miércoles, 13 de febrero de 2013
Obituario
Honda consternación ha causado en todo el Mundo Libre la noticia del fallecimiento de Chris Kyle, de 38 años, ex soldado de élite de las fuerzas armadas de los EEUU (los navy seals), más conocido como “La Leyenda”. Bajo el melancólico título de “Un héroe americano vulnerable”, un artículo de Yolanda Monge aparecido en El País de Madrid, fechado en Washington el 9 de Febrero pasado, da cuenta de los hechos (http://internacional.elpais.com/internacional/2013/02/09/actualidad/1360445774_301082.html). El artículo de Monge es tan elocuente que cualquier comentario adicional por nuestra parte sobraría lastimosamente. Hemos alterado un poco el orden de algunas frases y párrafos ya que el artículo original nos parece un tanto caótico. A continuación se reproducen algunos fragmentos del mismo:
“Cada historia tiene un principio. La de Chris Kyle comenzó hace 38 años en un pequeño pueblo de Tejas, donde aprendió la importancia de la familia y de los valores tradicionales, como el patriotismo, y donde estableció este orden de prioridades: Dios, Patria y Familia. “Siempre he amado las armas”, escribe Kyle en su libro al recordar su infancia. En su corazón, asegura, seguía siendo un navy seal. A pesar de ello, había optado por el retiro para evitar la ruptura de su matrimonio —las prioridades de su mujer tenían un orden diferente: Dios, Familia y Patria—. Tras cuatro misiones en Irak, le dio un ultimátum a su marido para que cambiara las suyas.
“En la guerra parecía ser invencible”, escribe Kyle en American Sniper (Francotirador americano), su libro autobiográfico. El Pentágono atribuye a Chris Kyle 150 muertes, aunque él las elevaba a casi 250 —una de ellas a casi dos kilómetros de distancia—, lo que le convierte en el francotirador más letal de la historia de EE UU, tras superar a Adelbert Waldron, con 109 muertes en Vietnam.
“Kyle asegura en su autobiografía que no miente o exagera al decir que lo que hacía en Irak era “divertido”. “Los mejores años de mi vida fueron en los seal”, explica, y confiesa que consideraba al enemigo “despreciable”. Kyle lamenta en su autobiografía no haber matado a más "salvajes" en la guerra de Irak. “En Irak llamábamos salvajes al enemigo porque no hay otra manera de describir lo que allí encontramos”. Por esa razón, no rehuía hablar del número de personas a las que había matado. “El número no es importante. Solo hubiera deseado haber matado a más. No para jactarme sino porque creo que el mundo está mejor sin salvajes que acaban con la vida de americanos”.
“La primera, y única, vez que Kyle mató a una mujer fue a las dos semanas de llegar a Irak en su primer viaje, a finales de marzo de 2003. Kyle se encontraba sobre un tejado de una casa en Nasiriya mirando por la mira telescópica cuando vio a una mujer con un niño agarrado de una mano. En la otra, la mujer sujetaba una granada de fabricación china a punto de hacerla explotar al paso de una patrulla de marines que se aproximaba a la zona. “Dispara”, ordenó el jefe del comando. “¡Dispara ya!”, le insistió. Kyle dudó primero y lo hizo después. “Disparar era mi deber”, explica. “No lo lamento, esa mujer ya estaba muerta y yo tenía que asegurarme que ella no se llevaba a ningún marine por delante”.
Había fundado su propia compañía de seguridad con el lema: “A pesar de lo que te dijera tu madre, la violencia resuelve los problemas”.
“Los psiquiatras describen la muerte de Kyle el sábado 2 de febrero en un campo de tiro de Glen Rose (Tejas) como la consecuencia no intencionada de la guerra. El hombre que había regresado del frente a casa sano y salvo para ejercer de marido y padre de dos hijos no murió en ninguna misión especial secreta de los seal. Kyle cayó abatido en Tejas junto a un íntimo amigo por las balas del marine Eddie Ray Routh, de 25 años, al que intentaba ayudar a superar el estrés postraumático que sufren muchos veteranos de las guerras de Irak y Afganistán. Cierto es que, como se apunta ahora en la investigación, quizá llevar a un hombre acosado por los fantasmas de la guerra a disparar a un campo de tiro no era la mejor terapia.
“El funeral por el francotirador más letal de la historia del Ejército de EE UU será mañana en el Estadio de los Cowboys en Arlington, Tejas. Su cadáver no ha llegado a casa desde el otro lado del océano cubierto por una bandera en la bodega de un avión de carga. La historia de La leyenda comienza con su nacimiento en Tejas y acaba con su muerte en Tejas por las balas de un compañero de armas.”
Hasta la próxima.
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Un psicópata glorificado.Un síntoma de una sociedad enferma de violencia, individualismo y ausencia de empatía. Y un peón más para canallas que jamás se ensucian las manos.
ResponderEliminarO ,dado que murió, un peón menos.
ResponderEliminarPuede ser, Iris, puede ser; pero no me parece. No te olvides que el funeral es en un estadio, el de los Dallas Cowboys, nada menos. La teoría del psicópata no me cierra en este escenario. La teoría de la sociedad enferma tampoco. Me gusta más pensar en la Roma del año cien, o doscientos. Decenas de miles van al circo a aplaudir un gladiador romano, de esos que mataron centenares de nubios, o libios, o persas, para mayor gloria de la raza. Pienso, más bien, en una sociedad imperial, acostumbrada a hacer lo que se le da la gana con el resto del mundo, comprando cualquier hipótesis a mano (la democracia, la libertad, la Patria, etcétera) para ocultar el hecho más prosaico y fundamental: que, sin petróleo, desaparecen del mapa.
ResponderEliminarCordialmente,
Astroboy