Arabia Saudita se
ha sumado a la lucha iniciada por Rusia y China para desplazar al dólar como
moneda internacional de cambio. Así lo cuenta Ariel Noyola Rodríguez para Red
Voltaire:
Título: Rusia,
China y Arabia Saudita ponen en jaque la hegemonía del dólar
Epígrafe: Estados
Unidos encuentra cada vez más obstáculos a su paso para mantener la hegemonía
del dólar como moneda de reserva mundial. En los meses recientes, los países
emergentes han vendido una gran cantidad de bonos del Tesoro de Estados Unidos,
principalmente Rusia y China, pero ahora también Arabia Saudita. Además, a fin
de protegerse de las violentas fluctuaciones del dólar, los bancos centrales de
varios países han venido adquiriendo enormes volúmenes de oro a fin de
diversificar sus reservas monetarias. En definitiva, la ofensiva global contra
el dólar se está recrudeciendo a través de la venta masiva de deuda
norteamericana y, en paralelo, compras colosales de metales preciosos.
Texto: La
supremacía de Washington en el sistema financiero mundial recibió un golpe
tremendo el pasado mes de agosto: Rusia, China y Arabia Saudita vendieron bonos
del Tesoro de Estados Unidos por la suma de 37 900 millones de dólares, de
acuerdo con la última actualización de datos oficiales publicada hace unos días
[1]. Desde una perspectiva general, las inversiones globales en la deuda del
Gobierno estadounidense se desplomaron a su nivel más bajo desde julio de 2012.
Es evidente, el papel del dólar como moneda de reserva mundial nuevamente se ha
puesto en cuestión.
Ya en 2010, el
almirante Michael Mullen, presidente de los Jefes del Estado Mayor Conjunto de
Estados Unidos, lanzó la advertencia de que la deuda representaba la principal
amenaza para la seguridad nacional [2]. A mi juicio, no es tanto que un alto
nivel de endeudamiento público (actualmente por encima de los 19 billones de
dólares [3]) sea una piedra en el zapato para la economía estadounidense, sino
que más bien para Washington es decisivo garantizar diariamente un enorme flujo
de recursos desde el exterior a fin de cubrir sus déficit gemelos (comercial y
presupuestario); es decir, para el Departamento del Tesoro es un asunto de vida
o muerte vender títulos de deuda a todo el mundo para de esta manera poder
financiar los gastos del Estado norteamericano.
Hay que recordar
que tras la quiebra de Lehman Brothers, en septiembre de 2008, el Banco Popular
de China se vio fuertemente presionado por Ben Bernanke, en aquel entonces
presidente del Sistema de la Reserva Federal (FED), para que no vendiera sus
títulos de deuda estadounidense. En un primer momento, los chinos aceptaron
sostener el dólar. Sin embargo, ya en un segundo momento, el Banco Popular de
China se resistió a comprar más bonos del Tesoro de Estados Unidos y, en
simultáneo, puso en marcha un plan de diversificación de sus reservas
monetarias.
Pekín ha venido
comprando oro de forma masiva en los años recientes, y lo mismo ha estado
haciendo el banco central de Rusia. En el segundo trimestre de 2016, las reservas
de oro del Banco Popular de China alcanzaron las 1 823 toneladas frente a las 1
762 toneladas registradas el último trimestre de 2015. La Federación rusa por
su parte, incrementó sus reservas de oro en alrededor de 290 toneladas entre
diciembre de 2014 y junio de 2016, con lo cual, cerró el segundo trimestre de
este año con un acumulado de 1 500 toneladas.
Frente a los
brutales bandazos del dólar, es crucial comprar activos más seguros como el oro
que, en momentos de gran inestabilidad financiera, actúa como un valor refugio.
Por eso la estrategia de Moscú y Pekín de vender bonos del Tesoro de Estados
Unidos para luego comprar oro ha sido seguida por muchos países: según las
estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), las reservas de oro de
los bancos centrales del mundo alcanzan ya el nivel más alto de los últimos 15
años luego de registrar a principios de octubre un volumen total de casi 33 000
toneladas [4].
La geopolítica
también está jugando su parte en la configuración de un nuevo orden financiero
mundial. Tras la imposición de sanciones económicas en contra del Kremlin, a
partir de 2014, la relación con China tomó gran relevancia para los rusos.
Desde entonces, ambas potencias han profundizado sus vínculos en todos los
ámbitos, desde la economía y las finanzas, hasta la cooperación militar. Además
de comprometer el suministro de gas a China para las próximas tres décadas, el
presidente Vladímir Putin construyó junto con su homólogo Xi Jinping una
poderosa alianza financiera que busca terminar de una vez por todas con la
dominación de la divisa estadounidense.
Actualmente, los
hidrocarburos que Moscú vende a Pekín se pagan en yuanes, ya no en dólares. De
este modo, la “moneda del pueblo” (‘renminbi’, en chino) se está abriendo paso
poco a poco en el mercado mundial de hidrocarburos a través de los intercambios
comerciales entre Rusia y China, los países que, a mi modo de ver, encabezan la
construcción de un sistema monetario multipolar.
La gran novedad
es que a la carrera por la desdolarización de la economía global se ha sumado
Arabia Saudita, país que desde hace varias décadas se había mantenido como un
aliado incondicional de la política exterior de Washington. Sorpresivamente,
durante los últimos 12 meses Riad se deshizo de más de 19 000 millones de
dólares invertidos en bonos del Tesoro de Estados Unidos, convirtiéndose junto
con China, en uno de los principales vendedores de deuda norteamericana [5].
Para colmo de males, la furia del Reino Saudita contra la Casa Blanca viene
incrementando su intensidad.
Sucede que a
finales de septiembre, el Congreso norteamericano aprobó la eliminación del
veto del presidente Barack Obama a una ley que impedía a los estadounidenses
denunciar a Arabia Saudita ante tribunales por su presunta participación en los
ataques del 11 de septiembre de 2001 [6]. Junto, la Organización de Países
Exportadores de Petróleo (OPEP) llegó a un acuerdo histórico con Rusia para
disminuir el nivel de producción de crudo y, con ello, promover un incremento
de precios [7].
Es llamativo
también que, justo por esos días, Pekín haya abierto la negociación directa
entre el yuan y el riyal de Arabia Saudita a través del Sistema de Comercio de
Divisas Extranjeras de China (CFETS, por sus siglas en inglés) a fin de realizar
transacciones entre ambas monedas sin necesidad de pasar antes por el dólar
[8]. En consecuencia, es altamente probable que, más temprano que tarde, la
empresa petrolera Saudi Aramco acepte pagos en yuanes en lugar de dólares. De
concretarse, la Casa de la Saud estaría apostando de lleno por el petroyuan
[9]. Ante nuestros ojos, el mundo está cambiando.
Notas:
[1] «Major
Foreign Holders of Treasury Securities», U.S. Department of Treasury, October
18, 2016.
[2] «Mullen: Debt
is top national security threat», CNN, August 27, 2010.
[3] «Federal
Debt: Total Public Debt», Federal Reserve Bank of St. Louis, August 26, 2016.
[4] «Quarterly
times series on World Official Gold Reserves since 2000», World Gold Council,
September 7, 2016.
[5] «U.S. Bond
Market’s Biggest Buyers Are Selling Like Never Before», Liz McCormick, Andrea
Wong, Wes Goodman, Bloomberg, September 25, 2016.
[6] «Congress
approves bill to allow 9/11 families to sue Saudi Arabia», The Guardian,
September 9, 2016.
[7] «OPEC agrees
modest oil output curbs in first deal since 2008», Rania El Gamal, Alex Lawler
& Vladimir Soldatkin, Reuters, September 29, 2016.
[8] «China to
launch yuan’s direct trading with Saudi riyal, UAE dirham», China Daily,
September 24, 2016.
[9] «El petroyuan
es la gran apuesta de Rusia y China», por Ariel Noyola Rodríguez, Russia Today
(Rusia), Red Voltaire, 19 de mayo de 2016.
Muy buen post.
ResponderEliminarFijate que dice "... tras la quiebra de Lehman ... en un segundo momento ... el Banco Popular de China se resistió a comprar más bonos del Tesoro de Estados Unidos..."
Es más que claro que lo que sucede actualmente en el mundo sobre todo en los países que son blancos geopolíticos del Imperio es debido a una "reacción" de tales países ante la crisis financiera occidental y su profundización.
Esto significa que esa "reacción" es una política de supervivencia para buscar una alternativa a una crisis occidental de la cual no pueden hacerse cómplices (absorbiendo sus efectos como les gustaría a las oligarquías occidentales) so pena de perjudicar severamente a las condiciones de vida de sus propios pueblos.
Esto es el núcleo duro, en el fondo, que explica la situación geopolítica y estratégica mundial en la actualidad y pone de relieve la importancia que tiene el papel de la crisis financiera y monetaria en dicha situación.