A veces se nos
ofrece la oportunidad de apreciar en toda su dimensión el significado de la
palabra “cipayo”. Esta semana se conoció una carta del ex presidente panameño Ricardo Martinelli, comentando una larga serie de servicios que, mientras fue presidente de ese país, le prestó a los EEUU, fundamentalmente a la CIA. Da un poquito de asco el personaje, pero su historia es instructiva, sobre todo cuando se piensa en la dirigencia latinoamericana promedio. La nota que sigue es de Julio Yao
Villalaz para el sitio web Red Voltaire:
Título: Un
presidente al servicio de la CIA
Epígrafe:
Esperanzado en lograr una ayuda in extremis, un empleado en apuros escribe a su
patrón recordándole que por años le sirvió fielmente. El “empleado” se llama
Ricardo Martinelli, fue presidente de Panamá (de 2009 a 2012), está detenido en
Estados Unidos desde junio de 2017 a pedido del actual gobierno panameño que lo
acusa entre otras cosas de espionaje y de haber puesto bajo escucha telefónica
a más de 150 personas cuando era presidente. La carta de Martinelli acaba de
crear revuelo en los medios panameños porque está dirigida… al gobierno de
Estados Unidos. Desde Panamá, el analista Julio Yao, aborda el tema.
Texto: Un pueblo
espera siempre que su presidente esté a su servicio y que lo represente
dignamente, aún cuando esté al borde del patíbulo. El ex presidente de Panamá,
Ricardo Martinelli, al parecer, ha olvidado este primer mandato constitucional:
¡Dignidad! ¡Dignidad! Toujours la dignité!
Cansado de
aguardar una ayuda de Estados Unidos que lo salvara de la extradición a Panamá
–su país– para encarar diversas acusaciones, el ex presidente Martinelli pensó
que una llorosa carta al pueblo y al gobierno estadounidenses en la que les
cuenta cuán leal ha sido a Washington, le ganaría la simpatía necesaria para
que lo liberasen de su ordalía tras un año en prisión [1].
En humillante
exhibicionismo, Martinelli confiesa que siempre fue un leal servidor de
Washington, concretamente de la CIA (Central Intelligence Agency); confiesa que
detuvo el barco norcoreano Chong Chon Gang «por instrucciones de la CIA»; que
votó 100% a favor de Israel, motivo por el cual fue declarado persona no grata
por organizaciones árabes, como el Hezbollah; que ayudó a escapar de la
INTERPOL al jefe de estación de la CIA en Italia, sentenciado por secuestro y
tortura a supuestos “terroristas”; que se alió a Estados Unidos en la guerra
estadounidense contra las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia);
que autorizó conectar 19 radares (de bases aeronavales) al Comando Sur
estadounidense; que instaló cámaras (“Matador”) para obtener información
nacional e internacional; y que almorzó, junto a su ministro de Seguridad, José
Raúl Mulino, en la sede de la CIA, en Langley, donde le garantizaron protección
contra Varela [actual presidente de Panamá].
Luego de este
vergonzoso striptease, el ex presidente Martinelli confiesa:
«Cuando la CIA
pidió que yo detuviera un barco norcoreano proveniente de Cuba, no pestañeé.»
No pestañeó,
pero, soplón y mendicante de pacotilla, el vergonzante reo le dice a la CIA que
«su enemigo», el hoy presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, mantiene una
«estrecha relación» con el presidente cubano Raúl Castro, quien lo amenazó a
él, incidente que Martinelli reportó al entonces presidente estadounidense
Barack Obama.
Parece que
Martinelli ignora que «la mujer del César no sólo debe serlo, sino también
parecerlo» y que el imperio no tiene amigos sino intereses. En evidente
“descuido”, el suplicante reo olvidó reconocer que su “enemigo”, el hoy
presidente Varela, era a la sazón su vicepresidente y ministro de Exteriores y,
por ende, su compinche, por lo que el paraguas de la CIA también acoge bajo su
sombra protectora al propio Varela.
Anécdotas aparte,
veamos lo relevante de sus confesiones.
Martinelli mete a
Estados Unidos en un gravísimo problema: su confesión sobre los “servicios” que
desde la presidencia de Panamá prestó la CIA, y no a la nación que lo eligió o
al Derecho Internacional (Artículo 4 de la Constitución de Panamá) significa
que la navegación por el Canal de Panamá no se rige por el Tratado de
Neutralidad –que garantiza un tránsito abierto, sin discriminación y libre de
tropas extranjeras– sino por una política de navegación dictada por… la CIA,
política basada en una Declaración canalera monroísta que se remonta al
presidente Rutherford Hayes, de 1880 [2].
Martinelli nos
revela que fue el gobierno de Estados Unidos el que ordenó detener –¡en alta
mar!– el barco norcoreano Chong Chon Gang y lo entregó a Panamá, en violación
conjunta (por parte de Estados Unidos y de Panamá) de la Convención de las
Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, un delito adicional y no menos grave
que la violación de la neutralidad del Canal [3].
Al votar siempre
a favor de Israel en la ONU y declarar que ese país es el “Guardián de
Jerusalén” (Esto lo aporto yo. Nota del Autor.), Martinelli ofende al pueblo
palestino y al mundo árabe y viola el Derecho Internacional, lo cual, junto a
la no entrega a Italia de un miembro de la CIA prófugo de la justicia italiana
[que lo reclama por secuestro y tortura], constituye un crasa violación de los
derechos humanos en ambos países.
La instalación de
bases aeronavales y radares y el alineamiento de Panamá contra las FARC,
constituyen una violación descarada del Tratado de Neutralidad y un
distanciamiento radical de la neutralidad y del pacifismo tradicionales del
pueblo panameño, así como de la política de No Alineamiento adoptada por la
República de Panamá desde 1975.
La confesión del
ex presidente Martinelli lo hace responsable de atentar contra la personalidad
internacional del Estado panameño, contra la seguridad interna y externa de la
República de Panamá, de sumisión a poderes extrarregionales, de propiciar la
intervención extranjera en asuntos internos de Panamá, de violar la Carta de la
ONU y la de la OEA, el Tratado de Neutralidad, los derechos humanos de los
pueblos de Palestina e Italia y de traición a la Patria panameña.
Notas:
[1] “Ricardo
Martinelli: ¿Tiburón Blanco?”, por Julio Yao, La Estrella de Panamá, 22 de
noviembre de 2015
[2] “¿Es neutral
el Canal?”, por Julio Yao, La Estrella de Panamá, 21 de abril de 2017
[3] “Cómo EE.UU.
controla el Canal” parte I, parte II, parte III, por Julio Yao, La Estrella de
Panamá, 28, 29 y 30 de enero de 2016
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