Nueva nota de
Thierry Meyssan para Red Voltaire. El tema: la deconstrucción del Imperio y sus
costos. La nota menciona también la esquizofrenia del momento actual, con una
parte del mundo sumida en la guerra, o en sus preparativos, y otra bailando
alegremente en la cubierta del Titanic.
Título: El precio
de la pérdida de rango
Epígrafe:
Washington trata de no perder terreno sin tener que desatar la Tercera Guerra
Mundial para conservarlo, lo cual parece un objetivo imposible de alcanzar.
Moscú le ofrece una puerta de escape en Siria y en Yemen. Pero si Estados
Unidos opta por esa vía, tendrá que abandonar a algunos de sus aliados.
Texto: Desde que
se rompió en Siria el cese de hostilidades del Aid, ha surgido un abismo entre
el ambiente de despreocupación que las sociedades occidentales se empeñan en
mantener y la grave preocupación de las sociedades rusa y china.
En Moscú, la
televisión transmite imágenes sobre los refugios antiatómicos y juegos de
equipos en campos de obstáculos para entrenamiento militar. Mientras tanto, en
Washington se burlan de la paranoia de los rusos que creen posible el estallido
de una Tercera Guerra Mundial.
Sin embargo, los
Dos Grandes se envían entre sí mensajes que ponen los pelos de punta. A raíz de
las amenazas estadounidenses de ataques aéreos contra Siria, Moscú suspendió el
acuerdo sobre la limitación de los volúmenes de plutonio e hizo disparos de
pruebas con 3 misiles intercontinentales para hacer ajustes en su sistema de
lanzamiento de armas nucleares. El vocero de las fuerzas armadas rusas advirtió
al Pentágono anunciando que el armamento de la Federación Rusa es capaz de
destruir cualquier objetivo aéreo estadounidense, ya sean misiles de crucero o
aviones, e incluso sus aeronaves “furtivas”.
El jefe del estado mayor de las
fuerzas terrestres de Estados Unidos respondió afirmando orgullosamente que en
caso de guerra abierta las fuerzas aéreas y marítimas rusas y estadounidenses
se neutralizarían rápidamente entre sí y que Washington ganaría durante las operaciones
terrestres. Su discurso marcial no impresionó a los rusos, pero sí inquietó
enormemente a los miembros del Congreso de Estados Unidos, al extremo que 22
congresistas escribieron al presidente Obama pidiéndole que se comprometa a no
iniciar él una guerra nuclear recurriendo al arma atómica antes que el
adversario. Por otra parte, Moscú dio instrucciones a sus diplomáticos en los
países miembros de la OTAN para que sus familias regresen a Rusia, instándolos
además a estar listos a repatriarse ellos también en cualquier momento.
Los romanos de la
Antigüedad tenían un principio muy claro: Si vis pacem, para bellum, o sea «Si
quieres paz, prepárate para la guerra». Eso quiere decir que, en caso de
desacuerdo internacional, quien prevalece, sin guerra, es aquel que parece
capaz de imponerse por las armas.
El hecho, en
definitiva, es que la población rusa se prepara para la guerra –por ejemplo,
esta semana 40 millones de rusos participan en ejercicios de evacuación de
inmuebles y de lucha contra incendios– mientras que en Occidente la gente sigue
con las narices pegadas a las vitrinas de los centros comerciales.
Por supuesto,
siempre podemos esperar que el sentido común acabe imponiéndose para evitar la
guerra mundial. En todo caso, las exhibiciones de músculo de unos y otros
indican que lo que está en juego desde hace 5 años aquí, en Siria, no es lo que
todos creen. Si lo que el Departamento de Estado buscaba al principio era
concretar su plan de «primavera árabe» –o sea, el derrocamiento de los regímenes
laicos de la región y su sustitución por la Hermandad Musulmana–, Rusia y China
llegaron rápidamente a la conclusión de que el mundo no puede seguir bajo el
control de Estados Unidos y de que ese país no puede seguir conservando un
poder de decisión sobre la vida y la muerte de los pueblos de todo el planeta.
Al cortar el
trayecto histórico de la Ruta de la Seda a través de Siria, y posteriormente
también la nueva ruta de la seda a través de Ucrania, Washington detuvo el
desarrollo de China y Rusia. Pero con eso también empujó a los dos países a
establecer una alianza. La imprevista resistencia del pueblo sirio ha obligado
a Estados Unidos a poner en juego su predominio mundial. El mundo, que se había
hecho unipolar en 1991, con la operación «Tormenta del Desierto», está a punto
de sufrir un nuevo cambio y hacerse nuevamente bipolar, incluso es posible que
posteriormente se vuelva multipolar.
En 1990-1991, el
cambio de orden mundial se concretó sin guerra –la invasión de Irak no fue la
causa de ese cambio sino una de sus consecuencias. Pero el precio de aquel
cambio fue el derrumbe interno de la Unión Soviética. El nivel de vida de los
pueblos ex soviéticos se desplomó drásticamente, sus sociedades se vieron
profundamente desorganizadas, sus riquezas nacionales fueron saqueadas en aras
de la sacrosanta privatización y su esperanza de vida descendió en más de 20
años. Después de haber creído que estábamos asistiendo a la derrota del sistema
soviético, hoy en día sabemos que el derrumbe de la Unión Soviética fue
–probablemente en primer lugar– resultado del sabotaje de la CIA contra la
economía soviética.
En todo caso,
aquel proceso demostró que un reequilibrio mundial no tiene que provocar
fatalmente un enfrentamiento generalizado. Y, en un esfuerzo por evitar la
guerra mundial, la discusión entre John Kerry y Serguei Lavrov, se desplazó
ahora de la batalla de Alepo a un alto al fuego general para toda Siria y
también Yemen. En efecto, acaba de anunciarse una tregua de 8 horas en Alepo y
de 72 horas en Yemen.
El problema es
que la caída de Estados Unidos de un primer lugar que nadie le discutía –plaza
que se apropió y que tan mal utilizó– a una situación de igualdad con Rusia,
tendrá obligatoriamente para Washington –o para sus aliados– su correspondiente
precio.
Los cinco países
árabes, así como Turquía e Irán, que Kerry y Lavrov invitaron el sábado a
Lausana, salieron del encuentro extrañamente satisfechos, a pesar de que era su
destino lo que estaba decidiéndose. Ninguno de ellos parece pensar que tengan
que rodar cabezas, como rodaron en el pasado las de los dirigentes del Pacto de
Varsovia. En la actual situación, es posible evitar tener que barrer con una
parte de la Humanidad, pero la importancia del retroceso estadounidense será
directamente proporcional al número e importancia de los aliados que Washington
va a sacrificar.
visto desde un punto de vista "mackinderiano", si "... que en caso de guerra abierta las fuerzas aéreas y marítimas rusas y estadounidenses se neutralizarían rápidamente entre sí...", gana moscú. Napoleón y Hitler lo testimonian.
ResponderEliminarEs posible. También es posible que, en caso de guerra abierta, la mitad del planeta quede destruido. Cordiales saludos,
ResponderEliminarAstroboy
Gana USA, como casi siempre.
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