La propaganda
anglosajona antirusa (sí, la BBC también, chicos) es tan salvaje en estos días
que, en comparación, nuestros pasquines parecen objetivos. Lo peor es que en la humareda de las chicanas y pavadas se pierde lo esencial de los hechos. Algo de todo esto señala
Alfredo Jalife-Rahme en la siguiente nota de Red Voltaire:
Título: Patente
ruptura del G-20 en Brisbane
Epígrafe: Para el
especialista mexicano en geopolítica Alfredo Jalife, el encuentro del G20 en
Brisbane no fue escenario de un supuesto aislamiento de Rusia sino que, por el
contrario, reveló el distanciamiento cada vez más pronunciado entre los países
del BRICS y los aliados de Washington. Los primeros tomaron inicialmente nota
de la mala fe de los occidentales, quienes se habían comprometido en 2010 (en
Seúl) a realizar una reforma del FMI que nunca llegó a concretarse. En Brisbane,
los países del BRICS reafirmaron además sus intereses comunes y su decisión de
crear un sistema internacional alternativo. Por otra parte, todo indica que la
insistencia de la prensa atlantista en ridiculizar la partida anticipada de
Vladimir Putin buscaba desviar la atención de los rumores sobre un posible
atentado contra la vida del presidente ruso.
Texto: La cumbre
de la APEC en Pekín arrojó mejores resultados que el G-20 en Brisbane, donde se
profundizó la fractura entre el G-7 y el BRICS. Más allá de la supuesta fuga
del presidente Putin –inflada por los desinformativos cuan pugnaces multimedia
anglosajones–, quien se retiró intempestivamente del G-20, fuentes rusas
susurran que se debió a las amenazas de muerte que planeaban sobre su cabeza, lo
cual llevó a que Rusia hubiese colocado barcos de guerra –el crucero de misiles
guiados Varyag y el destructor Mariscal Shaposhnikov– cerca de las costas
australianas, hecho confirmado por la embajada rusa en Canberra [1].
Una cumbre del
G-20 –organizada por Australia, miembro pendenciero de la anglosfera–
sutilmente sitiada por barcos de guerra de Rusia, no es usual. El presidente
Putin había señalado días antes que la economía rusa no sería dominada por la
dictadura del dólar [2], mientras se
preparaba, en medio de las dolorosas sanciones, a una guerra económica (sic)
después de que el Banco Central Ruso había comprado 55 toneladas de oro durante
el tercer trimestre [3].
Por menos que la
doble temeridad del presidente ruso –su boicot a los petrodólares y su
atesoramiento de oro–, cualquier mandatario del planeta sería un hombre muerto,
como sucedió con los casos notorios del iraquí Saddam Hussein y el libio
Muammar Kadafi.
Luisa Corradini,
del periódico argentino La Nación [4], revela que durante el banquete que
ofreció al presidente ruso, al margen de la cumbre APEC, Xi Jinping sentenció
que Rusia y China deben resistir las presiones de Washington y permanecer
unidas en interés del mundo entero.
Poco ha podido
saberse en la prensa occidental, totalmente controlada por Estados Unidos y la
anglosfera, sobre la minicumbre pentapartita del BRICS –también al margen del
G-20–, donde fustigaron la postura de Estados Unidos por no haber ratificado la
reforma del FMI de 2010, lo cual impacta en su legitimidad y confianza [5].
¡Otra fractura sustancial entre el G-7 y el BRICS!
La fractura del
G-20 opera a todos los niveles y es obscenamente palmaria en los multimedia de
la anglosfera –Gran Bretaña/Canadá/Australia–, que han ultrajado en forma
incontinente al presidente Putin en referencia al contencioso sobre Ucrania,
mientras sus homólogos del BRICS han optado por una mayor mesura.
El rotativo
oficioso chino Global Times [6]
diagnostica que la cumbre del G-20 en Brisbane se descarriló obviamente, cuando
uno de sus principales temas era estimular el crecimiento y el empleo pero
centró la atención pública en la rivalidad entre Occidente y Rusia. El rotativo
chino considera que China manejó mucho mejor la cumbre de la APEC de 21 países
de lo que hizo Australia en la cumbre del G-20. ¡Sin duda!
Hasta Le Monde,
rotativo oficioso de la cancillería francesa, acepta que, más allá de las
intensas querellas retóricas entre Occidente y Rusia, «la verdadera rivalidad
hoy se sitúa entre China y Estados Unidos»
[7]. Sylvie Kauffmann, analista de Le Monde, comparte la misma opinión
que Philip Stephens del Financial Times
[8], de que Rusia es una potencia declinante de ambiciones regionales.
Con todo respeto, pero a nivel económico, militar y científico, Rusia es hoy
mucho más poderosa que Francia y Gran Bretaña, dos potencias ex coloniales en
caída libre. Tal distorsión alucinante es justamente parte nodal del problema
de choque: la subestimación de Rusia y la sobrestimación de Occidente.
Mas comedido que
sus pugnaces colegas británicos, Andrew Critchlow, de The Daily Telegraph [9],
aduce que la economía mundial sufrirá pese a los buenos deseos del G-20 en
Brisbane, cuya cumbre será recordada solamente por la salida precipitada del
presidente Vladimir Putin. A su juicio, si el objetivo era hacer que Putin
apareciera aislado en el escenario mundial para que fuera menos popular en su
país, eso no está surtiendo efecto y también muestra un profundo
desconocimiento sobre el funcionamiento de la mentalidad rusa.
Argumenta que en
lugar de crecer un 2% adicional, objetivo del G-20, «el peligro para la
economía global es que la disputa entre Occidente y Rusia, que ahora está
siendo descrita ampliamente como una nueva guerra fría, operará como un
significativo freno al crecimiento en los años que vienen», ya que Rusia es la
8ª economía más grande del mundo.
Andrew Critchlow
comenta que también Occidente ha empezado a resentirse del costo de aislar a
Moscú, cuando Europa necesita los petrodólares de Rusia más de lo que Rusia
necesita al bloque económico disfuncional de 27 países que están riñendo entre
sí para ver si permanecen juntos o no (corrección: son 28, no 27).
Dejando atrás su
reyerta personal con Putin, David Cameron, primer ministro del principal país
de la anglosfera, Gran Bretaña –10º lugar en el ranking del PIB global,
mientras Canadá ocupa el sitial 14 y Australia el 18–, al cierre de la cumbre
del G-20 advirtió sobre «la inminencia de un segundo crash global» cuando Japón
–otro país muy pugnaz sin memoria histórica nuclear– acaba de caer en su
enésima recesión, mientras la eurozona se encuentra al borde de una posible
tercera recesión [10]. ¡Ahora se entiende el nerviosismo del G-7!
Desde Pekín
(cumbre APEC) hasta Brisbane (cumbre del G-20), Obama adoptó múltiples
personalidades: de la tersura seductora se transformó a la brutal dureza
retórica, que alcanzó su paroxismo en la Universidad de Queensland, en donde
redujo el grado de la amenaza global de Rusia al tercer lugar –después de haber
ocupado el segundo sitial, detrás de los yihadistas y el ébola–, mientras
pontificaba a China sobre el liderazgo estadounidense en la región
Asia/Pacífico, algo que, a juicio del portal WSWS, equivale a una amenaza de
guerra [11].
Obama tronó
contra China sin citarla: Un orden efectivo en la seguridad para Asia debe
estar basado no en esferas de influencia, coerción o intimidación, donde los
grandes países someten a los pequeños, sino en alianzas de seguridad mutua, la
ley y las normas internacionales.
Fuera de la
realidad multipolar, no se diga del nuevo (des)orden geoestratégico tripolar,
Obama garantizó el compromiso férreo con sus aliados regionales, en su calidad
de única (¡supersic!) superpotencia mundial
[12].
Frank Sieren,
analista de Deutsche Welle, comenta que el reciente Tratado de Libre Comercio
de Australia con China «ha consternado a Estados Unidos» [13], lo cual
equivaldría, a mi juicio, a una minifractura en el seno de Occidente, dentro de
la macrofractura global del G-7 y el BRICS.
En forma más
prudente a las bravatas huecas de la anglosfera y del insustentable solipsismo
unipolar, Robert Blackwill y Dimitri Simes, en el importante portal The
National Interest, aconsejan abrir un canal privado con Putin y tratar de poner
fin a la confrontación Estados Unidos/Rusia sobre Ucrania antes de que se salga
de todo control [14].
El mundo peligra,
sin necesidad de que lo adviertan Gorbachov y Kissinger.
Notas:
[1] “Third
Australian warship sent to halt Russian flotilla bound for G20 in Brisbane”;
News Corp Australia, 14 de noviembre de 2014.
[2] “Putin:
Russian Economy Won’t Be Dominated by ’Dollar Dictatorship’”, Sputnik News, 14
novembre 2014.
[3] “Putin
"Prepares For Economic War", Buys Whopping 55 Tonnes Of Gold In Q3”,
Tyler Durden, Zero Hedge, 13 de noviembre de 2014.
[4] «El
equilibrio del poder se reparte entre EE.UU., Rusia y China», Luisa Corradini,
La Nación (Argentina), 16 de noviembre de 2014.
[5] “BRICS say
failure to enact IMF reforms damages institution’s “legitimacy””, Russia Today,
15 de noviembre de 2014.
[6] “G20 will
better connect China and world”, Global Times, 17 de noviembre de 2014.
[7] «A l’Est,
rien de nouveau», Sylvie Kauffmann, Le Monde, 15 de septiembre de 2014.
[8] “Gorbachev is
wrong about a new cold war”, Philip Stephens, Financial Times; 13 de noviembre
de 2014.
[9] “Global
economy to suffer as Putin quits G20 early”, Andrew Critchlow, Daily Telegraph,
16 November 2014.
[10] “Red lights
are flashing on the global economy”, David Cameron, The Guardian, 17 November
2014.
[11] “Obama’s
speech in Australia: A threat of war against China”, James Cogan, WSWS, 17
November 2014.
[12] “’World’s
only superpower’ pledges ’ironclad commitment’ to Asia Pacific at G20 summit”,
Russia Today, 15 November 2014.
[13] “Sieren’s
China: US sidelined by Australia-China trade deal”, Frank Sieren, Deutsche
Welle, 17 de noviembre de 2014.
[14] “Dealing
with Putin”, Robert Blackwill and Dimitri Simes, The National Interest, 16
November 2014.
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