sábado, 26 de mayo de 2018

Mientras tanto, en Brasil...



Mil millones de pollos y unos veinte millones de cerdos podrían morir en los próximos días en Brasil como consecuencia del desabastecimiento producido en todo el país por los bloqueos de rutas por parte de las compañías de transportes. Eso sin contar a los 200 millones de brasileños, que no la deben estar pasando bien, por decir algo. Comienzan a aparecer fotos de mercados y supermercados con góndolas y cajones vacíos. La leyenda de la foto de arriba, en Página/12, dice: "Un camionero observa el bloqueo de una autopista en la entrada a Río de Janeiro, donde ya se siente el desabastecimiento de insumos básicos". La primera de las notas que siguen es de Dario Pignotti para Página/12:



Título: Temer llama al ejército para evitar el colapso en Brasil

Subtítulo: En el quinto día de los bloqueos de camioneros hay desabastecimiento de insumos

Texto: Temer había pactado con los transportistas una “tregua” de quince días a cambio de la cual les prometió el congelamiento del precio del diésel y la reducción de algunos impuestos. Pero el acuerdo fue traicionado por los empresarios transportistas.

Orden y progreso.  Al cumplirse el quinto día de los bloqueos realizados por miles de camioneros el presidente de facto brasileño Michel Temer convocó ayer las fuerzas armadas para evitar el colapso de San Pablo, Río de Janeiro y otras capitales debido al desabastecimiento de insumos básicos.  “De inmediato vamos implantar un plan de seguridad para superar los graves efectos  causados por esta paralización, comunico que accioné a las fuerzas federales de seguridad para desbloquear las rutas”, dijo Temer usando un tono de voz enérgico y ademanes firmes. Estaba sobreactuando su condición de comandante las fuerzas armadas. En rigor de verdad esta decisión antes que una demostración de autoridad, puso  en evidencia la crisis de gobernabilidad.

Diecisiete horas antes de ese discurso televisado había pactado con los transportistas una “tregua” de quince días a cambio de la cual les prometió el congelamiento del precio del diésel y la reducción de algunos impuestos.

El acuerdo fue traicionado por los empresarios y camioneros en las primeras horas del viernes cuando retomaron, y con más radicalización, la obstrucción del tránsito en carreteras federales y estaduales de al menos 24 de los 27 estados de la Unión. Temer es un no presidente: perdió prácticamente toda su autoridad. Sus decisiones son desoídas por los camioneros y hasta por parte de sus correligionarios del Movimiento Democrático Brasileño, que prefieren  distanciarse  del mandatario más impopular desde el fin de la dictadura.

Su foto espanta a los votantes cuando faltan poco más de cinco meses para las elecciones. Una encuesta aparecida ayer, del instituto Ipsos, indicó que tiene el 92 por ciento de rechazo de los encuestados. Otra publicada la semana pasada, de la consultora MDA, dice que sólo lo votaría el 0,9 por ciento de los brasileños y el 72 por ciento rechaza a la gestión surgida del golpe que derrocó a Dilma Rousseff en 2016.

Uno de los dilemas  del ocupante del Planalto es como llegar al fin del mandato. Y una de las opciones de las que ha echado mano con cierta frecuencia fue militarizar las crisis. Así ocurrió en febrero pasado cuando nombró al general Walter Souza Braga Netto como interventor de Río de Janeiro. Y poco después al designar al general Joaquim Silva e Luna como responsable del Ministerio de Defensa, el primer militar que ocupa ese cargo en un gobierno civil. La actuación del ejército en Río de Janeiro ha sido decepcionante: la estrategia de atacar las favelas para erradicar a los narcotraficantes fue un fracaso, mientras  las matanzas de los parapoliciales aumentaron. Una de sus víctimas de los “paras” fue la activista Marielle Franco, conocida por sus críticas al accionar castrense en las comunidades.

Ahora habrá que aguardar para constatar la eficacia de los militares para dar cuenta del movimiento de los transportistas. Ayer el general Silva e Luna prometió una “acción rápida” que permita desbloquear las carreteras y preservar la infraestructura critica. “El ejercito, la marina y la fuerza aérea  van a entrar para evitar el desabastecimiento”, anunció el ministro de Defensa.

Es imprescindible que las tropas sean eficientes para restablecer de inmediato el funcionamiento de los grandes centros urbanos. El alcalde de San Pablo, Mario Covas, decretó ayer el estado de “emergencia” ante la falta de combustible lo cual impidió la circulación del 40 por ciento de los colectivos, obligó a  suspender la recolección de basura y redujo el tiempo de patrullaje de la policía. En Río de Janeiro hubo un 70 por ciento menos de colectivos y ayer por la noche había pocas estaciones de servicio a las que les quedaba nafta. En Brasilia se acabó el kerosene para aviones en el Aeropuerto internacional.


¿Huelga o lockout?

Esta  medida de fuerza realizada por empresarios, que probablemente  aportan dinero para garantizar una logística costosa,  no puede confundirse con “una huelga de trabajadores”, explica el abogado laboralista Normando Rodrigues, asesor de la Federación Unica de los Petroleros. Pero parte de las decenas de miles de participantes en los piquetes son camioneros “autónomos”, dueños de sus unidades, y choferes (algunos presionados por sus jefes) por lo cual este paro  tampoco es un “lockout” clásico. Aunque se le parece.

El caso es que ninguna de las huelgas  organizados por los sindicatos de trabajadores desde el inicio del gobierno temerista tuvo la potencia de este “lockout” heterodoxo. Perjudicados por la contra-reforma laboral los sindicatos están a la defensiva. Son víctimas de la represión de la policía y la amenaza de unas fuerzas armadas educadas para reprimir organizaciones populares. En mayo de 2017 fueron movilizadas contra un concentración gremial realizada en Brasilia. Ahora los militares tendrán que entrar acción y demostrar su disposición de poner orden contra  camioneros que en buen número son simpatizantes del candidato presidencial y ex capitán Jair Bolsonaro. Uno de los piqueteros dijo a radio CBN que para acabar con la corrupción de Temer lo mejor sería “la intervención militar”.



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Por su parte, leemos la siguiente nota en Zero Hedge:


Título: One Billion Chickens May Die As Trucker Strike Paralyzes Brazil

Texto: A billion Brazilian chickens and 20 million pigs may die within days - starving to death amid a nationwide truckers' strike over soaring fuel prices which has prevented critical supplies such as animal feed from reaching their destinations.

[E]xport group ABPA said a billion chickens and 20 million swines may die in coming days due to a lack of feed." -Bloomberg

As the strike entered its fifth day on Friday - completely ignoring a Thursday night agreement, Sao Paulo declared a state of emergency due to the lack of vital resources for its more than 12 million residents.

President Michel Temer deployed national security forces to unblock roads amid warnings that supply disruptions risk causing a public calamity.

“I have actioned the federal security forces to unblock highways and I am asking governors to do the same,” Temer said in a televised address on Friday. “We will not let the population do without its primary needs.”

"Those who act in a radical manner are harming the population and they will be held responsible."

Temer chose to deploy federal forces after meeting with ministers for a "safety assessment" in the country, as the truckers' strike continued, despite the agreement between the government and representatives of the category on Thursday night.

The government has also called the Federal Supreme Court for the strike of the truck drivers to be declared illegal. -Globo

While the strike initially started on Monday over fuel prices, it has rapidly evolved into a widespread protest against government graft scandals involving several prominent politicians - Temer included.

Despite the deployment of forces, Carlos Marun, Minister of the Government Department, admitted that the demands of the striking truckers are "just." When asked whether the government negotiated with the "wrong people," since roads continue to be blocked despite the Thursday agreement, Marun joked that it wasn't feasible to talk to all the truckers at once.

"This is a scattered and diffused movement, and I recognize that the leaders we talk to do not have the power to turn off the movement like someone who turns off a power switch," Maron said, adding "We talked to who we had to talk to, we prepared ourselves since Sunday, and considering fair claims, we decided to negotiate before taking any more radical measures."

The Government Minister did note, however, that the lack of action by the truckers caused the Friday deployment of government forces and the possible use of force.

"Because of non-compliance, we will have to use what we would not like, the possible use of force ... in order not to diminish movement, we are making use of measures that are necessary. , at the moment, it is necessary, "he said.

Meanwhile, supermarkets and restaurants in São Paulo and Rio de Janeiro are running out of supplies, several factories have been shut down, and bus services have been significantly reduced due to the strike.

In an attempt to end the dispute, oil company Petrobas cut the price of diesel by 10% for two weeks - however all that did was scare investors. The truckers were not impressed, considering that they've been subject to fuel price increases of around 50% over the last year.

Petrobras shares plunged after the announcement and are down at least 20 percent this week, leading losses in the Ibovespa index, which has lost 4.3 percent in the period. That pushed the stock market’s monthly drop to 7.7 percent, one of the worst performers among major global benchmarks.

The currency lost 4.3 percent in May amid generalized turmoil in emerging markets and as the central bank unexpectedly halted its easing cycle.

The strike will affect virtually all aspects of Brazil's economy. RTL Today reports that Brazil's auto industry completely shut down on Friday due to the strike.

"Assembly lines of Brazilian car manufacturers have stopped. The truckers' strike will affect our results significantly, including for exports," the National Association of Motor Vehicle Manufacturers said, on the fifth day of the strike.

Meanwhile, the airport in Brasilia reports that its kerosene reserves have run out, forcing American Airlines to cancel a flight from Miami originally destined for the Capitol city Friday morning, along with an evening return flight. And in yet another sign of impending calamity, the largest port in Latin America is reportedly running out of soybeans.

The strike has also significantly damaged conservative President Temer's reputation, along with those in his orbit.

While the president has abandoned plans to run for re-election in October, those candidates associated with his government or even those merely sympathetic to its market-friendly agenda have been dealt a major blow. Brazil’s presidential contenders have been reluctant to criticize the strikers, though some have questioned their tactics.

Raul Jungmann, minister of public security, said that authorities would be investigating whether trucking companies were prohibiting employers from working, which would be a violation of Brazil's "lockout" laws.


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Actualización: Acá va otra nota de Página/12 sobre la situación en Brasil. Es de Eric Nepomucemo:


TítuloSin noción de nada y sin miedo al ridículo

Texto: En cuatro días de tensión máxima, del martes a ayer, Michel Temer logró algo insólito: dejó de ser un presidente ilegítimo para asumir definitivamente el rol de presidente decorativo. O, como dijo alguien, un ex presidente en ejercicio.

Hasta sus secuaces en el Congreso lo atropellaron de manera impresionante. Supuestos aliados, lo criticaron sin ceremonia o respeto, asumieron en un primer momento el mando, en una especie de parlamentarismo de última hora, y trataron de disminuir para siempre su figura, adoptando medidas de una torpeza impar para solucionar la crisis surgida a raíz de la huelga de camioneros.

Otra hazaña de Temer, que hizo que su aislamiento alcanzase niveles olímpicos, fue aplicar con talento único su absurda capacidad de ridículo. El pasado jueves, mientras la situación llegaba al borde del abismo, el presidente comparecía, en el interior de la provincia de Río de Janeiro, a una ceremonia de expresión nula, para prestigiar la entrega de automóviles a algunos consejos tutelares de menores. Y sin pestañear, afirmaba a una platea atónita que aquel era “el acontecimiento más relevante” de la jornada.

A aquellas alturas en Brasilia ocurrían cosas que, para su limitadísima visión de la realidad, eran menos importantes. Por ejemplo: se llevaba a cabo una reunión de varios de sus ministros con los principales cabecillas de los sindicatos patronales de transportes, quienes actuaban por detrás y por encima de los motoristas autónomos, que representan solamente la tercera parte del total de camioneros existentes en el país. Todo para alcanzar un acuerdo que, al final, no funcionó.

Mientras, el aeropuerto de la capital brasileña informaba que solo permitiría el arribo de aparatos con combustible suficiente para luego despegar. A lo largo y a lo ancho del mapa se registraban imágenes de un caos acechante. En Rio, la circulación de micros caía a poco más de la mitad. En Recife, capital de Pernambuco, se formaban filas delante de las gasolineras que se extendían por hasta diez cuadras. En las carreteras de 25 provincias se registraban más de 550 cortes y bloqueos. En las góndolas de los supermercados faltaban verduras y legumbres y carne y leche, y cuando había, los precios llegaban a ser hasta cinco veces más elevados que los de la semana pasada.

Pero para Michel Temer, nada de eso se comparaba con entregar solemnemente unos 600 automóviles que, en realidad, eran la mitad de lo que su mismo desgobierno había prometido.

La decisión de convocar a las fuerzas de seguridad, léase básicamente el Ejército, para desmovilizar a los camioneros parados en todo el país tampoco fue decisión suya: partió del general Sergio Echegoyen, un duro-entre-duros que comanda el Gabinete de Seguridad Institucional, órgano que Dilma Rousseff había extinguido y que Temer resucitó.

Otro general, Joaquim Luna, el primer militar en sentarse en el sillón de ministro de Defensa desde que la cartera fue creada por Fernando Henrique Cardoso hace como veinte años, aseguró que las fuerzas de seguridad actuarían “con energía”.

Siempre caminando rumbo a expandir la crisis al máximo, por la tardecita Temer firmó otro texto que le fue pasado por los uniformados: el Decreto de Garantía de la Ley y el Orden, que tiene dos funciones. La primera es liberar el Ejército para impedir “actos que atenten contra el orden público”. ¿Qué tipo de acto? Nadie sabe, excepto actos obvios como tirar piedras a soldados.

Y la segunda es asegurar un paraguas legal para todo lo que se cometa para cumplir la misión hasta el lunes cuatro de junio, cuando expira la validez del decreto. Por “todo lo que se cometa” entiéndase todo lo que haga la tropa contra la población.

En nuestras comarcas, cuando un gobierno débil - y nada puede ser más débil e inerte que el gobierno de un presidente meramente decorativo - y además ilegítimo decide adoptar medidas de fuerza, dejan de existir límites para el avance de la crisis.

La capacidad extraordinaria de Michel Temer y sus bucaneros para llevar a cabo con velocidad extraordinaria el derrumbe de lo alcanzado a lo largo de los últimos más de treinta años, en épocas anteriores inclusive a Lula da Silva (aunque consolidado y ampliado infinitamente por él), provocó el caos al que se llegó.

Entregar un patrimonio nacional, como Petrobras, directamente al apetito del mercado tuvo consecuencias alucinantes.

Por ejemplo: a lo largo de los ocho años de Lula da Silva, el precio de los combustibles tuvo ocho aumentos. En los dos años de Temer, 229. Eso: 229.

¿Para qué con Lula y luego Dilma se contuvo ese precio? Para no presionar a la inflación y para incentivar el crecimiento de la actividad económica. ¿Para qué Temer y sus bucaneros permitieron una estampida absurda de aumentos? Para atender a los intereses de sus patrones nacionales y globales.

Al principio de la noche de ayer el pegajoso ministro de Seguridad Pública, un ex militante de izquierda que como suele ocurrir con esa clase de tránsfuga se convirtió en un monumento al avasallamiento de la derecha, decía solemnemente que casi la mitad de los cortes habían desaparecido.

Lo que no desapareció es el riesgo de que a los generales la posibilidad de permanecer donde están les encante.

Lo que no desapareció es la imagen concreta de un país desgobernado que acelera veloz rumbo al abismo.



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