que haga el presidente de Brasil influirá en el resto. Además, podría dar pie a nuevas alianzas con gobiernos que tuvieran posiciones ideológicas parecidas, según explica Anthony Pereira, profesor del Instituto Brasil del King´s College de Londres. Y señala que la experiencia brasileña podría servir de modelo para el conservadurismo social y moral, la oposición al aborto, a la inmigración o a la legalización de drogas junto con la carta blanca a la policía y las fuerzas de seguridad.
Para hacer más “digeribles” estos cambios, el uso de ciertas etiquetas limita con los eufemismos. Para el canciller argentino, Jorge Faurie, Bolsonaro es un candidato de “centroderecha”. Lo curioso es que el mismo Canciller sostiene que Bolsonaro busca una vinculación estrecha con los países de nuestra región como la Argentina, Paraguay y Chile. No le sorprendió que excluyera a Uruguay, que es socio pleno del Mercosur. Tampoco le mereció ningún comentario el saludo que Bolsonaro enviara al Presidente argentino: “Un abrazo a Macri, que terminó con la Dilma Kirchner”.
A pesar de respaldar al gobierno militar brasileño y al torturador Carlos Alberto Brilhante Ustra, Bolsonaro afirma que los futuros socios privilegiados para Brasil serán países “libres de dictaduras”. Así, los contactos internacionales de Bolsonaro han sido con los presidentes Macri y con Abdo Benítez y con senadores de la Unión Demócrata Independiente de Chile que le hicieron llegar la invitación del presidente Sebastián Piñera. Un destacado político chileno, pinochetista, José Antonio Kast, diputado y actual presidente del partido Acción Republicana, calificó a Bolsonaro como “sensato”. En la página del partido tildan de “ultraderechista” a Bolsonaro mientras dicen que le lleva varios regalos, como el libro “El Ladrillo”, que resume las políticas impulsadas por los Chicago Boys. Sobre su encuentro, Kast dijo: “A mí no me importa quién conduce el tren, lo que importa es que la derecha se quite los complejos y empiece a hablar con la verdad”.
Kast llega tarde, porque no será el primero en señalarle a Bolsonaro cuál es la política de los Chicago Boys. Su principal asesor económico, Paulo Guedes, fue profesor universitario en Chile durante la dictadura, luego de haberse formado en la Universidad de Chicago. Auténtico “Chicago boy”, fue parte de esos jóvenes formados en un pensamiento marcadamente liberal que iban hacia el Cono Sur a promover privatizaciones. Como entonces, Guedes propone un sistema de jubilaciones de capitalización privado, como en Chile y como hubo en la Argentina entre 1994 y 2008. En Chile, que mantiene el espíritu y la base de su Constitución de 1980, son notorios los reclamos por educación y salud gratuitos y por el sistema de pensiones privadas, que hace que mucha gente deba seguir trabajando incluso después de haber alcanzado la edad jubilatoria. Piñera dijo sentir “legítimo orgullo” porque Bolsonaro aseguró que pensaba seguir el modelo chileno.
El mismo Piñera, quien dijo que “tenemos coincidencias importantes como integración económica y modernización de la economía”, sería uno de los invitados a la “Cumbre liberal-conservadora” que pretende organizar Bolsonaro. El objetivo sería reunir a líderes de grupos de derecha de América latina para debatir tácticas políticas para las derechas de nuestros países. Se esperan invitados de Chile, Colombia, Paraguay, los Estados Unidos y también opositores de Venezuela y de Cuba. Usando la figura de las tormentas que se suelen usar en la Argentina, sería un fuerte cambio en la intensidad de los vientos que vienen soplando sobre la región.
miércoles, 24 de octubre de 2018
Pactos
La foto de arriba muestra una reunión entre el rey de Arabia Saudita, Salman bin Abdulaziz (derecha), y el príncipe heredero, Mohammad bin Salman (a la izquierda del rey, en segundo plano), con Sahal Khashoggi (izquierda), uno de los hijos del periodista recientemente asesinado en el consulado saudita de Estambul, Jamal Khashoggi. El sitio web Moon of Alabama sugiere que Sahal Khashoggi fue arrastrado hasta el palacio del rey Salman para que pudieran filmar la pantomima de una sentida reunión de pésame entre los jerarcas del reino y uno de los deudos del último asesinado por los jerarcas del reino. Noten un detalle curioso: el guardaespaldas del rey tiene la mano derecha apoyada en la culata de su pistola, y la cartuchera está desabrochada. Todo listo para volarle los sesos al bueno de Sahal por si decide lanzarse al cuello del rey. Lo que se dice una tranquila reunión protocolar. En fin. De los centenares de notas que han aparecido al respecto, posteamos hoy una que le pone algo de contexto al evento. Es de Thierry Meyssan para Red Voltaire. Acá va:
Título: El pacto del reino saudita con Estados Unidos sólo protege al rey, sin incluir al príncipe heredero
Epígrafe: Los panameños que recuerdan como Washington arrestó a su ex empleado, el general Antonio Noriega, no se sorprenden del destino que Estados Unidos parece deparar al príncipe heredero saudita. El asesinato de Jamal Khashoggi está lejos de ser el peor de los crímenes del príncipe Mohamed ben Salman, pero pudiera ser el último. El pacto de Estados Unidos con la familia real protege sólo al rey y Washington puede aprovechar la coyuntura para embolsarse varios miles de millones de dólares.
Texto: El asesinato de Jamal Khashoggi es uno de los numerosísimos casos donde se aplica la ética de geometría variable que practican las potencias occidentales.
El reino de los Saud
Hace 70 años que las potencias occidentales prefieren ignorar lo que todo el mundo sabe: Arabia Saudita no es un país como los demás. Es propiedad privada del rey que la gobierna y todos los que allí residen están al servicio de ese rey. El nombre mismo del país –Arabia Saudita– proclama que se trata, ante todo, de la “residencia” de los Saud.
En el siglo XVIII, una tribu de beduinos –los Saud– concluyó una alianza con la secta de los wahabitas y se levantó contra el Imperio Otomano. Lograron instaurar un reino en Hejaz, región de la Península Arábiga donde se encuentran las ciudades santas de Medina y La Meca. Pero pronto tuvieron que enfrentar la represión otomana.
A principios del siglo XIX, un sobreviviente de la tribu de los Saud inicia una nueva revuelta. Pero los miembros de su familia comienzan a luchar entre sí y acaban nuevamente derrotados por los otomanos. Finalmente, ya en el siglo XX, los británicos apuestan por los Saud para acabar con el Imperio Otomano y poder explotar los yacimientos petrolíferos de la Península Arábiga. Con ayuda de Lawrence de Arabia, fundan el reino actual.
La diplomacia británica sabía perfectamente que tanto los Saud como los wahabitas se habían ganado el odio de sus servidores y que serían incapaces de entenderse con sus vecinos. El desequilibrio militar entre los Saud, armados con sables, y el armamento moderno de los británicos garantizaba que esa familia nunca pudiese rebelarse contra sus amos occidentales.
Pero al final de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos aprovecha el debilitamiento del Reino Unido para suplantarlo. El presidente Roosevelt concluye con el fundador del reino saudita el llamado “Pacto del Quincy” [1]. En ese pacto, Estados Unidos se comprometía a proteger a la familia Saud a cambio del petróleo del reino. Los Saud también se comprometían a no oponerse a la creación de un Estado judío en Palestina. George W. Bush renovó aquel pacto en los años 2000.
El fundador del wahabismo, Mohamed ben Abdelwahhab, estimaba que quienes no se unieran a su secta debían ser exterminados. Numerosos autores han resaltado la cercanía entre el modo de vida de los wahabitas y el de algunas sectas judías ortodoxas, así como el parecido entre los razonamientos de los teólogos wahabitas y los de algunos pastores cristianos puritanos.
Sin embargo, para mantener la influencia británica en el Medio Oriente, Londres decide combatir a los nacionalistas árabes y respaldar a la Hermandad Musulmana y a la secta de los Nachqbandis. Es por eso que, en 1962, los británicos solicitaron a los Saud que crearan la Liga Islámica Mundial y después –en 1969– la creación de lo que hoy llamamos la Organización para la Cooperación Islámica. El wahabismo acabó admitiendo el islam sunnita –al que hasta entonces había combatido– y ahora se erige en protector del sunnismo mientras se obstina en combatir las demás manifestaciones del islam.
Tratando de evitar las guerras fratricidas que habían marcado la historia de su familia en el siglo XIX, el rey Ibn Saud instituyó un sistema de sucesión que, a la muerte del rey, transfería la corona al mayor de sus hermanos. El fundador del reino había tenido 32 esposas, que le dieron 53 hijos y 36 hijas. El mayor de los sobrevivientes –el actual rey Salman– tiene 82 años. En aras de salvar el reino, el Consejo de Familia de los Saud aceptó en 2015 modificar la regla de sucesión y designar a los hijos del príncipe Nayef y del rey Salman como futuros herederos. Pero el príncipe Mohamed ben Salman –hijo del actual rey Salman– apartó de su camino al hijo de Nayef convirtiéndose así en único príncipe heredero del trono.
Las costumbres de los Saud
En la Antigüedad, el término «árabe» designaba a los pueblos arameos que vivían del lado sirio del Éufrates. Según esa definición, los Saud no son árabes. Sin embargo, como el Corán fue reexaminado por el Califa en Damasco, el término «árabe» designa hoy a los pueblos que hablan la lengua del Corán, lo cual incluye a los de la región de Hejaz. Ese término genérico abarca hoy las civilizaciones –muy diferentes entre sí– de los beduinos del desierto y de los pueblos de las ciudades de un vasto conjunto geográfico que se extiende desde el Océano Atlántico hasta el Golfo Pérsico.
La familia Saud pasó bruscamente del camello al jet privado, pero ha conservado, en pleno siglo XXI, la cultura arcaica del desierto. Ejemplo de ello es su odio hacia la Historia. Los Saud han destruido todo rastro de la historia de su país. Esa es la mentalidad retrógrada que se expresó en las destrucciones de monumentos históricos y arqueológicos perpetradas por los yihadistas en Irak y en Siria. No existe ninguna otra razón que justifique la decisión de los Saud de destruir la casa del Profeta Mahoma y la destrucción de las históricas tablillas sumerias perpetrada por los yihadistas del Emirato Islámico (Daesh).
Las potencias occidentales que en el pasado utilizaron a los Saud para acabar con el Imperio Otomano –hecho que todos reconocen hoy en día– son las mismas que utilizaron a los yihadistas, financiados por los Saud y formateados ideológicamente por los wahabitas, para destruir Irak y Siria.
Aunque ya nadie quiere recordarlo, al principio de la agresión contra Siria, mientras la prensa occidental nos servía la fábula de la «primavera árabe», Arabia Saudita sólo exigía que el presidente Bachar al-Assad dejara el cargo. Riad aceptaba que se quedaran sus consejeros, su gobierno y hasta su ejército y sus servicios secretos. Sólo quería la cabeza de Assad… porque Assad no es sunnita.
Cuando el príncipe Mohamed ben Salman (a quien la prensa prefiere llamar «MBS») se convirtió en el ministro de Defensa más joven del mundo, exigió poder explotar los yacimientos petrolíferos que abarcan parte de su país y del territorio yemenita. Ante la negativa de Yemen, inició una guerra con la que esperaba cubrirse de gloria, como su abuelo. Pero, a través de la Historia, nadie ha logrado mantenerse en Yemen, ni en Afganistán. Poco importa, el príncipe heredero “demuestra” su poderío hambreando a 7 millones de personas. Todos los miembros del Consejo de Seguridad dicen sentir preocupación ante la crisis humanitaria en Yemen, pero ninguno se atreve a criticar al “valeroso” príncipe MBS.
Como consejero de su padre el rey, MBS propone eliminar al jefe de la oposición saudita –el jeque Nimr Baqr al-Nimr [2]. El jeque al-Nimr era partidario de la no violencia… pero era chiita, o sea un «infiel», según la visión de los wahabitas. El jeque al-Nimr fue decapitado, sin que las potencias occidentales se escandalizaran por ello. Después, MBS destruyó Mussawara y Chuweikat, en la región saudita de Qatif, ¡de población fundamentalmente chiita! Las potencias occidentales tampoco vieron allí las ciudades arrasadas por los blindados del reino ni sus pobladores masacrados.
El príncipe heredero no soporta la menor contradicción y en junio de 2017 empujó a su padre a romper con Qatar, porque el pequeño pero riquísimo emirato había tenido la audacia de ponerse del lado de Irán ante Arabia Saudita. MBS intimó entonces a todos los países árabes a seguirlo en su disputa con Qatar y logró hacerlo retroceder temporalmente.
Al llegar a la Casa Blanca, el presidente Trump decide ser pragmático. Acepta la agonía de los yemenitas, a condición de que Riad ponga fin al respaldo que aportaba a los yihadistas.
Es entonces cuando al consejero de Trump, su yerno Jared Kushner, se le ocurre la idea de recuperar el dinero que los Saud ganan con el petróleo y usarlo para revitalizar la economía de Estados Unidos. La inmensa fortuna de los Saud es el dinero que las potencias occidentales en general y los estadounidenses en particular han venido pagando por el petróleo saudita. No es fruto del trabajo de la familia real sino la renta que sacan de un país que les pertenece. El príncipe Mohamed ben Salman organiza entonces el golpe palaciego de noviembre de 2017 [3]. Al menos 1 300 miembros de la familia real son puestos bajo arresto domiciliario, incluyendo al primer ministro libanés Saad Hariri, escendiente bastardo del clan Fadh. Algunos de ellos son torturados para “convencerlos” de que deben “ofrecer” la mitad de sus fortunas al príncipe heredero, quien se echa así en el bolsillo 800 000 millones de dólares en dinero y en acciones [4]. ¡Craso error!
La fortuna de los Saud, hasta entonces dispersa entre todos los príncipes y sus descendientes, se concentra ahora en una mano que no es la del rey, representante del Estado. Así que sólo hay que torcer esa única mano para recuperar el botín. El príncipe MBS amenaza también con imponer a Kuwait el destino que ya sufre Yemen, si él no puede explotar las reservas de petróleo ubicadas en las regiones limítrofes con Arabia Saudita. Pero el viento y el tiempo ya no son favorables al heredero.
La operación Khashoggi
Sólo había que esperar la oportunidad. El 2 de octubre de 2018, uno de los servidores del acaudalado príncipe Al-Walid ben Talal Abdulaziz Al-Saud, el periodista Jamal Khashoggi, es asesinado por orden de MBS en la sede del consulado de Arabia Saudita en Estambul, lo cual constituye una violación del artículo 55 de la Convención de Viena sobre las relaciones consulares [5].
Jamal Khashoggi era nieto del médico personal del rey Abdul Aziz y sobrino del vendedor de armas Adnan Khashoggi, el hombre que equipó la fuerza aérea saudita y posteriormente armó –por cuenta del Pentágono– al Irán chiita contra el Irak sunnita. Samira Khashoggi, tía de Jamal Khashoggi, es la madre de otro vendedor de armas, Dodi al-Fayed, amante de la mediática princesa británica Lady Diana, junto a la cual fue eliminado [6]).
Jamal Khashoggi estaba implicado en un nuevo golpe palaciego que el príncipe Al-Walid ben Talal estaba preparando contra MBS. Varios asesinos presentes en el consulado le cortaron los dedos, descuartizaron su cuerpo y posteriormente presentaron su cabeza al amo MBS. Todo fue meticulosamente grabado por los servicios secretos de Turquía y Estados Unidos.
En Washington, la prensa y los miembros del Congreso estadounidense exigen al presidente Trump la adopción de sanciones contra Riad [7]. Turki al-Dakhil, uno de los consejeros del príncipe heredero, responde que si Estados Unidos adopta sanciones contra Arabia Saudita, esta última es capaz de echar abajo el orden mundial [8]. Según la tradición de los beduinos del desierto, a todo insulto debe responderse con una venganza… a cualquier precio.
Según ese consejero, Arabia Saudita está preparando una treintena de medidas y las más importantes serían:
- Reducir la producción de petróleo a 7,5 millones de barriles diarios, lo cual provocaría un alza de precios, que podrían llegar a 200 dólares por barril. Además, Arabia Saudita no aceptaría pagos en dólares estadounidenses, provocando así el fin de la hegemonía mundial de esa moneda;
- Arabia Saudita se alejaría de Washington para acercarse a Teherán;
- Arabia Saudita compraría armamento a Rusia y China. El reino propondría además a Rusia abrir una base militar en suelo saudita, concretamente en la provincia de Tabuk, en el noroeste, o sea cerca de Siria, Líbano e Irak;
- De la noche a la mañana, Arabia Saudita pasaría a respaldar al Hamas y al Hezbollah.
Consciente de los daños que la fiera es capaz de provocar, la Casa Blanca promete a sus perros parte de los despojos. Recordando tardíamente sus bellos discursos sobre los «Derechos Humanos», las potencias occidentales claman en coro que ya no soportan más esa tiranía medieval [9]. Uno a uno, todos los líderes económicos de Occidente se alinean tras las instrucciones de Washington y anulan su participación en el Foro de Riad. Recordando que Jamal Khashoggi era «residente estadounidense», el presidente Trump y su consejero Jared Kushner hablan de confiscar bienes, que pasarían a manos de Estados Unidos.
Mientras tanto, en Tel Aviv reina el pánico. El príncipe MBS era el mejor socio del primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu [10]. Netanyahu incluso solicitó al príncipe heredero la creación de un estado mayor común israelo-saudita en Somalilandia para aplastar a los yemenitas. MBS viajó en secreto a Israel a finales de 2017. El ex embajador de Estados Unidos en Tel Aviv, Daniel B. Shapiro, advierte a sus correligionarios israelíes que al aliarse al príncipe heredero saudita, Netanyahu pone a Israel en peligro [11].
El Pacto del Quincy sólo protege al rey de Arabia Saudita. No incluye al príncipe heredero.
Notas:
[1] El “Pacto del Quincy” debe su nombre al hecho de haber sido firmado a bordo del navío de guerra estadounidense USS Quincy (CA-71). Nota de la Red Voltaire.
[2] «El régimen de los Saud se tambalea después de ejecutar al jeque al-Nimr», por André Chamy, Red Voltaire, 4 de enero de 2016.
[3] «Golpe palaciego en Riad», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 7 de noviembre de 2017.
[4] “Saudis Target Up to $800 Billion in Assets”, Margherita Stancati y Summer Said, Wall Street Journal, 8 de noviembre de 2017.
[5] «Convention de Vienne sur les relations consulaires », Réseau Voltaire, 24 avril 1963.
[6] Lady died, par Francis Gillery, Fayard éd., 2006; «Francis Gillery: “Yo estudié el mecanismo de la mentira de Estado en el caso de la princesa Diana”», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 4 de septiembre de 2007.
[7] “The disappearance of Jamal Khashoggi”, por Manal al-Sharif, The Washington Post, 9 de octubre de 2018. “Letter by the Senate Foreign Relations Committee on the disappearance of Jamal Khashoggi”, 10 de octubre de 2018.
[8] “US sanctions on Riyadh would mean Washington is stabbing itself”, Turki Al-Dakhil, Al-Arabiya, 14 de octubre de 2018.
[9] «Declaración Conjunta de los ministros de Exteriores de Alemania, Francia y Reino Unido sobre la desaparición de Jamal Khashoggi», Red Voltaire, 14 de octubre de 2018.
[10] «Exclusivo: Los planes secretos de Israel y Arabia Saudita», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 22 de junio de 2015.
[11] “Why the Khashoggi Murder Is a Disaster for Israel”, Daniel Shapiro, Haaretz, 17 de octubre de 2018.
martes, 23 de octubre de 2018
Cambios en la Ruta de la Seda
Un nuevo trazado de la Ruta de la Seda planificada por China para Eurasia propone saltear a Turquía e incorporar a Jordania. Egipto e Israel. Así lo cuenta Red Voltaire:
Título: La «ruta de la seda» pasará por Jordania, Egipto e Israel
Texto: Luego del asalto del Emirato Islámico (Daesh) contra la ciudad siria de Palmira, China renunció al trayecto histórico de la «ruta de la seda» (Bagdad-Palmira-Damasco-Tiro). Se planteó entonces la posibilidad de recurrir a un trazado alternativo que ya no pasaría por Siria sino por Turquía.
En la Antigüedad existió también un trayecto secundario que pasaba por Petra, en Jordania, y Alejandría, en Egipto. Finalmente, la nueva ruta de la seda debería pasar por Jordania y bifurcar después hacia Egipto e Israel.
El paso a través de Egipto ya contaba con el aval de la administración Obama, que autorizó la ampliación del Canal de Suez al doble de su capacidad –trabajo ya realizado– y la creación de una gran zona industrial –hoy en vías de realización.
Al parecer, la administración Trump ya autorizó el paso por Israel. En todo caso, el Shanghai International Port Group acaba de adquirir una concesión para operar los puertos de Haifa y Asdod. China construirá además el túnel del Monte Carmelo para multiplicar por dos el acceso al puerto de Haifa.
Por consiguiente, para el año 2021 el 90% del comercio internacional de Israel estará en manos de China, lo cual significa que la República Popular China se convertirá –junto a Estados Unidos– en coprotector de Israel, perspectiva que ya encuentra rechazo en los círculos militares israelo-estadounidenses.
Esta modificación del recorrido de la nueva ruta de la seda cambiaría radicalmente la geopolítica regional. China ha sido hasta ahora un socio comercial para Israel –exceptuando el sector del armamento– y un aliado político para el Hamas –que incluso dispone de una representación en Pekín. Al mismo tiempo, China proporcionaba misiles al Hezbollah libanés. En adelante, el Hamas y el Hezbollah tendrían que abstenerse de atacar objetivos vinculados al transporte por carretera, por tren o los puertos israelíes para no entrar en conflicto con los intereses chinos. No está de más recordar que el secretario general del Hezbollah, Hassan Nasrallah, explicaba que ante una agresión israelí contra el Líbano, Hezbollah podía bombardear el material nuclear almacenado en el puerto israelí de Haifa.
Pero el nuevo trazado modifica incluso la geopolítica mundial. El acuerdo entre China e Israel supone una autorización previa de Washington. La estrategia comercial china ignora una serie de condiciones políticas ya que modifica profundamente el sentido de la Asociación de la Eurasia Ampliada, pactada entre China y Rusia y que hoy sirve de base a la alianza entre estos dos últimos países.
Por lo pronto, el anuncio de este nuevo trazado revela la existencia de un acuerdo secreto entre Pekín y Washington, a pesar de la escalada bilateral en materia de gravámenes aduanales.
Si el proyecto chino llega a concretarse, todos los países del Medio Oriente tendrán que reposicionarse y todos los países del mundo tendrán adaptarse después a la nueva situación.
domingo, 21 de octubre de 2018
Cambio en el clima de época
Dos notas recientes del analista financiero Tom Luongo nos llamaron la atención. La primera se refiere el discurso del presidente de Rusia, Vladimir Putin, en el Foro Económico de Valdai; la segunda habla de la próxima cumbre sobre Siria a llevarse a cabo en Sochi, también en Rusia. Ambas hablan de un cambio en el clima de época y salieron publicadas estos días en el sitio web Zero Hedge:
Título: Putin Lays Down The Law At Valdai
Texto: Every year Russian President Vladimir Putin speaks at the Valdai Economic Forum. And each year his talk is important. Putin isn’t one to mince words on important issues.
With tensions between Russia and the West reaching Cold War levels, Valdai represented the first time we’ve heard Putin speak in a long-form discussion since Helsinki and the events thereafter — IL-20, Khashoggi, etc.
So, this talk is worth everyone’s time. And when I say everyone’s I mean every single person who could be affected by the breakdown of the U.S. political system and how that spills over onto Russia’s shores.
In other words, pretty much everyone on the planet.
Because what Putin did at Valdai was to lay down the new rules of conduct in geopolitical affairs. He put the U.S. and European oligarchs I call The Davos Crowd on notice.
There is a limit to your provocations and attempts to undermine Russia. So don’t cross that line.
Peace Through Strength
The big quote from his talk is the one everyone is focusing on, and rightly so, Russia’s policy about using nuclear weapons.
It’s not that Putin’s stance was any different than in the past. Russia will strike back at an aggressor under any circumstance where the future of Russia is at stake. It was his assurance that in doing so 1) it would be just and righteous “dying like martyrs” and 2) so swift and brutal the aggressors would “die like dogs” bereft of the chance to ask for salvation.
Those are strong words. They are the words of a meek man. And the word meek, as Jordan Peterson reminds us, describes someone who has weapons, knows how to use them and keeps them sheathed until they have no other option.
The reaction from the audience (see video above) was nervous laughter, but I don’t think Putin was having one over on anyone.
He was serious. This is the very definition of meek.
It is really no different than the attitude of Secretary of State James Mattis who said, “I come in peace. I didn’t bring artillery. But I’m pleading with you, with tears in my eyes: If you f$*k with me, I’ll kill you all.”
Men like this are not to be tested too hard. And Putin’s response to the shooting down of the IL-20 plane and its crew was to cross a bunch of diplomatic lines by handing out S-300s to Syria and erecting a de facto no-fly zone over Western Syria and the Eastern Mediterranean.
Notice how there have been no attacks or even harsh language coming out of Israel or the U.S. in the past few weeks. The failure of the British/French/Israeli operation to sucker Trump into an invasion of Syria is now complete.
And I’m convinced that Nikki Haley paid the price.
All of this highlights the major theme that came out of Putin’s comments.
Strength through resolve. Resolve comes as a consequence of defending culture.
Putin wasn’t boasting or grandstanding about Russia’s hypersonic weapons capability. He told everyone they are deployed. He did this to shut up the U.S. neoconservative chattering class who he rightly says whisper in President Trump’s ear that they can win a nuclear conflict with Russia.
They are insane. And you have to treat them that way.
Culture First
Putin sees himself, quite rightly, as the custodian of the Russian people and, as such, the Russian state as the reflection of Russian culture. If you are going to have a state and someone is going to be the head of it, this is the attitude that you want from that person.
In his dialogue with an Orthodox priest Putin wholeheartedly agreed with the idea that “the state cannot dictate culture” but rather, at best, be the facilitator of it through its applications of law.
In a back and forth with a very enthusiastic Russian dairy farmer, who was quite proud of his cheese, Putin reminded the man that while he loved sanctions (from European competition) protecting his business today he should not get used to them. They will be removed at some point and the farmer would have to stand on his own wits to survive in the international market.
Putin understands that subsidies breed sloth. That was a message he made loud and clear.
It’s why when the sanctions first went into effect in 2014 over the reunification of Crimea and during the Ruble crisis Putin shifted state subsidies away from the petroleum sector which had thrived and gotten soft during years of $100+/bbl oil and shifted that money to agriculture.
The fruits of that successful policy shift he confronted head on at Valdai. Russia’s food production across all sectors is flourishing thanks to a cheap ruble, which the U.S. keeps beating down via sanctions, and the Russian state getting out of the way of investment.
At the time he incurred the wrath of Rosneft CEO Igor Sechin and Putin ignored him, much to everyone’s surprise. The message was clear, we’ll help you out of your current troubles but it’s time to do business differently. Because it was Rosneft that needed the biggest bailouts in late 2014/early 2015 having tens of billions in dollar-denominated debt which couldn’t be rolled over thanks to the sanctions.
The Limits of Empire
Ultimately, Putin looked resigned, if confused, to the insanity emanating from U.S. policy. But it’s obvious to him that Russia cannot get caught up in the tit-for-tat nuisances put up to derail Russia’s future.
He mentioned the Empire loses its way because it believed itself invulnerable or as my dad used to say about certain athletes, “He reads his own press clippings too much.”
There is a solipsism that infects dominant societies which creates the kind of over-reactions we’re witnessing today. Power is slipping away from the U.S. and Trump is both helping the process along while also trying to preserve the core of what’s left.
And no interaction during Putin’s talk was more indicative of his view of the U.S. empire than his interaction with a Japanese delegate who asked him about signing a peace treaty with Japan.
And Putin’s answer was clear. It’s Japan’s pride and political entanglements that preclude this from happening. Signing the peace treaty is not necessary to solving ownership of the Kuril Islands. Russia and Japan are both diminished by having this obstacle in the way.
The issue can resolve itself after the peace treaty is signed. The current state of things is silly and anachronistic and keep the divide between Russians and Japanese from healing. Create trust through agreement then move forward.
That’s what is happening between Russia and Egypt and that is why Putin is winning the diplomatic war.
And it’s why Trump is losing the diplomatic war. Putin knows where Trump is. He was there himself seventeen years ago, except an order of magnitude worse. The problems Trump is facing are the same problems Putin faced, corruption, venality, treason all contributing to a collapse in societal and cultural institutions.
Putin knows the U.S. is at a crossroads, and he’s made his peace with whatever comes next. The question is, have we?
***
Título: More Peace Dividends As Merkel And Macron Join Syria Summit In Sochi
Texto: Over the summer Russian President Vladimir Putin went on a charm tour across Europe. In a whirlwind weekend he danced and dined his way through two important meetings, first at the Austrian Foreign Minister’s wedding and then a garden party summit with German Chancellor Angela Merkel.
I wasn’t the only one to note the importance of these two meetings. Because this was the beginning of a new era in Russo-European relations.
The first dividend from this was Merkel refusing Trump over stopping construction of the Nordstream 2 pipeline.
The dividends from that weekend continue to roll in.
Because Merkel and French President Emmanuel Macron have both agreed to join Russia and Turkey at the next meeting in Sochi to craft a political solution to the Syrian civil war.
This is a major event.
It furthers the split on foreign policy between EU leadership and that of the U.S. It also recognizes both Russia’s diplomatic and military achievements in Syria, which are nothing short of game-changing from a geostrategic perspective.
From the RT article linked above:
Russia’s previous efforts to sit down and work out a path to peace in Syria with regional players were dismissed as insignificant or outright fraudulent by the US-led West. The Istanbul four-way is grounds for cautious optimism that Russia is being accepted as a key influence, experts believe.
“Western countries are realizing that without Russia and Turkey there can be no settlement in Syria. Likewise, Russia and Turkey realize they need to agree with Western countries,” Marianna Belenkaya, a Middle East analyst for Russia’s Kommersant daily, told RT.
The EU has a very real stake in the Syrian crisis, Nikolay Surkov believes. They need to talk to Damascus and Moscow if they want to avoid a new migrant influx, he says.
This change in Germany and France’s position on Syria comes through being resolute and trustworthy. Strength emanates out from the person or group that brokers honestly.
I said recently that Donald Trump gives spine to the spineless within the GOP. That his willingness to fight the Democrats and the Deep State on their terms and come out victorious, c.f. Kavanaugh, is changing the domestic political landscape in tectonic ways.
So too, I’m coming to believe, is the case with Putin. His unwillingness to barter away Russia’s future for short-term gains but instead tackle head-on the U.S.’s hypocrisy and aggression on the world stage and win is having a huge effect on other world leaders.
And this announcement by Merkel and Macron to attend Sochi is a perfect example of that.
Germany and France are now looking to broker with Russia against the wishes of the U.S. political and military establishment who have done everything possible to prolong the war and shield the collapse of ISIS east of the Euphrates River and support Al-Qaeda-linked groups in the province of Idlib.
This implies even further marginalization of the war mongers in D.C. who refuse to give up on the removal of Bashar al-Assad as President of Syria. The facts on the ground are that Assad is popular having been strong enough to court partners who assisted the Syrian Arab Army in re-taking most of the country.
This is a dead-end position, removing Assad, and supporting it, even weakly, has cost both Merkel and Macron dearly. And if she, in particular, is to survive the next few months in office, she will have to look to the German electorate as someone willing to change course on immigration.
Assisting Russia and Turkey achieve political stability in Syria will go a long way towards that end. With Trump in the White House wanting to pull U.S. troops out but being sabotaged at every level by his foreign policy staff, there is a real possibility of things aligning to see that come to fruition after the U.S. mid-term elections in two weeks.
The U.S. is in an increasingly untenable position in the Middle East. Iraq’s recent elections and camel-trading have pushed aside the U.S.-backed Haidar Abadi in favor of a government far more aligned with Iran than the U.S.
Afghanistan is in the early stages of U.S. withdrawal after seventeen years of war. The new leadership in Pakistan is as unhappy with the U.S. as Trump is with Pakistan. China, India and Turkey will refuse to stop buying Iranian oil in two weeks.
The plan to isolate and destroy Iran’s current government will fail. And the neocons in Trump’s cabinet who sold him on this plan will pay the price.
After the IL-20 incident which could have easily sparked a much wider conflict I believe everyone on the geopolitical stage peaked a bit into the Abyss only to find neoconservatives, crazy Wahabist Saudis and Israeli Likudniks staring back.
And, in short, they were afraid. (with apologies to T.S. Eliot)
Because something has to give here. And all the signs point to a loss of power and control over the geopolitical landscape by the deepest of Deep State actors in the U.S. and the U.K.
Macron knows that France is implicated in the IL-20 incident. And he also knows that Putin allowed him to save face by blaming the Israelis and implementing a No-Fly Zone over western Syria and the eastern Mediterranean to calm things down.
With his approval numbers plummeting along with every other EU-firster quisling of The Davos Crowd in Europe Macron finally realized that the Russians will be on the winning side of this conflict.
So does Merkel. But, I think she’s known this for a lot longer than Macron.
Germany has been giving mixed signals all year to the various provocations like the Skripal poisoning emanating from the U.K. Germany was slow to accept, if it ever did, the White Helmets story about this year’s annual chemical weapons attack in Eastern Ghouta.
This may be a desperation move on the part of the lamest of lame-ducks on the world stage, but if it gets us materially closer to the ever elusive Grand Bargain in the Middle East I’ll take it.
In fact, I’ll sing an hosanna or two in Merkel’s honor if that happens before going back to blasting her for everything else she’s done.
Because as rare as they are in the Peace corner of Geopolitics, one must remember to first “Take the Win” before moving onto the next problem to discuss.
Russia continues to rack up win after win in all the areas that are important geopolitically. Putin knows that the best way to win this game is to simply wear his opponent out.
And with the Saudis in serious trouble on the world stage over Khashoggi-gate, the Arabian peninsula, not Syria, becomes the next geopolitical hot potato as The Game of Thrones there breaks out across the GCC — Gulf Cooperation Council.
Since he now has the biggest weapons Putin now has the leverage to force those who have been playing both sides — the U.S. and Russia — against each other to choose sides.
All three of those players — France, Germany and Turkey– will be sending representatives to Sochi now while the U.S. sends weapons to Ukraine, harasses Russian fishermen and threatens more economic sanctions it is having an increasingly hard time enforcing.
This is a clear signal to everyone else that it’s time to sack-up and set things to right.
miércoles, 17 de octubre de 2018
G-20 en Bs As
A un mes y medio de la reunión del G-20 en Buenos Aires, el panorama internacional viene más caldeado que nunca. El evento promete ser algo para alquilar balcones, sobre todo teniendo en cuenta la guerra de declaraciones que vienen desde el Imperio con un destinatario específico: China. La nota que sigue es de Pepe escobar para Asia Times:
Título: Welcome to the G-20 from Hell
Subtítulo: World leaders wrestle with a maelstrom of complex, burning issues as they prepare for November 30 summit
Texto: The G-20 in Buenos Aires on November 30 could set the world on fire – perhaps literally. Let’s start with the US-China trade war. Washington won’t even start discussing trade with China at the G-20 unless Beijing comes up with a quite detailed list of potential concessions.
The word from Chinese negotiators is not at all bleak. Some sort of agreement could be reached on about a third of US demands. Debate on another third could ensue. But the last third is absolutely off-limits – due to Chinese national security imperatives, such as refusing to allow the opening of the domestic cloud computing market to foreign competition.
Beijing has appointed Vice-Premier Liu He and Vice-President Wang Qishan to supervise all negotiations with Washington. They face an uphill task: to pierce through President Donald Trump’s limited attention span.
On top of it, Beijing demands a “point person” with the authority to negotiate on behalf of Trump – considering the mixed-message traffic jam out of Washington.
Now compare this with the message coming from the research institute fabulously named Xi Jinping Thought on Socialism with Chinese Characteristics for a New Era under the Party School of the Central Committee of the Communist Party of China (CPC): the US has started the “trade friction” essentially “to hinder China’s industrial upgrading.”
That’s the consensus at the top.
And the clash is bound to get worse. Vice President Mike Pence accused China of “meddling in American democracy,” “debt diplomacy,” “currency manipulation,” and “IP theft.” The Foreign Ministry in Beijing dismissed it all as “ridiculous.”
It’s enlightening to pay close attention to what Foreign Minister Wang Yi told the Council on Foreign Relations – as diplomatically as possible: “China will follow a path of development different from historical powers.” And China will not seek hegemony.
From the point of view of the US National Security Strategy, that’s irrelevant; China has been framed as a fierce competitor and even a threat. President Xi Jinping will not cave in to Washington’s trade demands. So expect a possible non-meeting between Xi and Trump in Buenos Aires.
The threat of a nuclear first strike
Things look even hairier on the Russian front. For all of Foreign Minister Sergey Lavrov’s Taoist patience, Moscow’s diplomatic circles are exasperated by serious American threats – as in the US Navy possibly enforcing a blockade to restrict Russia’s energy trade. Or worse: the ultimatum that Russia must stop developing a missile that according to Washington violates the Intermediate-Range Nuclear Forces (INF) Treaty, otherwise the Pentagon will destroy it.
This is as serious as it gets – because it amounts to committing to a US nuclear first strike.
In parallel, BP CEO Bob Dudley told the Oil & Money conference in London that any additional US sanctions against top Russian energy companies would be disastrous. “If sanctions were put on Rosneft or Gazprom or Lukoil like what happened with Rusal, you would virtually shut down the energy systems of Europe, it is a bit of an extreme thing to happen,” he said.
On the BRICS front, Russia and India deftly maneuvered on their own and managed to squash some US geostrategic planning against the three major poles of Eurasia integration: Russia, China and Iran.
The Quad – US, Japan, Australia, India – was conceived to box in China across the Indo-Pacific, in parallel to confining Russia’s margin of maneuver. The Quad is not exactly in sterling form after India decided to buy Russian S-400 missile systems. Trump has promised revenge.
On top of the S-400 deal, Russian companies will be building six additional nuclear reactors in India, at a cost of $20 billion each, over the next decade. Rosneft signed a 10-year deal to sell India 10 million tons of oil a year. And India will continue to buy oil from Iran, paying for it in rupees.
On the EU front, it’s all about Germany. There are few illusions in Berlin about the EU’s wobbly future. The export-centered German economy is focused on Asia. Germany is doubling down on solidifying an Asian-style model – a few large companies that are national champions able to turbo-charge exports. The US market – under protectionist winds – now is just an afterthought.
Toxic tropics
Then there’s the Brazilian tragedy. President Mauricio Macri ruined Argentina with a neoliberal shock. The nation is now a hostage of the IMF.
A possible scenario is a G-20 in which Argentina will be learning how to deal with a fascist leading its close neighbor and top trade partner, Brazil.
Former paratrooper Jair Bolsonaro may be xenophobic and mysoginistic, but is certainly not a nationalist. The self-billed tropical “Messiah” routinely salutes the US flag. His economic hit man is a Chicago Boy bent on selling the country out – much to the delight of “investors” and “market” experts from New York and Zurich to Rio and Sao Paulo.
Forget about creating jobs or even attempting to solve Brazil’s immense social problems: acute social inequality, pressing investments in health and education, urban insecurity. Bolsonaro’s only “policy” is to weaponize the population in a Mad Max remix.
Everything under Bolsonaro should proceed under the unmitigated reign of a Hobbesian “free” market. Forget about any possibility of a moderating state intervention in the complex relations between Capital and Labor.
This is the apex of a complex process unleashed years ago in Brazil via think tanks such as the Atlas Network, loads of money and, last but not least, an evangelical/neo-pentecostal tsunami.
The pillars of the Brazilian carnage are powerful agro-business and mineral exploitation interests, toxic Brazilian mainstream media, evangelicals, a financial sector totally subservient to Wall Street, the weapons industry, the completely politicized judiciary, the police, intel services, and the armed forces.
And the stars of the show are of course the Beef-Bible-Bullet combo – with their scores of Congress members – overseen by the Goddess of the Market.
Neoliberalism never wins elections in Brazil. So the only way to implement “reforms” is via a sub-Pinochet. Expect widespread social-environmental havoc, indiscriminate killing of rural and native Brazilian leaders, an unmitigated bonanza for the weapons industry, banks celebrating Christmas every week, abysmal cultural repression, total denationalization of the economy, and workers and pensioners paying for all these “reforms.” Call it business as usual.
Bolsonaro’s fascist tendencies were normalized not only by the powers that be in Brazil. Argentina’s Foreign Minister Jorge Faurie qualified him as a “center-right” politician.
Beijing and Moscow – for BRICS reasons – and the EU in Brussels are appalled by Brazil’s descent into the maelstrom. Russia and China were counting on a strong Brazil contributing to a multipolar world as during the time of Lula, who was a major BRICS driving force.
For the EU, it is hard to stomach a fascist leading their top trading partner in Latin America, and the heart of Mercosur. For the Global South as a whole, the implosion of Brazil, one of its leaders, is an unmitigated tragedy.
Now picture Washington as a raging compendium of threats and sanctions. An EU fractured to the hilt – denouncing Asian illiberalism while impotent to fight the “rise of the deplorables” at home. BRICS in disarray, with two in a serious clash with Washington, one out of the game and one on the fence – among the top four. The House of Saud rotting from the inside. Iran not even at the G-20 table. Time to sing What a Wonderful World.
martes, 16 de octubre de 2018
Cisma
La Iglesia Ortodoxa Rusa acaba de romper lazos con el Patriarcado
de Constantinopla, en lo que se interpreta como el mayor cisma cristiano desde
1054, cuando se separaron católicos y ortodoxos. Los motivos tienen que ver con
Ucrania y muchos sospechan la mano oculta de Occidente. Las dos notas que
siguen son de Russia Today:
Título: Biggest split in modern Orthodox history: Russian
Orthodox Church breaks ties with Constantinople
Texto: In the biggest rift in modern Orthodox history, the
Russian Orthodox Church has cut all ties with the Constantinople Patriarchate,
after it accepted a breakaway division of Ukrainian Orthodox Church as
independent.
The Holy Synod, the governing body of the Russian Orthodox
Church, has ruled that any further clerical relations with Constantinople are
impossible, Metropolitan Hilarion, the head of the Russian Orthodox Church’s
External Relations Department, told journalists, de facto announcing the breach
of relations between the two churches.
“A decision about the full break of relations with the
Constantinople Patriarchate has been taken at a Synod meeting” that is
currently been held in the Belarusian capital of Minsk, Hilarion said, as cited
by TASS.
The move comes days after the Synod of the Constantinople
Patriarchate decided to eventually grant the so-called autocephaly to the
Ukrainian Orthodox Church, thus making the clerical organization, which earlier
enjoyed a broad autonomy within the Moscow Patriarchate, fully independent.
The Moscow Patriarchate also said that it would not abide by any
decisions taken by Constantinople and related to the status of the Ukrainian
Orthodox Church. “All these decisions are unlawful and canonically void,”
Hilarion said, adding that “the Russian Orthodox Church does not recognize
these decisions and will not follow them.”
At the same time, the Russian Church expressed its hope that “a
common sense will prevail” and Constantinople will change its decision.
However, it still accused the Ecumenical Patriarch of initiating the “schism.”
Schism in Orthodox Church between Moscow and Constantinople has
just become official.This is much more than a break of diplomatic relations,and
will last very long.What is really important now is what will happen on the
ground in Ukraine,&what form developments there will take.
The move taken by Moscow marks arguably the greatest split in
the history of the Orthodox Church since the Great Schism of 1054, which
separated Catholics and Orthodox Christians, as it involves a break of
communion between the biggest existing Orthodox Church – the Moscow
Patriarchate – and Constantinople Patriarch, who is widely regarded as a
spiritual leader of world’s Orthodox Christians, even though his status is
nothing like that of the Pope in the Roman Catholic Church.
Constantinople’s decision seems to be serving the interests of
the Ukrainian leadership rather than the Orthodox Christians living there.
While most Orthodox clerics in Ukraine still pledge loyalty to the head of the
Russian church, Patriarch Kirill, and consider themselves to be part of the
Russian Orthodox Church, Kiev actively supports a schismatic force, which has
been unrecognized by any other Churches until now.
This religious movement led by the former Metropolitan of the
Ukrainian Orthodox Church of the Moscow Patriarchate, who is now called
Patriarch Filaret in Ukraine, has sought to gain the status of an independent
Orthodox Church, “equal” to the Moscow Patriarchate, since 1990s. Meanwhile, it
did not hesitate to seize Moscow Patriarchate’s churches by force.
In its October decision, the Holy Synod of the Constantinople
Patriarchate “canonically reinstated” Filaret and his followers “to their
hierarchical or priestly rank” and restored their communion with the Church,
thus effectively declaring that it does not see them as schismatic. This
particular move also provoked angry reaction in the Moscow Patriarchate.
“A schism remains a schism. And the leaders of a schism remain
as such,” Hilarion said, adding that “a Church that recognized schismatic
[priests] and entered into communion with them … excluded itself from the
canonical field of the Orthodox Church.”
He also named restitution of Filaret’s and his followers’
hierarchical or priestly ranks as one of the major reasons behind the Russian
Orthodox Church Holy Synod’s decision to break all ties with Constantinople.
According to TASS, 40 churches have been forcefully seized by
the Kiev Patriarchate between 2014 and 2016. In the first half of 2018 alone,
Ukraine witnessed 10 new attacks on Russian Orthodox Churches. Now, as
Constantinople is launched a procedure of granting independence to the Ukrainian
Orthodox Church, such attacks might further intensify, some experts warn.
***
Una nota previa de RT, del 14 de Septiembre pasado, decía lo
siguiente:
Título: Biggest rift in modern Orthodox history? Russian
Church won’t work w/ Constantinople-chaired bodies
Texto: The Russian Orthodox Church is ending its
participation in any structures chaired by the Constantinople Patriarchate, the
Holy Synod said, as Constantinople decided to recognize the independence of the
Ukrainian Orthodox Church.
“We have decided to suspend joint performance of church
services with the hierarchs of the Constantinople Patriarchate, to suspend our
membership in all structures, which are headed or co-chaired by the
representatives of Constantinople,” Metropolitan Hilarion, the head of the
Russian Orthodox Church’s External Relations Department, said following an extraordinary
meeting of the Holy Synod, the governing body of the Russian Orthodox Church.
The decision does not mean that the two churches are
completely severing ties, Hilarion told journalists, adding that the decision
refers only to the Moscow Patriarchate’s participation in the work of some
inter-church organizations.
The measures taken by the Russian Church so far are a
“warning” to Constantinople, Russian Orthodox Patriarch Kirill’s press
secretary told journalists. Earlier, Hilarion warned that the Russian Orthodox
Church could break all relations with the Constantinople Patriarchate if it
grants independence to the Ukrainian Orthodox Church, which is still part of
the Moscow Patriarchate.
Inter-church collision
The move follows Constantinople’s decision to send its
exarchs to Kiev, which violates the rule that forbids one Orthodox Church to
interfere in the internal affairs of another, the synod said earlier, adding
that it also goes against the official position of the Constantinople
Patriarchate itself, which has so far considered the Ukrainian Orthodox Church
a part of the Russian Orthodox Church.
Exarchs are special representatives of a patriarch that have
a higher position in the church hierarchy than a metropolitan, the current head
of the Ukrainian Orthodox Church of the Moscow Patriarchate. The Russian
Orthodox Church regards Constantinople’s decision as the first step towards
recognizing the independence of the Ukrainian Orthodox Church.
Even though all independent Orthodox Churches are equal, the
Constantinople Patriarchate has more leverage on inter-church issues due to its
historical location and its role as the Mother Church of most modern Orthodox
churches. The Constantinople Patriarch also enjoys the status of the ‘first
among the equals’ and is widely regarded as a spiritual leader of world’s
Orthodox Christians, even though his status is nothing like that of the Pope in
the Roman Catholic Church.
Political schism?
Most Orthodox clerics in Ukraine still pledge loyalty to the
head of the Russian church, Patriarch Kirill, and consider themselves to be
part of the Russian Orthodox Church. The Ukrainian authorities, however,
support a schismatic force, which originated back in the 1990s and calls itself
the Ukrainian Orthodox Church of the Kiev Patriarchate.
Unrecognized by all other Orthodox Churches, this religious
movement led by the former Metropolitan of the Ukrainian Orthodox Church of the
Moscow Patriarchate, who is now called Patriarch Filaret in Ukraine, seeks to
gain the status of an Orthodox Church, which is fully independent and “equal”
to the Moscow Patriarchate. Meanwhile, it has taken Ukrainian churches from the
Russian Orthodox Church by force with the help of local nationalists.
The attacks on the Russian Orthodox Churches in Ukraine
intensified following the 2014 coup. According to TASS, 40 churches have been
forcefully seized by the Kiev Patriarchate between 2014 and 2016. In the first
half of 2018 alone, Ukraine witnessed 10 new attacks on Russian Orthodox
Churches.
In September, Metropolitan Hilarion already denounced Kiev’s
attempts to achieve independence for the Ukrainian Orthodox Church by saying
that the issue has nothing to do with real religious affairs and has become a
hostage of Kiev’s political gambling. The Ukrainian authorities just need some
“big success” ahead of the upcoming presidential election to reduce public
tensions, he told Rossiya 24 TV on September 3.
Ukrainian President Petro Poroshenko, meanwhile, branded the
Russian Orthodox Church itself a “security threat” as he sought independence
for the Ukrainian Orthodox Church. Constantinople’s latest move also follows
Kiev’s request for independence.
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