Mil millones de pollos y unos veinte millones de cerdos podrían morir en los próximos días en Brasil como consecuencia del desabastecimiento producido en todo el país por los bloqueos de rutas por parte de las compañías de transportes. Eso sin contar a los 200 millones de brasileños, que no la deben estar pasando bien, por decir algo. Comienzan a aparecer fotos de mercados y supermercados con góndolas y cajones vacíos. La leyenda de la foto de arriba, en Página/12, dice: "Un camionero
observa el bloqueo de una autopista en la entrada a Río de Janeiro, donde ya se
siente el desabastecimiento de insumos básicos". La primera de las notas que
siguen es de Dario Pignotti para Página/12:
Título: Temer
llama al ejército para evitar el colapso en Brasil
Subtítulo: En el
quinto día de los bloqueos de camioneros hay desabastecimiento de insumos
Texto: Temer
había pactado con los transportistas una “tregua” de quince días a cambio de la
cual les prometió el congelamiento del precio del diésel y la reducción de
algunos impuestos. Pero el acuerdo fue traicionado por los empresarios
transportistas.
Orden y
progreso. Al cumplirse el quinto día de
los bloqueos realizados por miles de camioneros el presidente de facto
brasileño Michel Temer convocó ayer las fuerzas armadas para evitar el colapso
de San Pablo, Río de Janeiro y otras capitales debido al desabastecimiento de
insumos básicos. “De inmediato vamos
implantar un plan de seguridad para superar los graves efectos causados por esta paralización, comunico que
accioné a las fuerzas federales de seguridad para desbloquear las rutas”, dijo
Temer usando un tono de voz enérgico y ademanes firmes. Estaba sobreactuando su
condición de comandante las fuerzas armadas. En rigor de verdad esta decisión
antes que una demostración de autoridad, puso
en evidencia la crisis de gobernabilidad.
Diecisiete horas
antes de ese discurso televisado había pactado con los transportistas una
“tregua” de quince días a cambio de la cual les prometió el congelamiento del
precio del diésel y la reducción de algunos impuestos.
El acuerdo fue
traicionado por los empresarios y camioneros en las primeras horas del viernes
cuando retomaron, y con más radicalización, la obstrucción del tránsito en
carreteras federales y estaduales de al menos 24 de los 27 estados de la Unión.
Temer es un no presidente: perdió prácticamente toda su autoridad. Sus
decisiones son desoídas por los camioneros y hasta por parte de sus
correligionarios del Movimiento Democrático Brasileño, que prefieren distanciarse
del mandatario más impopular desde el fin de la dictadura.
Su foto espanta a
los votantes cuando faltan poco más de cinco meses para las elecciones. Una
encuesta aparecida ayer, del instituto Ipsos, indicó que tiene el 92 por ciento
de rechazo de los encuestados. Otra publicada la semana pasada, de la
consultora MDA, dice que sólo lo votaría el 0,9 por ciento de los brasileños y
el 72 por ciento rechaza a la gestión surgida del golpe que derrocó a Dilma
Rousseff en 2016.
Uno de los
dilemas del ocupante del Planalto es
como llegar al fin del mandato. Y una de las opciones de las que ha echado mano
con cierta frecuencia fue militarizar las crisis. Así ocurrió en febrero pasado
cuando nombró al general Walter Souza Braga Netto como interventor de Río de
Janeiro. Y poco después al designar al general Joaquim Silva e Luna como
responsable del Ministerio de Defensa, el primer militar que ocupa ese cargo en
un gobierno civil. La actuación del ejército en Río de Janeiro ha sido
decepcionante: la estrategia de atacar las favelas para erradicar a los
narcotraficantes fue un fracaso, mientras
las matanzas de los parapoliciales aumentaron. Una de sus víctimas de
los “paras” fue la activista Marielle Franco, conocida por sus críticas al
accionar castrense en las comunidades.
Ahora habrá que
aguardar para constatar la eficacia de los militares para dar cuenta del
movimiento de los transportistas. Ayer el general Silva e Luna prometió una
“acción rápida” que permita desbloquear las carreteras y preservar la
infraestructura critica. “El ejercito, la marina y la fuerza aérea van a entrar para evitar el
desabastecimiento”, anunció el ministro de Defensa.
Es imprescindible
que las tropas sean eficientes para restablecer de inmediato el funcionamiento
de los grandes centros urbanos. El alcalde de San Pablo, Mario Covas, decretó
ayer el estado de “emergencia” ante la falta de combustible lo cual impidió la
circulación del 40 por ciento de los colectivos, obligó a suspender la recolección de basura y redujo
el tiempo de patrullaje de la policía. En Río de Janeiro hubo un 70 por ciento
menos de colectivos y ayer por la noche había pocas estaciones de servicio a
las que les quedaba nafta. En Brasilia se acabó el kerosene para aviones en el
Aeropuerto internacional.
¿Huelga o lockout?
Esta medida de fuerza realizada por empresarios,
que probablemente aportan dinero para
garantizar una logística costosa, no
puede confundirse con “una huelga de trabajadores”, explica el abogado
laboralista Normando Rodrigues, asesor de la Federación Unica de los
Petroleros. Pero parte de las decenas de miles de participantes en los piquetes
son camioneros “autónomos”, dueños de sus unidades, y choferes (algunos
presionados por sus jefes) por lo cual este paro tampoco es un “lockout” clásico. Aunque se le
parece.
El caso es que
ninguna de las huelgas organizados por
los sindicatos de trabajadores desde el inicio del gobierno temerista tuvo la
potencia de este “lockout” heterodoxo. Perjudicados por la contra-reforma
laboral los sindicatos están a la defensiva. Son víctimas de la represión de la
policía y la amenaza de unas fuerzas armadas educadas para reprimir
organizaciones populares. En mayo de 2017 fueron movilizadas contra un
concentración gremial realizada en Brasilia. Ahora los militares tendrán que
entrar acción y demostrar su disposición de poner orden contra camioneros que en buen número son
simpatizantes del candidato presidencial y ex capitán Jair Bolsonaro. Uno de
los piqueteros dijo a radio CBN que para acabar con la corrupción de Temer lo
mejor sería “la intervención militar”.
***
Por su parte,
leemos la siguiente nota en Zero Hedge:
Título: One
Billion Chickens May Die As Trucker Strike Paralyzes Brazil
Texto: A billion
Brazilian chickens and 20 million pigs may die within days - starving to death
amid a nationwide truckers' strike over soaring fuel prices which has prevented
critical supplies such as animal feed from reaching their destinations.
[E]xport group
ABPA said a billion chickens and 20 million swines may die in coming days due
to a lack of feed." -Bloomberg
As the strike
entered its fifth day on Friday - completely ignoring a Thursday night
agreement, Sao Paulo declared a state of emergency due to the lack of vital
resources for its more than 12 million residents.
President Michel
Temer deployed national security forces to unblock roads amid warnings that
supply disruptions risk causing a public calamity.
“I have actioned
the federal security forces to unblock highways and I am asking governors to do
the same,” Temer said in a televised address on Friday. “We will not let the
population do without its primary needs.”
"Those who
act in a radical manner are harming the population and they will be held
responsible."
Temer chose to
deploy federal forces after meeting with ministers for a "safety
assessment" in the country, as the truckers' strike continued, despite the
agreement between the government and representatives of the category on
Thursday night.
The government
has also called the Federal Supreme Court for the strike of the truck drivers
to be declared illegal. -Globo
While the strike
initially started on Monday over fuel prices, it has rapidly evolved into a
widespread protest against government graft scandals involving several
prominent politicians - Temer included.
Despite the
deployment of forces, Carlos Marun, Minister of the Government Department,
admitted that the demands of the striking truckers are "just." When
asked whether the government negotiated with the "wrong people,"
since roads continue to be blocked despite the Thursday agreement, Marun joked
that it wasn't feasible to talk to all the truckers at once.
"This is a
scattered and diffused movement, and I recognize that the leaders we talk to do
not have the power to turn off the movement like someone who turns off a power
switch," Maron said, adding "We talked to who we had to talk to, we prepared
ourselves since Sunday, and considering fair claims, we decided to negotiate
before taking any more radical measures."
The Government
Minister did note, however, that the lack of action by the truckers caused the
Friday deployment of government forces and the possible use of force.
"Because of
non-compliance, we will have to use what we would not like, the possible use of
force ... in order not to diminish movement, we are making use of measures that
are necessary. , at the moment, it is necessary, "he said.
Meanwhile,
supermarkets and restaurants in São Paulo and Rio de Janeiro are running out of
supplies, several factories have been shut down, and bus services have been
significantly reduced due to the strike.
In an attempt to
end the dispute, oil company Petrobas cut the price of diesel by 10% for two
weeks - however all that did was scare investors. The truckers were not
impressed, considering that they've been subject to fuel price increases of
around 50% over the last year.
Petrobras shares
plunged after the announcement and are down at least 20 percent this week,
leading losses in the Ibovespa index, which has lost 4.3 percent in the period.
That pushed the stock market’s monthly drop to 7.7 percent, one of the worst
performers among major global benchmarks.
The currency lost
4.3 percent in May amid generalized turmoil in emerging markets and as the
central bank unexpectedly halted its easing cycle.
The strike will
affect virtually all aspects of Brazil's economy. RTL Today reports that
Brazil's auto industry completely shut down on Friday due to the strike.
"Assembly
lines of Brazilian car manufacturers have stopped. The truckers' strike will
affect our results significantly, including for exports," the National
Association of Motor Vehicle Manufacturers said, on the fifth day of the
strike.
Meanwhile, the
airport in Brasilia reports that its kerosene reserves have run out, forcing
American Airlines to cancel a flight from Miami originally destined for the
Capitol city Friday morning, along with an evening return flight. And in yet
another sign of impending calamity, the largest port in Latin America is
reportedly running out of soybeans.
The strike has
also significantly damaged conservative President Temer's reputation, along
with those in his orbit.
While the
president has abandoned plans to run for re-election in October, those
candidates associated with his government or even those merely sympathetic to
its market-friendly agenda have been dealt a major blow. Brazil’s presidential
contenders have been reluctant to criticize the strikers, though some have
questioned their tactics.
Raul Jungmann,
minister of public security, said that authorities would be investigating
whether trucking companies were prohibiting employers from working, which would
be a violation of Brazil's "lockout" laws.
***
Actualización: Acá va otra nota de Página/12 sobre la situación en Brasil. Es de Eric Nepomucemo:
Título: Sin noción de nada y sin miedo al ridículo
Texto: En cuatro
días de tensión máxima, del martes a ayer, Michel Temer logró algo insólito:
dejó de ser un presidente ilegítimo para asumir definitivamente el rol de
presidente decorativo. O, como dijo alguien, un ex presidente en ejercicio.
Hasta sus
secuaces en el Congreso lo atropellaron de manera impresionante. Supuestos
aliados, lo criticaron sin ceremonia o respeto, asumieron en un primer momento
el mando, en una especie de parlamentarismo de última hora, y trataron de
disminuir para siempre su figura, adoptando medidas de una torpeza impar para
solucionar la crisis surgida a raíz de la huelga de camioneros.
Otra hazaña de
Temer, que hizo que su aislamiento alcanzase niveles olímpicos, fue aplicar con
talento único su absurda capacidad de ridículo. El pasado jueves, mientras la
situación llegaba al borde del abismo, el presidente comparecía, en el interior
de la provincia de Río de Janeiro, a una ceremonia de expresión nula, para
prestigiar la entrega de automóviles a algunos consejos tutelares de menores. Y
sin pestañear, afirmaba a una platea atónita que aquel era “el acontecimiento
más relevante” de la jornada.
A aquellas
alturas en Brasilia ocurrían cosas que, para su limitadísima visión de la
realidad, eran menos importantes. Por ejemplo: se llevaba a cabo una reunión de
varios de sus ministros con los principales cabecillas de los sindicatos
patronales de transportes, quienes actuaban por detrás y por encima de los
motoristas autónomos, que representan solamente la tercera parte del total de
camioneros existentes en el país. Todo para alcanzar un acuerdo que, al final,
no funcionó.
Mientras, el
aeropuerto de la capital brasileña informaba que solo permitiría el arribo de
aparatos con combustible suficiente para luego despegar. A lo largo y a lo
ancho del mapa se registraban imágenes de un caos acechante. En Rio, la
circulación de micros caía a poco más de la mitad. En Recife, capital de
Pernambuco, se formaban filas delante de las gasolineras que se extendían por
hasta diez cuadras. En las carreteras de 25 provincias se registraban más de
550 cortes y bloqueos. En las góndolas de los supermercados faltaban verduras y
legumbres y carne y leche, y cuando había, los precios llegaban a ser hasta
cinco veces más elevados que los de la semana pasada.
Pero para Michel
Temer, nada de eso se comparaba con entregar solemnemente unos 600 automóviles
que, en realidad, eran la mitad de lo que su mismo desgobierno había prometido.
La decisión de
convocar a las fuerzas de seguridad, léase básicamente el Ejército, para
desmovilizar a los camioneros parados en todo el país tampoco fue decisión
suya: partió del general Sergio Echegoyen, un duro-entre-duros que comanda el
Gabinete de Seguridad Institucional, órgano que Dilma Rousseff había extinguido
y que Temer resucitó.
Otro general,
Joaquim Luna, el primer militar en sentarse en el sillón de ministro de Defensa
desde que la cartera fue creada por Fernando Henrique Cardoso hace como veinte
años, aseguró que las fuerzas de seguridad actuarían “con energía”.
Siempre caminando
rumbo a expandir la crisis al máximo, por la tardecita Temer firmó otro texto
que le fue pasado por los uniformados: el Decreto de Garantía de la Ley y el
Orden, que tiene dos funciones. La primera es liberar el Ejército para impedir
“actos que atenten contra el orden público”. ¿Qué tipo de acto? Nadie sabe,
excepto actos obvios como tirar piedras a soldados.
Y la segunda es
asegurar un paraguas legal para todo lo que se cometa para cumplir la misión
hasta el lunes cuatro de junio, cuando expira la validez del decreto. Por “todo
lo que se cometa” entiéndase todo lo que haga la tropa contra la población.
En nuestras
comarcas, cuando un gobierno débil - y nada puede ser más débil e inerte que el
gobierno de un presidente meramente decorativo - y además ilegítimo decide
adoptar medidas de fuerza, dejan de existir límites para el avance de la
crisis.
La capacidad
extraordinaria de Michel Temer y sus bucaneros para llevar a cabo con velocidad
extraordinaria el derrumbe de lo alcanzado a lo largo de los últimos más de
treinta años, en épocas anteriores inclusive a Lula da Silva (aunque
consolidado y ampliado infinitamente por él), provocó el caos al que se llegó.
Entregar un
patrimonio nacional, como Petrobras, directamente al apetito del mercado tuvo
consecuencias alucinantes.
Por ejemplo: a lo
largo de los ocho años de Lula da Silva, el precio de los combustibles tuvo
ocho aumentos. En los dos años de Temer, 229. Eso: 229.
¿Para qué con
Lula y luego Dilma se contuvo ese precio? Para no presionar a la inflación y
para incentivar el crecimiento de la actividad económica. ¿Para qué Temer y sus
bucaneros permitieron una estampida absurda de aumentos? Para atender a los
intereses de sus patrones nacionales y globales.
Al principio de
la noche de ayer el pegajoso ministro de Seguridad Pública, un ex militante de
izquierda que como suele ocurrir con esa clase de tránsfuga se convirtió en un
monumento al avasallamiento de la derecha, decía solemnemente que casi la mitad
de los cortes habían desaparecido.
Lo que no
desapareció es el riesgo de que a los generales la posibilidad de permanecer
donde están les encante.
Lo que no
desapareció es la imagen concreta de un país desgobernado que acelera veloz
rumbo al abismo.
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