Título:
Recolonización
Epígrafe: Thierry
Meyssan estima que una de las consecuencias de las desapariciones sucesivas del mundo bipolar y del mundo unipolar es la reaparición de proyectos
coloniales. Uno tras otro, los dirigentes de Francia, Turquía y Reino Unido
han expresado públicamente el regreso a sus ambiciones coloniales. Está por
saber qué forma tomarán esas ambiciones en pleno siglo XXI.
Texto:
El imperio
francés
Hace 10 años que
venimos señalando como un disparate la voluntad francesa de reinstaurar la
autoridad de Francia sobre sus ex colonias. Esa era la lógica de la nominación
de Bernard Kouchner como ministro de Exteriores, decisión tomada por el
presidente Nicolas Sarkozy al llegar al poder. Sarkozy echó a un lado la
noción de «Derechos Humanos» de los revolucionarios franceses y adoptó la de
los anglosajones [1].
Posteriormente,
el también presidente francés y amigo de Sarkozy, Francois Hollande, declaró en una conferencia de prensa, cuando asistía a la Asamblea General de la ONU, que
era hora de reinstaurar un mandato sobre Siria. Más claramente aún lo dijo
después el ex presidente francés Valery Giscard d’Estaing, sobrino del
embajador Francois George-Picot (el de los acuerdos Sykes-Picot). Y es evidentemente
en ese sentido que hay que interpretar la voluntad del actual presidente de
Francia, Emmanuel Macron, de continuar la guerra contra Siria, aún sin Estados
Unidos.
Siempre hubo en
Francia un «partido colonial», en el estaban representados todos los partidos políticos y que actuaba como un grupo de influencia o de cabildeo al servicio
de la clase rica. Como siempre ha sucedido cada vez que a los capitalistas sin
escrúpulos se les hace difícil controlar impunemente la fuerza de trabajo nacional,
hoy resurge en Francia el mito de la conquista colonial. El principio es el
siguiente: Si los “Chalecos Amarillos” se rebelan, continuamos la «explotación
del hombre por el hombre» usando a los sirios.
En el pasado,
esa forma de dominación se escondía tras «el deber de difundir la
civilización», invocado por el político francés Jules Ferry –a cuya memoria
Francois Hollande dedicó su ceremonia de investidura presidencial [2]. Hoy en
día, el pretexto es proteger a los pueblos cuyos dirigentes son calificados de
«dictadores».
Francia no es la
única ex potencia colonial que actúa de esa manera. Turquía no tardó en
seguirle los pasos.
El imperio
otomano
Tres meses
después del intento de derrocarlo y asesinarlo frustrado en julio de 2016, el
presidente turco Recep Tayyip Erdogan pronunciaba un discurso en la
inauguración de la universidad que lleva su nombre (RTEU). Y exponía entonces
una muestra de las ambiciones de la República Turca desde que fue creada, así
como de las ambiciones de su nuevo régimen [3]. En referencia explícita al
«Juramento Nacional» (Misak-i Milli) [4], adoptado el 12 de febrero de 1920
por el Parlamento otomano, Erdogan justificaba su irredentismo.
Ese juramento,
que constituye la base del paso del Imperio Otomano a la República Turca,
reclama los territorios del noreste de Grecia (Tracia Occidental y Dodecaneso)
[5], todo Chipre, el norte de Siria (incluyendo las regiones de Idlib, Alepo y
Hassakeh), y el norte de Irak (incluyendo Mosul).
Hoy en día, ese
imperio en fase de reconstitución ya ocupa el norte de Chipre (la seudo «República Turca de Chipre del Norte»), el noroeste de Siria y una pequeña
parte de Irak. Para todas esas zonas, donde Turquía impone el uso de su propia
lengua y su moneda, se ha nombrado un wali (gobernador), que tiene una oficina
en el palacio presidencial (el Palacio Blanco) que Erdogan hizo construir para
sí mismo en Ankara.
El imperio
británico
Por su parte, el
Reino Unido se ve indeciso, desde hace dos años, sobre su futuro después del Brexit.
Poco después de
la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, la primer ministro británica
Theresa May viajó a Estados Unidos. Dirigiéndose a los responsables del
Partido Republicano, la señora May propuso reinstaurar el liderazgo anglosajón
sobre el resto del mundo [6]. Pero el presidente Trump fue reelecto
precisamente por los opositores de los sueños imperiales y para liquidar estos
últimos, no para compartirlos.
Presa de la
decepción, la señora May viajó entonces a China para proponer al presidente Xi Jinping controlar con él los intercambios internacionales. Le dijo que la City
estaba dispuesta a garantizar la convertibilidad de las monedas occidentales
en yuanes [7]. Pero el presidente Xi no fue electo para entrar en negocios con
la heredera de la potencia que desmanteló su país y que le impuso la guerra
del opio.
La señora May
trató entonces de aplicar una tercera fórmula con la Commonwealth [8]. Algunas
de las ex colonias de la Corona, como la India, registran hoy un fuerte crecimiento y pudieran convertirse en valiosos socios comerciales.
Simbólicamente, el delfín de la Corona, el príncipe Charles, fue nombrado
presidente de la Commonwealth. Y la señora May anunció que por fin se vería un
Reino Unido «global» (Global Britain).
En una entrevista
concedida al Sunday Telegraph –edición del 30 de diciembre de 2018– el ministro británico de Defensa, Gavin Williamson, expuso su análisis de la
situación. Desde el fiasco del Canal de Suez –en 1935–, el Reino Unido
aplicaba una política de descolonización y retiraba sus tropas del resto del
mundo. Hoy mantiene bases militares permanentes sólo en Gibraltar, en Chipre,
en la isla Diego García y en las islas Malvinas (Islas Falklands, según la
denominación imperial). Hace 63 años que Londres viene contando con la Unión
Europea, entidad que Winston Churchill imaginó pero sin intenciones de que
Inglaterra entrara en ella. El Brexit viene a poner fin a la política del
Reino Unido como miembro de la Unión Europea. En lo adelante, «el Reino Unido
regresa como potencia global».
Y ya Londres está
tratando de abrir dos nuevas bases militares permanentes. La primera estaría en Asia (en Singapur o Brunei) y la segunda en Latinoamérica, probablemente en
Guyana, para participar en la nueva etapa de la estrategia Rumsfeld-Cebrowski
de destrucción de las regiones del mundo no implicadas en el proceso de
globalización. La guerra en Latinoamérica comenzaría con una invasión contra
Venezuela por parte de Colombia (país con un régimen proestadounidense),
Brasil (país con un régimen proisraelí) y Guyana (país bajo control británico).
Sin molestarse,
como Francia, en inventar grandes discursos, el Reino Unido construyó un
imperio con ayuda de las transnacionales, poniendo los ejércitos británicos al
servicio de estas últimas. Los británicos dividieron entonces el mundo en dos.
Su soberano era rey de Inglaterra –donde tenía que someterse a la tradición
política– y emperador de las Indias –donde reemplazaba a la antigua Compañía
de Indias y actuaba como autócrata.
La
descolonización fue consecuencia de la guerra fría, fue impuesta a los países
de Europa occidental por el dúo Estados Unidos-URSS, se mantuvo durante la
etapa del mundo unipolar pero su cuestionamiento ya no encuentra obstáculo
desde que Estados Unidos anunció que se retira del «Medio Oriente ampliado» (o
«Gran Medio Oriente)».
Es difícil prever
qué forma adoptará la colonización futura. Las diferencias en los niveles de educación hicieron posible la colonización del pasado. ¿Y ahora?
Notas:
[1] La diferencia
entre ambas nociones de los derechos humanos fue el principal tema de debate
durante la Revolución Francesa. La incompatibilidad entre ambas nociones fue
incluso tema del The Rights of Man de Thomas Paine, que llegó a ser el más
vendido durante la Revolución Francesa.
[2] «Francia,
según Francois Hollande», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 31 de julio de
2012.
[3] «La
estrategia militar de la nueva Turquía», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 13
de octubre de 2017.
[4] «Juramento
Nacional turco», Red Voltaire, 28 de enero de 1920.
[5] «Erdogan da a
entender que Turquía se prepara para invadir Grecia», Red Voltaire, 20 de
febrero de 2018.
[6] “Theresa May addresses US Republican leaders”, por Theresa May, Voltaire Network, 27 de
enero de 2017.
[7] «El Brexit
redistribuye las cartas de la geopolítica mundial», por Thierry Meyssan, Red
Voltaire, 27 de junio de 2016.
[8] «La nueva
política exterior británica», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 4 de julio de
2016.
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