Posteamos una interesante nota de Enrique Montánchez aparecida recientemente en mil21.es. Se trata de una síntesis del qué, por qué y cómo se ha venido desarrollando la Batalla de Siria desde 2011 hasta la fecha. Nada que no sepan ya los lectores de Astroboy, pero bien escrito, claro y sintético. Acá va:
Título: El
gasoducto más sangriento de la historia: 250.000 muertos y 11 millones de
desplazados sirios
Epígrafe: No se
ha llegado a construir y ha causado la devastadora guerra de Siria con 250.000
muertos y 11 millones de desplazados. Es el gasoducto que Qatar, a iniciativa
de Estados Unidos, propuso construir en 2009 para suministrar gas a Europa a
través de Arabia Saudí, Jordania, Siria y Turquía, con objeto de romper la
mayor fuente de ingresos de Rusia junto con el petróleo. El presidente sirio,
Bashar al-Asad, rechazó el proyecto porque iba contra los intereses de su
aliado Vladimir Putin. Obama se puso al frente de la coalición para derrocar al
dictador sirio y dio luz verde para que príncipes saudíes y qataríes inundasen
de dinero al Estado Islámico. Este es el relato de la tubería más sangrienta de
la historia.
Texto: Todo
empezó en 2009 cuando el Emirato de Qatar propuso, impulsado por Estados Unidos
con objeto de reducir el control de Rusia sobre la energía de Europa, la
construcción de un gran gasoducto de casi 5.000 kilómetros para enviar el gas
natural qatarí a Europa a través de Arabia Saudí, Jordania, Siria y Turquía.
El presidente
sirio, Bashar al-Asad, rechazó el proyecto al entender que perjudicaba los intereses
gasistas de su aliado ruso, el mayor proveedor de gas natural al viejo
continente. Apenas un año después, Al-Asad comenzó a negociar con Irán la
construcción de un gasoducto alternativo que llevaría el gas iraní del campo de
South Pars a Europa a través de Irak, Siria y Turquía.
Putin dio su
visto bueno al proyecto, ya que tenía un mayor control tanto sobre su aliado
sirio como sobre el régimen iraní. En esa época los medios de comunicación
especializados publicaron que Damasco y Moscú trabajaban juntos para bloquear
el gasoducto qatarí. Los expertos afirman que esa fue la “semilla” de la
Tercera Guerra Mundial en la que nos encontramos inmersos.
Derrocar al
régimen de Damasco
Obama entró en
escena y vio que la única forma de seguir adelante con el gasoducto qatarí y de
acabar con la principal fuente de financiación de la economía rusa, junto con
las exportaciones de petróleo, era derrocar al régimen de Al-Asad. La operación
permitía, de paso, neutralizar el gasoducto iraní.
De ahí que uno de
los objetivos de las negociaciones entre Washington y Teherán sobre el programa
nuclear iraní, acuerdo que incluía el levantamiento de las sanciones económicas
contra Irán, era convencer a los líderes iraníes de que desistieran del
proyectado gasoducto.
Para mantener su
control sobre el mercado de la energía en Europa, Putin debe atender a dos
frentes: Ucrania, con el Gobierno de Kiev apoyado por Estados Unidos y la OTAN,
y Siria con el Estado Islámico o Daesh y una miríada de grupos de oposición luchando
para acabar con el régimen de Damasco.
Europa, la guerra
en casa
Por su parte,
Europa se marcó como prioridad limitar la dependencia de Rusia y veía en el
gasoducto qatarí la solución, confiada en que Estados Unidos resolvería sobre
la marcha los problemas que surgieran. Los dirigentes de Bruselas nunca
llegaron a pensar que buscar un suministro de gas alternativo nos traería la
guerra a casa de la mano del yihadismo.
Para terminar con
la dictadura de Bashar al-Asad, a Estados Unidos no se le ocurrió mejor
estrategia que apoyar al Estado Islámico, al Frente al-Nusra (la franquicia de
Al-Qaeda en Siria) y a otras organizaciones afines. Un apoyo que, a juicio de
analistas y expertos, se les ha ido de las manos.
Príncipes saudíes
y qataríes financian el Daesh
Príncipes saudíes
y qataríes han financiado generosamente desde el principio a los yihadistas
salafistas del Daesh que, en paralelo, han ido engrasando sus propios
mecanismos de autofinanciación, como la venta al clan Erdogan del petróleo que
extraen y refinan en los territorios de Irak y Siria bajo su control.
Occidente hacía
oídos sordos hasta que Rusia ha destapado mediante contundentes pruebas
fotográficas el contrabando de cientos de miles de barriles diarios cuya venta,
por debajo del precio del mercado, ha llenado en los tres últimos años las
arcas del Daesh.
Tras año y medio
de teóricos bombardeos contra los islamistas por parte de la coalición
internacional liderada por Estados Unidos, la opinión pública mundial descubre
el pasado verano que mayoritariamente se bombardeaba al Ejército de al-Asad y
que los terroristas, bien pertrechados de armamento, campaban por sus respetos
controlando cada vez mayor territorio sirio e iraquí.
Moscú dinamita el
Estado Islámico
Descubierto el
pastel, el pasado 30 de septiembre Putin decide intervenir y envía sus aviones
de combate más modernos. En apenas ocho semanas liquida la mayoría de los
puestos de mando y las infraestructuras del Daesh y terroristas afines.
Obviamente, sus bombarderos protegen al Ejército de al-Asad, que comienza a
recuperar y asegurar zonas del oeste de Siria, el territorio más poblado y
feraz del país frente a un este desértico. Comportamiento que desata el
nerviosismo de Estados Unidos, que ve cómo el escenario cambia de signo a favor
de Rusia, Irán y China.
Asimismo es
evidente, según coinciden la mayoría de analistas, que la presencia rusa en
Siria -al margen de las importantes facilidades militares que al-Asad otorga a
Putin con la base naval de Tartus y la aérea de Jmeimim-, está dirigida a
defender los intereses económicos de Moscú, impidiendo la construcción del
gasoducto qatarí.
Una descripción
ilustrativa del papel determinante del gas en la guerra civil siria la aporta
el analista ruso Dmitry Minin, quien escribía en mayo de 2013: “En cualquiera
de las dos rutas que tome el gasoducto, Siria termina siendo un eslabón clave
en esta cadena que ahora se inclina a favor de Irán y Rusia, por eso las
capitales occidentales decidieron que era necesario derrocar al régimen de
Damasco”.
Explicación mapa
- La línea morada
es el trazado del gasoducto Qatar-Turquía.
- Los países
resaltados en rojo integran la coalición que se formó cuando al-Asad se negó a
apoyar el gasoducto qatarí. Turquía contó con el apoyo de la OTAN.
- Siria es el
único país a lo largo de la línea morada que no está resaltado en rojo.
- Tras rechazar
la propuesta comenzó la “guerra civil” en Siria. Arabia Saudí y Qatar
comenzaron a financiar al Estado Islámico.
Gran parte de lo
que está ocurriendo fue adelantado por un informe de la Rand Corporation
encargado en 2008 por el Ejército de Estados Unidos, titulado “Desvelando el
futuro de la guerra prolongada” en el que se afirmaba que “la zona geográfica
de las reservas probadas de petróleo coincide con la base del poder de gran
parte de la red salafista yihadista. En el futuro previsible la producción
mundial de petróleo estará dominada por los recursos del Golfo Pérsico. La
región seguirá siendo, por tanto, una prioridad estratégica que interactuará
con una guerra de larga duración”.
El documento
aconsejaba “seguir la estrategia de divide y vencerás entre suníes y chiíes
para debilitar sus energías en conflictos internos y de esta manera mantener el
predominio del Golfo Pérsico sobre los mercados del petróleo”.
Guerra no
convencional
Proponía al
Ejército de Estados Unidos que la estrategia se basase, en gran medida, en
“acciones encubiertas, operaciones de inteligencia y guerra no convencional”.
Concluía el
documento de la Rand que el eje sobre el que tenía que girar toda la estrategia
debía estar formado por: Estados Unidos, Reino Unido, Turquía, Qatar, Arabia
Saudí y Francia, en contra de Siria, Rusia e Irán. El tiempo ha demostrado que
los “consejos” de la Rand han funcionado a modo de profecía autocumplida.
El desconocido
papel británico
Un testimonio
revelador de cómo comenzó a prepararse la guerra de Siria fue el del exministro
francés de Asuntos Exteriores Roland Dumas, quien afirmó en la televisión gala
que Gran Bretaña había planeado acciones encubiertas en Siria ya en 2009. “Yo
estaba en Inglaterra dos años antes de que estallase la violencia en Siria, y
me reuní con altos funcionarios británicos que me confesaron que estaban
preparando algo en Siria. Gran Bretaña preparaba pistoleros para invadir
Siria”, concluía tajante el político francés.
Según el
comandante supremo de la OTAN durante la guerra de Kosovo, el general retirado
Wesley Clark, un memorándum de la Oficina del Secretario de Defensa de Estados
Unidos reveló, unas semanas después del 11-S, la existencia de planes para
“atacar y destruir los gobiernos de siete países en cinco años”, empezando con
Irak y siguiendo con “Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudán e Irán”. En una entrevista
posterior, Clark sostuvo que esta estrategia era fundamental para controlar los
enormes recursos de petróleo y gas de Oriente Medio.
Si ha de
resumirse la relación de fuerzas en el tablero sirio puede decirse sin temor a
equivocarse que Estados Unidos, Arabia Saudí, Qatar, Turquía e Israel forman un
solo bloque para derrocar al presidente sirio. En el otro lado, Rusia, Irán y
China tratan de apuntalar al régimen de Al-asad. En medio, el proyecto del
gasoducto que más sangre ha derramado de la historia: sin haberse construido un
solo metro, ha provocado hasta el momento más de 250.000 muertos y 11 millones
de desplazados por la guerra.
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