Una de las
monarquías más sanguinarias del planeta entra en tiempos de turbulencia
política, económica, social y militar. Es que ha muerto el rey de Arabia Saudita (foto),
Abdalá bin Abdelaziz, de una neumonía a los 90 años de edad. Lo sucede su medio
hermano Salman, de casi 80. Reproducimos a continuación tres notas: las dos
primeras son del diario español El País. El tercero es un artículo de Pepe
Escobar:
Título: Muere el
rey de Arabia Saudí
Subtítulo: Abdalá
bin Abdelaziz, de 90 años de edad, estaba hospitalizado por una neumonía
Texto: El rey de
Arabia Saudí, Abdalá Bin Abdelaziz al Saud, falleció el jueves por la noche en
Riad a los 90 años. El monarca fue ingresado en el hospital, el pasado 31 de
diciembre, por una neumonía, desde entonces los rumores sobre su estado de
salud persistieron, a pesar de que los medios saudíes daban cuenta casi a
diario de visitas de miembros de la familia real intentando transmitir una
imagen de recuperación. Anoche, la televisión estatal difundió un comunicado
oficial de la Casa Real saudí en el que anunciaba su muerte; poco antes había
interrumpido la programación para emitir versos del Corán. Su sucesor será su
medio hermano Salman, de 79 años.
Abdalá era hijo
de Abdelaziz y descendiente de Saud, que es lo que significan los nombres que
siguen al suyo propio, en referencia al fundador del moderno Estado saudí y al
precursor de la dinastía, respectivamente. Aunque cuando nació no existía un
registro, luego se estimó que había venido al mundo en 1924, seis años antes de
que la unión de los reinos de Nachd y Hiyaz diera lugar a Arabia Saudí. Abdalá
sucedió como rey a su medio hermano Fahd, en agosto de 2005, pero, en realidad,
llevaba las riendas del mayor productor y exportador de petróleo desde que éste
sufriera una embolia cerebral una década antes.
Austero en sus
gustos y alejado de los escándalos que solían acompañar otros miembros de la familia
real, Abdalá se esforzó durante su reinado por mejorar la imagen de su país. No
fue una tarea fácil, en especial a raíz de los atentados del 11-S. El
descubrimiento de que 15 de los 19 autores de los atentados contra las Torres
Gemelas y el Pentágono eran, al igual que el ominoso Osama Bin Laden, saudíes,
hizo que se etiquetara a Arabia Saudí de “cuna del terrorismo islamista”.
Además, el reino es un agujero negro para los derechos humanos, y el único
Estado del mundo que aplica un estricto apartheid de género.
Abdalá, que tuvo
una educación tradicional en una escuela coránica, se convirtió en heredero en
1982. Para entonces ya contaba con una base de poder en la Guardia Nacional, la
milicia tribal formada para proteger a la monarquía, que dirigió desde 1962 y
cuyo mando sólo traspasó a su hijo Mitab en mayo de 2013. También fue durante
algún tiempo viceministro de Defensa.
Asumió la
regencia en 1996 precedido de una exagerada fama de antiamericanismo. Su modo
de vida discreto en comparación con otros príncipes, su reputación de
incorruptible y su sensibilidad para las causas árabes suscitaron en Estados
Unidos y Europa el temor de que adoptara una política exterior nacionalista y
ultrarreligiosa. Sin embargo, esos valores despertaban simpatías entre los
saudíes.
Convencido de la
necesidad de reformas económicas y sociales, o al menos bien asesorado por su
equipo de tecnócratas, lo cierto es que al hacerse cargo del reino restringió
los gastos tanto en el Gobierno como en la Corte. También introdujo Internet
(cuyos contenidos luego se intentarían controlar), habló en alto sobre la
dignidad y los derechos de la mujer, e impulsó una ley de inversión extranjera,
muy aplaudida por los empresarios.
Cuando se
produjeron los atentados del 11-S, Abdalá rechazó las críticas internacionales
al régimen saudí como fruto del “rencor contra el islam”, pero acudió en apoyo
de su aliado EE UU con petróleo. Dos años más tarde, el terrorismo golpeó en el
corazón del reino. Entonces, el instinto de supervivencia de los Al Saud se
antepuso a la histórica alianza de la familia real con los ulemas, que había
permitido el florecimiento y difusión de una de las interpretaciones más
oscuras y radicales de esa religión. Abdalá reforzó un proceso de reformas tan
cauteloso a ojos extranjeros como osado para los ultramontanos vigilantes de
las esencias.
Nada más ascender
al trono, liberó a varios disidentes, tendió la mano a la vapuleada minoría
chií, prometió mayores derechos para las mujeres y abrió el país a la inversión
extranjera. Enseguida se verían los límites a esos gestos. Cada paso adelante,
chocaba con la oposición radical del búnker religioso y los procesos (diálogo
nacional, centro internacional para la lucha contra el terrorismo, etc) fueron
quedando en vía muerta. Los cambios necesarios sólo se han llevado a cabo en el
límite, como sucedió tras los atentados de 2003.
“No me veo a mí
mismo como un líder que simbolice la reforma, tal como me describen en los
periódicos; soy un hombre sencillo”, confío a esta enviada durante una
entrevista en 2007.
De hecho, hasta
su muerte ha seguido siendo el representante de una monarquía absoluta que
tiene pendiente la incorporación al proceso de toma de decisiones de una clase
media cada vez más numerosa y crítica con el sistema. Incluso en ausencia de
voluntad modernizadora de la familia real, los cambios demográficos, sociales y
políticos exigen abrir el Gobierno a la participación ciudadana.
Aun así, Abdalá
ha dejado su huella en la universidad que lleva su nombre King Abdullah
University for Science and Technology, una de las mejores dotadas del mundo y
donde no se aplica la segregación que impera en el resto del país, y en la
decisión de abrir las puertas del Consejo Consultivo a las mujeres. Dar
contenido legislativo a esa Cámara y hacerla electiva por sufragio es una de
las tareas pendientes, como lo es también romper con el tabú de que las mujeres
no puedan conducir, una prohibición que se ha convertido en símbolo del
anacronismo saudí.
Su muerte imprime
urgencia a la necesidad de que Reino del Desierto modernice el sistema
sucesorio para rejuvenecer a sus gobernantes y conectar con los ciudadanos. A
diferencia de las monarquías europeas, el trono saudí no lo hereda el
primogénito del rey fallecido sino que ha ido pasando de uno a otro de los
hijos (varones) de Abdulaziz por orden de edad, salvo algunas excepciones.
Abdalá se convirtió en rey con 81 años en un país donde dos tercios de la
población tienen menos de 30. Sus dos primeros herederos, los príncipes Sultán
y Nayef, murieron antes que él y aún quedan vivos varios de sus 42 hermanos.
El monarca ahora
fallecido tuvo 15 hijas y 7 hijos de sus cuatro esposas.
Subnota: Obama
ensalza la "cálida relación" con un aliado venido a menos
Texto: La Casa Blanca
tardó menos de una hora, desde que se anunció la muerte del rey de Arabia
Saudí, Abdalá Bin Abdelaziz al Saud, en difundir un comunicado de condolencia
del presidente de Estados Unidos, Barack Obama. La rapidez refleja la alianza
estratégica entre ambos países, aunque se haya enfriado en los últimos años.
Obama ensalzó la
contribución del monarca a la búsqueda de la paz en Oriente Próximo y a la
promoción educativa en Arabia Saudí. “Siempre valoré la perspectiva del rey y
aprecié nuestra genuina y cálida relación”, señaló el presidente. Obama subrayó
la “convicción” de Abadalá de que la relación entre Washington y Riad -que
tildó de “cercana y fuerte”- supone una “fuerza de estabilidad y seguridad” en
Oriente Próximo y en el mundo.
El presidente vio
por última vez al rey el pasado marzo cuando hizo una visita relámpago a Arabia
Saudí tras una gira por Europa. La visita buscaba revertir el malestar que
había causado en Riad la posición de Washington respecto a las revueltas de la
Primavera Árabe, y su política hacia Irán y Siria. EE UU admitió que surgieron
“diferencias tácticas” durante la reunión, pero que ambos países destacaron el
componente estratégico de su relación.
La seguridad es
clave en la relación, como demuestra la contribución saudí a la campaña de
bombardeos contra posiciones del grupo yihadista Estado Islámico en Siria o el
hecho de que se haya ofrecido a acoger el entrenamiento estadounidense a
rebeldes sirios moderados.
En el pasado, el
suministro energético era otro elemento central. Pero el boom petrolero que
vive EE UU, gracias a la técnica de la fracturación hidráulica, ha menguado su
dependencia del mayor exportador de petróleo del mundo. La decisión de Arabia
Saudí de mantener su nivel de producción de crudo, pese al desplome de los
precios en las últimas semanas, es percibida como un pulso para expulsar del
mercado a los nuevos productores estadounidenses.
En paralelo a la
menor dependencia energética, Washington ha elevado el tono sobre las
vulneraciones de derechos humanos en el país árabe. El Departamento de Estado
urgió hace dos semanas a Riad a no aplicar una condena judicial a mil latigazos
a un bloguero opositor. La primera ronda de castigo se efectuó al día
siguiente, pero la segunda se pospuso.
***
Ahora posteamos
la segunda nota de El País, relativa al sucesor del rey fallecido:
Título: El nuevo
rey de Arabia Saudí promete continuismo en su primer mensaje
Subtítulo:
Salman, de 79 años, comparece en un mensaje televisado
Texto: El nuevo
rey de Arabia Saudí, Salman, de 79 años, sucesor de Abdalá Bin Abdelaziz al
Saud, que murió anoche, ha prometido continuismo a sus súbditos y a sus aliados
en una comparecencia televisada. "Seguiremos adhiriéndonos a las políticas
correctas que Arabia Saudí ha seguido desde su fundación", ha asegurado
este viernes el que fuera gobernador de Riad y miembro desde hace años de la
cúpula gobernante.
Salman ha
ejercido de ministro de Defensa desde 2011. Arabia Saudí participa junto a
aliados árabes y occidentales en los ataques aéreos para tratar de frenar al
autoproclamado Estado Islámico en Siria. En ese contexto, Salman ha declarado
en su discurso: "Las naciones árabes y musulmanas tienen gran necesidad
ser solidarias y estar cohesionadas".
La rápida
actuación de Salman parece querer acallar los rumores sobre su estado de salud.
Los saudíes han sido convocados a presentar su compromiso de lealtad al nuevo
monarca.
El anuncio sobre
la sucesión se produjo poco antes del entierro de Abdalá, tras las plegarias de
mediodía. Quien fuera uno de los hombres más ricos de la historia, fue
enterrado en una tumba sin nombre envuelto en una mortaja blanca en el
cementerio de Riad, donde están enterrados muchos de sus súbditos.
Líderes árabes y
musulmanes han decretado jornadas de luto y varios de ellos han cambiado
inmediatamente sus planes para desplazarse a Arabia Saudí. El rey Abdalá de
Jordania ha cancelado su viaje a Davos, el presidente egipcio, Abdelfatá al
Sisi, ha acortado su presencia en el foro suizo y el presidente de Turquía,
Recep Tayyip Erdogan, ha cancelado una visita a Somalia para dirigirse a Riad.
Argelia ha anunciado que su delegación no estará encabezada por el presidente,
Abdelaziz Buteflika, (ausente de la vida pública por motivos de salud), sino
por el presidente del Consejo de la Nación, Abdelkader Bensalá.
El Rey de España
viaja mañana sábado a Riad para asistir a las exequias del rey Abdalá. Tanto
Juan Carlos I como Felipe VI han enviado un telegrama a Salman en el que
expresan su pesar y manifiestan su compromiso de reforzar los lazos de amistad
y cooperación que unen a ambos países.
El monarca saudí
también ha resuelto este viernes la sucesión de la monarquía al designar como
segundo en la línea al trono a su sobrino Mohammed Bin Nayef. El salto de los
hijos del fundador del reino, Abdelaziz al Saud, a la tercera generación era
una de las incógnitas que alentaba la especulación sobre luchas en el seno de
la familia real. De esta forma, Mohammed sucederá al actual príncipe heredero,
Muqrin, y se cierra el debate sucesorio para los próximos años.
El nombramiento
confirma a Mohammed Bin Nayef, nacido en Yeddah en 1959, como el príncipe saudí
más poderoso de su generación. De acuerdo con el decreto, difundido por los
medios oficiales, está previsto que se mantenga como ministro de Interior, un
puesto que su padre, Nayef, ejerció durante 37 años y al que accedió meses
después de que éste falleciera hace dos años cuando era príncipe heredero.
El primer nieto
de Abdelaziz en acceder a línea de sucesión estudió Ciencias Políticas en
Estados Unidos y se especializó en asuntos militares y de lucha contra el
terrorismo. En ese terreno ha cultivado su base de poder y su prestigio,
ampliado por un intento de asesinato de Al Qaeda en 2009. Esa dedicación le ha
dado fama de hombre duro, pero analistas y diplomáticos admiten desconocer su
postura sobre el principal reto que afronta el reino: cómo reconciliar el
cambio social y las exigencias de una población muy joven con las tradiciones
ultraconservadoras del país.
Bin Nayef, cuyo
hermano Saud fue embajador en España, pertenece a la influyente rama familiar
de los Sudairi, siete de los 42 hijos de Abdelaziz, nacidos de una de sus
esposas favoritas, Hasa al Sudairi. Desde que Abdalá relevará a Fahd a su
muerte en 2005, han tratado de asegurar para otro de los suyos el camino al
trono.
En un gesto que
parece querer equilibrar el peso de las distintas ramas familiares, el rey
Salman también ha nombrado a su hijo, el príncipe Mohamed Bin Salman, como
nuevo ministro saudí de Defensa. Bin Salman mantendrá no obstante su cargo de
jefe de la Corte Real. El comunicado oficial subraya también que el resto de
los ministros se mantendrán en sus cargos. Además, el heredero, Muqrin, ha sido
designado vicepresidente de la Shura, una cámara designada sin poderes
legislativos.
***
Finalmente, acá
va una nota previa de Pepe Escobar aparecida en diversos medios (e.g., Global
Research) hace ya varios días:
Título: What Game
is the House of Saud Playing?
Texto: The House
of Saud now finds itself in times of extreme trouble. Their risky oil price war
may eventually backfire. The succession of King Abdullah may turn into a
bloodbath. And the American protector may be musing a change of heart.
Let’s start with
oil – and some background. As much as US supply has increased by a couple of
million barrels a day, enough oil from Iran, Kirkuk in Iraq, Libya and Syria
has gone out of production; and that offsets extra US oil on the market.
Essentially, the global economy – at least for the moment – is not searching
for more oil because of European stagnation/recession and the relative China
slowdown.
Since 2011, Saudi
Arabia has been flooding the market to offset the decrease in Iran exports
caused by the US economic war, a.k.a. sanctions. Riyadh, moreover, prevented
OPEC from reducing country production quotas. The House of Saud believes it can
play the waiting game – as fracked oil, mostly American, is inexorably driven
out of the market because it is too expensive. After that, the Saudis believe
they will regain market share.
In parallel, the
House of Saud is obviously enjoying “punishing” Iran and Russia for their
support of Bashar Assad in Damascus. Moreover, the House of Saud is absolutely
terrified of a nuclear deal essentially between the US and Iran (although
that’s still a major “if”) – leading to a long-term détente.
Tehran, though,
remains defiant. Russia brushed off the attack because the lower ruble meant
state revenues remained unchanged – so there will be no budget deficit. As for
oil-thirsty East Asia – including top Saudi customer China – it’s enjoying the
bonanza while it lasts.
Oil prices will
remain very low for the time being. This week Goldman Sachs lowered their 2015
WTI and Brent Crude forecasts; Brent was slashed from $83.75 a barrel to
$50.40, WTI was cut from $73.75 to $47.15 a barrel. Prices per barrel could
soon drop as low as $42 and $40.50. But then, there will be an inevitable
“U-shaped recovery.”
Nomura bets that
oil will be back to $80 a barrel by the end of 2015.
Punish Russia or
bust
US President
Barack Obama, in this interview, openly admitted that he wanted “disruptions”
in the“price of oil” because he figured Russian President Vladimir Putin would
have “enormous difficulty managing it.” So that settles the argument about
hurting Russia and US-Saudi collusion, after US Secretary of State John Kerry
allowed/endorsed King Abdullah in Jeddah to simultaneously raise oil production
and embark on a cut price strategy.
Whether Kerry
sold out the US shale gas industry out of ignorance or incompetence – probably
both – is irrelevant. What matters is if the House of Saud were ordered to back
off, they would have to do it in a flash; the ‘Empire of Chaos’ dominates the
Persian Gulf vassals, who can’t even breathe without at least an implicit US
green light.
What is way more
troubling is that the current bunch in Washington does not seem to be defending
US national and industrial interests. If humongous trade deficits based on
currency rigging were not enough, now virtually the entire US oil industry runs
the risk of being destroyed by an oil price racket. Any sane analyst would
interpret it as contrary to US national interests.
Anyway, the
Riyadh deal was music for the House of Saud’s ears. Their official policy has
always been to slash the development of all potential substitutes for oil,
including US shale gas. So why not depress oil prices and keep them there long
enough to make investments in shale gas a lunatic proposal?
But there’s a huge
problem. The House of Saud simply won’t get enough in oil revenues to support
their annual budget with oil at below $90 a barrel. So as much as hurting Iran
and Russia may be appealing, hurting their own golden pocketbooks is not.
The long-term
outlook spells out higher oil prices. Oil may be replaced in many instances;
but there isn’t a replacement – yet – for the internal combustion engine. So
whatever OPEC is doing, it is actually preserving demand for oil vs. oil
substitutes, and maximizing the return on a limited resource. The bottom-line:
yes, this is predatory pricing.
Once again,
there’s an immense, crucial, complicating vector. We may have the House of Saud
and other Persian Gulf producers flooding the market – but its Goldman Sachs,
JP Morgan and Citigroup who are doing the shadow, nasty work via leveraged
derivative short futures.
Oil prices are
such an opaque racket that only major oil trading banks such as Goldman Sachs
or Morgan Stanley have some idea who is buying and who is selling oil futures
or derivative contracts – what is called “paper oil.” The non-rules of this
multi-billion casino spell out “speculative bubble” – with a little help from
those friends at the Gulf oil pumps. With oil futures trading and the two major
London and New York exchanges monopolizing oil futures contracts, OPEC really
does not control oil prices anymore; Wall Street does. This is the big secret.
The House of Saud may entertain the illusion they are in control. They’re not.
That
dysfunctional marriage
As if this was
not messy enough, the crucial succession of the House of Saud is propelled to
the forefront. King Abdullah, 91, was diagnosed with pneumonia, hospitalized in
Riyadh on New Year’s Eve, and was breathing with a tube. He may – or may not,
this being the secretive House of Saud – have lung cancer. He won’t last long.
The fact that he is hailed as a “progressive reformer” tells everything one
needs to know about Saudi Arabia. “Freedom of expression”? You must be joking.
So who’ll be
next? The first in the line of succession should be Crown Prince Salman, 79,
also defense minister. He was governor of Riyadh province for a hefty 48 years.
It was this certified falcon who supervised the wealth of private “donations”
to the Afghan mujahedeen in the 1980s jihad, in tandem with hardcore Wahhabi
preachers. Salman’s sons include the governor of Medina, Prince Faisal.
Needless to add, the Salman family controls virtually all of Saudi media.
To get to the
Holy Grail Salman must be proven fit. That’s not a given; and on top of it
Abdullah, a tough nut to crack, already survived two of his crown princes,
Sultan and Nayef. Salman’s prospects look bleak; he has had spinal surgery, a
stroke and may be suffering from – how appropriate – dementia.
It also does not
bode well that when Salman was promoted to Deputy Defense Minister, soon enough
he was shown the door – as he got himself mixed up with Bandar Bush’s atrocious
jihadi game in Syria.
Anyway, Salman
already has a successor; second Deputy Prime Minister Prince Muqrin, former
governor of Medina province and then head of Saudi intelligence. Muqrin is
very, very close to Abdullah. Muqrin seems to be the last “capable” son of Ibn
Saud; “capable” here is a figure of speech. The real problem though starts when
Muqrin becomes Crown Prince. Because then the next in line will be picked from
the grandsons of Ibn Saud.
Enter the
so-called third generation princes – a pretty nasty bunch. Chief among them is
none other than Mitab bin Abdullah, 62, the son of the king; cries of nepotism
do proceed. Like a warlord, Mitab controls his own posse in the National Guard.
Sources told me Riyadh is awash in rumors that Abdullah and Muqrin have made a
deal: Abdullah gets Muqrin to become king, and Muqrin makes Mitab crown prince.
Once again, this being the “secretive” House of Saud, the Hollywood mantra
applies: no one knows anything.
Abdullah’s sons
are all over the place; governor of Mecca, deputy governor of Riyadh, deputy
foreign minister, president of the Saudi Red Crescent. Same for Salman’s sons.
But then there’s Muhammad bin Nayif, son of the late Crown Prince Nayif, who
became Interior Minister in 2012, in charge of ultra-sensitive internal
security, as in cracking down on virtually anything. He is the top competitor
against Mitab among the third-generation princes.
So forget about
family “unity” when such juicy loot as an oil hacienda impersonating a whole
country is in play. And yet whoever inherits the loot will have to face the
abyss, and the same litany of distress; rising unemployment; abysmal
inequality; horrendous sectarian divide; jihadism in all its forms – not least
the fake Ibrahim Caliphate in “Syraq”, already threatening to march towards
Mecca and Medina; the unspeakably medieval Council of Ulemas (the
lashing/amputating/beheading-loving bunch); total dependency on oil; unbounded
paranoia towards Iran; and a wobbly relationship with His Masters Voice, the
US.
When will they
call the cavalry?
And it so happens
that the real ‘Masters of the Universe’ in the Washington-New York axis are
debating exactly the erosion of this relationship; as in the House of Saud
having no one to talk to but the“puppets”, from Bush Two minions to Kerry at
most on occasion. This analysis contends that any promises made by Kerry over
the House of Saud “cooperation” to damage Russia’s economy really mean nothing.
Rumbles from
‘Masters of the Universe’ territory indicate that the CIA sooner or later might
move against the House of Saud. In this case the only way for the House of Saud
to secure its survival would be to become friendly with none other than Moscow.
This exposes once more the House of Saud’s suicidal present course of trying to
hurt Russia’s economy.
As everyone is
inexorably an outsider when faced with the totally opaque House of Saud,
there’s an analytical current that swears they know what they’re doing. Not
necessarily. The House of Saud seems to believe that pleasing US neocons will
improve their status in Washington. That simply won’t happen. The neocons
remain obsessed about the House of Saud helping Pakistan to develop its nuclear
missiles; some of them – once again, that’s open to speculation – might even be
deployed inside Saudi Arabia for “defensive purposes” against that mythical
Iranian “threat.”
Messy? That
doesn’t even begin to describe it. But one thing is certain; whatever game
Riyadh thinks it’s playing, they’d better start seriously talking to Moscow.
But please, don’t send Bandar Bush on another Russian mission.
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