Es posible (no
seguro, pero posible) que vengan días moviditos en la Argentina. Por ejemplo,
un clamor popular de origen mediático, tipo: “Elecciones anticipadas YA”, o
algo por el estilo. Sí, nos referimos al caso Nisman y a la tragedia de enredos
a que está dando lugar. Calma, chicos: las piezas empiezan a acomodarse, o eso parece. Reproducimos a continuación un instructivo post aparecido hoy en Pájaro Rojo
(pajarorojo.com.ar), el blog de Juan Salinas. No tiene desperdicio:
Título: AMIA,
NISMAN & CIA
Epígrafe: Como
Ícaro, Nisman accede horrorizado a La Verdad, que lo destruye. El show de
Canaletti y la omnipresencia de Langley & The Embassy. De la tragedia a la
farsa: la fuga del tuitero Parcher
Texto:
La desaparición
del periodismo
Habitualmente no
miro televisión, aunque no pueda sustraerme en los lugares públicos de sus
zócalos, ni en la agencia de escuchar como ruido de fondo algunos de los
comentarios que por ella se emiten. Llego a casa muy tarde, con mucho material
sin leer, y encuentro los aparatos monopolizados, acaparados por mi mujer y mi
hijo. Ahora, por fin en mucho tiempo, veranero unos días sin ellos… y me tocó
el tole tole de la denuncia tremebunda de Nisman-Stiuso y la casi inmediata
muerte del fiscal. Entonces ver la tele por la noche, hacer zapping por los
canales de noticias, me resulta toda una novedad. Y ratifica mi convicción de
que con algunas pocas excepciones el periodismo que conocí y del que me enamoré
en los años ’60, durante la dictadura de Onganía, cuando era un adolescente
(categoría que vale recordar, apenas existía y era, queríamos que fuera,
efímera) el de Primera Plana y la prohibida Marcha de Montevideo que mi padre
–que trabajaba en el todavía llamado “vapor de la carrera” traía a casa, e
incluso también el del acomodaticio Clarín que leía en la casa de mi vecino
Napoleón Cabrera (crítico musical del diario y frondifrigerista de paladar
negro), ese periodismo, digo, no sé si ha muerto, pero en la mayoría de los
medios, ¡y en los diarios! o agoniza o ha desaparecido.
El deseo
vehemente de molestar al poder real ha sido reemplazado por el deseo de acordar
con él para lograr cámaras y progreso material. Cualquiera dice cualquier cosa
de cualquier tema, no hay contexto, y el resultado es embrutecedor. Sin
embargo, el mortal enfrentamiento entre un Grupo Clarín (y La Nación, y más
allá, aliado, Perfil) que oficia como portavoz y vanguardia de los grupos
económicos concentrados, y la persona que las mayorías populares han elegido
para que las represente y conduzca ha hecho que una parte minoritaria pero
considerable del público haya aprendido a decodificar los mensajes con que es
bombardeado. No todo está perdido.
La metáfora de
Ícaro
Ayer al mediodía
quedé fascinado por el espectáculo, el monólogo, stand-up le dicen ahora, de
Ricardo Canaletti, acerca de la “muerte dudosa” del fiscal Nisman. Más allá del
traspié con el caso Ángeles Rawson, Canaletti es muy bueno en lo suyo, y si no
está cumpliendo el rol que mal que mal sigue desempeñando Lanata ha ser
probablemente porque conserve escrúpulos, límites, alguna ética. Si no, ya lo
hubiera desplazado (lo de Lanata, como se puede comprobar aquí, es bochornoso:
antes de que el Grupo Clarín lo conchabara, se burlana ácidamente de las
acusaciones de Nisman a los iraníes). Así que, decía, miré con el espíritu gozoso
con que un niño observa a un mago las evoluciones de Canaletti por un estudio
que reproducía parte del lujoso piso en el que vivía el fiscal, incluyendo el
baño en el que se lo encontró muerto (Canaletti no encuentra motivos para que
se haya suicidado o lo hayan matado en él). Aunque parece claro que, sin
descartarla, Canaletti descree de la hipótesis del asesinato, su parlamento
desembocó en un momento casi lírico al postular que a Nisman parece haberle
pasado lo mismo que a Ícaro, al que acercarse mucho a la verdad -el sol-, se
encendió y ardió, que esa búsqueda le costó la vida.
Claro, eso puede
interpretarse de dos maneras: una directa, ramplona, para el público
inadvertido o distraído, parece decir que Nisman descubrió un plan malévolo de
la Presidenta y el Canciller para garantizar la impunidad de quienes asesinaron
a 85 personas, pero la otra, la preferida por gentes más avisadas o suspicaces,
que Nisman se puso a leer y subrayar la acusación, un bodoque de 300 páginas
que evidentemente él no había escrito (en esas páginas se habla de él en
tercera persona, como haría un rey… o Maradona) y en el cual, al decir de
Zaffaroini, no se describe un solo delito.
Reversión
Acostumbrado al
dolce far niente, y a recibir dinero, papers y canonjías de tres estados,
Nisman debió darse cuenta, horrorizado, de cuanta verdad había en los
comentarios del puenteado y engañado juez de la causa, Rodolfo Canicoba Corral,
quien subrayó que en los últimos dos años Nisman y más de medio centenar de
subordinados (acaso hasta ochenta como han dicho algunos medios) que él, el
juez de la causa, creía abocados a identificar a quienes volaron la AMIA y
asesinaron a 85 personas, se habían dedicado, a sus espaldas, a tratar de
embocar a la Presidenta y el Canciller en algún ilícito.
Resulta evidente
que el disparador de esta reversión silente del objetivo de la UIF de Nisman
(como el propio texto de la denuncia reconoce explícitamente) fue la firma por
ambos de un memorando de entendimiento con el gobierno de Irán para destrabar
la situación y que Nisman pudiera viajar a Teherán a tomarles declaración a los
acusados.
Surreal
Muchas veces me
imaginé (y así lo escribí en este sitio) la escena digna de Mel Brooks y su
Superagente 86 en la que Nisman tuviera que enfrentarse al ex presidente Askbar
Rafsanjani, el más afín a la reconciliación con Estados Unidos de todos los
ayatolás, y uno de los principales apoyos del presidente Rohani.
-Lo acuso de
haber ordenado el ataque a la AMIA en un reunió que se realizó en la ciudad de
Mashad.
-Ah, ¿y se puede
saber quién se lo dijo?
-Se lo dijeron a
Aboljasan Mesbaji, el “testigo C”, un desertor de sus servicios secretos que
está refugiado en Alemania.
-Ah, es un
impostor, un delincuente. Que, por cierto, escapó de Irán bastante antes no ya
del ataque a la AMIA, sino también del ataque a la Embajada de Israel en Buenos
Aires, del cual también se ha acusado a Irán sin ninguna prueba. ¿Se puede
saber quién le habría podido decir tal cosa a Mesbaji…
-No, no se puede
saber: los agentes de inteligencia se mueven con fuentes reservadas.
El “Testigo C”
declaró varias veces, siempre contradiciéndose y acomodando cada vez sus dichos
a La Historia Oficial (es quien dijo que Irán le había pagado a Menem una
millonaria coima para que Menem no formalizara una denuncia por la supuesta
responsabilidad de la república islámica en el ataque a la AMIA ofreciendo
datos que resultaron falsos) la última y más importante, por teleconferencia
desde Alemania, en el juicio AMIA. En esa ocasión, se supo, tenía al lado,
fuera del alcance de la cámara, al hasta ahora incombustible Stiusso, acaso
porque nunca procuró acercarse a la verdad, sino más bien evitar que nadie
llegue a ella y se lo escuche.
¿Un agente doble?
Por cierto, hay que
velar, y mucho, que ninguna mano negra vaya a cargarse a Stiusso. Que, como
Nisman, puede servirle mucho más a los golpistas muerto que vivo. Como el
mensajero Diego Lagomarsino, el hombre que le llevó a Nisman la pistola que
horas después habría de darle muerte. Parece obvio que si a los 35 años le
pagaban 41.000 pesos para bajar y manipular archivos de la UIF (es decir, tenía
el contrato más alto de la misma… ¡y sin obligación de concurrir!) es porque
tenía una recomendación del más alto nivel. Lo más probable es que esa
recomendación haya sido la de “La Embajada”, y que Lagomarsino fuera el
encargado de llevar y traer archivos desde y para dicha legación diplomática,
esto es, desde y para la CIA. Ya wikileaks demostró fehacientemente que Nisman
adelantaba sus movimientos y los sometía a la aprobación de La Embajada.
Lagomarsino, sospecho, debió ser su contacto.
Sucursal
Anteayer se
reprodujo aquí un despacho de Télam que reprodujo un trabajo del periodista
Juan Cruz Sanz que demostró fehacientemente no sólo que como antes el juez Juan
José Galeano, Nisman estaba vinculado al entorno de Hugo Anzorreguy (el ex jefe
de la SIDE acusado de encubrimiento en el caso AMIA que probablemente se libre
del juicio en ciernes argumentando demencia senil) y que el lujoso Audi Q3 no
era suyo sino de contratistas de la CIA.
El experto
Marcelo Saín, creador de la Policía de Seguridad Aeronáutica (PSA) y diputado
provincial por Nuevo Encuentro, tras recordar que Lagomarsino se ofreció para
trabajar en la PSA (es decir, posiblemente, quiso infiltrarse para oficiar de
topo al servicio de Stiuso y de la CIA), fue concluyente:
“Lo concreto es
que el fiscal Nisman andaba en un auto de un contratista de la CIA. Me
impresiona, aunque siempre he dicho que Nisman era un empleado de la Secretaría
de Inteligencia que, a su vez, bajo la mano de Stiusso, era una sucursal de la
CIA”.
Recalculando
Volvamos al show
de Canaletti, capaz de llenar toda una hora de TN con mínimos recursos. Para
dejar constancia de que no embestía contra los cimientos de las hipótesis
alentadas por el Grupo, Canaletti dijo de Nisman que “si este tipo, hizo esto
(en aparente referencia a la denuncia) ¿cómo no se iba a atrever a defenderla
(en el Congreso)?”.
Bueno, ya se ha
dicho, el asunto es que no fue Nisman el autor, o al menos no fue el autor
principal. De sus propios mensajitos telefónicos y guasáps surge que volvió
precipitadamente a la Argentina para presentar un escrito, una denuncia
tremebunda que pensaba presentar más
adelante, y que lo hizo porque alguien se lo ordenó, y ese alguien, claro, no
fue su jefa formal, Alejandra Gils Carbó.
Supongamos ahora
que Canaletti no se refería a esta denuncia, sino a la anterior, a la acusación
que presentó hace años contra altos funcionarios y ex funcionarios del gobierno
de Irán. Me reí mucho cuando hace un par de días Antonio Laje dijo que no podía
entender que la denuncia contra Cristina y Timerman fuera tan floja cuando la
acusación original contra los iraníes que Nisman formuló en 2004 fuera tan
“brillante”.
Dimes y diretes
Ja. Se nota que
no la han leído. Me acaba de escribir desde Rosario el lector Darío Ascolani.
Dice que “sería de gran valor informativo acceder y publicar el fallo del
tribunal inglés que rechazó la extradición de (el ex embajador iraní) Hadi
Soleimanpur, luego que fuera detenido por el alerta rojo requerido por
Argentina. Es una prueba irrefutable que la acusación de Nisman contra los
iraníes no tenía sustento alguno y era una burda operación política en favor de
Israel y EEUU. A pesar de la importancia de ese fallo, nadie parece prestarle
atención, cuando en el mismo seguramente se expondrán las razones del rechazo
al pedido de extradición, la falta de pruebas, e incluso las razones del pago
(por Argentina) de una indemnización por daños en favor del diplomático iraní
creo que de U$S 25.000.”.
¿No es curioso
que nadie haya querido publicar ese fallo?
Agrega
Ascolani: “El sistema del common law,
que incluye al Reino Unido y a una serie de países que formaban parte de la
comunidad británica, ese fallo es obligatorio para todas las cámaras de
apelaciones y jueces inferiores,en los casos en que se discuta un tema
exactamente igual (para el caso, si alguno de los restantes iraníes fuera
detenido en alguno de esos países, sería nuevamente liberado). Incluso, la
jurisprudencia inglesa tiene fuerte ascendiente en la justicia norteamericana.
En definitiva, todo el pescado podrido con el que Nisman fundamentó el tema
AMIA, no se puede sostener en ningún tribunal”.
Es que el texto
original, del 2”4, al igual que el nuevo, es de una desconcertante carencia de
sustancia. Tal como comenta hoy en Perfil el escritor Juan José Beccerra (“El
último eslabón”, pág. 22), la resonante denuncia de Nisman-Stiusso podría
sintetizarse en “la vaga idea de que hubo un hombre que vio al hombre que vio
al oso”, puesto que en él la lógica de los servicios de inteligencia se comió
el “discurso jurídico del mismo modo en el que un tiburón podría comerse a un
surfer”.
No es muy difícil
conjeturar quien pudo haberse puesto en contacto con el atribulado fiscal ni
qué pudo haberle dicho. Ha de haber sido Stiusso o alguno de sus enviados, y ha de haberle dicho con algo de razón (si
se tiene en cuenta la falta de trabajo y de resultados de su mastodónica UIF) o
sin ella, que debía regresar de inmediato a Buenos Aires y presentar el texto
cuyo borrador conocía, antes de que Gils Carbó lo removiera.
Homologación
Sin embargo
cualquier analista político desapasionado (y aún a los apasionados, como la
Presidenta) puede colegir que habida cuenta de los señores que servían Stiusso
y Nisman, los servicios de inteligencia y seguridad de Estados Unidos e Israel,
el motivo del súbito llamado a Nisman no pudo ser otro que tratar de homologar
a Irán con el terrorismo puro y duro del Estado Islámico, ISIS, Daesh o como
quieran llamarse los degolladores, decapitadores, lapidadores, etc., etc.,
wahabitas, salafistas y takfiristas reunificados bajo las banderas negras,
aprovechando los estremecedores asesinatos de París. Que, por cierto, y según
un conoisseur como Jean Marie Le Pen, el octogenario líder de los fascistas
franceses, fueron teledirigidos desde las sombras por los servicios secretos
galos. Que han de estar furiosos –explicó Montserrat Mestre en estas páginas–
por la suspensión de las entregas –y por lo tanto de los cobros– de dos
fragatas misilísticas del tipo Mistral –una de las cuales ya está terminada- a
Rusia a causa de que Hollande se doblegó a las presiones de Washington, que,
embarcado en una ofensiva contra Moscú en el oriente de Ucrania, proclamó un
unilateral regreso a una guerra fría que puede volverse caliente en cualquier
momento.
Cualquier
analista de política internacional sabe también que ISIS fue una creación de la
CIA para garantizar el desmembramiento de Irak y el ataque a Siria (países
cuyos gobiernos baazistas eran laicos) tarea en la que fueron generosamente
financiados por Arabia Saudita, Qatar, Kuwait y Turquía.
El contexto
internacional
En los últimos
tiempos y después de proclamar el Califato, los del ISIS se dedican a arrojar
al vacío homosexuales, lapidar adúlteras, degollar periodistas y crucificar a
cualquiera que no se le someta, nadie sabe a ciencia cierta por órdenes de
quien, ya que su líder, el autoproclamado califa “Al Baghdadí” habría sido
herido de gravedad por un bombardeo a fines de noviembre.
Pocas dudas
pueden existir en este contexto que la CIA, el Mossad (y más que el Mossad, el
Shin Beth, que opera en el Líbano y los territorios ocupados) tratan de
demonizar a Irán en momentos en que Obama procura llegar a un acuerdo con los
ayatolás con el doble propósito de sustraerlo de una alianza con el tándem
China-Rusia, y de conseguir que sean los iraníes y Hezbolá quienes lleven el
peso de la lucha con sus mortales enemigos del ISIS, de modo de no tener que
enviar tropas.
El acuerdo con
Irán pasa, además de por sus centrales nucleares, por dejar de procurar la
deposición del presidente sirio Bachar al Assad, lo que enfurece a los
“halcones” de Washington y Tel Aviv.
Sabotear esta
posibilidad parece haber sido a todas luces el objetivo principal, planetario,
de la tan impactante como infundada denuncia de Nisman-Stiusso, pero el
secundario, local, pero no menos importante fue, es evidente, iniciar un nuevo
movimiento destituyente, golpista, que estigmatizara a Cristina como “asesina”
y desembocara en una Plaza del Maidán, una situación que sirve para nuevas
manipulaciones, como ya se experimentó tanto en Kiev como en Caracas: matar
algunos de un lado y algunos del otro, y apostar a que la situación se
descontrole.
Ruidos
Imagino la
depresión de Nisman cuando se sentó a examinar el mamotreto terminado de
ensamblar y refritar en su ausencia, al caer en la cuenta, con infinito horror,
que lo mandaban a la primera línea de la batalla con un escarbadientes, que
estaba solo y que nada podría evitar que en Congreso los diputados oficialistas
lo despedazaran.
El vocero
Kollmann aventura que Diego Lagomarsino le habría dicho al fiscal que Nisman le
pidió su Bersa 22 argumentando que no confiaba en su custodia y que la
necesitaba “por si en algún momento tenía que disparar al aire ante una
amenaza”… un absurdo puesto que esa pistola no hace más ruido que un portazo, y
en el edificio Leparc, sobre todo en esta época, hay muchos departamentos
vacíos, por lo que si de llamar la atención se trataba, era mucho mejor abrir
la ventana y aullar como los lobos.
Se haya matado o
lo hayan matado, no cabe duda de que, como rápidamente entendió la Presidenta;
Nisman le era y es mucho más útil a la CIA, el Mossad, el Shin Beth y los
golpistas vernáculos muerto que vivo.
De la tragedia a
la farsa
En las últimas
horas, la trágica muerte de Nisman comienza a adobarse con sugestivos elementos
de farsa. Damián Patcher, un argentino-israelí del Buenos Aires Herald que fue
el primero en dar la noticia de la muerte de Nisman por tuiter, dice haber
tenido que salir del país rumbo a Israel por haber sido amenazado. Patcher se
marchó dejando su auto en el estacionamiento del diario y sin siquiera ponerse
en contacto con su director, Sebastián Lacunza. En cambio, lo hizo con un
anónimo periodista en el aeropuerto Ezeiza antes de abordar el avión que lo
llevó a Tel Aviv, a quién le dijo: “No sé desde cuándo es que me empezaron a
seguir. No voy a contar nada todavía, pero sí puedo decir que recibí un mensaje
del Estado que yo lo entendí como un mensaje hacia mí, luego lo chequeé y
efectivamente fue así (…) hoy (por ayer) se confirmó todo porque mi fuente me
dijo ‘Andate ya porque te están buscando’”.
Ante dichos tan
desconcertantes, que permiten imaginar que si le hubieran hecho estallar una
bolsa de papel cerca Patcher ya hubiera llegado a Tokyo, el cronista de Perfil
ha de haberle preguntado por qué se sentía perseguido, porque Patcher agregó:
“Les cagué el
tema con ese tuit. Siento que les arruiné algo”. Y agregó con tono misterioso:
“Voy a volver al país cuando mis fuentes me digan que las condiciones
cambiaron. No creo que sea durante este Gobierno”.
Para rematar la
farsa, salió a la palestra Fopea, una organización de periodistas opositores
que gustan parecer ecuánimes, que reveló que su asociado Patcher se comunicó
con ellos desde Israel para decirles que “sintió en riesgo su vida” por ser
“víctima de seguimientos sospechosos” y porque “un vehículo habría seguido sus
movimientos”.
Patcher no parece
querer explicar por nada del mundo cómo se enteró de la muerte de Nisman.
***
PS1: Acabo de
leer el relato de la fuga (?) de Parcher en La Nación y estoy cada vez más
desconcertado. ¡Es una payasada tan obvia! Compruébenlo ustedes mismos. Dice
que comenzó a enloquecer ¡porque lo llamaban de muchos medios para
entrevistarlo! Resultó livianito el hombre. Y ahora leo lo que publicó en
Infobae, donde también trabaja… ¡y ensalza al periodismo local! ¡y
especialmente a TN! Tanta pavada ratifica plenamente lo que decía más arriba
acerca de la desaparición del periodismo..
***
PS2: Apostilla
Nahuel Coca, que vive en el mismo edificio dónde vive ¿vivía? el fugitivo:
Mi vecino de
abajo. El pibe que no paga las expensas siendo propietario. El que sin embargo
estacionaba una camioneta 0 km en la cuadra, demasiado grande para su soltería.
El que al hablar del gobierno en algún ascensor compartido, parecía más un
paracaidista sueco que un periodista con experiencia en agencias, periódicos y
portales.
Resultó ser un
paracaidista, o al menos un ex soldado, israelí con miedo a volar.
Sus tuits dando
la primicia y su posterior explicación no dejan ninguna duda: su fuente es
inconfesable y además lo usó de la mejor forma que se puede usar a un
periodista, o sea, sin que levante sospechas. Poca gente informada puede
manifestarse tan candida a menos que lo sea…
El gobierno, ante
los rumores de que el paracaidista se sentía perseguido, tuvo mala muñeca y
publicó en Twitter datos sobre sus pasajes al exilio, o según él escribió en un
diario israelí, de vuelta a casa. Un error de criterio…
No creo que al
muchacho le dé el bocho para ser un espía activo, siendo más probable que se
trate de un boludo útil.
No se da cuenta
de que aquellos que hicieron volver a Nisman posiblemente sean los mismos que
le dieron la primicia, sus fuentes, que en ningún momento quiso revelar.
Se está sacando
todos los números para la próxima rifa: el premio mayor es el de ser el segundo
muerto a los pies de Cristina, ahora que ni el diario La Nación cree en otra
hipótesis más que en la del suicidio. Ojalá me equivoque y sigamos pidiéndole
que pague, ahora que según dice no va a volver a menos que su fuente le diga…
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