miércoles, 11 de mayo de 2016
Ese show...
Ese show indecente, ese festival de la bajeza que es el proceso de enjuiciamiento político (Impeachment) a la presidenta brasileña Dilma Rousseff continúa como si nada, como si no fuera un golpe, como si la justicia siguiera su curso, como si los medios informaran objetivamente, y como si las revoluciones “de color” no fueran el último grito de la moda en las agencias de inteligencia del Imperio. Haciéndose el que le importa algo el tema, así comenta hoy el diario El País:
Título: Arranca el ‘impeachment’ de Dilma Rousseff en el Senado brasileño
Subtítulos: El Gobierno pierde en el Tribunal Supremo el último recurso contra la destitución / Rousseff vivirá una suerte de destierro y existirá un limbo judicial e institucional jamás visto en la historia de Brasil
Texto: Tras varios forcejeos judiciales esta semana que parecían trabar el proceso (una anulación del presidente interino del Congreso retirada después y un recurso del Gobierno que acaba de ser rechazado por el Supremo) el juicio político a la presidenta Dilma Rousseff se adentra en su fase más dramática: la que apartará a la actual jefa del Estado de Brasil del poder, por lo menos 180 días. A las diez de la mañana ha comenzado la sesión del Senado. Cuando termine, si una mayoría simple de los 81 senadores así lo decide –cosa que todos los especialistas dan por hecho hoy en Brasilia- Rousseff deberá abandonar el Palacio del Planalto, sede de la jefatura del Gobierno. No de manera definitiva, pero casi.
Lo que los senadores deciden hoy, de facto, es la apertura formal del impeachment, del proceso de destitución, que durará, como máximo y a partir de hoy, esos 180 días. Lo determinante es que durante ese tiempo Rousseff no podrá ser presidenta y el poder lo asumirá el vicepresidente Michel Temer, hasta hace poco meses su aliado politico y ahora su peor enemigo. Durante ese tiempo, mientras uno desarma el gabinete existente, nombra ministros y muda el rumbo de la política del país, Rousseff jugaba su última carta al recurrir al Tribunal Supremo para que anulase el proceso, liderado por un expresidente del Congreso imputado por corrupción. El Tribunal no lo ha aceptado, así que la presidenta vivirá una suerte de destierro en su propio Palacio de la Alborada, su residencia oficial, existiendo en un limbo judicial e institucional jamás visto en la historia de Brasil.
A petición propia, más de 65 senadores tomarán hoy la palabra, uno detrás de otro, para explicar su postura. Cada uno tendrá 15 minutos como máximo. Si la mayoría agota su tiempo (cosa que es bastante posible), teniendo en cuenta que está programada una pausa de una hora para la comida y otra de otra hora en la tarde, la extenuante sesión durará 18 horas. Es decir, terminará de madrugada en Brasil, con la votación propiamente dicha.
Aún no se sabe qué pasos concretos dará Dilma Rousseff después de enterarse de su previsible derrota. Hasta hoy, se especulaba en que bajaría, el jueves por la mañana, acompañada de sus seguidores y un grupo de militantes, la rampa del Palacio presidencial del Planalto, en un acto simbólico de despedida. Pero ese acto ha sido suspendido, debido a que daba a entender, según integrantes del Partido de los Trabajadores (PT), formación de la presidenta, que ella renunciaba a su cargo, cosa que ella no está dispuesta a hacer.
El presidente del Senado, Renan Calheiros, aseguró antes de que comenzara la sesión, que no votará. Y añadió: “Yo nunca quise que el impeachment llegara hasta aquí porque es un proceso traumático para el país que trae, sobre todo, inestabilidad”. Calheiros precisó que después de que el Senado decida –si decide– apartar a Rousseff del poder, enviará una notificación a la presidencia de Brasil informándole del resultado. Y se comprometió con la prensa a explicar en los próximos días en qué condiciones prácticas (sueldo, servidores, rutina diaria) queda la presidenta sin presidencia.
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