Seguimos con las interpretaciones sobre los eventos en Arabia Saudita. Es que la cosa viene dinámica, chicos. No pasa un minuto sin nuevas noticias. Las interpretaciones, ni les cuento. Acá va una; es de Thierry
Meyssan para Red Voltaire:
Título: Golpe
palaciego en Riad
Texto: La guerra
contra el Emirato Islámico va llegando a su fin en Irak y en Siria, parece que
se ha logrado evitar el conflicto armado contra el seudo Kurdistán y varios
Estados del Medio Oriente ampliado comienzan a retomar la iniciativa.
Aprovechando la fluidez del momento, el príncipe heredero de Arabia Saudita ha
eliminado abruptamente a todos los miembros de la familia real que podían
representar algún peligro para su control del poder. La guerra no sólo acaba de
modificar la correlación de fuerzas regional sino que uno de los principales
actores acaba de cambiar de objetivos.
Nueva etapa en el
Medio Oriente
Dicen que a la
naturaleza no le gusta el vacío. El fin del «Emirato Islámico en Irak y Siria»
(Daesh, su acrónimo árabe) –que acaba de perder sucesivamente las ciudades de
Mosul, ante la ofensiva del ejército iraquí; Raqqa, tomada por el ejército
estadounidense; y Deir ez-Zor, liberada por el ejército sirio– cierra una
guerra y abre un nuevo periodo. El fracaso de Massud Barzani en su empeño por
obtener el reconocimiento internacional de la anexión de Kirkuk por los kurdos
del PDK (Partido Democrático del Kurdistán iraquí) descarta el proyecto de
creación de un nuevo Estado colonial, el seudo Kurdistán, puesto avanzada del
ejército israelí contra Irán.
En momentos en
que la devastación reina en el Medio Oriente ampliado, principalmente en Libia,
en Siria, en Irak, Yemen y Afganistán, quedan aún en esa región 4 Estados en
condiciones de hacer progresar sus intereses: Israel, Arabia Saudita, Turquía e
Irán. Para lograrlo, cada uno está obligado a tomar una iniciativa antes del
encuentro entre los presidentes Donald Trump y Vladimir Putin, que debe
producirse durante la cumbre de la APEC (el Foro de Cooperación Económica
Asia-Pacífico) a celebrarse en Danang del 8 al 10 de noviembre.
El 3 de
noviembre, Israel se declaró dispuesto a proteger a los drusos del sur de Siria
de los yihadistas que acababan de atacar la localidad siria de Hader. Desde
principios de 2017, Tel Aviv viene tratando de crear en el sur de Siria un
movimiento separatista druso, siguiendo el modelo de lo que logró hacer con los
kurdos en el norte de ese mismo país y en Irak. El Mossad reclutó al mayor
sirio Khaldoun Zeineddine, quien trató de proclamar un “Drusistán” pero sólo
logró sublevar contra Damasco una docena de combatientes.
Ese mismo día,
Turquía reagrupaba los diferentes grupos yihadistas de Idlib para crear un
«Gobierno de Salvación Nacional», bajo la presidencia de Muhammad al-Sheikh y
con Riad al-Asaad como viceprimer ministro. Ankara trata así de aplicar en la
gobernación siria de Idlib la idea de su aliado Qatar, que ya en 2012 había
fundado un gobierno sirio alternativo bajo la denominación de «Coalición
Nacional Siria».
De Teherán no ha
llegado ninguna señal, probablemente porque la República Islámica de Irán es el
único de los 4 Estados anteriormente mencionados que sale vencedor
simultáneamente ante el Emirato Islámico como ante el clan Barzani, y no tiene
por ende interés en modificar la nueva coyuntura.
La sorpresa vino
de Riad. La familia real de Arabia Saudita no trató de imponer un nuevo orden
regional, pero el príncipe heredero Mohammed ben Salman trata de modificar el
anquilosado orden de su reino.
La dimisión del
primer ministro libanés Saad Hariri
El 4 de
noviembre, hacia las 11 horas TU, el primer ministro libanés anunció su
renuncia, compareciendo en vivo a través del canal saudita de televisión
Al-Arabiya, desde el hotel Ritz de Riad y en presencia del príncipe heredero de
Arabia Saudita.
Al leer, al pie
de la letra, el texto que evidentemente le habían entregado, Saad Hariri se
olvidó inesperadamente de que presidía un gobierno que contaba entre sus
ministros varios miembros del Hezbollah. Y se expresó en los siguientes
términos:
«Allí donde Irán
está presente, siembra la división y la destrucción. Prueba de ello es su
injerencia en los países árabes, sin mencionar su profundo rencor contra la
nación árabe (…) Irán confisca el destino de los países de la región (…) El
Hezbollah es el brazo de Irán, no sólo en Líbano sino también en los demás
países árabes (…) Desgraciadamente, comprendí que ciertos compatriotas marchan
de la mano con Irán, que trata de sacar al Líbano de su entorno árabe. Glorioso
Pueblo del Líbano, el Hezbollah ha logrado, gracias a sus armas, imponer una
situación de facto (…) Quiero decir a Irán y sus acólitos que salen perdiendo.
Las manos que se levantan contra los Estados árabes serán cortadas. Y el Mal se
volverá contra quienes lo ejercen.»
Ese texto
dramático entierra el conflicto religioso entre sunnitas y chiitas para
reactivar el conflicto racista de los árabes contra los persas. A pesar de las
apariencias, eso es una forma de progreso ya que las posibilidades de guerra se
vuelven así más limitadas, dado el hecho que sunnitas y chiitas habitan
territorios donde se hallan mezclados mientras que los árabes y los persas
viven en territorios diferentes. En el caso concreto del Líbano, ese cambio de
lenguaje no modifica gran cosa. Pero ese texto no indica qué motivó la dimisión
del primer ministro.
Saad Hariri
agregó que teme por su vida. Al-Arabiya afirmó después que Hariri escapó hace
días a un intento de asesinato. Pero la policía y la Seguridad General
libanesas desmintieron sucesivamente precisando que no han tenido conocimiento
de tal cosa. Al-Arabiya aseguró que el padre de Saad, Rafic Hariri, fue
asesinado en 2005… por Irán, después de haber atribuido ese crimen durante años
al entonces presidente del Líbano Emile Lahoud y al presidente sirio Bachar
al-Assad.
Después de
pronunciar su alocución, Saad Hariri telefoneó al presidente libanés, Michel
Aoun, para comunicarle oficialmente su dimisión. La conversión fue muy breve y
tampoco aclaró las causas de la renuncia.
El ministro
saudita de Asuntos del Golfo aseguró, contrariamente a lo que podía pensarse a
primera vista, que Arabia Saudita no tiene preso a Saad Hariri y que el ahora
dimitente primer ministro libanés puede volver al Líbano cuando quiera. Ante la
persistencia de los rumores de que Hariri estaba detenido en Arabia Saudita, se
difundió a través de su cuenta de Twitter una foto de este en ropa casual junto
al embajador de Arabia Saudita en Líbano.
Cuando Saad
Hariri ni siquiera había terminado su alocución, su rival, el ex director
central la policía libanesa (FSI) y posteriormente ministro de Justicia Achraf
Rifi, regresaba a Beirut de su exilio italiano. No está de más recordar que
Saad Hariri es uno de los individuos más endeudados del mundo –tiene una deuda
personal que ronda los 4 000 millones de dólares con Arabia Saudita– y no
parece por tanto en condiciones de tomar decisiones contrarias a los intereses
de su acreedor.
Hacia las 23
horas y 45 minutos TU, los rebeldes huthis disparaban desde Yemen un misil
balístico hacia el aeropuerto internacional Rey Khaled de Riad, misil que fue
interceptado por los misiles antimisiles Patriot instalados en Arabia Saudita.
Dado el hecho que el armamento moderno de los huthis proviene de Irán, los
observadores vincularon el incidente del misil con la dimisión de Hariri y
concuerdan en ver el disparo de ese artefacto como una respuesta al discurso
anti-iraní de Saad Hariri.
El príncipe
heredero Mohamed ben Salman toma el poder
Los
acontecimientos se aceleran entonces. Minutos más tarde, el rey Salman firmó
dos decretos. El primero pronunciaba la jubilación anticipada del jefe del
estado mayor de la marina de guerra y revocaba al ministro de Economía y al
jefe de la Guardia Real, el poderosísimo príncipe Muteb, hijo del ex rey
Abdallah. El segundo decreto instauraba una Comisión de Lucha Contra la
Corrupción… bajo la presidencia del príncipe Mohamed ben Salman. Mientras
tanto, la prensa anunciaba también la entrada en vigor de la nueva ley
antiterrorista, que incluye disposiciones que permiten pronunciar condenas de 5
a 10 años de cárcel por difamación o por ultraje público a la autoridad del rey
o del príncipe heredero.
En el transcurso
de la siguiente hora, la Comisión de Lucha Contra la Corrupción se reunía y
adoptaba una serie de medidas preparadas desde hace mucho tiempo, acusando de
malversación de fondos a 11 príncipes, 4 ministros en funciones y decenas de ex
ministros. Los acusados fueron puestos de inmediato bajo arresto por el nuevo
comandante de la Guardia Real y a varios de ellos incluso se les abría
expedientes en virtud de la nueva ley antiterrorista. En la carreta de los
condenados figuraban 3 personalidades anteriormente destituidas por el rey,
como el ex comandante de la Guardia Real, el príncipe Muteb. En el transcurso
del día se supo que las cuentas bancarias de los sospechosos fueron confiscadas
y que de ser declarados culpables –lo cual es sólo una formalidad– sus bienes
pasarán al Tesoro nacional.
Según la agencia
de prensa del reino, los sospechosos malversaron fondos durante las
inundaciones de 2009 y la crisis del coronavirus (el llamado Middle East
Respiratory Syndrome o MERS), acusación posiblemente fundada pero que no los
distingue en nada de los demás caciques de la monarquía saudita.
Aunque no se ha
publicado ninguna lista de nombres, se sabe que el príncipe Walid ben Talal
figura entre los sospechosos. Considerado uno de los hombres más ricos del
mundo, el príncipe Walid ben Talal era el embajador secreto del reino ante
Israel. La Kingdom Holding Company, propiedad de este príncipe y poseedora de
acciones en el Citygroup, Apple, Twitter y Euro-Disney, perdió inmediatamente
10% de su valor al abrirse las operaciones de la Bolsa de Riad, en la mañana
del domingo, y finalmente se decretó la suspensión de cotización.
A pesar de las
apariencias, nada indica que las víctimas de la purga hayan sido seleccionadas
debido a sus funciones o sus ideas, lo cual parece corroborar el discurso
oficial sobre la lucha contra la corrupción.
En la tarde del
domingo, un helicóptero se estrella cerca de Abha. Se anuncia entonces que
varios dignatarios sauditas murieron en el siniestro, entre ellos un príncipe
llamado Mansur.
El éxito del
príncipe heredero, que acaba de derrocar la oligarquía para instaurar su propia
autocracia, nada dice sobre su capacidad para gobernar el reino. Con 32 años,
este hijo de súper rico no ha tenido la oportunidad de entrar en contacto con
su pueblo y comenzó a ocuparse de política hace sólo 2 años. Sus primeras
decisiones –la decapitación del jefe de la oposición y el inicio de la guerra
contra Yemen– fueron catastróficas. Después de haber neutralizado a todos los
que podían oponerse a él dentro de la familia real, el príncipe Mohamed ben
Salman tendrá ahora que asegurarse un respaldo popular para ejercer el poder.
Por el momento, ya ha tomado algunas medidas a favor de los jóvenes (que
constituyen el 70% de la población saudita) y de las mujeres (51% de la
población). Por ejemplo, abriendo cines y organizando conciertos –hasta ahora
prohibidos– y autorizando las mujeres a conducir automóviles, a partir de 2018.
Y próximamente
tendría que abolir la siniestra policía religiosa y la obligación de tutelaje
masculino que se impone a las mujeres sauditas. Esta última medida tendría la
ventaja de complacer a las mujeres y de liberar al mismo tiempo a los hombres
de esa carga para poder reactivar la economía. Lo más importante es que el
príncipe heredero ha proclamado no sólo su intención de modernizar la práctica
religiosa sino también de “limpiar” los hadiz –la leyenda dorada de Mahoma– de
pasajes violentos o contradictorios, un proyecto laico que entra en conflicto
con la práctica de toda la comunidad musulmana de los últimos siglos.
Esta estrategia
impide al príncipe Mohamed ben Salman entrar en guerra contra Irán y el
Hezbollah y desmiente el discurso oficial actual. Explicación: no es posible
plantearse una guerra contra Irán sabiendo que, desde que los Guardianes de la
Revolución iraníes acudieron en ayuda de los huthis, Arabia Saudita ha sufrido
una derrota tras otra en Yemen. También resulta imposible movilizar a los
sauditas para enviarlos a la guerra mientras que el príncipe heredero reforma
radicalmente la sociedad.
Retrospectivamente,
resulta que este golpe palaciego había sido anunciado hace días. El príncipe
heredero había declarado que había que estar listo para el cambio que tendría
lugar en la noche de sábado a domingo. Es imposible que la caída del gobierno
libanés y la decapitación de la familia real saudita se hayan organizado sin
aprobación de Washington. Se concluyó discretamente con el príncipe un acuerdo
que prevé que la oferta pública de compra en efectivo de Aramco [1] no será en
Riad sino en la Bolsa de Nueva York. Por otra parte, el discurso anti-iraní de
Saad Hariri se produce después de toda una campaña de Washington en el mismo
sentido. Desde el 10 de octubre, la administración Trump ha prometido
recompensas por la captura de dos comandantes de la resistencia libanesa y
presentó un plan contra las actividades financieras de los Guardianes de la
Revolución iraníes, mientras que el Congreso estadounidense ha votado no menos
de 5 leyes contra el Hezbollah.
Hipótesis de
interpretación
Ningún medio de
prensa relaciona la dimisión del primer ministro libanés Saad Hariri con la
purga efectuada en la familia real saudita. Los medios se limitan, además, a
tomar nota del golpe palaciego pero sin interrogarse sobre la identidad de los
sospechosos arrestados, olvidando así cómo funcionan las monarquías absolutas.
Yo propongo una
hipótesis diferente para interpretar los hechos. Recordemos, primero que todo,
que cuando muere el rey Abdallah –antecesor del actual rey Salman– el príncipe
heredero era su amigo el príncipe Mukrin. La familia real estaba dividida en
tres clanes: el del hijo de Abdallah, el príncipe Muteb; el del hijo del
ministro del Interior Nayef; y el del hijo del rey Salman, el príncipe Mohamed
ben Salman. Recordemos también otro secreto a voces: Saad Hariri no es hijo
biológico de su padre legal sino un bastardo de la familia Saud y miembro del
clan Abdallah.
En abril de 2015,
el príncipe heredero Mukrin fue apartado de sus funciones y reemplazado por
Mohamed ben Nayef mientras que el príncipe Mohamed ben Salman aparecía en la
escena política convirtiéndose inesperadamente en segundo heredero. Pero en
junio de 2017 Mohamed ben Salman lograba destituir a Nayef y lo ponía bajo
detención domiciliaria. Para no ser solamente primer heredero sino quedar como
único candidato al trono, Mohamed ben Salman tenía entonces que deshacerse del
clan Abdallah. Y para eso tenía que destituir al príncipe Muteb, que controlaba
la Guardia Real, pero no podía olvidar a Saad Hariri ya que, como primer
ministro del Líbano, este último tenía posibilidades de ayudar a los miembros
de su clan.
Si Saad Hariri
todavía no es arrestado en ese momento es porque, aunque ya dimitió, sigue
provisionalmente en funciones como primer ministro del Líbano hasta la
designación e investidura de un sucesor. Pero Achraf Rifi, que regresó a Beirut
para ocupar ese cargo, necesita un poco de tiempo para ser designado
legalmente, sobre todo porque el presidente libanés Michel Aoun no quiere
precipitarse y desea aclarar primero todo este enredo, lo cual puede llevar
bastante tiempo si se tiene en cuenta que el secretario general del Hezbollah,
Hassan Nasrallah, no dudó en defender a Saad Hariri en un discurso transmitido
en la noche del domingo, donde estima que el primer ministro dimitió obligado
por el príncipe heredero Mohamed ben Salman y que eso constituye una nueva
injerencia saudita en Líbano. Finalmente, como resultado de una intervención de
Francia, el primer ministro libanés es autorizado a salir de Arabia Saudita
hacia los Emiratos Árabes Unidos.
La mayoría de las
personalidades arrestadas fueron trasladadas al hotel Ritz de Riad, donde ya
estaba Saad Hariri, para ser mantenidas bajo arresto “domiciliario”.
Como había que
garantizar que nadie pudiese rivalizar con el príncipe Mohamed ben Salman,
también era necesario cortar la rama del ex príncipe heredero Mukrin. Eso
explica el accidente de helicóptero que costó la vida a su hijo, el príncipe
Mansur. En dos días, son arrestadas más de 1 300 personalidades.
Ni el propio Saad
Hariri, ni tampoco Irán, habían previsto los acontecimientos de los días 4 y 5
de noviembre. El Guía de la Revolución iraní, Alí Khamenei, había enviado al ex
ministro de Exteriores Alí Akbar Velayati de visita en Líbano. Durante su
estancia, Velayati se reunió con todos los líderes libaneses, incluyendo al
primer ministro. Todos los encuentros transcurrieron satisfactoriamente y el
que sostuvo con Hariri concluyó con felicitaciones recíprocas. Pero, minutos
después, Hariri fue llamado a presentarse urgentemente en Riad.
Moscú y
Washington, únicos ganadores del golpe palaciego
Atenta a lo que
venía preparándose, Rusia acompañó el movimiento extendiendo su propia
influencia. El rey Salman viajó a Moscú el 5 de octubre. Aunque es aliado de
Estados Unidos, el rey Salman, al igual que el presidente turco Recep Tayyip
Erdogan, compró armamento ruso –incluyendo los ya célebres sistemas de misiles
antiaéreos S-400. Como abandonó el apoyo al terrorismo, desde el discurso del
presidente Trump en Riad, el monarca saudita pudo pactar con Rusia un plan para
el intercambio de información en materia de antiterrorismo. Lo fundamental es
que, después de firmar numerosos contratos, acordó mantener las limitaciones de
la producción de petróleo aún después de que se haya concretado la oferta
pública de compra en efectivo de Aramco, lo cual debería favorecer la
especulación y, por consiguiente, el alza de precios. Este último acuerdo
terminó de negociarse y se firmó en los últimos dias, con la mayor discreción,
en Taskent.
Seguidamente, el
presidente Vladimir Putin viajó a Teherán, el 1º de noviembre. Allí aseguró a
su homólogo iraní, el jeque Hassan Rohani, que las declaraciones del presidente
de Estados Unidos que cuestionan el acuerdo 5+1 sobre el programa nuclear iraní
no pasarán de ahí. El presidente Putin reiteró al Guía de la Revolución, Alí
Khamenei, la exigencia de los israelíes de que no haya Guardianes de la
Revolución iraníes ni fuerzas del Hezbollah libanés en el sur de Siria. Lo más
relevante es que se acordó con Khamenei un plan para la futura Siria basado en
la idea de que Arabia Saudita renuncia a seguir desempeñando un papel
destructivo.
En definitiva,
para el Medio Oriente ampliado sería muy ventajoso que Arabia Saudita pase de
una dictadura oscurantista a un despotismo ilustrado. En todo caso, el cambio
de modo de funcionamiento, de dirigentes y de objetivos en Riad abre numerosas
oportunidades. Cada actor regional va a tratar de adaptarse lo más rápidamente
para promover sus propios intereses antes de que la situación vuelva a
bloquearse.
Nota:
[1] Aramco es la
empresa estatal de petróleo y gas de Arabia Saudita. Nota de la Red Voltaire.
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