Todo llega,
chicos. Incluso para las monarquías pleistocénicas de Arabia Saudita parece
haber llegado el momento de la verdad. De la mano del príncipe Mohammed bin
Salmán (foto), el responsable del desastre yemenita, ahora con disfraz de estadista.
Así traduce el portal libanés Al Manar una nota previa del periodista británico Patrick Coburn para el diario The
Independent:
Título: The
Independent: Bin Salman lleva la economía saudí al desastre
Texto: El
periodista Patrick Coburn ha escrito en el diario The Independent un artículo
en el que cuestiona los nuevos planes económicos del príncipe Mohammed bin
Salmán, el gobernante de hecho de Arabia Saudí e hijo del enfermo rey.
Bin Salman ha
lanzado un ambicioso plan para poner fin a lo que él denominó como “adición del
país al petróleo”. “En términos de su revolucionaria ambición, falta de
realismo y potencial para la perturbación (de la economía saudí), este plan ha
sido comparado con el Gran Salto Adelante, puesto en práctica por Mao Tse Tung
en 1958 en China, que buscaba transformar la economía del país asiático de una
agrícola a otra industrial, pero sólo produjo un desastre”.
La versión saudí
del Gran Salto Adelante es Vision 2030, un plan de reformas económicas hecho
público la pasada semana por el príncipe Bin Salman. Más detalles serán dados a
conocer en el Plan de Transformación Nacional, que será publicado a finales de
mayo o principios de junio.
Ibn Salmán, que
es ministro de Defensa, segundo príncipe heredero y controla la política
exterior y económica del reino, quiere que éste desarrolle sus propias
industrias y servicios, vender parte de la compañía estatal de petróleo Aramco
para crear el mayor fondo soberano del mundo y eliminar o reducir los subsidios
para el combustible, agua, electricidad y otros productos esenciales.
En la práctica,
él quiere poner fin al antiguo contrato social, según el cual los ciudadanos
saudíes consiguen empleos fáciles en el sector púbico y altos niveles de vida a
cambio de la pasividad política y la lealtad a la Casa de Saúd.
Esto no va a
funcionar. “El documento Vision 2030 es un capricho muy costoso e imprevisible
del autócrata de un estado petrolero alentado por consejeros que buscan su
propio interés”, señala Cockburn. Pocos toman en serio las afirmaciones de Ibn
Salman de que “en 2020 podemos vivir sin petróleo”. Él afirma también que
Arabia Saudí, el tercer país del mundo que más gasta en armas elevará la
proporción de armas producidas en el reino de un 2% a un 50% en este período.
La experiencia demuestra que un desarrollo económico vertiginoso alienta la
corrupción mientras que la privatización en los regímenes autocráticos
enriquece a una élite bien conectada con la familia reinante.
Es fácil reírse o
tomar con desdén los cambios revolucionarios del príncipe Ibn Salmán. Sin
embargo, el peligro es que su ingenua arrogancia no está sólo limitada al
manejo de la economía. El 17 de abril el
príncipe puso fin a un encuentro en Doha que buscaba acordar la congelación de
la producción de petróleo. Esta decisión mostró la naturaleza arbitraria del
poder de Ibn Salman.
Un documento del
servicio de inteligencia alemán, BND, advirtió en contra de la acumulación de
poder en las manos del príncipe y advertía que “Arabia Saudí ha comenzado una
impulsiva política de intervención”.
Arabia Saudí hace
frente ahora a numerosos problemas. Mientras que el país tenía 3 millones de
habitantes en 1950, hoy en día tiene 31 millones, aunque 8 millones de ellos
son extranjeros. Dada la improbabilidad de que el precio del petróleo alcance
los niveles anteriores, las rentas petrolíferas serán incapaces de atender a
las necesidades de la población en rápido crecimiento y proporcionarle empleos
y subsidios. Los viejos regímenes son más vulnerables cuando reconocen sus
errores y buscan remediarlos con medidas perturbadoras y desacertadas.
Una de las
medidas más polémicas en este sentido es la privatización parcial de Aramco, la
única institución en el país que hace dinero y de la que todo depende.
Inicialmente será sólo el 5% de la compañía, pero este porcentaje puede crecer.
La parte vendida de la compañía se convertirá en un fondo soberano que excederá
los 2 billones de dólares. Sin embargo, los escépticos afirman que convertir el
valor del principal activo de Arabia Saudí en dinero líquido también será una
medida conveniente para la familia real saudí. Ellos puede calcular que la
marea política y económica se ha vuelto
en su contra permanentemente y si alguna vez ellos tienen que huir como hizo el
Shah de Irán, entonces les interesa tener parte de la riqueza del país en forma
líquida para llevarla al extranjero con ellos, señala Cockburn.
No hay comentarios:
Publicar un comentario