Nueva nota de
Thierry Meyssan para Red Voltaire relativa a la utilización política de la
indignación popular por parte de la dirigencia política europea. ¿Nueva
intervención francesa en Libia?
Título: Charlie
Hebdo como pretexto
Epígrafe: Sin
vacilación, millones de franceses acaban de salir a las calles en defensa de la
libertad de expresión y de culto mientras que los políticos y la prensa,
violadores de esas libertades, explotan esa reacción popular para redorar su
propia imagen pública. Thierry Meyssan estima que el gobierno de Francia ha
orquestado una manipulación de gran envergadura para exhibirse a la cabeza de
una gran manifestación popular precisamente en momentos en que busca cómo
justificar una nueva operación militar en Libia.
Texto: Unos 50
jefes de Estado y de gobierno participaron en la manifestación de París.
En 3 días, un
grupo de 4 o 5 personas que dijeron actuar en nombre de al-Qaeda en Yemen y del
Emirato Islámico (Daesh) masacró en Francia a los miembros de la redacción del
semanario satírico Charlie Hebdo y asesinó después a una agente de la policía
municipal así como varios rehenes, en 3 acciones diferentes.
Francia, que no
había conocido hechos de tanta violencia desde la época de los atentados de la
OAS [1], hace más de 50 años, reaccionó proclamando «¡Todos somos Charlie!»,
abatiendo a 3 de los terroristas y organizando una gran manifestación de varios
millones de personas.
El presidente la
República, Francois Hollande, recibió a los jefes de los partidos políticos representados
en la Asamblea Nacional, lanzó un llamado a la unidad nacional y participó
personalmente en la manifestación acompañado de unos 50 jefes de Estado y de
gobierno extranjeros.
En un artículo
anterior [2], observé que el modus operandi de los terroristas no tenía nada
que ver con el comportamiento habitual de los yihadistas sino más bien con el
de un comando militar. A partir de lo cual señalé que poco importa quiénes
fueron los ejecutores y que lo único verdaderamente importante es saber quién
está detrás de ellos. Ahora quisiera, en este segundo artículo, referirme a las
reacciones que esos hechos están suscitando.
Suspensión del
derecho a organizar manifestaciones
Inmediatamente
después del anuncio de la masacre perpetrada en las oficinas de Charlie Hebdo,
hacia el mediodía del 7 de enero de 2015, el primer ministro francés Manuel
Valls decidió implantar el Plan Vigipirate-atentados en toda la región
parisina. Este plan incluye un centenar de medidas de aplicación automática y
unas 200 medidas opcionales. Entre las medidas, el ministerio del Interior
anunciaba la suspensión de todas las manifestaciones ya autorizadas. Las
autoridades temían que los terroristas disparasen contra la multitud.
Pero un partido
de extrema izquierda llamaba a manifestar de inmediato en señal de respaldo a
Charlie Hebdo. Luego de varias horas de vacilación, el prefecto de policía
autorizaba una manifestación en la que habrían de participar unas 100 000
personas. Más extraño aún, el primer ministro declaraba una jornada de duelo
nacional para el día siguiente, 8 de enero. Las autoridades locales organizaron
numerosos mítines para observar un minuto de silencio. Y, todavía más
sorprendente, el Partido Socialista llamaba a la realización –el domingo 11– de
una gran manifestación nacional que reuniría más de 2 millones de personas en
París.
O sea, el
gobierno prohibió las manifestaciones por considerar que podían ser peligrosas
para los participantes. Pero los miembros de ese mismo gobierno organizaron una
manifestación gigantesca e invitaron además a jefes de Estado y de gobierno
extranjeros sin plantearse ningún tipo de inquietud por cuestiones de
seguridad.
Esta manipulación
demuestra que, al contrario de lo que declaró públicamente, el gobierno conocía
con precisión la verdadera importancia de la amenaza y sabía que no había
peligro para las manifestaciones.
De todo esto,
optaremos por retener la extraordinaria muestra de entusiasmo popular por la
libertad.
Unión nacional
En esta situación
de crisis, la derecha y la izquierda se pusieron de acuerdo para participar
juntas en una manifestación nacional. Pero ¿para manifestarse a favor de qué y
contra quién?
Nos enteramos así
de que tanto los dirigentes de derecha como los de la izquierda compartían los
valores antirreligiosos, antinacionales y antimilitaristas del muy izquierdista
semanario Charlie Hebdo . Ya se sabía que el fundador de la publicación,
Philippe Val, era amigo de Sarkozy. Ahora nos enteramos súbitamente de que
Charb, el nuevo director del semanario, estaba involucrado sentimentalmente con
una ex ministra de derecha, Jeannette Bougrab.
Esta última fue
invitada al noticiero del canal francés de televisión TF1. Muy emocionada,
habló de su relación sentimental con el caricaturista. Luego presentó las
convicciones antirreligiosas de Charb como un compromiso laico contra el
islamismo para compararlo después con Jean Moulin y pedir que el caricaturista
sea inhumado en el Panteón –como el gran héroe de la Resistencia francesa
contra la ocupación nazi que fue Jean Moulin. Jeannette Bougrab terminó
revelando que ella y Charb habían pensado en irse de Francia y rehacer sus
vidas en otra parte. En pocas palabras, la ex ministra de derecha acaba de
mostrar su desprecio por sus propios conciudadanos, de asimilar el laicismo a
la lucha contra la religión y de poner un humorista antinacional al mismo nivel
que el fundador del Consejo Nacional de la Resistencia. Por mucho que proteste
la familia de Charb, Jeannette Bougrab ha sembrado la duda.
Y para que se
entienda bien en qué consiste la «unión nacional» de la que nos hablan la
derecha y la izquierda, varios líderes socialistas declaran que el Frente
Nacional será excluido de la manifestación «republicana». ¿Acaso se ha
entendido bien la enormidad de ese anuncio? Los líderes políticos del país
invocan la República para excluir a sus propios rivales. Finalmente, el FN se
unió a las manifestaciones realizadas en diferentes ciudades del interior de
Francia.
Unión
internacional
El presidente de
Francia quiso dar solemnidad a la manifestación de París invitando a ella a
todo tipo de jefes de Estado y de gobierno.
Entre los que
vinieron a la manifestación de París pudimos ver a David Cameron y Benyamin
Netanyahu, cuyos países gozan de una censura militar omnipotente; al secretario
de Justicia estadounidense Eric Holder, cuyo país es tan amante de la libertad
de prensa que ha bombardeado y destruido numerosas estaciones de televisión,
desde la de Belgrado –en la ex Yugoslavia– hasta las de Libia–; al primer
ministro de Turquía, Ahmet Davutoglu, cuyo país prohíbe la construcción de
iglesias cristianas (aunque ahora parece dispuesto a autorizar una). Y tampoco
podemos olvidar que hace poco Netanyahu felicitaba personalmente a los heridos
de al-Qaeda que reciben cuidados en hospitales israelíes y que los países de
Eric Holder, Ahmet Davutoglu y la Jordania rey Abdallah reorganizaron el Estado
Islámico en enero de 2014.
¿Qué hacían
entonces estos personajes en París? En todo caso no estaban defendiendo la
libertad de expresión ni la libertad de culto, que sus países combaten
activamente.
La libertad de
expresión
No fueron los
políticos los únicos que trataron de mejorar su imagen exhibiéndose en la
manifestación de París. También lo hizo la prensa, que ve en Charlie Hebdo un
ejemplo de la libertad que ella misma pisotea constantemente con su permanente
autocensura y mostrándose cada vez más solidaria con los crímenes que el
gobierno comete en el extranjero.
Es verdad que son
numerosos los medios de prensa existentes en Francia. Pero también es cierto
que se trata de una prensa extremadamente conformista y, por consiguiente, nada
pluralista. Esto se refleja incluso en la unanimidad de esa prensa al presentar
el semanario satírico ya que, al contrario de lo que afirma esa prensa, Charlie
Hebdo se oponía a la libertad de expresión cuando abogaba por la ilegalización
del Frente Nacional o militaba a favor de la censura de internet.
En todo caso, no
podemos más que regocijarnos al ver la prensa retomar ¡por fin! la defensa de
quienes son víctimas de ataques por lo que han dicho o escrito.
Sobre la pista
yihadista
Prosiguiendo su
investigación tras la pista equivocada, la prensa francesa traza el perfil de
los terroristas y se olvida de tratar de encontrar a los que les dieron las
órdenes. Y nos dice, con la mayor seriedad, que esta ola de atentados se debe a
una colaboración entre al-Qaeda en Yemen y el Emirato Islámico, olvidando que
esas dos organizaciones están en guerra entre sí desde hace más de un año, una
guerra feroz que ya cuenta más de 3 000 víctimas en ambos bandos.
Son por lo tanto
sorprendentes tales referencias, y es probable que dentro de poco aparezca algo
–algún hecho o noticia– que vincule los hechos de París con Libia. En efecto,
si Francois Hollande sigue los pasos de George W. Bush, bien pudiera decidir
una intervención en Yemen, a pesar de que algo así no sería de interés para
Francia. En todo caso, el general Puga, jefe del estado mayor particular de
Hollande, está preparando actualmente una nueva intervención militar en Libia.
Esta última sería
un blanco mucho más lógico ya que Francia podría esperar obtener ahora los
dividendos que nunca llegaron en el momento de su primera intervención en
Libia. Francia culminaría así el proyecto estadounidense de rediseño del «Medio
Oriente ampliado», correspondiente a lo publicado en el New York Times por la
periodista Robin Wright en septiembre de 2013 [3], proyecto que el Emirato
Islámico ya está concretando en Irak y en Siria.
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