Aquellos que se preguntan cómo hacen en Europa para idiotizar a su
población, no deberían perderse esta nota de Lucía Abellán y Pablo Guimón para el
diario español El País. Prácticamente no hay párrafo de la misma que no tenga
una falacia, una mentira soez en torno a la guerra civil en Ucrania y sus (por
ahora) cincuenta mil muertos y más de un millón de desplazados. (Las groserías
del informe británico al que se hace referencia son, asimismo, de un nivel que
corta la respiración). En síntesis, enfurece leer a estos tipos, pero te
dan una clara idea de por qué, hasta que no comience la revuelta popular, las naciones europeas no dejará de ser lo que son: sirvientes de un Imperio que ni siquiera los tiene en cuenta.
Título:
Sonámbulos ante la crisis ucrania
Subtítulos: Los
lores británicos acusan a Bruselas de subestimar la reacción de Putin / Un alto
mando de la OTAN cree que Europa puede sufrir un ataque ruso
Texto: Pocas
voces en la Unión Europea cuestionan la responsabilidad del presidente ruso,
Vladímir Putin, en la guerra de Ucrania. Pero a la vista de la magnitud que ha
alcanzado el conflicto, algunos responsables políticos y militares alertan de
consecuencias indeseadas e invitan a la autocrítica. La Cámara de los Lores
británica puso este viernes por escrito una idea compartida —con matices— en
algunos despachos de Bruselas: la UE infravaloró el impacto que provocaría en
Rusia un acercamiento de Ucrania al bloque comunitario. Con mucho más
dramatismo, el número dos del mando militar de la OTAN incluso advirtió contra
un posible ataque sorpresa de Rusia en territorio aliado.
Las acusaciones
son demoledoras y reflejan un sentimiento que gana peso entre los analistas.
Reino Unido ha caminado “sonámbulo” hacia la crisis en Ucrania. El Gobierno
británico ha “malinterpretado catastróficamente” el estado de ánimo del Kremlin
en los preliminares del conflicto. Los lores extienden sus críticas al resto de
países de la UE en la crisis. Pero señalan que Reino Unido, como firmante del
Memorándum de Budapest de 1994, que ofrecía protección a Ucrania a cambio de su
desarme nuclear, “tenía una responsabilidad particular hacia el país y no se ha
mostrado todo lo activo que hubiera podido”.
El informe de los
lores critica el hecho de que los contrapuestos intereses nacionales de los
Estados miembros dan lugar a políticas demasiado generales. “La relación de la
UE con Rusia ha estado basada durante demasiado tiempo en la premisa optimista
de que Rusia seguía una trayectoria hacia convertirse en un país democrático europeo”,
dice el texto. “Este no ha sido el caso. Los Estados miembros han tardado en
replantearse la relación y en adaptarse a las realidades de la Rusia de hoy”.
La reflexión
británica no lleva a cuestionar la línea dura hacia Moscú. Al contrario, los lores
recomiendan intensificar las sanciones si la situación en Ucrania empeora.
También desde Londres llegó este viernes un mensaje —mucho más preocupante— de
alerta contra Rusia. El comandante supremo adjunto de las fuerzas militares de
la OTAN en Europa, Adrian Bradshaw, aseguró que Moscú puede preparar un asalto
por sorpresa a un país del Este europeo. La muestra de fuerzas convencionales
por parte de Rusia “podría en el futuro utilizarse no sólo para intimidación y
coerción, sino para apoderarse de territorio de la OTAN”, aseguró en una
conferencia sobre seguridad.
Sin contemplar
esos escenarios extremos, varias fuentes diplomáticas europeas admiten ese
error de cálculo respecto a la reacción rusa en Ucrania. Todo comenzó con los
acuerdos de asociación que se negociaron durante años con los llamados vecinos
del Este europeo. En septiembre de 2013, dos meses antes de la firma que debía
consagrar en Lituania el éxito de esta política, Armenia se descolgó y prefirió
integrarse en la unión aduanera rusa. Ese imprevisto, admiten las fuentes
consultadas, debió alertar a la UE de que entraba en terreno delicado al
acercarse tanto a territorios que mantenían un alto grado de influencia rusa.
Pero los planes
continuaron y, a pocos días de esa puesta de largo de la asociación oriental,
fue Ucrania la que se desvinculó del proyecto. Occidente no pudo anticipar la
protesta desencadenada en Kiev, menos aun la furia rusa ante la pérdida de
tracción sobre su principal vecino exsoviético. Una de las claves de ese episodio
es que la estrategia de asociación con la UE, cuyo plato fuerte eran los pactos
de libre comercio, se gestionó más como un asunto comercial que de política
exterior. Un alto cargo de la Comisión Europea admitió entonces que poco antes
de la firma percibió inquietud en Putin y que el presidente comunitario, José
Manuel Durão Barroso, se reunió con el líder ruso para aplacarlo. No funcionó.
Esa falta de
señales por parte de Putin constituye la principal defensa en Bruselas.
“Ciertamente, hubo problemas de comunicación entre la UE y Rusia, pero Moscú
tiene la mayor responsabilidad. Cuando se estableció la política europea de
vecindad, Rusia mostró poco interés y también poca oposición. Sólo cuando los
acuerdos de asociación estaban muy avanzados empezó Moscú a oponerse con
vehemencia. En esa fase, la UE no podía dar marcha atrás”, defiende Stefan
Lehne, exdiplomático y hoy investigador del think tank Carnegie.
La prueba de que
Putin no se oponía al acercamiento a Kiev la ofrece el propio Kremlin. Una nota
de prensa de la presidencia rusa sobre la visita en 2004 del entonces
presidente José Luis Rodríguez Zapatero al Kremlin recoge este mensaje de
Putin: “Si Ucrania fuera a unirse a la UE, sería un factor positivo que, al
contrario que la expansión de la OTAN, ayudaría a fortalecer el sistema de
relaciones internacionales”.
Pero en los 10
años transcurridos entre esa frase y la toma de Crimea, Occidente tuvo una
pista fundamental del recelo ruso a la injerencia en su vecindario. Georgia
realizó una decidida aproximación a Estados Unidos y la OTAN en 2008, que fue
respondida con la invasión rusa de las provincias separatistas de Abjazia y
Osetia del Sur. Un episodio que ahora cobra plena relevancia.
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