De izquierda a derecha, el embajador de Siria en Moscú Riad Haddad; el ministro sirio de Exteriores Wallid Muallem; la señora Buthaina Shaaban, consejera especial del presidente Assad; el ministro ruso de Exteriores Serguei Lavrov y el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, se reúnen en Moscú, el 29 de junio de 2015.
Thierry
Meyssan siempre ofrece una visión alternativa a las argumentaciones de la prensa occidental, las que por o general sólo están interesadas en seguir la línea oficial de propaganda de quien les paga más (generalmente, el mundo de las finanzas imperiales). Acá ofrece lo suyo en una nota aparecida ayer en Red Voltaire. Vale la pena, aun para discutirla. Acá va:
Título: Rusia saca sus
castañas del fuego
Epígrafe: Las negociaciones
5+1 se prolongan, pero no por causa de Washington y de Teherán sino porque
Moscú quiere asegurarse de que el nuevo orden regional en el Medio Oriente no
perjudique sus intereses. Thierry Meyssan levanta una esquina del velo sobre la
prolongación de las conversaciones de Lausana.
Texto: Las negociaciones
5+1 siguen prolongándose. Después de los problemas de salud del secretario de
Estado estadounidense John Kerry y del jefe de la diplomacia irania Javad
Zarif, se han mencionado todo tipo de pretextos para retrasar la firma del
acuerdo. Sin embargo, ni Washington ni Teherán parecen preocupados. Al
contrario, todo marcha como si ya no hubiese problema entre Estados Unidos e
Irán sino entre esos dos países y los miembros del Consejo de Seguridad de la
ONU.
Desde esta mismas
columnas revelé las negociaciones secretas entre Israel y Arabia Saudita, que
tratan de adaptarse a las consecuencias del futuro acuerdo [1]. Aunque no
dispongo de información tan precisa sobre la iniciativa rusa, es posible tratar
de deducir sus líneas fundamentales.
El acuerdo entre
Estados Unidos e Irán [2] es la estrategia de “segunda mano” del presidente
Obama después del fracaso de su proyecto de 2013 de compartir con Rusia el
«Medio Oriente ampliado» [3]. En la primera conferencia de Ginebra sobre Siria,
realizada sin representantes de ese país árabe, Washington pensaba poner en manos
de Moscú la misión de controlar los ímpetus de los países árabes y de
garantizar la seguridad de Israel, donde residen más de un millón de ex
soviéticos. Pero ese plan fracasó, no por culpa de los rusos sino a causa de la
división reinante en el seno de la administración Obama. Los fanáticos de la
guerra fría, encabezados por Hillary Clinton y el general David Petraeus,
sabotearon aquel acuerdo.
Resulta por lo
tanto perfectamente lógico que Moscú quiera asegurarse ahora de que las
negociaciones entre Estados Unidos e Irán no se desarrollen a expensas de sus
intereses.
¿Cuáles son los
objetivos estratégicos de Rusia?
En el plano
global, Rusia y China siguen adelante con su proyecto de establecimiento de las
rutas comerciales que garanticen su libertad económica. Mientras tanto, Estados
Unidos trata por todos los medios de impedirlo para conservar el dominio del
mundo a través del control de las rutas marítimas (teoría del «control de los
espacios comunes») [4].
Gas a cambio de
armas
En lo tocante al
«Medio Oriente ampliado» [5], Rusia considera que su interés consiste en tener
en su frontera sur un Irán lo bastante fuerte como para impedir una invasión
prooccidental, aunque no tan fuerte como para regresar a la época de la amenaza
del imperio persa. Vladimir Putin mantiene hoy excelentes relaciones tanto con
el Guía de la Revolución, ayatola Khamenei, como con el presidente de la
República Islámica, el jeque Rohani. El presidente ruso ha tomado nota
simultáneamente de los éxitos militares de los Guardianes de la Revolución en
Palestina en Palestina, Líbano, Siria, Irak y Bahréin, y del formidable
desarrollo industrial de Irán. Varias veces por semana, emisarios rusos,
oficiales o no, viajan a Teherán para intercambiar información política, pero también
datos militares y económicos.
Rusia se inquieta
ante las consecuencias que tendría la próxima venta de gas iraní a la Unión
Europea, proyecto inicialmente concebido por Estados Unidos para que Bruselas
pudiese prescindir del gas ruso. Sin embargo, para Moscú, se trata de un riesgo
que sólo existe a corto plazo ya que Rusia está separándose poco a poco de la
Unión Europea y acabará vendiendo su gas a China. El riesgo para las finanzas
rusos se limita por consiguiente a un periodo de menos de 5 años, quizás menos,
justo el tiempo que demoraría construir o mejorar los gasoductos a través de
Siberia. Como contrapartida por la venta de gas iraní a Europa Occidental en
reemplazo del gas ruso, Teherán se ha comprometido por lo tanto a dedicar sumas
considerables a la compra de armamento ruso, principalmente los misiles
antiaéreos S-400, capaces de destruir cualquier tipo de aeronave en pleno
vuelo.
Pero ese acuerdo
contradice la resolución 1929 del Consejo de Seguridad de la ONU, que prohíbe
las ventas de armas a Irán [6], resolución que el anterior presidente ruso
Medvedev había decidido respaldar y aplicar, provocando con ello una crisis con
su entonces primer ministro Vladimir Putin. Es por eso que ahora el propio
Vladimir Putin reclama que se abrogue esa resolución antes de la firma del
acuerdo 5+1.
Ese punto no
debería molestar demasiado a Washington, aunque sí acentuará la división del
mundo en dos bloques.
El terrorismo
El otro interés
estratégico de Rusia en Viena es el futuro del Emirato Islámico. No queda ya
ninguna duda de que la organización terrorista, hoy bajo las órdenes de Turquía
y financiada por un sector de la familia real saudita, está dispuesta a
abandonar Irak y Siria para desplazarse hacia el Cáucaso ruso. Desde diciembre
de 2014, los oficiales originarios del Magreb han sido apartados paulatinamente
de la dirección del Emirato Islámico. Casi todos han sido reemplazados por ex
soviéticos, principalmente georgianos y uzbekos. Actualmente, las
comunicaciones internas de los oficiales del Emirato Islámico, por vía
radiofónica, ya no son en árabe sino casi siempre en ruso dado que los
yihadistas árabes ya son solamente carne de cañón. Moscú está por lo tanto
obligado a eliminar el Emirato Islámico, actualmente en el Medio Oriente, o
tener que combatirlo mañana en su propio suelo, en el Cáucaso.
Es por eso que
Rusia solicitó el viaje de una delegación siria a Moscú. Para sorpresa del
ministro sirio de Relaciones Exteriores, Wallid Muallem, la conversación no fue
con su homólogo ruso, Serguei Lavrov, sino que la delegación siria fue recibida
por el presidente ruso Vladimir Putin el 29 de junio. Este último acogió
calurosamente a los enviados sirios, en público, en presencia de la prensa, y
les expuso detalladamente el proyecto ruso en un largo discurso: Siria debe
acercarse a Arabia Saudita, Jordania y Turquía para eliminar el Emirato
Islámico. El jefe de la diplomacia siria fue invitado después a hacer uso de la
palabra ante la prensa, junto al presidente Putin, sin haber tenido ocasión de
contestarle anteriormente.
Es evidente que
Rusia ya había discutido secretamente ese plan no sólo con Arabia Saudita [7],
Jordania y Turquía [8], sino también con Irán. Y tenía particular interés en
mostrar al resto del mundo que estaba en posición de dictar su política a
Siria. Esta última, a pesar de su sorpresa ante el plan ruso, se beneficia
claramente con él ya que su aplicación marcaría el fin de la guerra.
En todo caso, el
plan ruso coincide con la posición de Siria, que –desde enero de 2014 y la
segunda conferencia de Ginebra, a la que sí fue invitada, contrariamente a lo
sucedido en la primera conferencia– ha estado lanzado llamados a la unidad
internacional en contra del terrorismo. Una posición que no deja de resultar
una ironía en la medida en que los yihadistas, designados como «oposición siria
moderada», tienen el respaldo de… Arabia Saudita, Jordania, Turquía y, en
general, de la OTAN.
¿Es realizable el
plan ruso?
El plan ruso, de
interés para todos los Estados del «Medio Oriente ampliado», contraviene sin
embargo los acuerdos ya negociados entre Arabia Saudita e Israel. Además ese
plan priva a Turquía –y por consiguiente a la OTAN– de su principal carta: el
control del yihadismo internacional. Su aplicación depende del equilibrio
interno de cada uno de los Estados implicados, lo cual plantea un gran número
de interrogantes, pero los servicios de inteligencia probablemente están bien
informados al respecto.
En realidad, la
principal interrogante que plantea el plan ruso es sobre la sinceridad de
Estados Unidos. ¿Quiere realmente ese país la paz para el «Medio Oriente
ampliado» (para poder trasladar sus tropas al Extremo Oriente) y está
verdaderamente dispuesto para ello a renunciar al Emirato Islámico como arma
utilizable en el futuro contra Rusia?
Es por eso que se
han alargado las negociaciones en Viena. El presidente Rohani está en Rusia en
ocasión de la cumbre de los BRICS y de la Organización de Cooperación de
Shanghai en Ufá, el presidente Putin irá a Turquía antes de la formación de un
nuevo gobierno o las próximas elecciones legislativas, mientras que el rey
Salman de Arabia Saudita es esperado en Moscú.
Notas:
[1] «Exclusivo:
Los planes secretos de Israel y Arabia Saudita», por Thierry Meyssan, Red
Voltaire, 22 de junio de 2015.
[2] «¿Cómo será
el Medio Oriente después del acuerdo entre Washington y Teherán?», por Thierry
Meyssan, Red Voltaire, 18 de mayo de 2015.
[3] «¿Obama y
Putin van a repartirse el Medio Oriente? », por Thierry Meyssan, ?dnako
(Rusia), Red Voltaire, 24 de febrero de 2013.
[4] “The
Geopolitics of American Global Decline”, por Alfred McCoy, Tom Dispatch
(Estados Unidos), Voltaire Network, 22 de junio de 2015.
[5] «¿Cuál es el
lugar de Rusia en el Medio Oriente?», por Thierry Meyssan, ?dnako (Rusia), Red
Voltaire, 30 de julio de 2010.
[6] «Resolución
1929 del Consejo de Seguridad», Red Voltaire, 9 de junio de 2010.
[7] «Nuevo
contacto entre Arabia Saudita y Rusia», por Boris Dolgov, Strategic Culture
Foundation (Rusia), Red Voltaire, 10 de julio de 2015.
[8] «De cómo
Vladimir Putin invirtió la estrategia de la OTAN», por Thierry Meyssan, ?dnako
(Rusia), Red Voltaire, 8 de diciembre de 2014.
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