Encontramos esta
curiosa nota de Yusuf Fernandez en el sitio web en español Al Manar. Raro, para
decir algo: Rusia e Irán castigan a Arabia Saudita provocando, ellos esta vez,
una nueva caída en el precio del petróleo.
Título: ¿Han
declarado Rusia e Irán la guerra al petróleo saudí?
Texto: Rusia e
Irán han anunciado casi simultáneamente que incrementarán su producción de
petróleo en un millón de barriles diarios, lo cual supone la entrada en el
mercado de dos millones de barriles. Esto conducirá inevitablemente a la bajada
del precio del petróleo por debajo de los 30 dólares y supondrá un fuerte golpe
para la economía de Arabia Saudí, que sufriría unas pérdidas de unos 250.000
millones de dólares y vería incrementar aún más su déficit presupuestario.
Arabia Saudí ha
llevado a cabo desde principios de año una política dirigida a hacer caer el
precio del petróleo, mediante la saturación del mercado con un exceso de
oferta, con el fin de castigar a Rusia a Irán por su apoyo a Siria. Los
cálculos saudíes eran que la caída en el precio del petróleo obligaría a ambos
países exportadores de crudo, que sufrían ya sanciones económicas occidentales,
a variar su política en el tema sirio y otros. Esta estrategia saudí
presuponía, sin embargo, que el precio del petróleo no caería por debajo de los
50 o 45 dólares ya que entonces dicha caída se convertiría en un grave problema
para el propio reino wahabí.
Rusia e Irán
parecen haber aceptado el desafío y doblado la apuesta. Ellos pueden haber
decidido utilizar, al igual que ha hecho Arabia Saudí, el arma del petróleo
para debilitar a su rival y castigarlo por su apoyo al terrorismo en Oriente
Medio y el mundo. De este modo, las medidas saudíes contra ambos países podrían
volverse ahora, con un efecto de boomerang, contra la propia Arabia Saudí.
A diferencia de
Arabia Saudí, que prácticamente no produce más que petróleo, Irán y Rusia
poseen economías diversificadas y, en el caso de Irán, este país cuenta con
recibir masivas inversiones extranjeras en todos los campos de su economía, una
vez que las sanciones sean levantadas a finales de este año, según establece el
recién firmado acuerdo nuclear.
De este modo,
Arabia Saudí ha comenzado a recoger los frutos que ha cosechado y será la gran
perdedora en este juego, a pesar de tener unas reservas monetarias estimadas en
unos 700.000 millones de dólares. De hecho, antes de la prevista bajada del
precio del petróleo, el país padecía ya un enorme déficit financiero estimado
en más de 170.000 millones de dólares para este año. Una mayor caída en los
precios petrolíferos aumentará este déficit y hará más difícil al régimen saudí
el comprar la estabilidad política interna a través de sobornos a la población
saudí para que no proteste contra la monarquía absolutista y su corrupción.
El descenso de
los precios obligará a Arabia Saudí a endeudarse con bancos privados nacionales
y extranjeros, a imponer impuestos a los ciudadanos y a eliminar subsidios a
productos básicos, como el combustible, que suman un gasto de unos 56.000
millones de dólares al año.
Este pulso podría
terminar, pues, con la victoria de la alianza ruso-iraní y producir cambios en
la economía mundial y el mercado del petróleo debilitando aún más el control
estadounidense sobre ambos, que ha estado siendo ejercido, en el caso del
mercado petrolífero, a través de sus títeres saudíes. También llevará a una
reducción de la influencia saudí en Oriente Medio y hará más difícil a este
país la financiación de grupos terroristas, como Al Qaida y otros, para el logro
de sus objetivos políticos.
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