Mientras tanto, en el Frente Oriental de las guerras del Imperio, sobre el borde de la Federación Rusa, en la República Popular de Donbass (RPD), al este de lo que los fascistas de Kiev se empeñan todavía en denominar "Ucrania", un hombre de nacionalidad serbia, voluntario y ya legendario, escribe una carta que merece ser leída. Así lo cuenta el sitio web Slaviangrad.es (cuyo lema es una frase de V. M. Molotov: "Nuestra ira no tiene límites":
Título: La
despedida de Dejan Beric
Texto: Dejan
Beric, sin duda el más famoso de los voluntarios serbios, francotirador y
capitán del ejército de la RPD, ha manifestado su intención de abandonar
Donbass. Dejan ha luchado desde el principio, desde Crimea, y ha pasado por las
batallas más duras: desde Marynka al aeropuerto de Donetsk. Fue capturado y
liberado, herido varias veces. Es el momento de tomarse un descanso. Aquí está la
carta abierta de Dejan Beric publicada en su perfil de Facebook:
“Buenas tardes a
todos,
Por aquí nada ha
cambiado en exceso: la artillería ucraniana sigue trabajando y la infantería
lucha en algunas zonas.
Como cuentan,
ayer fue un día duro en Donetsk y en los suburbios. Fuimos a la línea del
frente por la mañana, pero volvimos, ya que nos dijeron que no nos necesitaban
allí. Sin embargo, por la noche nos llamaron otra vez para que volviéramos y
echáramos una mano con los francotiradores.
Así que nada ha
cambiado.
Excepto una cosa:
después de mucha consideración, he decidido dar por finalizada mi estancia en
Donbass. Ha sido una sorpresa para mis superiores pero, como cualquier persona
normal, están de acuerdo con mi decisión. Durante casi medio año, los médicos
me prohibieron estar de forma permanente en la línea del frente, no solo por mi
espalda, que se curó sin problemas porque no uso chaleco antibalas ni llevo
nada pesado, sino por las severas contusiones, que amenazan mi salud. En ese
caso nadie me necesitará, ni siquiera yo mismo. Así que es el momento de pensar
un poco en el futuro.
No puedo
permitirme dejar que mis soldados vayan al frente sin mí un día sí y otro
también para siempre, así que nunca me he sometido al tratamiento al que
debería haberme sometido.
También es el
momento de hacer algo a nivel personal. Tengo 41 años y necesito pensar en el
futuro.
Según nuestros
planes, pasará más o menos un mes más hasta que transfiera mis funciones.
También tengo que solucionar el problema de dos francotiradores ucranianos que
operan con grandes calibres. Después de eso, podré seguir adelante.
He considerado
esta decisión durante más de dos meses y se lo anuncié a mis superiores el
pasado lunes.
Muchos aquí dicen
que sería una gran ayuda moral a los ucranianos y un duro golpe para nuestros
soldados. Pero todos deberían comprender que aquí todos somos voluntarios. En
algún momento, uno se da cuenta de que ya no puede dar el máximo. Entonces es
mejor abandonar que defraudar a tu grupo o batallón por culpa de tus
condiciones físicas.
No dudo de los
ucranianos. Intentarán aprovecharse de las noticias. Pero pronto, los
francotiradores que hemos entrenado les demostrarán que en la guerra luchan
personas bien entrenadas y de gran corazón. Mis chicos y chicas (tenemos dos
mujeres que están a punto de completar su entrenamiento, que ha sido largo y
tremendo) les enseñarán que son dignos herederos del batallón especial de la
RPD.
Sinceramente, no
me arrepiento de un solo momento que he pasado luchando por el pueblo de
Donbass, por proteger a la población civil de los nuevos fascistas apoyados por
Occidente. No me arrepiento de una sola herida ni de un solo día que pasamos
sin nada, ni siquiera migas de pan. Y ha habido muchos.
Ahora hay un
ejército bien organizado, que no solo puede rechazar un ataque sino que puede
avanzar.
En el cuartel
general tienen la esperanza de que volveré después de unas merecidas
vacaciones, que serán tan largas como deban ser para volver a una condición
física normal. Pero estoy convencido de que he tenido más que suficiente.
Nunca he
rechazado una orden, aunque muchas de ellas no daban ninguna posibilidad de
volver. Pero sobrevivimos. Nadie aquí ha acabado con tantos francotiradores
enemigos como este serbio. Y no cuento a los soldados enemigos ordinarios.
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