Otra nota de
Thierry Meyssan sobre el significado de los acuerdos entre Irán y los EEUU para
Medio Oriente y Europa sud-oriental. Idea general: habrá paz en Medio Oriente,
mientras el Imperio prepara la próxima fase de su guerra contra el mundo: Turquía, Ucrania,
Crimea, el Mar Negro. La nota apareció hoy en la sección “Ante nuestra mirada”
de Red Voltaire. Acá va:
Título: El mundo
después del acuerdo entre Washington y Teherán
Epígrafe: El cese
de hostilidades concluido entre Estados Unidos e Irán redefine los conflictos
en el Medio Oriente y desplaza la guerra hacia el Mar Negro. Aunque es aún
demasiado pronto para prever de qué manera va a evolucionar la rivalidad entre
Riad y Teherán o para saber con exactitud qué pasará en Turquía, lo que sí
puede verse claramente es que nos dirigimos hacia la paz en Yemen y en Siria.
Texto: Ha dejado
de existir la oposición entre Estados Unidos e Irán, elemento que dominó el
panorama político del Medio Oriente desde el discurso que el imam Rulah
Khomeiny pronunció en el cementerio de Teherán, el 1º de febrero de 1979, hasta
la reciente firma del acuerdo bilateral entre Washington y el gobierno del
jeque Hassan Rohani, el 14 de julio de 2015. Washington y Teherán persiguen
ahora los intereses de la misma clase dirigente global.
En su momento, el
presidente estadounidense Jimmy Carter y su consejero de Seguridad Nacional
Zbigniew Brzezinski se ven obligados a enfrentar la pérdida de Irán, que hasta
entonces había fungido como «gendarme regional» por cuenta de Washington. Primero
reaccionan utilizando a la dinastía de los Saud –la familia real de Arabia
Saudita– para contrarrestar el mensaje revolucionario y antiimperialista del
imam Khomeiny –se inicia entonces el proceso de wahabización del islam mundial–
y después deciden que Washington debe asumir directamente el control de los
hidrocarburos del Medio Oriente.
En su discurso
del 23 de enero de 1980 sobre el Estado de la Unión, Jimmy Carter declara:
«Que nuestra
posición quede absolutamente clara: todo intento de una fuerza extranjera por
tomar el control de la región del Golfo Pérsico será considerado una amenaza
para los intereses vitales de los Estados Unidos de América y ese tipo de
amenaza será rechazada con todos los medios necesarios, incluyendo la fuerza
militar.»
Con ese objetivo,
el Pentágono organizó un comando regional para sus fuerzas armadas, el Central
Command (CentCom), cuya zona de «responsabilidad» incluye todos los países de
la región, con excepción de Israel y Turquía.
El final del
conflicto artificial entre sunnitas y chiitas
A lo largo de 35
años, hemos visto profundizarse lentamente un abismo entre los sunnitas, bajo
la dirección de su «defensor» saudita, y los chiitas, dirigidos por su líder
iraní. Los primeros defendían a Estados Unidos y su modelo económico
capitalista mientras que los segundos aspiraban a morir en la lucha por liberar
el mundo del imperialismo anglosajón.
Nunca antes en la
Historia este conflicto había alcanzado tanta intensidad, ni había dado lugar
al surgimiento de una división en el plano económico. Y alcanzó su punto
culminante con la Hermandad Musulmana, al-Qaeda y el Emirato Islámico, tres
movimientos financiados por las monarquías del Golfo y que en diferentes
momentos han sido aliados de Israel en contra de los chiitas.
Desde el 14 de
julio, y sin la menor explicación, Riad ha cesado de mencionar ese conflicto
religioso –todo parece indicar que ha sido resuelto sin que tuviesen que
intervenir los teólogos. Arabia Saudita ya no combate a Irán, ahora convertido
en socio del amo estadounidense, sino que se encuentra en una situación de
rivalidad con ese país en un nuevo Medio Oriente. Además, ya Riad no dice
representar a los sunnitas sino a los árabes, mientras que Irán no podrá
reclamar el liderazgo de los chiitas sino únicamente de los persas.
Sin embargo,
hasta 2010, el mundo árabe no se hallaba solamente bajo influencia saudita sino
que estaba gobernado por un triunvirato conformado por Egipto, Siria y Arabia
Saudita.
La evolución del
CentCom
Aunque aún no se
habla de una reforma del CentCom, no deja de ser cierto que esta es una
cuestión que no tardará en plantearse. Actualmente, su zona de
«responsabilidad» incluye el Medio Oriente y el Asia Central. Pero no sólo es
probable que veamos un proceso de paz estabilizarse rápidamente en Yemen y en
Siria, también es posible que la guerra se desplace hacia el Mar Negro, Turquía
y Crimea.
La ONU ha
anunciado su intención de organizar negociaciones inter-sirias y de comunicar
sus resultados a un «grupo de contacto», o sea a las mismas potencias que han
venido apadrinando la guerra en Siria desde hace cuatro años y medio.
Globalmente, nos
dirigimos hacia un acuerdo que reconocería la «victoria» de Arabia Saudita en
Yemen y la de Irán en Siria.
Stefan de
Mistura, el enviado especial de Ban Ki-moon, ha declarado:
• «Tengo ahora
intenciones de invitar a los sirios a participar en debates temáticos
simultáneos realizados de forma paralela en el marco de un grupo de trabajo
inter-sirio y a estudiar los aspectos fundamentales del Comunicado de Ginebra
que identificaron durante la primera etapa de las consultas, que suponen
fundamentalmente garantizar la seguridad y la protección de todos, encontrar la
manera de poner fin a los asedios, garantizar el acceso a los cuidados médicos
y liberar a los prisioneros.
• La segunda fase
abordará los aspectos políticos y constitucionales, sobre todo los principios
esenciales, la autoridad transitoria y las elecciones.
• La tercera fase
tendrá que ver con los aspectos militares y cuestiones de seguridad,
principalmente una lucha eficaz contra el terrorismo con la participación de
todos, los ceses de hostilidades y la integración.
• La cuarta fase
tendrá que ver con las instituciones públicas, la construcción y el desarrollo,
lo cual significa, como hemos subrayado, que tenemos que esforzarnos por no
reproducir lo sucedido en Irak, principalmente cuando las instituciones
desaparecieron brutalmente y el país se vio ante graves dificultades. Esas
instituciones tienen que seguir garantizando los servicios públicos, bajo la
dirección de altos dirigentes aceptados por todos y que actúen dentro del
respeto de los principios de la buena gobernanza y de los derechos humanos.»
[1]
Simultáneamente,
Turquía abrió un nuevo frente, declarando la guerra a su propia minoría kurda.
Esa decisión, si Ankara se mantiene en esa posición, hundiría el país en una
larga y terrible guerra civil. Después de toda una serie de declaraciones
contradictorias, Estados Unidos le prohibió a Ankara perseguir al PKK dentro de
Siria –donde esa organización kurda es conocida como YPG [2]–, lo cual
significa que, en definitiva, Siria volverá a ser el país-refugio de los
revolucionarios kurdos.
Y, muy
importante, Turquía rompió las relaciones económicas que había establecido con
Rusia hace 8 meses y creó con Ucrania una «Brigada Internacional Islamista», o
sea una organización terrorista destinada a desestabilizar Crimea [3].
Dado que Turquía
carece de gobierno legítimo desde hace un mes, resulta imposible prever en este
momento lo que puede pasar en ese país. Pero es evidente que puede suceder lo
peor.
¿Qué busca
Estados Unidos con la resolución 2235?
En ese contexto,
se observa con inquietud la adopción, por unanimidad, de la resolución 2235 del
Consejo de Seguridad de la ONU. En esa resolución se decide la creación de un
mecanismo conjunto de investigación de la OPAQ (Organización para la
Prohibición de Armas Químicas) y la ONU para determinar quién está recurriendo
a la guerra química en Siria [4].
Los
investigadores de la OPAQ, que hasta ahora no habían sido mandatados para
determinar quién utiliza armas químicas, han comprobado que ataques con cloro
han sido perpetrados al menos en 14 ocasiones. La embajadora de Estados Unidos ha
declarado que esos ataques se han realizado con helicópteros, medios que no
tienen los «rebeldes», lo cual es una manera de decir que la OPAQ y la ONU
tendrían que demostrar la responsabilidad de la República Árabe Siria. Sin
embargo, una lectura cuidadosa de los tres informes anteriores de la OPAQ [5]
sugiere otra posibilidad: podría tratarse de ataques orquestados por el
ejército turco, como señaló el embajador sirio, quien por demás acogió con
regocijo la adopción de la resolución.
Es importante
señalar que las dudas sobre el papel de Turquía están totalmente justificadas
por el hecho que ya se sabe que Turquía organizó –el 11 de mayo de 2013– un
atentado bajo bandera falsa [6] en la ciudad turca de Reyhanli, atentado en el
que murieron unos 50 ciudadanos turcos, para atribuirlo a Siria; y que el 21 de
agosto de 2013 Turquía organizó un ataque químico en la región rural próxima a
Damasco, también para atribuirlo a Siria y empujar así la OTAN a emprender
acciones militares directas contra Damasco; y que en marzo de 2014 el ejército
turco entró, con al-Qaeda y con el «Ejército del Islam» (milicia pro-saudita),
en la localidad siria de Kessab –cuya población es mayoritariamente de origen
armenio– para saquearla y continuar allí el genocidio contra los armenios.
Los informes de
la OPAQ fueron presentados hace 8 meses, pero ha habido que esperar hasta ahora
para que se aprobara esta resolución. Los 5 miembros permanentes del Consejo de
Seguridad de la ONU disponen cada uno de sus propios medios de vigilancia
satelital, lo suficientemente sofisticados como para permitirles saber quién es
responsable de los ataques químicos. Si la OPAQ y la ONU llegaran a comprobar
la responsabilidad de Turquía, el presidente turco Erdogan se convertiría en
chivo expiatorio de toda la crisis siria.
El empeoramiento
de las relaciones entre Washington y Moscú
La paz entre
Estados Unidos e Irán deja a Washington en total libertad de concentrarse
contra Moscú.
Ya mencionamos en
este artículo el traslado de los yihadistas del Emirato Islámico hacia Crimea,
ya iniciado por Ucrania y Turquía. Sólo se trata, en el fondo, de la
reanudación de las operaciones de sabotaje contra la Unión Soviética que
caracterizaron los tiempos de la guerra fría.
Pero más grave
resulta el intento de Estados Unidos de utilizar el derribo en Ucrania del
vuelo MH17 para acusar a Rusia. El 29 de julio, Washington presentó en el
Consejo de Seguridad un proyecto de resolución tendiente a crear un Tribunal
Penal Internacional para juzgar a los autores de ese crimen [7]. Se trataba,
evidentemente, de un tribunal conformado para condenar al presidente Vladimir
Putin, al estilo del Tribunal Especial para el Líbano, creado –en base a
testimonios falsos– para condenar al presidente Bachar al-Assad y al entonces
presidente del Líbano Emile Lahoud.
Por supuesto,
Rusia se opuso recurriendo a su derecho al veto. Y no podemos menos que
recordar ahora la proposición que el presidente Obama le hizo en 2011 a su
entonces homólogo ruso Dimitri Medvedev: apoyarlo si se comprometía a poner a
su entonces primer ministro Vladimir Putin en el banquillo de los acusados de
algún tribunal internacional. Se hablaba, en aquella época, de acusarlo de ser
potencialmente responsable de la guerra en Chechenia… organizada por Washington.
Notas:
[1] «Débat du
Conseil de sécurité sur la Syrie (rapport De Mistura)», Réseau Voltaire, 29 de
julio de 2015.
[2] Las YPG
(siglas correspondientes a Unidades de Protección del Pueblo) alcanzaron
notoriedad mundial durante la tenaz resistencia que opusieron a los yihadistas
del Emirato Islámico en la localidad de Kobane, próxima a la frontera de Siria
con Turquía. Nota de la Red Voltaire.
[3] «Ukraine et
la Turquie créent une Brigade internationale islamique contre la Russie », por
Thierry Meyssan, Réseau Voltaire, 12 de agosto de 2015. Este trabajo está en
proceso de traducción al español.
[4] «Résolution
2235 et débats (guerre chimique en Syrie)», Réseau Voltaire, 7 de agosto de
2015.
[5] «Premier
rapport de l’OIAC sur la guerre chimique en Syrie», «Deuxième rapport de l’OIAC
sur la guerre chimique en Syrie», «Troisième rapport de l’OIAC sur la guerre
chimique en Syrie», Réseau Voltaire, 16 de junio, 10 de septiembre y 18 de
diciembre de 2014.
[6] Las
operaciones «bajo bandera falsa» o «false flag» son operaciones de inteligencia
planeadas y realizadas de manera que el organizador pueda atribuir su autoría a
otro país o adversario, frecuentemente con intenciones de utilizarlas como
pretexto o justificación para una represalia ulterior. Nota de la Red Voltaire.
[7] «Débat du
Conseil de sécurité sur le vol MH17 (véto russe)», Réseau Voltaire, 29 de julio
de 2015.
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