Entre otras
tantas cosas, la India es un país con 1.320 millones de habitantes que incluye
una minoría musulmana de 172 millones. Las cosas no van bien para estos
últimos, como lo señala la nota que sigue, de Angel Martínez para el diario
español El País:
Título: El
fundamentalismo hindú amenaza con fracturar India
Subtítulo: El
Gobierno aumenta sus concesiones al radicalismo religioso ante la proximidad de
las elecciones
Texto: El
fundamentalismo religioso hindú vuelve a comprometer al Gobierno de India.
Grupos radicales presionan al Ejecutivo para que permita la construcción de un
templo hindú en el mismo lugar donde en 1992 fue derribada la antigua mezquita
de la ciudad de Ayodhya, al norte del país. Aquella demolición originó un
sangriento enfrentamiento entre hindúes y musulmanes, y dejó miles de muertos.
El asunto está en manos del Tribunal Supremo, que dará a conocer su resolución
este mismo mes.
La presión del
nacionalismo religioso ha obligado a cambiar los nombres árabes de varias
ciudades y calles del norte de India, donde se concentra gran parte de la
mayoría musulmana. Muchos de estos lugares conservaban su denominación desde
que el imperio mogol ocupó la región septentrional del subcontinente en el
siglo XVI. Incluso el origen musulmán del Taj Mahal, máximo exponente del
legado cultural mogol y patrimonio universal, está cuestionado por los
fanáticos hindúes.
Pero lejos de
frenar lo que el escultor indio Anish Kapoor tilda de “talibanismo hindú”, el
Gobierno de India multiplica las concesiones populistas ante la proximidad de
las elecciones generales. El Partido Bharatiya Janata (BJP) llegó al poder con
la mayoría más clara de las últimas décadas gracias a las bases del llamado
cinturón hindú, es decir, de los Estados donde los seguidores de Brahma son
mayoría. Pero tras el batacazo electoral que sufrió el partido en los comicios
regionales que se celebraron el pasado diciembre en cinco Estados que
tradicionalmente eran bastión de BJP, las alarmas se han activado.
La posible
victoria del BJP en las elecciones generales de este año depende del apoyo que
reciba en las regiones más pobladas del cinturón hindú y que aún no han
celebrado sus comicios: Bihar y Uttar Pradesh. Los más de 200 millones de
habitantes de este último envían el mayor número de legisladores al Parlamento.
Y su Gobierno es el que ha renombrado los enclaves del norte para exaltar el
hinduismo. Su jefe, el predicador nacionalista Yogi Adityanath, fue detenido
por instigar al odio en la región más afectada por asesinatos religiosos. “Si
ellos matan a un hindú, nosotros mataremos a 100 musulmanes”, dijo a sus
fieles.
“La violencia
nace del discurso del miedo a las minorías. Esto desvía la atención de lo que
importa. Como la muerte de 30 niños en un hospital público de Gorakhpur [en
Uttar Pradesh] por falta de suministros”, analiza Irfan A. Engineer, director
del Centro por el Estudio de la Sociedad y el Secularismo y musulmán. Según las
estadísticas, el 84% de las víctimas de asesinatos de índole religiosa en la
última década fueron musulmanes, lo que alarma a los 172 millones de fieles que
viven en el país. El 13% del total de la población de India (que tiene unos
1.320 millones de habitantes) pertenecen a esta confesión religiosa. Después de
Indonesia y Pakistán, India es el país con mayor número de musulmanes respecto
del total de su población. Pero la convivencia con los vecinos hindúes nunca
fue fácil.
“Es imperativo
reescribir la historia de India. Su glorioso pasado fue eliminado”, explica
Rakesh Sinha, ideólogo de Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS); matriz de los
grupos promotores del hindutva, teoría que defiende la hegemonía del hinduismo.
Prohibida cuatro veces por incitar al odio religioso y asociada al asesinato de
Mahatma Gandhi, RSS es la mayor agrupación voluntaria del mundo con más de seis
millones de miembros. Aunque declarada apolítica, tiene estrechos vínculos con
el poder: el conocido monje fundamentalista Adityanath es miembro y el primer
ministro, Narendra Modi, militó en ella.
Fruto de su apoyo
al Gobierno de Modi, RSS ha gestionado instituciones culturales de primer
nivel. Según fuentes oficiales, las shakhas, campamentos de adoctrinamiento en
la visión ortodoxa del hinduismo y que reniega de toda influencia externa en la
cultura india, han aumentado un 25%. Desde la llegada al poder del partido BJP,
el número de escuelas privadas financiadas por RSS (y con potestad para crear
su propio temario) aumentó hasta las 14.000 y cuentan con 1,8 millones de estudiantes.
En julio de este año, por ejemplo, una organización educativa afiliada a RSS
consiguió eliminar contenidos de los libros de texto, incluidas palabras en
inglés, urdu y árabe. También hicieron desaparecer los versos del poeta y Nobel
de Literatura Rabindranath Tagore.
El ensayo RSS,
School Text & the Murder of Gandhi analiza los textos de estas escuelas,
que afirman que los indios arios fueron los primeros habitantes de China e
Irán, y describen al Islam como una religión que "destruyó a todos los países
por los que pasó" o cuentan que los "misioneros cristianos difunden
tendencias antinacionales". Su autor, el historiador Aditya Mukherjee:
“Estos textos reinventan el pasado en base a mitos y rechazan la crítica, como
el fascismo”.
Irfan A. Engineer,
director del Centro por el Estudio de la Sociedad y el Secularismo, asegura que
esta mitificación de la historia “solo busca ganar votos dividiendo a la
población en base a su religión, casta, género u origen”. Puede que la
estrategia ofrezca el apoyo necesario para que el BJP gane las elecciones, pero
esta ideología amenaza con romper las frágiles costuras de la sociedad con la
mayor diversidad religiosa del mundo. Su discurso se aleja del patriotismo
secular de la India de su primer dirigente desde la independencia, Jawaharlal
Nehru; este último originario de la ciudad de Allahabad, ahora llamada
Prayagraj por imposición religiosa.
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