viernes, 1 de junio de 2018

Mientras tanto, en España...


Bueno, chicos, parece que se acabó lo que se daba en España. Sale Rajoy (Partido Popular) y entra Sánchez (Partido Socialista Obrero Español), al menos por un rato. Para los que miramos de afuera el proceso, suena un poco imprevisto todo esto. Una moción de censura al gobierno, motivada por una sentencia judicial contra funcionarios del PP, desató el recambio. Gobernará el PSOE con el presupuesto del PP, recién votado. Las dos primeras notas que siguen son del diario El País:


Título: Moción de censura de Sánchez a Rajoy: votaciones y últimas noticias en directo

Texto: La moción de censura a Mariano Rajoy como consecuencia de la sentencia condenatoria del caso Gürtel culmina este viernes con la votación que puede hacer presidente a Pedro Sánchez (PSOE) y que se calcula que se celebre antes del mediodía. La sesión ha arrancado a las nueve de la mañana con la intervención de la portavoz socialista, Margarita Robles.

Para que la moción de censura se apruebe son necesarios al menos 176 votos a favor de los 350 diputados que tiene el Congreso. Salvo cambio de posición in extremis de Ciudadanos, son absolutamente imprescindibles los cinco escaños del PNV, formación ayer anunció oficialmente que dará su apoyo a Sánchez. El PdeCAT también votará a favor, lo que le asegura al PSOE la mayoría en la moción. El presidente del Gobierno insistió en que no dimitirá  y acusó a Sánchez de presentar una moción "porque nunca va a ganar unas elecciones". El líder socialista se comprometió a respetar los Presupuestos de Rajoy si gana la moción y a "restablecer las relaciones de diálogo entre el Gobierno y el nuevo Govern". Sigue en directo el desarrollo de la moción de censura.


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Título: Un Gobierno inviable

Subtítulo: La moción desalojará a Rajoy, pero no generará más estabilidad política

Texto: La resistencia de Mariano Rajoy a dimitir —aún queda formalmente tiempo para que lo haga y apelamos enfáticamente a su responsabilidad para que responda en ese sentido— ha dejado al Congreso de los Diputados atrapado entre dos tiempos y requerimientos difíciles de conciliar entre sí.

Por un lado, un indiscutible imperativo ético obliga a desalojar al presidente de La Moncloa —que se despide insultando al Parlamento y a los votantes con su ausencia en la sesión vespertina y abrir un nuevo tiempo que dignifique la política y las instituciones democráticas lejos de la corrupción generalizada del PP. Por otro, si la Cámara censura con éxito al Gobierno, el tiempo de la urgencia ética deberá dar paso al tiempo normal de la política bajo otro Gobierno, que debería contar con un programa y apoyos parlamentarios que proporcionen estabilidad política y económica en un momento especialmente delicado. Desafortunadamente, no va a ser así.

Como se constató este jueves en el hemiciclo, ni el presidente del Gobierno puede continuar ni el líder de la oposición tiene la capacidad política de liderar un Ejecutivo estable y coherente. La gobernabilidad de España está a punto de pasar de las manos de un líder, Mariano Rajoy, culpable de esta crisis institucional por su incapacidad para afrontar su responsabilidad política, a otro, Pedro Sánchez, que rechaza acudir a la ciudadanía para obtener un mandato claro para seguir adelante. Con su rechazo a convocar a las urnas para solventar esta grave crisis, los líderes de los dos partidos que han gobernado la democracia muestran que no tienen confianza en sí mismos ni en sus votantes para que renueven el apoyo que en otros tiempos les dieron. El rechazo de uno a dimitir tras haber perdido la mayoría y del otro a ir a las urnas para tener una mayoría estable se convierte así en un elemento adicional de la crisis del sistema democrático en el que la política se ha instalado desde 2015. Con su proceder, tanto uno como otro pretenden evitar el castigo de sus votantes en las urnas, aunque cabe preguntarse si a la larga no lo agravarán. Esto es lo más probable.

Asistimos, en realidad, al duelo entre dos políticos sin futuro; al último impulso, quizá, de dos dirigentes de dos partidos que se agarran desesperadamente entre sí ante el viento que los arrastra. Uno y otro parecían calcular si es mejor o peor apurar unos cuantos meses en La Moncloa para pilotar así en mejores condiciones las próximas elecciones. Entendemos que, no importa cuál de los dos pilote, ambos conducen la nave hacia un destino fatal. En ningún momento en el duelo Sánchez-Rajoy parecía adivinarse la menor preocupación por los intereses ciudadanos.

Mucho nos tememos que la crisis del sistema, ya grave, se agudizará si Sánchez logra su empeño de instalarse y permanecer en el Gobierno con el magro apoyo que proporciona un núcleo estable de 84 diputados que solo de forma excepcional ha logrado sumar una mayoría absoluta para lograr su investidura. Gobernar un país que afronta retos políticos, económicos, sociales y territoriales de indudable calibre con un apoyo tan exiguo sin duda generará inestabilidad, y con ello contribuirá a deteriorar la confianza en las instituciones.

Prueba de la artificialidad e inviabilidad del Gobierno que se propone es el programa que presentó Sánchez en el Congreso, que incluye la pretensión de gobernar con los Presupuestos Generales recién aprobados por el PP, al que aspira a desalojar, y que fueron motivo de una enmienda a la totalidad de su partido por su carácter supuestamente antisocial y regresivo. O el empeño en sacar adelante una importantísima agenda legislativa en materia económica y social desde un Gobierno monocolor que, con 84 diputados, representaría el 24% de los escaños de la Cámara.

Más preocupa si cabe el deseo expresado por el candidato de “tender puentes” y “dialogar” con las fuerzas independentistas catalanas cuando se sabe que ese diálogo —como dejó muy claro Tardà y ratificó después Iglesias— solo puede versar sobre el cómo y el cuándo se celebrará una consulta sobre la independencia de Cataluña. Hay que recordar que el bloque constitucional formado por el PP, el PSOE y Ciudadanos que ha gestionado la respuesta a la crisis catalana y la aplicación del artículo 155 ha contado con 254 escaños, esto es el 72% de la Cámara. Sin embargo, con sus 84 escaños, el PSOE será minoritario en la coalición de 180 diputados con la que pretende gobernar, pues todos los partidos que le apoyan (Unidos Podemos, Bildu, ERC, PDeCAT y PNV) son partidarios, de una forma o de otra, del derecho a decidir, eufemismo de un derecho a la autodeterminación que no cabe en la Constitución. ¿Puede aspirar Sánchez a gestionar la crisis catalana siendo minoría dentro de su propia coalición parlamentaria y siendo minoría dentro del bloque constitucional? Difícilmente.

Desalojar a Rajoy, insistimos, es un imperativo. Intentar gobernar sin apoyos o, peor, con unos apoyos contraproducentes, una imprudencia. Tal y como hemos sostenido, en aras de evitar la inestabilidad y la deslegitimación del sistema democrático, apelamos a una pronta convocatoria a las urnas en fecha pactada por todos los grupos parlamentarios que quieran garantizar la estabilidad y la gobernabilidad y que piensen que la solución más eficaz y más democrática es dar la voz a los ciudadanos.



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Por su parte, así lo cuenta el diario Público.es:


Título: Pedro Sánchez y la Gürtel destierran a Rajoy de La Moncloa

Texto: Despejada la incógnita sobre el voto decisivo del PNV, el nuevo debate en el Congreso de los Diputados, este viernes, es casi un mero trámite. Después de la votación, Sánchez se convertirá en jefe del Ejecutivo, abriendo una nueva etapa política tras siete años bajo el gobierno del Partido Popular de Rajoy.

Es el fin de la era de Mariano Rajoy. El líder del PSOE y candidato a la Presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, ha logrado este jueves sellar el destierro del todavía jefe del Ejecutivo del Palacio de La Moncloa.

Rajoy se ha impuesto a Sánchez en las dos elecciones generales en las que se han batido hasta la fecha y hace apenas nueve días nadie habría podido anticipar este desenlace. Pero la sentencia condenatoria al PP por la trama Gürtel, sumada al hábil y arriesgado movimiento del líder del PSOE, le han permitido poner el primer pie en la sede de la Presidencia.

El Gobierno ha asumido que su tiempo ha terminado prematuramente y, salvo enormes sorpresas de última hora, el relevo cristalizará este viernes. En pocos días, Sánchez deberá haber formado un gabinete que trabaje en su agenda reformista; teóricamente tendrá un marcado carácter social, aunque el candidato no ha entrado en detalle.

La segunda jornada de debate tiene tintes de trámite. Tras casi diez horas de pleno, el jueves, este viernes es el turno de la portavoz del PSOE, Margarita Robles, y de su homólogo en el PP, Rafael Hernando -que, previsiblemente, cargará al máximo las tintas para esta ocasión-. De cumplirse el horario previsto, se votará -por llamamiento nominal, y a viva voz- en torno a las 12 o las 13 horas.


La incógnita del PNV

No se esperan sobresaltos este viernes. La cuarta moción de censura en la historia de la democracia española se da ya por aprobada, tras las horas de tensión e incertidumbre generadas por la incógnita sobre el voto del Partido Nacionalista Vasco, clave para decantar la balanza.

Despejada esta bruma, quedan para el recuerdo la exhibición de parlamentarismo de Rajoy, sus ataques a Sánchez, su 'amnesia' sobre Gürtel y su repentino interés por los ERE de Andalucía, así como su total ausencia de autocrítica por la corrupción que carcome a su partido. Y su ausencia física, después de que la presidenta del Congreso, Ana Pastor, decidiese retomar la sesión a las 15.00 horas, con el bolso de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, como único ocupante del escaño del presidente.

Con una convocatoria de elecciones en el horizonte, pero sin concretar, se abre una nueva etapa en la política española, con PSOE y Unidos Podemos retomando relaciones -con recelo-, y con PP y su socio de investidura -y de Presupuestos-, Ciudadanos, en guerra abierta.


Ciudadanos, el "pegamento" de la moción

Fuentes del PP aseguraban a Público a última hora del jueves que Ciudadanos ha sido "el pegamento" de esta moción, y desde el Gobierno señalaban también "la corresponsabilidad" del PNV sobre lo que ocurra en esta próxima etapa. En el PP se muestran desorientados, confusos, y sólo anticipan que Sánchez se encontrará con una oposición dura, muy dura, desde el momento en que el nuevo Gobierno se siente por primera vez en la bancada azul.


Rajoy, desaparecido y sin voluntad de dimitir

En otro orden de cosas, fuentes del Gobierno no han querido aclarar si Rajoy se convertirá en líder de la oposición. Durante la tarde, y con informaciones apuntando al atrincheramiento del jefe del Ejecutivo en un céntrico restaurante, despreciando el debate en el Congreso, desde Moncloa han optado por dar la callada por respuesta.

Lo único que aclaran desde el Ejecutivo es que Rajoy no va a dimitir "porque no ha hecho nada malo". En el PP hay quien reconoce que dejar el cargo podría leerse como la asunción de la responsabilidad por la corrupción que Rajoy lleva nueve años intentando sacudirse, y esto no entra en sus cálculos. "Lo único que ha hecho es sacar a España de la ruina", apuntan desde Moncloa.

"La dimisión de Rajoy no evita un gobierno de Sánchez, más aún, lo facilita porque no necesitaría mayoría absoluta". "Esta polémica responde solo a una cuestión: el intento de los socios de Sanchez de disimular y eludir sus responsabilidades en la decisión de hacer presidente a una persona que sistemáticamente ha perdido en las urnas", sentencian.

El Gobierno construye así su relato, mientras el presidente seguía en paradero desconocido en la que será su última noche en La Moncloa. En la larga semana tras la publicación de la sentencia de la Audiencia Nacional, la consigna más repetida por el PP es que la corrupción juzgada en Gürtel forma parte del "pasado". Ese "pasado" se resiste a dejarse enterrar, y hoy ha vuelto para arrebatarles el poder.


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Título: “Frankenstein”, “caos”, “temerario”: no es el apocalipsis final, son las portadas de hoy por el cambio de Gobierno

Texto: Si mirando las portadas de los principales diarios de hoy alguien se ha asustado, desde aquí queremos tranquilizarle: no, no se aproxima el apocalipsis final. Al menos no hay pruebas de ello.

Las gruesas palabras como “Frankenstein, “caos”, “temerario” o “inviable” pueden llevar al lector a imaginar que un final apocalíptico se cierne sobre el mundo. Pero no. Es la forma que estos medios de comunicación tienen de informar a los españoles de la moción de censura contra el Gobierno de Rajoy después de la sentencia por la corrupción de la trama Gürtel. Una moción presentada por el PSOE que previsiblemente saldrá adelante, tumbara al Gobierno del PP y confirmará a Pedro Sánchez como nuevo presidente del Gobierno.

El Mundo destaca que “Rajoy se niega a dimitir y facilita el Gobierno temerario de Sánchez”. La portada de ABC es quizá la más estrambótica de todas, con una foto a toda página de Aitor Esteban y el titular: "El PNV alumbra a Frankenstein y Rajoy no dimite”. En el editorial se sueltan aún más el pelo: “El PSOE vende a España”.

La Razón no se queda corta: “El caos tumba a Rajoy”. En su portada también habla de “alianza ‘Frankenstein’ y habla de un gobierno “temerario”.

Por su parte, El País abre su primera con un “Sánchez se asegura los votos para ser presidente”. En su editorial es donde llega la carga de profundidad: “Un Gobierno inestable”.


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Por último, posteamos una nota de opinión de Gabriel Albiac para el diario madrileño ABC:


Título: Hacia el suicidio

Subtítulo: Dos regionalismos corruptos tienen en sus manos decidir a qué partido corrupto venden el Estado

Texto: Y ¿cómo hemos podido llegar a este callejón sin salida? Porque no hay salida alguna en el final del túnel por el cual avanzamos a empellones, presintiendo la pared contra la que nos estrellaremos.

La España contemporánea es un tejido de mentiras. No jugaré yo a fingirme tan ingenuo como para pretender que exista algo en política que no sea embuste. Se engaña al adversario o se perece: es regla general de los juegos bélicos. Y la política no es otra cosa que variedad ritualizada de guerra: excluye -de preferencia- la sangre, pero no es menos eficaz en matar. Nadie se engañe, no se muere sólo -véase Cifuentes- el día en el que el registro civil tacha de su listado a un sujeto. «En efecto: ninguna razón me impele a afirmar que el cuerpo no muere más que cuando es ya un cadáver… Pues ocurre a veces que un hombre experimenta tales cambios que difícilmente se diría de él que es el mismo». Eso escribía un clásico del XVII. A eso asistimos hoy en el chirriante espacio escénico que es el poder: obedece o muere. Civilmente.

¿Cómo hemos llegado aquí? Lo que es lo mismo: ¿dónde estamos? En el eslabón final de una cadena de mentiras. Cuyo arranque fue puesto tras la muerte de Franco. Todos, se dijo entonces, eran aquí demócratas. No lo era nadie: esa es la hosca verdad. Ni lo eran los herederos del Movimiento Nacional, ni lo éramos los comunistas de entonces, al cabo los únicos que habían pagado el precio de enfrentarse a la dictadura en sus dos últimas décadas. No lo era esa socialdemocracia creada desde Langley y Bonn… Pero no había otros mimbres. Se hizo el cesto. Bien que mal, sirvió de algo.

Nadie que no fuera un insensato podía de verdad creerse que el modelo constitucional quedaba de ese modo limpiamente cerrado. Era un modelo híbrido. Suficiente para salir de cuarenta años de franquismo. Insuficiente para alzar un verdadero Estado moderno. Ha pasado ya demasiado tiempo y España es lo bastante «normal» a la europea, como para que nadie pueda justificar este empecinamiento en seguir funcionando con aquel paradigma, por definición transitorio. Lo sensato hubiera sido modernizarlo en los años prósperos. No se hizo. Y no es azar que no se hiciera: esa mixta amalgama hacía todopoderosos a los dos partidos alternantes. Sin autonomía judicial, con una ley electoral abominable y un sistema de «autonomías» concebido exclusivamente para el robo de fondos públicos, la tiranía partidista convertía al ciudadano en rehén resignado.

Lo de ahora es literalmente fantástico. Pero previsible. Dos regionalismos corruptos, PNV e independentistas catalanes, tienen en sus manos -merced a un ridículo porcentaje de votos que la ley hipertrofia en número de escaños- decidir a qué partido por igual corrupto -PP o PSOE- venden el Estado: o al PP procesado en Madrid y Valencia, o al PSOE procesado en Andalucía. Todo se juega en lógicas de reparto. De dinero. Al PNV se le ingresan aún más prebendas de las que viene embolsando, impávido, en cada presupuesto. Los herederos de Pujol exigen contables dones: la exención penal de los ladrones que gobernaron la región desde el 80 y la reducción de España a una colonia bárbara, explotada por los racialmente superiores popes de PDECat, JpC y ERC.

Nada espero de PP ni de PSOE. Algo sí, de Cs. Pero la hora crítica ha llegado. Sólo en coalición los tres podrá abordarse el reinicio constitucional, sin el cual España habrá muerto. Es el envite. Lo demás -el interés de personas y partidos- es hoy obsceno. También suicida.


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