Resulta difícil de interpretar la noticia que sigue. Se supone que no hubo fraude. Ganó la opción por el "No" en Colombia. Leemos en Página /12 de hace un rato:
Título: Perdió la
paz en Colombia
Texto: La opción
del "No" al acuerdo de paz entre el Gobierno colombiano y las FARC se
impuso en el plebiscito realizado hoy, en un resultado que contradijo a todas
las encuestas previas y que deja en una situación incierta lo negociado durante
casi cuatro años en Cuba entre la guerrilla y el gobierno de Juan Manuel
Santos.
El rechazo al
acuerdo de paz triunfó por apenas un 0,47 por ciento de ventaja sobre el “Sí”.
Con el 99,64 por ciento de las mesas escrutadas, el “No”, cuya campaña estuvo
encabezada por el expresidentes Álvaro Uribe, logró el 50,23 por ciento de los
votos contra el 49,76 de la opción impulsada por el gobierno. La participación,
en un país en que el voto no es obligatorio, fue apenas del 37,33 por ciento
del padrón.
***
Por su parte, el diario español El País señala lo siguiente:
Título: Colombia le dice ‘no’ al acuerdo de paz con las FARC
Subtítulo: Los colombianos deciden con el 50,2% rechazar los
acuerdos de paz entre el Gobierno y las FARC
Texto: En un mundo de locuras sin fronteras, Colombia optaba
este domingo por dar un salto al vacío o ser ejemplo para el planeta. Ganó la
primera opción. El 50,2% decidió votar en contra del acuerdo de paz entre el
Gobierno y las FARC, por el 49.7% que se decantó por el ‘sí’. La abstención, de
más del 60% y la pésima imagen de las FARC han sido determinantes en el
resultado de la votación, que ninguna encuesta supo predecir. El conflicto
armado, que ha atravesado el país durante más de 50 años y ha dejado ocho
millones de víctimas, continuará. Colombia se adentra ahora en un limbo plagado
de incertidumbre. Nadie sabe con exactitud qué va a ocurrir a partir de ahora.
La votación pone de manifiesto la enorme polarización que existe
en Colombia. El expresidente Álvaro Uribe, máximo abanderado del no, el mismo
que consiguió unir a casi todo el país en torno a la política de Seguridad
Democrática que debilitó las FARC, volvió a recurrir al juego de palabras con
el que ha conseguido profundizar la división de la sociedad: “La paz es
ilusionante, los textos de La Habana son decepcionantes”, aseguró tras votar.
Durante el mes de campaña del plebiscito, el exmandatario trató de hacer calar
la idea de que si se rechazaban los acuerdos, estos se podrían renegociar, algo
contra lo que han sido tajantes el Gobierno y las FARC. La posibilidad de
participar en política de los líderes guerrilleros y el hecho de que ninguno
pagará cárcel siempre y cuando reconozca sus crímenes, ha sido la piedra
angular de su campaña, a sabiendas de que la mayoría de los colombianos,
incluso entre los votantes del sí, no lo ven con buenos ojos. Uribe es el
triunfador político de esta jornada, si es que después de que se rechace un acuerdo
de paz se puede hablar de ganadores.
Uribe sabe que el rechazo a las FARC trasciende a su persona y
ha sabido sacar partido de ello. La guerrilla sigue siendo muy impopular entre
los colombianos. En el último año han tratado de abrirse al mundo y mostrar una
modernización de su discurso, pero la desconfianza después de 52 años de guerra
sigue siendo la nota predominante. Ni siquiera los actos de perdón de las
últimas semanas han servido de acicate. Tampoco que la tarde previa a la
votación anunciasen que harían un inventario de sus bienes, algo a lo que se
habían negado hasta ahora porque decían que carecían de ellos. La destrucción,
verificada por la ONU, de más de 600 kilos de explosivos el día anterior al
plebiscito, tampoco supuso un vuelco a la hora de salir a votar en una lluviosa
jornada. Son, obvio, mensajes trascendentales, necesarios para construir un
futuro en paz, pero llegan tarde y resultan en muchos casos oportunistas.
La votación puso de manifiesto la falta de solidaridad en un
país atravesado por la guerra. Los lugares más golpeados, sobre todo los de la
costa, optaron por el `si’, pero son municipios que aportaban un número de
votos infinitamente menor al de las zonas urbanas o los núcleos rurales más
poblados, donde la violencia del conflicto hace tiempo que dejó de golpear. El
interior del país optó por rechazar los acuerdos.
El plebiscito también ha puesto en evidencia la falta de
liderazgo en la política colombiana, que ya urgía de una renovación ante el
crónico clientelismo y la rampante. Solo un partido, el Centro Democrático, es
decir, Álvaro Uribe, ha conseguido movilizar más gente que el resto de las
formaciones políticas. El gran damnificado es el presidente, Juan Manuel
Santos. El hombre que consiguió firmar un proceso de paz con las FARC después
de 52 años de guerra, que convocó el plebiscito sin necesidad de hacerlo, ha
sufrido un varapalo monumental. Su futuro próximo queda en entredicho.
El día después de la votación más trascendental de la historia
de Colombia está más cerca de durar 24 años que 24 horas. El acuerdo entre el
Gobierno y las FARC no solucionaba los males de Colombia. Apenas abría una
senda para transitar hacia un periodo de modernización, para afrontar y
resolver los problemas que datan incluso de antes de 1964, cuando las FARC se
alzaron en armas. La negociación había sido el triunfo de un bien escaso en
todo el mundo: la voluntad política. Los representantes de quienes durante más
de cinco décadas se dieron plomo lograron en cuatro años, muy intensos pero
solo cuatro al fin y al cabo, redactar un documento de casi 300 páginas que
pone fin al conflicto. Lo hicieron dialogando, cediendo, tratando de buscar una
salida digna para un país que, al final, prefirió el salto al vacío.
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